𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚 𝐈

Habían pasado varios años desde que la vida de Izuku cambió.

Hikari, ahora con 16 años, entrenaba en el templo de su padre siendo este su propio instructor. Había obtenido un don muy peculiar, a palabras del nieto de Chiyo.

Su don se basaba en algo mixto, podía crear explosiones como su padre, a su vez, podía sacar extraños látigos negros de sus manos y podía a voluntad propia explotar lo que sea que estuviera enrollado en ellos.

Cuando lo manifestó explotó por accidente uno de los abanicos favoritos de su papá al estar jugando con él. Acabo llorando pidiéndole perdón, Izuku lo consoló acariciando su rostro al limpiar las mejillas que estaban bañadas en lagrimas.

Le hizo ver que no pasaba nada y que era un simple abanico, que podía conseguir otro.

Aun así, Hikari no se quedó tranquilo y le pidió ayuda a su padre. Katsuki le propuso hacer uno especial, Hikari aceptó sin pensar.

Al día siguiente, Izuku recibió un abanico en blanco con las manitas de Hikari marcadas en él con colorante. A Izuku le había encantado tanto la sorpresa que terminó llorando.

Katsuki era conocedor de lo llorón que era su esposo.

Izuku les terminó dando una mejor noticia al decirles que serían padre otra vez y hermano mayor. Hubieron muchas lágrimas y gritos de felicidad ese día.

Cuatro años después de que naciera Hikari, nació Kenji, el cual al igual que su padre y hermano mayor, podía crear explosiones con sus manos y como algo extra, podía detectar el peligro antes de que pasara.

Muchas veces salvo a Izuku de caerse por un mal movimiento o previno que Hikari se lastimara al practicar con su don.

En cuanto Aizawa supo de ello se ofreció a orientarlos en esa parte, ya que sabía que ambos dones eran por parte del One For All de Yagi.

Mientras que Katsuki se encargaría de ayudarlos e instruirlos.

Ahora Kenji tenía 12 años y junto a Hikari pasaban la mayor parte del día junto a Katsuki en su trabajo.

A Izuku no le molestaba en nada, ya que sabía que era por el bien de sus hijos. Y sobretodo porque siempre al llegar los tres, iban y lo abrazaban como su mayor tesoro en el mundo.

Izuku se sentía protegido y querido por su familia, sobre todo por sus hijos, y aun más por su esposo.

Ahora mismo se encontraba de camino hacia el lugar de trabajo de Katsuki, uno de los guardias personales del lugar había ido por él a petición de Katsuki.

A pesar de que ya habían pasado muchos años aún se sentía nervioso estando ahí, pero ya no era tanto como antes.

Y sobre todo, era respetado y venerado como quien era, el esposo de Bakugou Katsuki.

Al día siguiente de su boda, Katsuki dejó en claro que mientras Izuku estuviera en su trabajo, tenían que obedecerlo si es que llegaba a ordenar algo.

Y todos habían entendido perfectamente aquella orden.

Cuando Izuku llegó lo ayudaron a bajar del transporte y se dirigió a buscar a su marido e hijos. Muchos al verlo lo saludaban con una reverencia, él les devolvía el saludo con una reverencia pequeña.

Antes de llegar al estudio donde seguramente estaban Katsuki y sus hijos, se percató de una escena inusual.

Normalmente nunca veía batallar a Denki con aprendices nuevos, él y Shoto eran responsables de ayudarlos y orientarlos.

Aunque ahora veía que era algo complicado con aquellas jovencitas.

Se acercó despacio para ver si podía ayudar en algo.

—Escuchen, no están aquí para jugar, están aquí para aprender y formarse como futuras protectoras de la ciudad. Agradezcan que no le he dicho nada a Bakugou, sin embargo, no voy a tolerar más sus actitudes, ¿esta claro? —habló de forma seria mientras veía al trío de chicas.

Las tres no dijeron nada y se mantuvieron con la cabeza agachada.

—Ahora quiero que reflexionen sobre lo que han estado haciendo, iré por sus informes para marcar sus errores y observaciones, no tardó.

Denki por el enojo no se dio cuenta de que Izuku estaba ahí. El pecoso observó preocupado a su amigo, se notaba desde lejos que ese no era su día.

Entendía el trabajo pesado que era tener aprendices, Katsuki muchas veces le dijo que era lo peor que podía pasarle a algún protector de la ciudad.

Las palabras de las chicas lo sacaron de sus pensamientos.

—Ese bastardo de Denki, nada le parece, siempre nos está criticando por lo que hacemos.

—Lo se, ¿qué tiene de malo revisar mi cabello a mitad de entrenamiento?

—Nada, no entiendo, como si él no revisara su imagen.

—Y no debería, ¿lo has visto? No entiendo como alguien como Eijiro está con él.

Ese comentario sin duda molesto a Izuku y no dudo en meterse a defender a su amigo.

—Disculpen señoritas, no es correcto hablar así de alguien a sus espaldas, mucho menos si es uno de los protectores y casi mano derecha de Kacchan.

—¿Y tu quien eres para decirnos que hacer? No eres nada ni nadie —bramó furiosa una de las chicas.

—Soy el esposo de Kacchan.

—Eso es mentira, él no está casado, nunca lo ha dicho.

Izuku sabía que eso era mentira, Denki y Shoto cada que podían le decían como Katsuki le decía a todo el mundo que su esposo lo estaba esperando en casa.

—Así que no trates de engañarnos, de seguro eres un loco que se metió y planea algún ataque, ¿es eso verdad?

Izuku quería reír por lo que se estaban inventando aquellas niñas.

