Capitulo 1

Los personajes, de Naruto, no me pertenecen, yo solo los uso para escribir esta historia sin fines de lucro.

Hashirama veía jugar a su pequeño hijo de dos años. No podía evitar sentir una inmensa tristeza al saber que ese niño, nunca tendría la oportunidad de saber lo que era ser amado por su madre.

—Otra vez con melancolía?—pregunto Tsunade cuando lo encontró dentro de su consultorio para esperar por las vacunas de Kenzo.

—No puedo evitarlo, no se que hacer para que el, sea feliz—respondió derrotado.

—No tienes que hacer mas, de lo que ya haces, mira que hasta el día de hoy, lo único en lo que te has enfocado, es en criarlo de la mejor manera, aun con el cargo tan importante, que llevas sobre tu cabeza—afirmó la rubia y no mentía. Hashirama, era por mucho, un excelente padre. Aunque enviudó prematuramente, se había dedicado a mantener a su hijo, de manera que no le afectara tanto, la perdida de su madre, incluso, olvidándose de el mismo, la mayor parte del tiempo.

—¿Cuantas le tocarán esta vez?—pregunto el adolorido padre, cuando miró las vacunas, ya preparadas, en las jeringas.

—Serán cuatro y ya no regresara, hasta que cumpla cuatro años—respondió, con calma, mirando el rostro de su tío, el cual se entristeció, al saber que su niño sentiría dolor—¡Tranquilo! Le aplicaré jutsu médico, para contrarrestar el dolor y de esa forma, no sentirá nada—el castaño, suspiro aliviado. El siempre haría, lo que fuera, para poder, evitarle cualquier dolor a su hijo.

—Gracias, parece que de verdad, no le dolió—el niño continuó jugando, con los kunais de madera, que su padre le hizo.

—Te lo dije, ya deja de preocuparte por el y mejor cuida mas de ti, recuerda que no eres inmortal—Hashirama se despidió y se dirigió hacia la casa de Kushina, quien cuidaba de Kenzo, mientras el cumplía sus deberes, como Hokage. La pelirroja, era sobrina de su fallecida esposa y junto a su esposo Minato Namikaze, se ofrecieron ayudarlo en todo lo necesario, luego de quedar viudo.

...

Tobirama Senju hermano menor del Hokage, entró en la habitación, de este, para dar a conocer, las últimas noticias, acerca de la unión de los clanes, tal y como Hashirama, lo había ordenado.

—¿Que noticias hay?—el albino saco un pergamino con la información recaudada durante su recorrido por todos los clanes, que se unirían a la aldea.

—Los Inuzuka, contribuirán con los perros entrenados y están dispuestos a ponerlos a la orden de la aldea, también propusieron, limar asperezas, con quienes se sientan ofendidos por ellos. Los Aburame también pusieron sus insectos a tu disposición, para ellos, dichos especímenes, son muy preciados así que creo que es buena idea.

—¿Y que hay de los Yamanaka y de los Nara?—cuestiono sabiendo que esos dos clanes, eran de suma importancia.

—Ambos clanes, propusieron, un matrimonio entre dos de sus integrantes, dejando las disputas en el pasado. También, la chica que proviene de la familia que maneja las armas, se puso a tu disposición, al igual que el pupilo de Gai, el chico llamado Rock Lee—respondió, buscando más clanes en los apuntes—Los Akimichi, también están dispuestos a un arreglo matrimonial, o de intercambio de propiedades.

—Esas son muy buenas noticias, ya que los Sarutobi y los Haruno, también están de nuestro lado...Ahora solo faltan los dos más renuentes—declaró con pesadez.

—Si te refieres a los Hyugas y los Uchihas, déjame decirte, que también hay buenas noticias—Hashirama enfocó a su hermano en espera de lo que diría—Al parecer, tu mejor amigo, está dispuesto a unirse en matrimonio, con la primogénita del clan Hyuga y en los próximos días, se llevara a cabo, el enlace matrimonial—concluyó Tobirama complacido, de la información que logró obtener.

