𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈

Habían pasado varios días desde que Mitsuki e Izuku habían tenido esa conversación. Y al día siguiente comenzaron con los preparativos de la boda que se celebraría a lo grande.

Katsuki literalmente recibió millones de solicitudes para el banquete, la decoración, entre otros. Si fuera por él, lo dejaría tal cual así, como si fuera algo sencillo.

Pero no era cualquier cosa, era su boda con Izuku, y claro que debía ser la mejor boda de la historia. Que fuera recordada por muchas generaciones.

Él mismo se encargaría de que todo saliera perfecto. Y para ello, había elegido a las mejores y distinguidas personalidades de cada área establecida en la boda.

Yuga Aoyama, el cual era uno de los mejores en cuestión de decoraciones, se encargaría de la decoración del lugar y las invitaciones. Rikido Sato se encargaría del banquete y el pastel. Como ya se tenía previsto, Uraraka haría los trajes de la boda. Y los sirvientes al mando de Mitsuki se encargarían de servir a los invitados.

Todo estaba listo, pero Izuku estaba nervioso.

No creyó que ese día llegaría tan pronto, lo habían separado de Katsuki un día antes, disque para no atraer mala suerte innecesaria. Eso al cenizo no le había gustado para nada, no quería estar lejos del pecoso estando a menos de 24 horas de que su boda fuera llevada a cabo.

El lugar en el que sería la boda sería en uno de los templos pertenecientes a la familia Bakugou, el cual era utilizado para eventos o bailes de suma importancia, contaban con habitaciones para los invitados y una gran galería decorada con jardines radiantes, misma zona en donde se llevaría a cabo la boda.

Katsuki estaba en una de las habitaciones apartado de Izuku.

Peleó y luchó alegando que no se alejaría de Izuku, pero a Kirishima y Mitsuki no les importó y se lo llevaron a rastras del lugar.

Masaru y Denki se quedaron con Izuku para ayudarlo y apoyarlo en todo lo que necesitara. La boda se celebraría el día de mañana.

Izuku observaba por los ventanales de su habitación como todos preparaban el jardín, siendo Aoyama quien supervisaba todo, dando indicaciones sobre donde quería cada objeto decorativo y si es posible, en que ángulo lo quería.

Tuvo la oportunidad de hablar un poco con él, y estaba orgulloso de organizar la boda del gran Bakugou Katsuki, hombre al que juraba nunca ver comprometido ni nada por el estilo.

Y ahí estaba, esperando a que terminara el tiempo para encaminarse al altar.

—¿Qué te tiene tan afligido?

Escuchó la voz de Masaru detrás de él, volteó a verlo nervioso. Mitsuki alguna vez le dijo que le recordaba a su esposo, por esa personalidad tan pacífica que ambos compartían. Incluso jugando le dijo que Katsuki y él eran una versión más pequeña de ambos.

—No es nada, no se preocupe señor Masaru.

—No es necesario que mientas Izuku, pero tampoco te voy a obligar a decirme lo que te pasa.

Se sentó a su lado para observar lo mismo que el pecoso.

—¿No me dirá nada?

—Claro que no, no puedes ir por la vida obligando a las personas que te cuenten sus problemas solamente porque creen que lo merecen saber. Cada quien es libre de contarle a quien quiera lo que los atormenta.

Izuku sonrió ligeramente, Masaru era alguien completamente sabio y sereno, le hacía ver a las personas lo mejor de ellos. Aunque muchos se aprovechaban de su bondad, ahí era donde Mitsuki entraba para defenderlo de quien sea.

Para las personas aquello debería ser al revés, pero a Masaru siempre le ha gustado sentirse protegido por su esposa.

Masaru inspiraba la confianza que Izuku necesitaba en esos momentos.

—Tengo miedo.

Masaru arqueó una ceja al oír aquello.

—¿Cuál es la razón de tu miedo?

—De no ser suficiente para Kacchan porque...