—Además, es imposible que este con alguien, si lo dice por esos niños que siempre están pegados a él, debe ser porque los recogió de la calle y solamente les hizo un favor.

Ahora si que estaba furioso.

Su rostro se tornó serio al escucharla decir aquello, ¿qué sus hijos eran unos recogidos? Eso sí que no.

—Su comportamiento es completamente vergonzoso, miren que hablar así de la familia de Kacchan, que decepcionante. Esto es evidencia suficiente para que sean expulsadas de forma inmediata sin derecho a probar su valía como futuras protectoras. Y no tengo que pensarlo mucho, en cuanto vea a Kacchan, ordenare su expulsión de forma inmediata.

—¡Tu no puedes hacer eso! —exclamó nerviosa otra de las chicas.

—¡Claro que puedo! Soy Bakugou Izuku y soy la segunda mayor autoridad de este lugar cuando Kacchan no está presente, mi palabra y mandato es igual de poderosa que la de él.

Las chicas empezaron a sudar frío al escuchar eso, no sabían que hacer. Una de las chicas, Saiko Intelli, decidió seguir arriesgándose, no iba a soportar esas humillaciones por parte de un don nadie, a palabras de ella.

—De seguro es otra mentira tuya, jamás hemos escuchado acerca de ti desde que entramos a ser aprendices.

—Si, no eres más que un mentiroso y aprovechado.

La que se animó a decir aquello fue golpeada bruscamente, logrando que su cuerpo se tambaleara hacia atrás y que las otras dos tuvieran que sostenerla para evitar que cayera.

Izuku se sorprendió al ver como Eri había golpeado a la chica sin titubear, no era partidario de que se usara la violencia, pero en esos momentos y con la actitud de las chicas, realmente lo necesitaban.

—¡No se atrevan a difamar al señor Izuku!

Kota llegó justo detrás de Eri y se colocó al lado de Izuku, desde que se conocieron, han sido inseparables, viendo a Izuku como una figura de respeto.

Justo en ese momento llegó Denki, se veía agitado, puesto que le habían informado que sus aprendices estaban agrediendo al esposo de Katsuki sin tener pelos en la lengua. Al ser sus propias aprendices, él era quien debía imponerles un castigo por aquella falta tan grave.

—¡Un momento, un momento las dejé solas y se les ocurre hacer tremenda tontería!

—¡Pero él-

—¡Pero nada, no pueden refutarle nada al esposo de Bakugou, Izuku tiene la voz para regañarlas y decidir que es lo mejor, y si él decide que ya no pueden hacer sus prácticas, ya no pueden hacerlas!

Por la conmoción Katsuki terminó llegando junto a Hikari y Kenji, los cuales no tardaron en llegar al lado de Izuku.

—Papá, ¿qué sucede?

—Canario, explícate ahora —ordenó el cenizo mientras se dirigía a Denki.

—Me informaron que Saiko Intelli, Sirius y Camie Utsushimi insultaron a Izuku y lo tacharon de mentiroso al decir que era tu esposo.

Si bien no habían dicho ninguna palabra altisonante sobre la persona de Izuku, si que habían insultado su posición. 

Y eso era algo que Katsuki no toleraba, que denigraran a su esposo de cualquier manera.

Al ver lo que estaba a punto de hacer el cenizo, Izuku trató de detenerlo.

—Kacchan.

Trató de avanzar pero tanto como Hikari y Kenji se lo impidieron colocándose frente a él.

Ninguno de los tres iba a tolerar que la persona que más amaban fuera tratado de esa manera tan déspota y humillante.

—Creo haber sido muy claro cuando dije que Izuku tenía la suficiente autoridad como para decidir que hacer aún cuando yo estuviera presente. Hasta puedo decir que tiene más autoridad que yo, y ustedes no tienen ningún derecho a renegar lo que sea que él haya ordenado. Tomen las palabras de Izuku como si fueran mías, porque es lo que vale y lo que él merece, si él decide expulsarlas, puede hacerlo, si él decide exiliarlas, puede hacerlo —se acercó más a ellas para intimidarlas —. Si él decide aplicarles el método Zero para que sus dones inútiles no nos estorben, puede hacerlo. ¿Por qué? Porque tiene el derecho y la voluntad de ejercer cualquier orden sin que yo reniegue, porque así lo decidí.

Ante eso las tres permanecieron calladas sin decir ni una sola palabra, sabían que no podían decir nada ya que era de Bakugou Katsuki de quien estaban recibiendo el sermón.

—¿Qué piensas que hay que hacer Deku?

Izuku sonrió ante aquel apodo.

—Creo que sería mejor hablarlo en tu estudio Kacchan, hay más cosas con las que no estoy de acuerdo de estas... Jovencitas.

Denki rio al ver como Izuku literalmente las había barrido con la mirada. Con el pasar de los años la personalidad de Izuku había cambiado, para bien, ya no se quedaba callado ante injusticias ni agachaba la cabeza ante nadie.

Katsuki lo tomó de la mano, y para recalcar que eran marido y esposo, se arrodilló ante él y besó el dorso de su mano, demostrando que ante la única persona por la que se postraría de rodillas frente a todos, era ante su mayor devoción.

Bakugou Izuku.

Una vez que Katsuki se enderezó tomó por la cintura a Izuku y caminaron hacia donde estaba su estudio, siendo seguidos por sus hijos, los cuales admiraban el amor que se tenían sus padres.

Katsuki demostró que Izuku era lo más valioso en su vida, tanto que confiaba ciegamente en él para dirigir su trabajo.

Y eso solamente porque sabía que Izuku nunca haría algo que lo llegara a afectar de ninguna manera.

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