—¿Hablas en serio?—el albino asintió—No lo puedo creer...esto si que me deja sin palabras—el Senju, no podía dar crédito a las últimas noticias, pues su mejor amigo, era realmente un desalmado y dudaba que tuviera sentimientos hacia alguien que no fueran los mismos Uchihas. Por otro lado, los Hyugas eran demasiado orgullosos, como para dar la mano de la princesa a alguien como Madara. No sabía que era lo que había pasado, pero francamente, agradecía que al final, esos dos clanes, dejaran de lado toda esa guerra, innecesaria, que mantuvieron por muchos años.

Aunque no tenía el gusto de conocer a la chica, sentía un poco de pena por ella, dado que no tenía idea en lo que se estaba metiendo. No es que su amigo fuera mala persona, pero tampoco, podía cegarse. Madara, podía llegar a ser muy cruel, si así lo decidía y el mejor que nadie, podía dar fe de eso.

—Como puedes ver, todo esta en orden y ya no tienes nada de que preocuparte. De ahora en adelante, puedes pensar mas en ti. Quizás si trataras a las chicas de Konoha, te puedes interesar en alguna—sugirió su hermano menor, preocupado por el.

—No tengo ningún interés, en relacionarme, con nadie...En verdad agradezco tus buenas intenciones, pero yo no volveré a amar a nadie. Mi corazón murió, el día en que ella también lo hizo—respondió con melancolía y tristeza.

—No deberías hablar así, eres demasiado joven, para permanecer solo el resto de tu vida, ademas, también esta tu hijo, el sería muy feliz, con alguien que los quiera a ambos—soltó antes de salir de la oficina, dejando solo al castaño.

Sabía que su hermano tenía razón y que con el tiempo quizás, debía optar por buscar a alguien, pero ¿cómo hacerlo? ¿Como sustituir a la única mujer que amó? No creía que alguien pudiera ser lo suficiente, para  revivir su corazón. Mito, se llevó todo con ella y no creía que Kenzo, lo culpara por no buscar una nueva esposa, la cual, sería su madrastra nunca su madre.

Lo único que tenía en mente, era continuar con su plan, de unión. De esa forma Konoha, sería un lugar tranquilo, para que todos los civiles vivieran en paz y entre ellos su hijo.

[...]


Madara, Fugaku, dos miembros del consejo y cuatro guardias, fueron recibidos dentro del complejo Hyuga, por el mismo Hiashi. Los Uchihas mandaron una carta informando que los próximos días harían una visita, en son de paz, para tratar de llegar a un acuerdo. Ambos clanes debían dejar de lado sus diferencias, para acatar la orden del Hokage.

Fugaku, propuso un acuerdo matrimonial, entre dos integrantes de los dos clanes y aunque Hiashi, se negó rotundamente, dado que era su hija mayor a quien querían, no tuvo otro remedio que acceder. No lo hubiera hecho, de no ser, porque antes de marcharse, Fugaku, regresó y le informó, que el marido sería Madara y que por ese motivo, el matrimonio, solo debía ser un acuerdo durante un año.

...

—Debe haber otra manera, yo no quiero casarme con la "princesa"de ese maldito clan de asesinos—replicó Madara, actual líder del clan Uchiha y elegido para ser el esposo de la primogénita Hyuga.

—Ya buscamos diferentes maneras y esta es la más viable, si te casas con ella, esos bastardos se verán obligados a respetarnos, dado que su princesa, vivira con nosotros, dentro del distrito Uchiha—respondió Fugaku, el anterior líder. Entre el y los miembros del consejo, acordaron, que la única manera de acatar la orden de Hashirama, era en un matrimonio arreglado entre los dos clanes. El único problema, era que Madara, no era  una persona, fácil de convencer.

—¿Porque tengo que ser yo?—cuestiono muy molesto, pues cuando acepto visitar el complejo Hyuga, no tenía idea que el matrimonio entre la debilucha y un miembro de su clan, lo involucraba directamente a el, como el futuro marido. El ya tenía sus concubinas favoritas y ambas lograban siempre hacer un excelente trabajo, así que ¿porque cambiar las cosas? ¿Porque unir su vida con alguien tan insignificante como esa mocosa? Todo el distrito Uchiha, quería que fuera Suki, con quien se casara, ella era una de sus concubinas y por supuesto que no pensaba hacerlo. El problema era que al llegar esa mocosa tomando el lugar de esposa del líder, todos la rechazarían y el se vería obligado a darle su lugar, dado que dudaba que con ese físico, esa niña fuera capaz de ordenar algo.