—¿Por qué...?

Dio un suspiro fuerte, no estaba seguro de revelarlo, pero necesitaba ayuda.

—Yo nací sin don, sé por el señor Aizawa que mis hijos con Kacchan tendrán algo del don de mi padre y, hasta hace poco no me preocupaba. Pero, ¿y si llegan a nacer sin don por eso, por mi culpa? No quiero desilusionar a Kacchan de esa manera.

—Entiendo, es normal que temas Izuku. El futuro asusta demasiado, porque no sabes lo que espera, puedes prevenirlo y tratar de ver en él lo que te depara, pero todo puede cambiar y nada de lo que planeas en un principio saldrá como tú lo quieras. Aún si mis nietos nacieran sin don, eso no le importará a Katsuki, él cree que los dones son muy efectivos en combate y batalla, pero lo que realmente las gana, son la inteligencia con las que las llevan a cabo. No sirve de nada que tengas un buen don si no sabes aprovecharlo. Créeme que sin don, mis nietos serán los mejores, ¿y sabes por qué?

Izuku lo miró esperando a que respondiera.

—Porque Katsuki y tú serán sus padres, no más, no menos.

Sonrió al escuchar eso, porque Masaru tenía razón. Katsuki y él serían unos grandes padres que se dedicarían a criar a sus hijos de la mejor manera posible.

—Gracias señor Masaru, realmente me hace bien hablar con alguien sobre esto a unas cuantas horas de mi boda con Kacchan.

Masaru le sonrió y siguieron conversando de otras cosas respecto a la boda.

El gran día por fin había llegado, su boda, su boda con Katsuki Bakugou.

El hombre del cual le habían advertido que sería lo más peligroso que le pasaría en su vida, pero había sido mentira. Porque era el hombre que lo había salvado.

Lo despertaron muy temprano para darle un baño con esencias y aromatizantes, con la intención de que se relajara su cuerpo y mente, ya que ese día sería muy ajetreado, tanto para él como para Katsuki. 

Los tendrían de aquí para allá, Masaru le explicó que llegaría un punto en el que se hartaría y se querría ir, pero tenía que soportarlo por unas horas, ya que a veces la gente era muy invasiva cuando se trataba de personalidades muy extravagantes y sorpresivas.

Porque nadie creía que el gran Bakugou Katsuki estaba a punto de casarse, que formalizaría algo con una persona.

Los invitados irían llegando poco a poco, y los prometidos no se verían hasta que el pecoso comenzara caminar al altar. 

Había pedido que solo Masaru, Denki y Shoto lo ayudarán a arreglarse. Uraraka estaría ayudando a Kirishima y Mitsuki ya que el cenizo era capaz de ponerse el traje como él quisiera sin llevar un orden, y la castaña no iba a permitir eso.

Masaru y Shoto se estaban encargando de acomodar el traje de Izuku mientras que Denki le daba algunos retoques con maquillaje en su rostro, como perfilar sus cejas y aplicar un poco de delineado para que resaltaran más sus ojos.

Como toque especial habían decidido colocarle un velo para que fuera sorpresa para el cenizo, Izuku estuvo de acuerdo. Aunque Masaru insistía en que podía ser mala idea ya que conocía a su hijo y sabía que se desesperaría de no ver el rostro de Izuku, ya que solo le podría retirar el velo al momento de los votos y los anillos.

—Se preocupa demasiado señor Masaru, ya verá que todo saldrá bien, cuando se trata de Izuku, Bakugou puede actuar como una masita completa —habló Denki despreocupado mientras sujetaba el rostro de Izuku.

—Confirmo —complementó Shoto acomodando el hakama de Izuku.

Izuku sonrió nervioso ante esa pequeña plática.

—Bien, ya estás listo. Solo falta el velo.

