Capitulo 3
Los personajes de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.
Veía por la ventana de aquella fría y solitaria habitación. Apenas tenía un día en ella y ya había comenzado a asfixiarse. Las lágrimas continuaron el curso llegando a la ropa bajo su cuello. Pensó que no había llorado tanto en un solo día, solo cuando murió su madre.
Afuera las flores se movían orgullosas con el viento, distrayéndola de la melancolía por unos escasos momentos, para volver a caer presa de nuevo ¿como se suponía que iba llegar a un año? ¿Como podía permanecer en un lugar tan lleno de odio hacia ella? Pensó que su esposo era frío, pero no solo se trataba de ser frío, el no la quería en su hogar, sus ojos solo mostraban odio y despreció hacia un ser inferior a el.
Sin despegarse de la ventana, se enfocó un pequeño cachorro entre las flores, parecía estar sólo y asustado, lo dedujo por la falta de correa, como por la postura corporal que mantenía. Se limpió el rostro para seguirlo con la vista, hasta que uno de los Uchihas el cuál formó parte de la farsa de su matrimonio, lo espantó para que se fuera. Sin querer se sintió identificada con el, dado que el pobre animalito no sabía hacia donde correr y el cruel hombre levantó la mano, amenazante para que obedeciera.
Estuvo a punto de saltar por la ventana para impedir el golpe, sin importarle, si ese acto la ponía en más problemas, de todos modos ya la odiaban sin merecerlo, pues entonces que ahora tengan motivos, pensaba, cuando Mikoto reprendió al varón. No escuchó lo que dijo, pero el cachorro se fue y ya no lo pudo ver de nuevo.
La distracción pasó rápido y regresó al precario estado de ánimo que mantenía desde que se refugió dentro de ese lugar. Ima le trajo comida, pero no tenía hambre, así que no le presto atención a lo que había en la bandeja. Estaba consiente que era muy pronto para ser aceptada, pero también ellos debían entender que no era su culpa, ella no pidió lo que estaba sucediendo. Lo único que quedaba claro era acatar las órdenes de la máxima autoridad de Konoha, tal y como lo hicieron todos los otros clanes.
Con años de entrenamiento mejoró también su carácter, ahora era más capaz de mantener conversaciones fuertes sin sentirse menos, sin embargo, aunque las personas a veces lo merecieran, no era capaz de defenderse de los insultos hechos con "clase" esos que son lanzados entre conversaciones y que se referían a ella. Hanabi la reprendía por ese mismo motivo, siempre le estaba diciendo que debía defenderse, total, ella era capaz de poner en su sitio a mas de uno, pero no lo hacía y por ese motivo los miembros del consejo Hyuga, la seguían considerando débil, ya que los miembros de su clan, no se dejaban insultar ni rebajar por nadie ¿que pensarían de ella si la hubieran visto dentro de ese salón? Seguramente pedirían el sello por no mantener su nombre en alto.
Pasó prácticamente todo el día, en la misma burbuja depresiva y sin darse cuenta ya había anochecido. Suspiro hondo y se dispuso a tomar un baño.
Entró y miró todo el lugar. Era muy espacioso y además de los grandes lavabos con gabinetes de madera oscura, la bañera tenía un tamaño exagerado. Sin querer continuar con el escrutinio, lleno la bañera con agua tibia algo caliente. Agregó aceites con olor a lavanda, los que ella misma trajo en los pergaminos y en minutos ya estaba dentro disfrutando del calmante aroma. Permaneció dentro hasta que el agua se puso fría y decidió salir.
Quito el tapón para que se fuera el agua y se secó el cuerpo, como el cabello. No metió la ropa de dormir y salió envuelta en una toalla y se envolvió otra en el cabello, para evitar mojar el piso.
Sintió los ojos hinchados de tanto llorar y suspiro pensando en leer un libro de Jutsus para mantenerse ocupada, en lugar de estarse lamentando por la suerte que le tocó.