—Porque tu eres el actual líder del clan—respondió Fugaku. A decir verdad, no había sido fácil convencer a Hiashi, sobre darles la mano de su hija mayor. La única manera de lograrlo, fue ofreciendo al actual líder, de esa forma el Hyuga, garantizaba la seguridad de su hija, la cual parecía demasiado preciada para ellos. En realidad, no sabía nada de ella, solo la conoció el día en que fueron a exponer el acuerdo y si era sincero consigo mismo, la chica le pareció perfecta para Sasuke, pero el ya estaba casado con una integrante del clan Haruno y meses atrás tuvieron una niña.

Lo mismo pensó de Shisui, pero el al igual que Sasuke, ya estaba casado con Izumi, una integrante del distrito Uchiha. No estaba muy seguro, de poder emparejarla, con Izuna, Obito, o con su primogénito Itachi. Ellos eran muy poco dispuestos a formar una familia, así que todo recaía sobre el actual líder, que a decir verdad, era la peor de las opciones, según su punto de vista, pero desgraciadamente, no había otra salida.

—Ustedes nunca me dijeron que era yo a quien querían como esposo de esa mujer, yo solo fui en representación de mi clan y no como prospecto a esposo—reprochó aun más molesto—Además ustedes saben que mantengo a dos concubinas y no quiero dejarlas ir.

—¡Escuche Madara-sama! Dado que está usted muy preocupado por su vida sexual, le informó, que el matrimonio, solo deberá permanecer, por un año, pasado ese lapso de tiempo, usted podrá divorciarse de ella...También debe saber, que el matrimonio, es solo en apariencia, lo que significa, que usted no está obligado a dormir con ella, ni a serle fiel—el azabache finalmente se relajó—Siempre y cuando, la chica, no se queje, usted puede mantener a sus concubinas, igual que lo hace en este momento—aclaró uno de los miembros del consejo. Hubiera preferido, mantener esa información, a escondidas de Madara, pero no habría forma de persuadirlo, si no se lo informaban.

Por otro lado, la chica Hyuga, debía tener el mismo estatus que Madara, puesto que sería su esposa. También ella tenía derecho a tener a otros hombres, en caso que el esposo le fallara y eso sin contar, que debía ser respetada por todos, pero esa información, la darían a conocer, después de la boda.

—En esa clase de términos, no me será difícil hacerlo...si no tengo que dormir con esa desabrida creo que puedo aceptar el matrimonio—repuso el azabache, sonriendo—Me sacrificaré, por mi clan y así, acataremos el mandato del tarado de Hashirama—Fugaku y los miembros del consejo, suspiraron más tranquilos, después de ver a Madara relajarse. A pesar de ser un excelente líder, la conducta impulsiva y despreocupada, que mostraba en algunas ocasiones, lo hacían una persona muy difícil de sobrellevar.

—¡Entonces no se diga mas!—exclamó Fugaku—En una semana, se llevará a cabo la ceremonia matrimonial dentro del distrito Uchiha... por seguridad de ambas partes, no se hará ninguna fiesta y la novia, será acompañada únicamente, por las personas que traigan su equipaje—aclaró algunos de los puntos a tratar—Mañana mismo, se firmarán los documentos sobre el contrato matrimonial y el tiempo, que este debe durar. Todo se llevara a cabo, dentro de la torre del mismo Hokage, sin embargo, solo será necesario, que los líderes de los clanes estén presentes, ya que, es solo un matrimonio por conveniencia, no será necesario que los futuros cónyuges, se vean hasta el día del matrimonio ¿tienes alguna duda?—cuestionó Fugaku al actual líder.