Shoto se enderezó y fue por el velo llamado Wataboshi, el cual era una especie de capucha que cubría casi toda la cabeza de la persona, Denki le agregó una tela semitransparente para que no se viera el rostro de Izuku, y a su vez, el pudiera ver donde estaba caminando para evitar caerse.

Izuku estaba algo sorprendido por su vestimenta, el haori era de color negro, mientras que el hakama era de un extraño color rubio cenizo, que le recordaba a Katsuki. Dado que ya no tenía familia para representarlo, habían decidido no poner el escudo familiar de su familia ya que él así lo había querido.

Shoto le colocó el wataboshi con cuidado de no estropear el trabajo que había hecho Denki en su rostro, al tenerlo asegurado en su cabeza bajó el velo, y así, el rostro de Izuku se escondió detrás de aquella tela.

—¿Puedes vernos? —le preguntó el mayor al acercarse también.

Izuku asintió ante su pregunta.

Denki fue por un par de sandalias para terminar con el vestuario de Izuku y Shoto le ayudó a ponérselas, Izuku casi que quería llorar por lo atentos que estaban siendo todos con él, el ayudarlo a estar listo para ese día que era tan importante para él.

Hubiera querido que su madre estuviera ahí con él, pero las circunstancias en las que la vida los había puesto no lo habían permitido.

No podía pedir algo que no fue para él.

Inhaló un montón de aire y después lo soltó despacio, no debía pensar más en eso. Así habían sido las cosas y no podía hacer nada. Solamente le quedaba disfrutar lo que su futuro le tenía preparado.

—Ahora sí que sí, estás listo.

Los tres sonrieron al ver el resultado final, estaban maravillados con la escena que se planteaba frente a ellos. Sin duda alguna, Izuku merecía ser llamado prometido de Bakugou, y en unos momentos más, sería Bakugou Izuku.

La puerta de la habitación se deslizó revelando a Tamaki, el cual asomó su cabeza nervioso. Él era el único que tenía permitido entrar sin avisar ya que era quien llevaría a Izuku hasta donde sería la boda.

Esto para que Masaru, Denki y Shoto pudieran cambiarse e ir a sus respectivos lugares.

—Te vemos en un rato Izuku, te dejamos en buenas manos.

—Gracias, de verdad —les obsequió una sonrisa.

Para Denki, que conocía un poco de su pasado, fue suficiente para él. Para saber que por fin la vida le estaba devolviendo a Izuku lo que su propia familia le había arrebatado.

Y todo por no tener un don.

Los tres abandonaron la habitación, dejando a Tamaki e Izuku solos. Por lo que Izuku tenía entendido de Tamaki, era un chico muy asocial, era demasiado tímido para interactuar con otras personas.

Con las únicas personas con las que veía que tenía mucha interacción, era con Mirio y la pequeña Eri, no mentía al decir que sentía curiosidad por aquella cercanía.

Ya anteriormente lo había visto de vista, pero realmente no había interactuado con él.

Decidió tomar la iniciativa y hablarle.

—Mmm, me da gusto poder hablar contigo, ya antes te había visto pero no había tenido la oportunidad de hablarte.

Tamaki se puso nervioso ante eso y se encogió en su lugar. Izuku al ver eso se puso igual de nervioso que el chico frente a él, no pensó que fuera así de tímido.

Casi entra en pánico hasta que escuchó una leve vocecilla. 

—¿Perdón?

—Y-yo, también me da gusto hablar contigo —muy apenas se escuchó pero Izuku logró captarlo.

Sonrió al escuchar aquello.

—Me gustaría saber sobre ti, si es que se puede.

Tamaki asintió nervioso.

—¿Q-qué le gustaría saber?

—Primero, me gustaría que me hablarás de tú, no soy tan grande, diría que casi somos de la misma edad.

Tamaki volvió a asentir, Izuku no caía en ningún tipo de desesperación ya que había estado en la misma posición de Tamaki, tener que agachar la mirada y mantener un respeto hacia personas que podían poseer o tener un título de mayor rango los hacía titubear, porque él sabía lo que se sentía.