Se quitó la toalla del cabello para peinarse y al no sostener bien el cepillo, este se cayó tras ella. Lanzando un suspiro de frustración, se giró para recogerlo y casi sufrió un colapso por el susto. Frente a ella estaba su esposo, sin dejar de verla y lo mas aterrador eran los ojos enrojecidos que le mostraba. No estaba segura que iba a pasar, o si pensaba atacarla, por lo que pasó en la ceremonia.
Se preparó para lo que venia y fue entonces que recordó como se hallaba. Apretó la toalla, tanto como le fue posible, sintiendo como el calor se apoderó de su rostro. Se había sonrojado de mas, estaba completamente segura.
Como pudo se envolvió en la otra toalla para cubrirse mas, ya que esas rojizas orbes indicaban que habría problemas. Ella escuchó a los guerreros Hyuga, contando historias sobre como los miembros del clan Uchiha, cambiaban el color de ojos a rojos, cuando se disponían a atacar.
—¿Puede esperar afuera a que termine de vestirme?—fue en ese momento que Madara finalmente parpadeó. Se había quedado grabando con el sharingan todo el hermoso cuerpo de la Hyuga. Aunque se negara a admitirlo, era perfecta.
Gracias a su arrogancia, se negó a salir de la habitación, después de todo ella era su esposa y el fue hablar, entonces, eso es lo que haría.
—No te preocupes, no te quitaré, mucho tiempo—se atrevió a caminar peligrosamente cerca de ella y el aroma a lavanda, unido al de ella, pareció golpearlo—Estoy aquí para disculparme contigo, por la forma poco educada, en la que me he portado contigo—se colocó tras ella y la observó sin reparos—Ambos somos responsables de seguir órdenes y yo no debo culparte a ti, de nada.
Hinata estaba tan apenada que solo asintió, dándole a entender que podía continuar.
—Hare todo lo que este en mis manos, para que te sientas aquí, como en tu casa...Después de todo, somos marido y mujer—se acercó tanto a ella, que pudo apreciar como el pecho subía y bajaba, por lo nerviosa que la ponía. Sin duda alguna, eso le llenó el ego—¿Que me dices? ¿Empezamos de cero?—respiro profundo llenándose de ese embriagador olor, mientras esperaba la respuesta.
—Creo que es lo mejor—ella se giró para verlo, puesto que no saber lo que hacía tras ella la ponía más alterada. Madara la miró directamente al los ojos y fue fácil deducir que había estado llorando.
Recordando los consejos de Izuna, se acercó y sin reparos le acarició el rostro.
—Gracias por entender y como dijeron los miembros del consejo, también tu tienes el poder, de tomar decisiones dentro del clan—se quedó mirándola por mas tiempo del que consideraba adecuado para alguien a quien despreciaba.
—Esta bien, de nuevo le agradezco, pero de antemano le informo que no es mi intención interferir en decisiones que no me conciernen—aseguró intimidada por la presencia de su esposo. El ya había vuelto a poner los ojos negros, lo que lo hizo menos temeroso para ella, aunque aún no bajaba la guardia.
El azabache sonrió para si mismo, pensando que manipularla sería más sencillo de lo que pensó. Además por alguna razón, que por el momento no comprendía, no quería terminar la conversación para estar mas tiempo con ella, evaluando todos sus rasgos y gestos. Era obvio que el le gustaba y quizás podía sacar provecho de eso, después de todo ¿quien podía juzgarlo por cumplir con sus deberes de esposo?
Para Hinata era desconcertante el cambio repentino que tuvo el Uchiha, dado que horas atrás la veía con odio y ahora su mirada era diferente, había algo detrás de esas oscuras orbes, que le gritaban peligro. No negaba que la haría muy feliz, si las cosas entre ellos marcharan como en un matrimonio normal, donde hay amor, pero ella no iba a forzar a nadie a quererla y tampoco estaba dispuesta a recibir sobras de cariño.
—Me da mucha pena Uchiha-sama... pero como verá no estoy disponible para continuar esta conversación por el momento—Madara la miró de arriba abajo, tomándose más tiempo en lo poco que podía mostrarse el pecho y terminó con las perfectas piernas. Por todos los cielos ¿que cuerpo es ese? Se preguntó mentalmente.