—Creo que no—respondió sin dudarlo—Y habiendo aclarado todo, me retiro, porque tengo cosas que hacer—Madara salió del salón de juntas donde le informaron todo sobre su futuro matrimonio. No estaba contento y no hacía mucho por disimularlo.

...

Tal y como lo informó Fugaku, se tuvo que reunir con el líder del clan Hyuga, dentro de la torre del Hokage. La reunión había sido muy incómoda, ya que Hiashi y el joven que lo acompañaba, apenas hablaron, al parecer no estaban muy contentos con el matrimonio, porque tampoco ellos pudieron ocultar, el gusto que les dio saber, que el matrimonio, debía permanecer solo por un año y después, el divorcio se daría prácticamente sin ningún contratiempo, a menos, claro, que los esposos dispusieran lo contrario.

Le era muy difícil guardar la compostura frente a ellos, como le sucedió, tiempo atrás, cuando llevaron la propuesta al complejo Hyuga. Esos bastardos eran responsables de gran parte de las bajas, en sus guerreros, aunque también los Uchihas, se encargaron de muchos de ellos en represalia. Sería como una burla para su poderoso clan, tener dentro de sus muros, a la princesa de esos arrogantes, como su esposa.

Luego de que aceptó contraer matrimonio, la noticia dentro del distrito Uchiha, se regó como la pólvora y la mayoría de los recientes estaban en contra de convivir con una Hyuga.

—¡Bien! Entonces, les leeré los puntos a tratar, para que no quede ninguna duda—les aviso el Hokage—Primero que nada, el bienestar y la seguridad de Hinata Hyuga, queda bajo la responsabilidad del clan Uchiha, se le cuidará como a uno mas de sus miembros, ya que durante un año, será una de ellos y cualquier persona que atente en contra de ella dentro de dicho clan, será acusada de traicionar el tratado de paz ¿está claro?—el azabache se molestó, pero tampoco era algo que no podía cumplir así que aceptó.

—Lo está—respondió Madara, con superioridad.

—Segundo y no menos importante—señaló el Senju—Los conflictos entre sus dos clanes, quedan sin valor. Desde hoy y por medio de estas firmas, no se permite, ninguna batalla, enfrentamiento, o disputa entre ustedes, sino todo lo contrario...si algún enemigo, atenta contra uno de ustedes, es el deber del otro ir en su ayuda ¿tienen dudas?—ambos aunque no muy de acuerdo, tuvieron que aceptar—Lo mismo que ustedes hicieron, ya lo han hecho los demás clanes. Con la suerte de nuestro lado, en menos de un año, Konoha, será considerada la aldea más segura para todos los que vivan dentro de ella—habló Hashirama con añoranza.

—Espero que todo esto valga la pena—escupió Madara, atrayendo la mirada desaprobadora por parte de su amigo.

—Será mejor que así sea...no estoy poniendo a mi hija en charola de plata, solo por un experimento, sino porque confiamos plenamente en el Hokage, de lo contrario, este acuerdo nunca tendría lugar—soltó Hiashi sin dejar de ver al Uchiha con todo el despreció que sentía por el y por todo su repugnante clan de asesinos.

Para los dos amigos, quedó claro, que los Hyugas, no confiaban en los Uchihas y que tampoco estaban dispuestos a permitir, que a su preciada integrante, le sucediera algo malo. Era evidente el amor que sentían por ella y el gran sacrificio que hacían al darla en matrimonio. Por un momento, Hashirama, se sintió mal, por prácticamente obligarlos a dicho acuerdo, pero fueron ellos, los que dispusieron esa alternativa, dado que también podían haber usado los territorios, o bienes, pero en su lugar optaron por algo, que no los mantendría unidos, mas que por un año, sin exponerse a perder propiedades. La idea había sido de los Uchihas, pero los Hyugas, la aceptaron.

Con miradas de odio, ambos líderes se retiraron de la oficina. Los primeros en salir, fueron Hiashi y Ko, seguidos por Madara.


[...]

—Concéntrese más Hinata-sama—le pidió Neji a la ojiperla, durante el entrenamiento.