Y no quería que Tamaki experimentara eso con él, y de ser posible con nadie.

—Segundo, puedes empezar diciendome que es lo que te gusta.

Y así hablaron por un rato mientras todos los demás estaban listos, en esa plática Izuku se enteró de varias cosas. Que por ejemplo era esposo de Mirio Togata y juntos habían adoptado a Kota.

También que ambos eran catalogados como una santa trinidad junto a su compañera de combate, Nejire Hado. Denki le había comentado en alguna ocasión sobre el trío de guerreros apodados Los Tres Grandes, ya que los dones que poseían eran de los más impresionantes.

Izuku estaba emocionado, pero no quería asustar a Tamaki, por lo que decidió esperar a tener un poco más de confianza con él para poder preguntarle sobre su don y otras cosas.

Ambos fueron interrumpidos por uno de los sirvientes del templo anunciando que ya era hora de que el prometido llegara al altar.

La emoción que sintió Izuku hace un momento se bajó por un momento, el tiempo se había pasado demasiado rápido hablando con Tamaki. Al fin había llegado la hora de unirse en matrimonio con el cenizo.

Lo pálido se le quitó y rápido sonrió, Tamaki asintió indicándole al sirviente que podía retirarse ya que él llevaría a Izuku.

Ambos salieron de la habitación, Izuku se sujetaba de uno de los brazos del de cabellos morados, no quería caer debido a algún tropiezo que tuviera con sus pies.

Tamaki podía sentir como su brazo era presionado por el agarre de Izuku, lo entendía, él estuvo aún más nervioso cuando a él le tocó casarse con Mirio. El ramo que había elegido en aquella ocasión había quedado destrozado por su nerviosismo y se había sentido mal por ello.

Mirio le había hecho ver que no tenía porque preocuparse, que no importaría como estuvieran, nunca perderían su valor.

Tamaki sonrió al recordar aquello. Se sentía bien. Afianzó el agarre para hacer sentir tranquilo al pecoso, Izuku al percatarse de eso sonrió bajo el velo.

Cuando llegaron hacia donde sería la boda, se percataron de que Aizawa estaba detrás de las puertas que llevaban el camino hacia la boda. Tamaki lo dejó con él y entró por aquellas puertas, aunque lo hizo de manera delicada para no llamar tanto la atención de los invitados.

—¿Qué hace aquí señor Aizawa?

—Verás, como no había nadie que pudiera entregarte en el altar, consideré hacerlo yo, por la relación que tuve con tu padre. Si es que no es molestia para ti.

Izuku abrió sus ojos sorprendido, realmente estaba seguro de que tendría que caminar solo al altar, ya que nadie cercano a él podía hacerlo, y que ahora, quien en algún momento tuvo algo especial con su padre, quería entregarlo al altar lo hacía sentir feliz, tranquilo.

No era su madre, pero era alguien que le había mostrado un cariño de cinco minutos que su madre antes no lo había hecho.

—Me haría muy feliz saber que la persona que alguna vez mi padre amó, me entregara en el altar —respondió a la duda del de cabellos negros.

Aizawa sonrió complacido al escuchar eso, le agradaba saber que a pesar de todo lo que había pasado y vivido con Yagi en el pasado, no afectaba de manera negativa la forma en la que Izuku lo veía ahora.

Extendió su brazo derecho para que Izuku lo tomara, cuando lo hizo tocó levemente una de las puertas y esperó por unos segundos hasta que ambas puertas se abrieron, revelando toda la decoración que adornaba el lugar donde se haría la boda.

Ante los ojos verdosos de Izuku, se mostraba un pasillo al aire libre bellamente decorado con telas blancas colgando desde arriba. Las telas estaban dispuestas en una serie de elegantes pliegues, creando un efecto de dosel que lo guaría hacia el altar. También se percató que se habían entrelazado luces de cadena a través de las telas, añadiendo un resplandor cálido y suave, lo que realzaba el ambiente romántico que Aoyama quería que se viera reflejado.