—Tienes razón, me disculpo por mi intromisión, te veré mañana—se acercó y sin que ella pudiera hacer nada, le dio un beso en los labios, fue solo un ligero toque, sin embargo, los dos quedaron desorientados por unos segundos, hasta que ella rompió el contacto y corrió hacia el baño, de lo contrario, se desmayaría.
El moreno salió de la habitación maldiciéndose a si mismo por lo que hizo. Se tocó los labios y no pudo evitar sonreír, tenía que reconocer lo bien que se sintió ese rápido encuentro con su esposa.
...
La siguiente noche Madara, se encontró con su concubina, mientras hacía el recorrido nocturno. Suspiro cansado, no tenía ganas de discutir y sabía que esa mujer lograría alterarlo.
—¿No fue a buscarme, creí que pasaría la noche conmigo—se acercó a el tanto como le fue posible.
—No olvides que soy un hombre casado—soltó sin mostrar emociones.
—¿Y que pasa con lo nuestro?—la fémina comenzó a llorar, logrando irritar mas al azabache.
—Anoche no tuve tiempo de explicar cual es tu lugar, aunque ya deberías saberlo—rugió molesto—No se te ocurra, querer manipularme o imponer tus caprichos conmigo, porque, de pasar otra vez, te juro que será la última.
—Todo es por ella ¿verdad? Esa maldita sólo vino aquí para alterar todo—comenzó lanzando insultos, hacia la ojiperla sin temor a las represalias de Madara.
—Será mejor que no te le acerques a ella, o de lo contrario arruinaras todo—ordenó masajeandose el puente de la nariz.
—¿Entonces es solo un plan? No siente nada por ella ¿es solo para hacerla irse de aquí?—se acercó a el y lo beso, buscando provocarlo. El moreno correspondió al beso, pero pronto perdió el interés y se alejó de ella—¿Que pasa?
Madara no respondió y se fue alejando para continuar con el recorrido. Tenía que tener cuidado con Suki, o pondría en alerta a la mocosa. Ella parecía dócil, pero no podía confiarse, debía tenerla comiendo de su mano, lo antes posible.
[...]
Tres semanas después, todo continuó igual, para la ojiluna, excepto por las improvisadas visitas de Madara durante la noche, para llevarle comida o un té. Sin embargo esa noche, su intención fue diferente a las otras.
—¿Que hace?—preguntó cuando lo miró caminando hacia ella.
—Shhh, déjate llevar bonita—Hinata se estremeció cuando la beso en el cuello y los labios. Poco a poco, ella comenzó a ceder, permitiéndole despojarla de todas sus prendas. Sabiendo que la chica era pura, se contuvo para ir lento, quería que ella quedara satisfecha con sus acciones.
La sorpresa que se llevó al desnudarla por completo lo dejó sin aliento. Esa mujer era una diosa. Besando sus senos logró que gimiera y quizo escucharla de nuevo. Con avidez se despojó de su propia ropa y regresó a ella. La colocó sobre la cama, para devorarla, apenas podía contenerse con semejante manjar. Bajo a la intimidad de la chica, hasta que logró su primer orgasmo. Lentamente se colocó en posición para culminar con el acto que había estado imaginando desde que la miró envuelta en esa toalla.
—Ahh—un jadeo de dolor salió de la boca femenina al momento en que parte de la hombría del Uchiha la penetro.
—Tranquila, no voy a dañarte, te prometo que pasará rápido—ella se dejó llevar y tal como le prometió, el dolor fue aminorando a medida que las embestidas iban aumentando. La marcó en lugares donde nadie pudiera mirar y después de unos minutos, terminó.
Cansado se recostó por un momento y cuando la sintió dormir salió de su habitación, para ir a la suya, lo que menos quería, era aguantar las burlas de Izuna, por seducir a la chiquilla.
Aunque había asegurado que no la tocaría de nuevo, noche tras noche, repitió el mismo acto, saciandose de ella, de su dulzura y estreches. Prácticamente pasaba el día, deseando que llegara la noche, para poder hundirse en su cálido interior. Se odiaba a si mismo por parecer adicto a ella.