—Lo siento nii san, me distraje un poco—se disculpó por su falta de atención, pero desde el día en que esas personas, ingresaron en el complejo Hyuga, no podía dejar de pensar en el hombre llamado Madara.

Ella arreglaba los jardines, cuando su hermana llegó corriendo a decile que unos Uchihas estaban dentro y se disponían a exponer un plan, para frenar la guerra entre ambos clanes. Horas mas tarde, los azabaches salieron y fue cuando sus orbes capturaron, la perfección, hecha hombre. El apuesto, corpulento y varonil, moreno, logró despertar algo dentro de ella, que ni siquiera sabía, estaba ahí.

Su sorpresa, fue en aumento, cuando les informaron el motivo de la visita. Su corazón latía con frenesí, al saber que se casaría con el, en menos de dos semanas. Todo era como un sueño y apenas podía creer, que tuvo tanta suerte, para ser ella la afortunada.

Pasó la primer semana como una tonta, contando los días, para estar con el y verlo de nuevo, pero la información que recibió de su padre cuando regresó de firmar los documentos, la lleno de dudas, e incertidumbres ¿sería que solo era por un año? ¿Acaso el no quería contraer matrimonio con ella? Las dudas, no la dejaban concentrarse, en nada. Solo era un matrimonio por conveniencia y era lo más factible, dado que hasta hacía muy poco tiempo atrás, ambos clanes, peleaban en cualquier lugar que se encontraban. Ellos dos no se conocían y era prácticamente imposible, que el se sintiera atraído hacia ella, como le sucedió con el.

Tampoco es que pudiera negarse al matrimonio, sin embargo estaba segura que su padre la escucharía, si ella le pedía no casarse, pero ¿sería capaz de negarse aún sabiendo que de ese matrimonio depende la paz? Claro que no, ella no podía ser tan egoísta, aún cuando las dudas la estaban perturbando.

—No se trata de estar distraída, lo que pasa es que desde que conoció a ese hombre, no hace mas que pensar en el—acusó Neji, muy molesto por todo lo que estaba sucediendo respecto a su prima.

—No es eso nii san...no te molestes conmigo. Mejor continuemos con el entrenamiento, te prometo que esta vez, si lo haré bien—sugirió la ojiperla. Lo último que deseaba era molestar a su primo. Ellos dos eran por mucho, los Hyugas más cercanos, a tal grado de dar excelentes batallas sincronizadas. Todos los que los veían, quedaban fascinados, con la elegancia, coordinación y poder, todo, al mismo tiempo.

Gracias a los años de arduo entrenamiento, que Neji le daba sin rendirse, es que se convirtió, en una poderosa kunoichi. Se sentía orgullosa, de los elogios dados por su padre y ya no le importaba, que los demás, la siguieran considerando débil, dado que quiénes lo debían saber, ya lo sabían.

Durante los combates, siempre cubría su rostro, con una máscara similar a las que usaban los ninjas, llamados Anbus, de ese modo, nadie sabía que era la primogénita de su clan, la que se batía en los combates, hombro a hombro con su querido primo. Fue precisamente Neji, quien sugirió usar la máscara, al igual que el. Todo el poder que mostraban juntos... unido al misterio de no poder verles los rostros, les ganaron innumerables elogios, siempre que regresaban victoriosos.

—Esta bien—dijo Neji, mas calmado—Después de todo, cuando se casé con ese hombre, no volveremos a entrenar—añadió con un deje de tristeza en la voz, puesto que la sola idea de imaginarla, con otro que no fuera el, lo enfurecía.

Desde niños, se juraron casarse cuando cumplieran la mayoría de edad, esos fueron los mejores años de su vida. Lamentablemente, con las muchas guerras, obligaciones y pérdidas, su prima, comenzó a olvidar el juramento, dejándolo solo a el, con ese dulce recuerdo, de los días en que corrían, sin preocuparse de nada. Estaba seguro, que ella también se había olvidado, que fue el, quien le dio su primer beso, aunque fue algo muy inocente, seguía siendo el primero a quien beso.

—No digas eso, yo vendré cuando quiera y también tu, puedes ir a verme—le aclaro, con una sonrisa, la cual siempre derrumbaba las barreras del joven.