El pasillo estaba bordeado por sillas blancas y rodeado de vegetación bien cuidada, lo que contribuía a un entorno sofisticado de jardín. En el fondo, podía ver el altar donde Katsuki ya lo estaba esperando junto al monje que los uniría en matrimonio. 

A palabras de Izuku, el ambiente general era encantador, sereno y perfecto, era justamente como había soñado su boda en cuanto las cosas con Katsuki cambiaron.

Una melodía comenzó a sonar de fondo y sintió como Aizawa comenzaba a caminar, esa fue suficiente indicación para caminar junto a él.

Izuku estaba nervioso, a sus costados podía ver a varios invitados, y entre todos ellos pudo destacar a quienes eran sus amigos ahora, a la señora Chiyo, a la señora Mitsuki y al señor Masaru. 

Y mientras más se acercaba, más podía ver la felicidad de todos los invitados, no había ninguna cargada de molestia.

Eso le dio la suficiente tranquilidad para llegar al altar, y justo cuando estuvo frente a Katsuki, esté se volteó, dándole la espalda.

Parpadeó confundido por aquella acción sacando un suspiro por parte de todos los invitados, logrando que casi Mitsuki se levantara de la silla para golpearlo.

—¿Kacchan? —lo llamó preocupado.

—Solo, un momento —respondió.

Izuku pudo ver, muy ligeramente, como por la esquina externa de los ojos del cenizo se asomaba una ligera capa de agua. Sonrió de manera enternecedora al ver eso, acercó una de sus manos al hombro del cenizo logrando voltearlo de a poco.

Katsuki le sonrió ligeramente, ignorando por completo que una que otra lágrima se le había escapado.

Aizawa tosió para sacarlos un poco de ese momento, con la intención de dedicarle unas cuantas palabras al cenizo.

El cenizo frotó sus ojos con rapidez al verse en descubierto, solo Izuku podía verlo en ese estado, era el único que lo tenía permitido, y era más que obvio el por qué.

—Muy bien muchacho, te entregó a Izuku como lo más valioso de mi vida, ya que es el tesoro de la persona que fue importante y especial para mí, tanto como si fuera mi propio hijo. Cuídalo mucho, de lo contrario, yo mismo te aplicaré el método Zero —advirtió mientras fruncía su ceño.

—Tranquilo viejo, daré mi vida por él de ser necesario.

Izuku soltó una pequeña risa por eso. No paso mucho para que Aizawa se retirara a su lugar para poder iniciar con la ceremonia.

Mientras el monje hablaba, Katsuki e Izuku se observaban mutuamente, analizando todo lo que podían del otro. Aunque había algo que le molestaba a Katsuki, y es que se velo por muy bello que se le veía a Izuku, le impedía admirar su rostro. Quería ver todo lo que escondía, lo ansiaba.

Lo deseaba con todas sus fuerzas, pero no podía adelantarse a los hechos, aún cuando realmente lo quisiera.

No fue hasta que pasaron a los votos que realmente todo se sintió magníficamente bello.

—Yo, Bakugou Katsuki, te prometo a ti, Izuku, serte leal y nunca dejar de verte como mi prioridad más importante, amarte por el resto de mi vida y las próximas vidas prometo encontrarte, ya sea una donde sea un superheroe, líder de una tribu, lo que sea. Porque eres la esmeralda más hermosa y única que sé que solamente encontraré en casa vida porque estamos destinados a estar juntos, uno complementa al otro y eso nos hace especiales. Prometo satisfacerte en todo lo que quieras porque mereces eso y más, porque serás mi esposo, y de ser necesario, sacrificare todo solamente para que tu sonrisa nunca se apague y siga cautivándome como la primera vez que lo hizo. Sé que no nos conocimos en las mejores condiciones, y si tuviera la oportunidad de cambiarlo no lo haría, por la sencilla razón de que así conocería al verdadero tú, sin necesidad de fingir, porque esa es la pureza que mantiene tu corazón, no dejaré que nadie te haga daño, porque tú Izuku, eres el amor de mi vida y para mi vida —finalizó colocando aquel anillo pulido en plata con un rubí en el centro en el dedo anular de la mano derecha del pecoso.