Hinata por su parte, no pudo evitar sentirse alegre y cada vez más atraída hacia el. Lo único que no comprendía, era el motivo por el cuál su esposo no dormía con ella, era como si no quisiera que lo miraran con ella.
Teniéndolo cerca, se olvidaba de todas sus dudas y volvía a tener esperanza, pensó que él podía llegar a sentir algo por ella, tal com lo sentía ella por él. Sonrió feliz mirando su imagen en el espejo, esa noche Madara le pidió cenar con la familia, en casa de Shisui. En un principio, se negó, argumentando que aún no conocía a nadie, mas que a su hermana y a Fugaku, pero después se sintió feliz, creyendo que el quería que lo miraran con ella, ya que al día siguiente, saldrían a una reunión de clanes, dentro del clan Inuzuka, donde los Hyuga también estaban invitados.
A pesar de vivir bajo el mismo techo que el hermano menor de Madara, durante las semana, que llevaba viviendo allí, no se lo encontró, como tampoco a ninguno de los sobrinos. No se le ocurrió que quizás se dedicaban a evadirla, como lo hacían los residentes del distrito Uchiha, cuando los encontraba por los alrededores y fingían no verla, para no saludarla.
Pasaba la mayor parte del día, ayudando en la mansión, comenzó a cocinar y durante el día apenas veía a Madara.
Poco a poco comenzó a evaluar con su Byakugan todos los alrededores, empezando con el bosque tras el jardín. También se dedicó a buscar el cachorro que miró, le dejaba comida en un recipiente, pero aún no daba con el.
Salió de la habitación y se encontró con Madara esperando por ella en las escaleras. Se veía tan apuesto vestido de negro casi en su totalidad, que no pudo evitar sonrojarse.
—Te ves preciosa—la aduló al tomarla de la mano, para darle un casto beso. Muy a regañadientes, Madara tuvo que admitir que no mentía, la chica era una obra de arte, vistiendo ese elaborado kimono, con el cual se apreciaban los tentadores senos y la perfecta figura.
Camino del brazo de su esposo, hasta que llegaron al lugar de la cena. Según escuchó, ellos se juntaban a cenar una vez a la semana para ponerse al día con los asuntos del clan y esta era la primera vez que ella asistía desde que llegó.
Aún después de lo mal que se portaron con ella, quiso ser amable y educada, pero las risas, como las conversaciones murieron cuando la vieron llegar.
—Estamos aquí—anunció Madara y la ojiluna, se incomodó ante las miradas de todos. El azabache frunció el ceño cuando enfocó a Suki sentada en el lugar que siempre ocupaba antes de la llegada de Hinata.
En ausencia de Fugaku y Mikoto que salieron de la aldea para arreglar asuntos, Madara tuvo que nombrar a cada uno de los Uchihas, para que su esposa supiera los nombres y ella con educación les hizo una reverencia.
Enfocó a todos y encontró al que intentó golpear al cachorro. No quiso juzgarlo antes de tiempo y esperó a conocerlo mejor.
El ambiente era incómodo, especialmente para la morena que prácticamente fue ignorada durante la cena, incluso Madara no le prestó atención en lo mas mínimo. Era como si le avergonzara con su presencia y no quisiera que lo vieran siendo amoroso con ella, como lo era cuando estaban a solas dentro de su habitación.
Las esposas de los sobrinos de su esposo y él mismo, se la pasaron hablando con la mujer que llamaron Suki, la "amiga" de Madara, así fue como ella misma se presentó con una sonrisa burlona. No era tonta y sabía que entre Madara y esa mujer había algo más que una simple amistad. La forma en que Suki la veía le indicó que no se equivocaba.
—Tiene una linda casa—le dijo a Izumi y ella solo se limitó a darle una fingida sonrisa ignorándola casi por completo. También les preguntó las edades de los niños y fingieron no escucharla.
—Debo retirarme, tengo asuntos pendientes que requieren mi presencia—el joven llamado Itachi se puso de pie y salió sin esperar respuesta de nadie.
