024
ISABELLA
Bella se acercó a la ventana más grande que habia en el cuarto. Tenía la vista más preciosa que jamás había visto en su vida.
Daba directo a la Torre Eiffel... el cielo azul se tiñó de rojo, y a medida que el sol bajaba y se acercaba hacia el horizonte, los colores cálidos dominaban. Pinceladas naranjas, rojas y amarillas inundaron el ambiente, arropándolos y creando una sensación de sosiego...
Bella suspiró; era un suspiró suave y leve.
— ¿Te gusta? — escuchó la voz de Draco a sus espaldas, sintiendo el cálido aliento de él sobre su nuca.
— Me encanta.— respondio Bella.
Draco dio unos pasos hacia atrás.— Cinco minutos...
— ¿Cinco minutos? — Bella volteó a verlo.
— Te doy cinco minutos, te espero abajó.— dicho eso salio de la habitación y bajo.
Bella trato de arreglarse lo más rápido posible. Vestia un lindo vestido elegante, unos tacones de aguja, lápiz y labial rojo, y el pelo le caía en pequeñas ondas, dándole volumen a su cabello.
Se miró al espejo, ladeando la cabeza y frunciendo la nariz. No estaba mal, le gustaba ese look.
Salió de la habitación, caminando por el largo pasillo y bajando las escaleras. Al final de las escaleras se encontraba Draco; con una camisa blanca, sacó negro y pantalones de vestir.
— ¿Lista? —le preguntó mientras la admiraba.
— Sí — respondio Bella —. ¿Adónde iremos?
— A varios lugares.— dijo Draco.
Bella con emoción bajo las escaleras que le faltaban, hasta llegar al lado de Draco. Draco extiende un brazo hacia ella, y Bella se prende con gusto a él. Espera que esta vez no le falle.
•~•~•~•
Estaban en un restaurante muy elegante, estaba cerca de la Torre Eiffel, habían varias personas. Y el cielo estaba completamente despejado y oscuro.
Ambos chicos entraron en aquel restaurante. Estaban sentados en una mesa para dos; Draco pidió la cena y varios cócteles y bebidas exóticas.
— Éste tiene un sabor exquisito.— dijo Bella, al dejar su copa sobre la mesa, humedeciéndose los labios.
— ¿Puedo? — preguntó Draco señalando la copa y arqueando una ceja.
— Por supuesto.— Bella le entregó la copa.
Draco se llevo la copa a los labios, saboreando el sabor agridulce que tenía el líquido.
Achicó los ojos un poco, y asintió.— Sabe bien.— confirmo Draco.
Bella le dedicó una sonrisa de boca cerrada.
Ambos chicos siguieron degustando la comida, los postres, y las bebidas.
Bella se deleitaba en el sabor de aquellos bocadillos y de aquellas bebidas, era lo más sabroso que jamás había probado.
— Amo Paris.— dijo dándole un mordisco a un bocadillo.
— Esto no ha terminado aquí.
— ¿Ah, no? — Bella le sonrió —. ¿Adónde más me llevarás? — inquirió.
— A varios lugares. ¿Vamos?
— ¡Vamos!
Draco pidió la cuenta; y al llegar la pago.
Ambos chicos salieron del restaurante.
A Bella le encantaba Paris; la forma en que la ciudad brillaba, las personas hablaban, como se vestían.
En cambio a Draco, no le parecía tan sorprendente como a Bella.
— ¿Cuántas veces has estado aquí?
— No muchas — respondio Draco, sacando un cigarrillo —, unas seis o siete veces.— se encogió de hombros, y colocó el cigarrillo entre sus labios.
Antes que Draco pudiera encender el cigarrillo; Bella se lo arrebato, colocándolo entre sus labios y esperando a que Draco le encendiera el cigarrillo.
— ¿Lo harás?
Draco tenía los labios entre abiertos, mientras la miraba fijamente.— ¿H-hacer qué?
— ¿Puedes encenderme el cigarrillo?
Una sonrisa a medias se formó en la cara del muchacho pálido. Cogiendo los cerillos se acercó a su esposa y le prendió el cigarrillo.
Isabella le dio una calada al cigarrillo; cerró los ojos y trató de disfrutar del sabor, aunque lo odiaba.
Draco coloco una mano sobre su hombro y empezó a caminar, Bella le siguió los pasos. Los chicos se pasaban el cigarrillo frecuentemente, hasta que se termino, y Bella lo tiro a la basura.