Entrenaron con las espadas, durante horas, hasta que su padre los llamó, para informar, lo referente al futuro enlace matrimonial, o como lo llamaba Hanabi, el contrato de venta de su hermana mayor. La chica, al igual que la mayoría de los que querían a Hinata, estaba en contra de ese disparate, pues solo le bastó ver al malhumoradnos Uchiha, para saber, lo mucho que su hermana lamentaría esa boda.

...

Los días pasaron muy rápido, hasta que llegó el momento, en que partiría hacia su nuevo hogar.

Con ayuda de Hanabi, guardó todas sus pertenencias, en pergaminos. Coloco su espada en la funda de cuero con su nombre, que siempre llevaba cuando salía. Tanto la hermosa y letal espada, como la funda, fueron regalos de Neji, cuando cumplió 14 años. Poco después, le enseñó cómo usarla. Le llevó mas de dos años, alcanzar la perfección, pero valió la pena, pues también en ese ámbito, era casi tan buena como su nii san.

—Cuídate mucho hija—Hiashi la sorprendió con un ligero pero emotivo abrazo—Cualquier falta hacía ti, todo lo que consideres ofensivo, debes hacérnoslo saber, para exponer a esos miserables—ella asintió, casi con miedo de lo que pasaría si decía algo que le hicieran dentro del distrito Uchiha.

Se despidió de todos, entre lágrimas y bendiciones...Prácticamente todo el clan, salió a darle el adiós. Solo dos guardias le hicieron compañía, los mismos que regresarían una vez, quedara dentro del distrito Uchiha.

Todo era tan apresurado, tan confuso. Siempre miró a los integrantes del clan contraer matrimonio y todo era absolutamente diferente a lo que ella estaba haciendo. Era casi, como decía Hanabi y pensar en eso, por alguna razón, le dolía mucho.

...

Las puertas del distrito Uchiha, se abrieron, para dejarla entrar. Con un abrazo, típico de ella, se despidió de los dos guardias para entrar, al lugar que desde ese día, se iba a convertir en su nuevo hogar.

—Hyuga-sama... sea bienvenida al distrito Uchiha—frente a ella, se hallaban, cuatro miembros Uchihas, para darle la bienvenida y llevarla, al lugar, donde viviría. Hinata pensó que su prometido, la iba a estar esperando, junto a esas personas, pero se equivocó, el ni siquiera se veía a los alrededores—Venga con nosotros, la llevaremos a la residencia de nuestro lider, para que descanse y le demos a conocer lo que pasará durante el año que viva, como esposa del líder—de nuevo la ojiperla se sentía extraña, pues al parecer, todos tenían la certeza, que el matrimonio, se terminaría cumplido ese año.

Camino junto a los hombres y mientras se adentraban, mas y mas personas, salían a verla, como si se tratara de un animal raro, que exhiben en un circo. Desde los más viejos hasta los jóvenes al rededor de doce años, la veían con despreció, como si ella no fuera digna de pisar ese lugar, sin embargo, nadie le sostenía la mirada, cuando los enfocaba directamente.

...

—Aquí es donde vivirá de hoy en adelante—le informó uno de los varones. La casa era muy grande y también bonita. Parecía contar con muchas habitaciones, en la planta baja, como en la alta—Ella es Ima-san y sera la encargada de ayudarla a instalarse, como también de su arreglo mañana, a la hora de la ceremonia—la ojiperla miró a la mujer llamada Ima y vio que se trataba de alguien un poco mayor, pero fue la primera en sonreírle sinceramente, desde que entró al distrito.

Estaba siguiendo a Ima, cuando una de las puertas se abrió. Madara salió de su habitación y quedó frente a frente con la Hyuga. Las orbes de ambos, quedaron conectadas, mostrando sentimientos totalmente opuestos. Mientras ella lo veía con asombro y admiración, el la veía con molestia y despreció. La anciana que también presencio todo, supo en ese momento, que una nube negra, los empezaba a cubrir y le sería imposible al sol, atravesar esa oscuridad.

Continuara.

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