Los que se quedaron hablaban reían y cuando Hinata llegaba a decir algo, todos se silenciaban y nadie le respondía, sin olvidar el descarado comportamiento de su marido con la tal Suki, los cuales reían y se daban sutiles toques. Aunque siempre se caracterizó por ser muy educada, el nudo que se formó en su garganta le haría llorar y no pretendía hacerlo frente a ellos. Con dificultad sonrió y se puso de pie, atrayendo las inquisitivas y burlonas miradas de todos.
—Gracias por la cena y por la invitación, pero es hora de retirarme...con permiso—hizo una reverencia y antes de poder marcharse, Madara la sostuvo del brazo.
—¿Pasa algo?—pregunto desconcertado por la repentina partida de su esposa—Ni siquiera probaste la cena—el plato de la ojiperla permaneció intacto, ella no pudo comer nada.
—No pasa nada, solo me duele un poco la cabeza—se soltó con firmeza del agarre y se fue por donde llego, derramando lágrimas que solo Madara fue capaz de ver. Nunca mas se expondría a ser tratada así.
—¿No les da vergüenza?—Sasuke se puso de pie apenas salió Hinata. Estaba furioso por la actitud de todos y por la presencia de Suki, pero sin duda, el peor fue Madara, parecían no tener educación, ni pudor—Estoy asqueado de esto y sumamente decepcionado de ti—miró en dirección a Madara—Creí que eras el más interesado en que este acuerdo funcionara, pero mostrándote descaradamente con esta—apuntó a Suki con desagrado—Dudo mucho que podamos acceder a Konoha—salió llevándose la niña con él y dejando al resto sin palabras.
Madara se quedó sumergido en lo sucedido, no planeó lo que pasó, pero tampoco hizo nada para darle su lugar a la Hyuga. Cuando se fue pudo ver las lágrimas, junto a la decepción en sus perlas y continuó indiferente, tampoco era que le importara lo que sintiera, él no dejaría de ser como era sólo por una mujer y mucho menos por una Hyuga, pero Sasuke tenía razón, no podía arriesgarse a perder todo... sin decir nada, también se levantó y se marchó.
—Al parecer la mocosa tiene carácter—soltó Izuna, atrayendo la atención de los otros.
—Yo sentí un poco de pena por ella—murmuro Izumi, mirando a su hijo con algo de culpa por la forma en que ignoró a la chica, cuando preguntó la edad del niño.
—Pues no deberías, ella está ocupando un lugar que no le corresponde y nosotras no estamos obligadas a ser amables—añadió Sakura mientras Suki reía victoriosa por la forma en que todos se portaron con la mocosa, especialmente Madara.
—Será mejor que se acostumbre a nuestro trato, porque así será durante el año que permanezca aquí—concluyó Obito. De los varones Uchiha, Izuna, Obito y Shisui, eran los que más molestos se sentían con la presencia de Hinata y no pensaban hacer nada para mejorar la situación.
...
Hinata llegó al jardín trasero donde nadie podía verla, el sitio era iluminado solo por la luna. Se sentó en el pasto sin importarle mancharse el Kimono. Continuó llorando, cuando un lamento se escuchó en lo oscuro del bosque. Se puso de pie y escuchó de nuevo. No tardó en ponerse en marcha apenas supo con el Byakugan de que se trataba y en minutos ya estaba adentro del espeso bosque, justo donde el mismo cachorro que miró tiempo atrás, estaba atrapado en una trampa.
—Shhh, tranquilo, estoy aquí para ayudarte—lo acaricio y con cuidado de no lastimarlo mas, abrió el metal. Estaba segura que en unos minutos mas, le hubiera arrancado la pierna para morir desangrado ¿que clase de persona enferma pondría algo así?
Lo tomo en su regazo para comenzar a curarlo antes que perdiera más sangre. El estado del animal era crítico, así que inició con sellos para frenar el sangrado y le fue pasando un poco de su chakra con el fin de mantenerlo con vida mientras lo curaba.
Pasó mucho tiempo sentada en el mismo lugar y francamente, no le importaba regresar, a fin de cuentas nadie la esperaba ni mucho menos se darían cuenta de su ausencia. Lo mas seguro, era que su esposo estuviera con su "amiga"así que ella pasaría desapercibida por todo el clan.