No mentía al decir que quería ver el rostro y la reacción de Izuku ante sus palabras, pero aún tenía que esperar.

Aunque detrás de ese velo, las lágrimas bañaban el rostro de Izuku, no estaba preparado para que aquellas palabras salieran de los labios del cenizo. Hipaba por haberlas recibido, nunca se cansaría de repetirlo, jamás creyó que algo así podría llegar a pasarle.

Unirse en matrimonio con un hombre maravilloso como lo era Bakugou Katsuki.

—Ahora usted, joven Izuku —alentó a que siguiera con sus votos.

Izuku dio un suspiro enorme antes de comenzar, realmente esperaba no extenderse tanto, estaba seguro que en alguna otra vida sería de esas personas que no pararían de hablar ni para tomar tan siquiera un poco de aire, de esas personas que se la pasarían murmurando.

—Yo, Izuku Toshinori, prometo amarte y quererte con todas mis fuerzas así como ser tu red de apoyo cuando sientas que la vida no te comprende, cuando no quieras hablar y quieras hacer nada, yo estaré a tu lado al igual sin hacer nada, porque no quiero dejarte solo ni en tus peores batallas. Quiero estar junto a ti por todo lo que nos resta de la vida, porque no puedo imaginarme un mundo sin ti Kacchan, y a pesar de que todo el mundo este en tu contra, yo estaré a favor tuya sin importar nada, porque conozco al verdadero Kacchan y sé que eres un hombre de buen corazón que no todos saben apreciar ya que se dejan llevar por lo que ven y no por tus acciones sinceras. No me arrepiento de haberte conocido, y si el destino decide que tú eres mi alma gemela, entonces haré mi esfuerzo para no dejar de admirarte en ninguna de nuestras próximas vidas —finalizó deslizando el mismo anillo en el dedo anular de la mano derecha del cenizo, con la diferencia que ahora en vez de un rubí, era una esmeralda.

Volvió a alzar la mirada para ver el rostro del cenizo, en el cual, a pesar de tener el velo puesto, podía apreciar como había un ligero sonrojo invadiendo las mejillas de Katsuki. Sonrió tiernamente y entrelazó los dedos de su mano con los de Katsuki.

El monje después de apreciar tan tiernos votos, simplemente junto sus manos para poder culminar con la ceremonia y permitir que los novios disfrutaran de todo lo que se les había preparado.

—Muy bien, por el poder que los grandes espíritus me han concedido, los declaró marido y esposo. Puede besar al novio.

Katsuki no perdió el tiempo y se apresuró a retirar el velo que le impedía admirar el rostro de su amado, el resultado no le sorprendió, Izuku estaba hermoso con el leve maquillaje que le habían colocado, aún seguía manteniendo esa pureza e inocencia que lo cautivo con el paso del tiempo.

Acercó su rostro para sellar aquellas promesas con el toque de sus labios, los gritos de los invitados no se hicieron esperar. Izuku podía identificar a Denki gritando como una señora, a Chiyo e incluso a Eri y Kota.

Sonrió en medio del beso y no pudo evitar llorar, estaba feliz, por fin después de tanto sufrimiento, sentía que podía ser feliz sin temer a que alguien intentara hacerle daño, o alejarlo de Katsuki.

Habían pasado a las felicitaciones por parte de los invitados, Izuku no sabía mucho de etiquetas, pero sabía que mientras Katsuki estuviera a su lado, no había nada que temer.