Si lo pensaba bien, podía sacarle mucho provecho a eso, ya que no le debía explicaciones a nadie y podía entrenar en el lago que encontró cerca el tiempo que se le viniera en gana, como también realizar cualquier otra cosa que se le fuera ocurriendo.
Trataba de convencerse a sí misma, que todo estaba bien y que no le importaba nada, pero cuando recordó la forma en que Madara se burló de ella, no pudo evitar llorar de nuevo al sentirse usada y engañada. Para él todo lo que hicieron no significó nada, pero para ella, fue dejarlo entrar en su corazón y le dolía, le dolía mucho.
—Ya bonito no temas, ahora estas conmigo y no te dejare—lo sostuvo entre sus brazos y camino con él. No pensó que se había alejado tanto, hasta que se dio cuenta lo mucho que tardo en regresar, puesto que ya había empezado a salir el sol.
Entró con el en su habitación con la intención de bañarlo y cambiarse de ropa, necesitaba ir a los comercios para comprarle todo lo necesario, como comida, una correa, cama y medicamentos. Estaba decidida, se quedaría con él y si no se lo permitían, lo llevaría personalmente al complejo Hyuga para que lo cuidaran durante el año que no estuviera.
—Ima-san, necesitó un favor—le pidió a la anciana una vez que bajo las escaleras y la encontró en la cocina.
—¡Hina-chan! ¿Donde estabas? Nos tenías muy preocupados—la anciana y los demás empleados se acercaron a a ella, aliviados de verla a salvo. Durante el tiempo que llevaba viviendo dentro del distrito Uchiha, tanto Mikoto, Ima, Fugaku y dos empleados de Madara, le habían tomado cariño. Ella ayudaba con las labores domésticas, incluso cocinaba exquisitos platillos para que comieran todos.
—Estoy bien... siento mucho haberlos preocupado—les dijo con culpa—pero anoche encontré este cachorro en una trampa en medio del bosque—bajó las mantas que sostenía y les mostró el adorable cachorro negro, que pensaba era de pastor Alemán.
—Hinata-san, no es seguro que usted entre sola al bosque—advirtió Isamu, un anciano amable que cuidaba los jardines, mientras veía con detenimiento al "perro"
—Lo se, pero no podía dejarlo morir—el carácter dulce de la Hyuga, unido a su gran corazón, fue lo que derritió a los empleados, a los que trataba como iguales a ella. Eran los únicos que le hablaban, porque los demás residentes la trataban igual que los sobrinos de Madara.
—Esta bien, ahora dime ¿que favor quieres?—pregunto Ima.
—Necesitó comida, una correa y una cama para él, quiero quedármelo y ya le puse nombre... se llama Kuro—los mayores la miraron con preocupación, puesto que sabían que su pedido posiblemente acarrearía problemas, dado que el animal quizás parecía perro, pero quienes conocían mas sobre los canes, verían que no era cachorro de perro, sino de algo mas.
El animal se puso inquieto y ella lo bajo al piso, después de todo, al darle parte de su chakra, logró sanarle el hueso de la pierna, como la herida sobre la piel. El pequeño se refregaba contra ella haciéndole sonreír.
—Yo me encargó, le pediré a mi nieto que consiga todo—anunció Hirochi, el otro anciano. Kuro observó las aves en el jardín y salió corriendo a intentar atraparlas, antes de Hinata pudiera retenerlo. Ella negó con la cabeza y sonriendo, se dispuso a ir por él.
—Espérame—le gritó cuando Kuro se dirigió al mismo lugar donde lo rescató la noche anterior. Se adentró de nuevo en el bosque siguiéndolo de cerca y de pronto se detuvo frente al enorme cuerpo de un animal adulto. La ojiperla activó su Byakugan y comprobó que la hembra estaba muerta. Le habían atravesado el cuerpo con algún tipo de Jutsu—¿Era tú madre?—le preguntó al ver como lamía el pelaje cerca de la cabeza. Sintió tanta pena por el pequeño, que se alejó un poco hasta donde lo encontró en la trampa, pensando que quizás había otro cachorro o pistas del dueño de ambos.
No encontró nada y regresó hacia Kuro, no obstante, quedó horrorizada al ver al mismo Uchiha que trato de golpearlo tiempo atrás. El mismo a quien presentaron como Obito. Tenía a Kuro contra un árbol, mientras preparaba un Jutsu de fuego, mismo que lo terminaría asesinando. Sin pensarlo dos veces, se dispuso a salvarlo.
Giró como un destello azul y cuándo logró llegar, se colocó de espaldas al Uchiha protegiendo a Kuro. Lo abrazó y trató de escapar del impacto lo mas rápido que pudo, sin embargo, sabía que le iba ser imposible salir ilesos. Luego de unos segundos, el dolor en el costado izquierdo, unido a la fuerza del fuego, la lanzaron hacia los árboles donde terminó estrellándose, sin embargo, no soltó a Kuro y la forma en que su rostro era lamido, le indicaba que logró protegerlo.
—¿Que demonios te pasa? ¿Porque interfieres en mis asuntos Hyuga?—le grito Obito muy molesto por no dejarlo deshacerse de esa plaga, misma que al crecer, asesinaría el ganado como lo hacían los lobos adultos.
Hinata trató de levantarse, pero el dolor de las quemaduras y el golpe en las costillas que se dio en el troncó del árbol, se lo impidió por el momento.
—No permitiré que nadie lo dañe y si quiere hacerlo, tendrá que matarme a mi primero —aseguró levantándose lentamente, negándose a soltar el animal, ni a retroceder en su palabra.
—No sabes lo que dices, ese animal es un peligro ¿que no lo entiendes?
—Ustedes son fuertes, no creó que él sea una amenaza para su clan—arrastraba las palabras debido al dolor, pero no se rendiría.
—No habló de nosotros, sino de ti... es un peligro para ti, no sabes—ella no continúo escuchando y uso todo su chakra, para correr perdiéndose entre el bosque, debía huir de ese cruel hombre y buscar ayuda.
—¡Maldita sea Hyuga! No entiendes nada—suspiro frustrado. Solo había algo peor que los Hyuga y eso era un Hyuga con sentimientos. Esa desquiciada estaba herida y fue por su mano, debía buscarla antes que le pasara algo y se metiera en más problemas de los que ya se había metido. Estaba seguro que Itachi lo mataría cuando se enterará, pues les había dejado claro después de la cena, no molestarla, ni meterse con ella en lo mas mínimo.
...
Ella corrió hasta los jardines de los Uchihas y a lo lejos miró a una persona que también corría dirigiéndose hacia ella. La visión estaba borrosa y no pudo identificar de quien se trataba, pero aún así le pidió ayuda.
—Ayúdennos por favor... no deje que lo dañen—unos cálidos brazos la rodearon y se sintió segura, después ya no supo nada mas.
[...]
Hashirama se dirigió hacia el distrito Uchiha, para que Madara le firmara unos documentos. No era una visita oficial, así que no le aviso, ni tampoco vestía la capa de Hokage, no pretendía llamar la atención. Era temprano y los comercios apenas empezaban abrir sus puertas.
Caminó por las avenidas como cualquier civil, mientras vislumbraba el inicio de los jardines Uchiha. De pronto sus orbes se clavaron en la figura de una chica que venía saliendo del bosque. Se veía herida y a punto de perder la consciencia, con rapidez, corrió hacia ella en un intento de ayudar, sin embargo, no estaba preparado para lo que iba a ver.
Le pidió ayuda y al momento de levantar el rostro hacia él, mostró su identidad. Era una Hyuga y una muy hermosa, no obstante, la única de ese clan, fuera del complejo es la esposa de Madara ¿acaso esa divina criatura era la esposa de su mejor amigo? Y de ser así ¿quien la dañó? ¿Porque nadie la estaba cuidando? Madara tenía mucho que explicar, pero primero la pondría a salvo y sin perder el tiempo, la sostuvo entre sus brazos y llegó con ella al hospital de Konoha, donde comenzó a llamar a Tsunade.