Había conocido a gente de apellidos prestigiosos, a la familia de Shoto, incluso a su esposo. Convivió un poco con Denki y Shoto ya que el cenizo había tenido que dejarlo solo por un momento para ir a recibir a una familia que había llegado, y realmente lo hacía por mero compromiso, porque si fuera por él se quedaría al lado de Izuku durante toda la noche.

—Al fin nuestra criatura dejara de ser un animal agresivo —habló Denki mientras abrazaba a Izuku —. Lo dejamos en tus manos pequeño Izuku.

—Kacchan no es malo.

—Dile eso al niño que intimidó hace quien sabe cuantos años.

Izuku soltó una pequeña risa al saber eso.

—¿Qué harás ahora, Bakugou Izuku?

—Vivir mi vida junto a Kacchan —fue su sencilla respuesta.

Ambos chicos sonrieron al escuchar aquello, les daba una enorme dicha ver aquella sonrisa decorando el rostro de Izuku.

Los tres fueron interrumpidos por uno de los sirvientes al informar que el cenizo requería de la presencia de su esposo. Izuku se sonrojó al escuchar la palabra esposo, se despidió de sus amigos prometiendo volver y siguió al sirviente.

Lo llevaron hasta una de las terrazas que tenía aquel lugar, ahí lo pudo ver de espaldas admirando el cielo, el sirviente se retiró para dejarlos a solas. El pecoso se acercó a pasos delicados y con una sutileza, tomó una de las manos de Katsuki entre las suyas, entrelazando los dedos de ambos.

Katsuki no se alteró ante el toque porque sabía que se trataba de su esposo, mejor aún, lo abrazó por la cintura para pegarlo más a él.

—Dijeron que querías verme.

—Bueno, sé que tenemos una vida juntos por delante, pero mierda, esos bastardos no me dejan estar contigo. En cuanto inició la celebración no tardaron en robarte.

—Son mis amigos Kacchan, no los veré en unas semanas por nuestro viaje.

—Y que bueno, no toleraría que se te pegara la idiotez del canario y lo distraído del mitad y mitad.

Izuku soltó una ligera risa al oírlo, le agradaba ver aquella faceta en el cenizo, era como un niño pequeño buscando la atención de las personas.

—Siempre estaré contigo Kacchan.

—Lo sé Deku, no me imagino una vida sin ti —besó su frente con cariño.

Izuku no perdió tiempo en abrazarlo y llorar en su pecho, la diferencia de altura era tan notoria, pero eso no les importaba, aquello representaba que encajaban como si fueran piezas de un mecanismo. Donde debían estar y donde pertenecían, mostrando que no eran capaz de encajar con nadie más.

Las caricias que sentía en sus cabellos era un recordatorio de que su vida había cambiado, ya no tenía porque seguir ordenes, arrodillarse, pedir perdón por cometer algún error. Podía tener amigos y hablar con ellos sobre banalidades, y mejor aún, tenía al mejor hombre en su vida como su marido.

Podía pedir muchas cosas más para poder ser feliz, pero en ese momento, se dio cuenta que su verdadera y única felicidad, era estando junto a Bakugou Katsuki.

Nunca se arrepentiría de haberse casado con él.

Quizás era lo único bueno que habían hecho sus padres, unirlo por medio de un arreglo a la vida de Katsuki.

Y siempre lo recordaría como lo mejor que le había pasado.

¡Y por fin se terminó!

De verdad espero que les haya gustado mucho la historia, quise darle este cierre porque ya no quería meter más contenido innecesario, pero no se apuren, el epílogo ya esta en proceso<3

Una historia más termina, pero nuevas más surgen. La canción de tu corazón es una de las próximas a terminar, pero apenas esta comenzando Almas Entretejidas, y no se preocupen, vendrán muchas más historias, no solamente del KatsuDeku<3

Una vez más, muchas gracias por acompañarme hasta el final y los veo en mis otras historias<3

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