Unos minutos mas tarde, ya se hallaban dentro de una habitación, pero había un problema.
—¿Como esta ella?—preguntó Hashirama, en el mismo momento en que Tsunade lo dejó entrar en la habitación.
—Está mejor y no quedarán cicatrices, recibió parte de un potente Jutsu y al parecer también se golpeó contra objetos duros—afirmó la rubia luego de haberle dado chakra curativo—Pero... mira esto—Hashirama se acercó a donde le indicaba su sobrina y visualizó algo negro moviéndose junto a la chica.
—¿Es un...?
—Un lobo—respondió la rubia—y eso no es todo... el animal tiene su chakra ¿quien es esta joven Hashirama?—cuestiono con curiosidad.
—No estoy seguro del todo, pero creó que es la esposa de Madara—le contó a la rubia donde encontró a la chica y como le pidió que no lo dañaran, seguramente huía de alguien que trataba de desaparecer el cachorro. Ella por alguna razón quería al animal, así que llamó a uno de los Anbu para que fuera en busca de un miembro del clan Inuzuka, ellos eran los únicos que podían dar información acerca del extraño vínculo.
—Ahora regresó, iré por unos ungüentos—la médica salió y la joven comenzó a despertar.
...
Hinata abrió los ojos y lo primero que enfocó, fue el rostro de un sonriente varón. Se quedó mirándolo sin parpadear, hasta que recordó todo lo sucedido—¿Quien es usted? ¿Donde estoy? ¿Donde está Kuro?—estaba por entrar en pánico, cuando el la tomo de los hombros con suavidad.
—Todo esta bien, estas a salvo—la tranquilizó y lentamente le mostró donde se hallaba el cachorro, ella sonrió y de inmediato se llevó el animal a su regazo. Pudo ver que estaba en un hospital y que su perro se hallaba con ella, pero aún no sabía el nombre de su apuesto salvador.
—Supongo que fue usted quien me ayudó ¿verdad?—el Senju asintió—No sabe cuanto se lo agradezco... Hinata Hyu Uchiha, a sus órdenes—el castaño se dio cuenta que ella no sabía que él era el Hokage y le pareció interesante.
—Hashi, gusto en conocerte—estrecharon las manos y los dos sonrieron—Bueno Hinata-chan, ahora dime ¿porque tienes un cachorro de lobo?—la chica puso cara de espanto ¿como que un lobo? Pensó mirando fijamente al animal.
—¿No es un perro?—él negó sonriendo ante la actitud de la ojiperla—Yo lo rescate de una trampa y lo curé, su madre fue asesinada, solo me tiene a mi—aseguró poniéndose muy triste porque quizás no la dejarían quedarse con Kuro.
—No te preocupes, ya viene alguien que te explicara todo sobre él. Pero ahora dime ¿eres la esposa de Madara?—ella asintió triste—¿Quien fue la persona que te daño? ¿Fue Madara o fue otro Uchiha?—pregunto dejando a un lado su rostro amigable, para dar paso a uno serio.
—Nadie me daño, yo me accidenté sola por no mirar bien el terreno—aseguró sin querer encararlo, pues se puso muy triste al recordar lo sucedido durante la cena.
—¿Te han dicho que mientes muy mal?
—Hashi-san, por favor créame cuando le digo que esto fue un accidente—suplico y el castaño suspiro derrotado.
—¿Porque Madara no sabe donde estas? Se supone que eres su esposa y que debe protegerte—Hashirama estaba confundido ¿que pasaba con esa chica? ¿Porque Madara no la estaba buscando?
—E-es algo complicado—la miró derramando lágrimas que se apresuró a limpiar—es solo un matrimonio arreglado y quizás, él esté ocupado con otros asuntos mas importantes que una esposa impuesta—el Senju miro como mas y mas lágrimas insistían en manchar el perfecto rostro de la joven.
Molesto con el imbecil de su amigo, se acercó a ella y la abrazó, luego ambos sonrieron, cuando el cachorro se metió en medio para lamerla de todo el rostro.
Continuara.
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