Se estaban acercando a la torre Eiffel. Bella la admiró. Era grande, preciosa y tenía muchas luces, haciendo brillar la ciudad. La ciudad del amor.
Draco y Bella pasaron por la torre Eiffel. Bromearon y rieron hasta cansarse.
Las estrellas tenían un hermoso brillo, salpicaban por todo el cielo.
— Estoy buscando mi constelación.— dijo Draco.
— No seas tonto.— rió Bella.
Después comenzaron a caminar, hasta llegar al museo del Louvre.
Al llegar lo primero que vieron fue la pirámide de cristal y acero inoxidable. Sus luces encendidas son un hermoso espectáculo.
Al entrar al museo le ofrecieron champagne, los chicos sin dudar tomaron dos copas.
— Mona Lisa.— Bella ladeó la cabeza.
— Tiene la expresión muy seria — dijo Draco —. Estoy seguro que le hacia falta sexo.— susurró.
— ¡Estúpido! — Bella le golpeó el hombro con suavidad, y rió.
Siguieron caminando, viendo todas las pinturas; La Venus de Milo, la Coronación de Napoleón, la Balsa de la Medusa y, varios más...
Al llegar a las fuentes de Versalles, Bella no pudo evitar su emoción.
Parecía una niña pequeña; admirando y observando cada pequeña cosa.
La fuente de Versalles; además de estar acompañada con luces, también llevaba un ritmo musical de siglo XVII que regulaba el movimiento de las aguas, que se mueven al compás de la música. Al terminar, unos fuegos artificiales fueron disparados, pintando el cielo de varios colores.
Draco echo un vistazo a su reloj.— Bueno, esto es lindo — dijo Draco —. Pero no tenemos mucho tiempo.
Bella se giró a verlo.— ¿Cómo? ¡Tenemos toda la noche!
Él negó.— Tenemos un paseo por el río Sena reservado.
— ¿Reservado?
— Lo reserve antes de llegar, y ya deberíamos estar allí.
Bella se acercó a él, Draco unió sus manos y juntos aparecieron en Les Vedettes du pont Neuf; donde se suponía que debían tomar el crucero.
— ¡Ah! ¡Ils sont enfin là! — un hombro francés, de baja estatura se les acercó —. !Je pensais qu'ils n'arriveraient jamais!
Bella tiro de la manga de Draco, él inclinó un poco la cabeza hacia ella.— ¿Qué dijo? — le preguntó en voz baja.
—Pensó que no llegaríamos.— le informó Draco—. Excusez le retard — Draco se disculpó con el señor —, je n'ai pas réalisé le temps.— finalizó.
— ¡l'amour! — el señor suspiró —. Suivez-moi, c'est par ici.— el individuo les hizo una señal para que lo siguieran; y así lo hicieron. Ambos chicos comenzaron a seguir al pequeño individuo.
Los guió hacia un pequeño 'crucero'. Estaba totalmente solo, habían muchas mesas alrededor, tenía ventanales por todo el crucero y al parecer era de dos pisos.
Draco y Bella subieron al segundo piso, para tener una vista mejor.
— ¿Cuánto dura?
— Una hora, aproximadamente.
Un hombre; vestido de mesero, les trajo una botella de champagne, dos copas y unas fresas. Al retirarse hizo una pequeña reverencia, y Draco le agradeció.
— ¿Cómo es qué sabes hablar Francés e Italiano? — preguntó Bella, mientras se servía champagne.
Él se encogió de brazos.— mi padre me obligó.— confesó.
Bella dejó descansar su mentón sobre su mano, vagando en sus pensamientos. Habían tantas cosas sobre Draco, cosas que ella no conocía, y nunca pensó descubrirlas. Era más que el maton y egocentrico de Hogwarts, era más que un mortifago.
— ¿Por qué no dejas que las personas vean lo bueno en ti? — Bella soltó la pregunta sin pensarlo.
Draco se sorprendió.— Porque cuando la gente ve que eres bueno, espera que seas bueno. Y no quiero tener que cumplir las expectativas de nadie.
Bella simplemente asintió.
•~•~•~•
Después de pasar una hora en aquel crucero, pasando por el río Sena, ver monumentos emblemáticos, como; el puente Alejandro III, el museo de Orsay, la Plaza de la Concordia y la torre Eiffel, con una hermosa iluminación.
— Me duelen los pies.— Bella se quejó.
— Quítate los tacones.
— Me ensuciare.— hizo un puchero.
Draco resopló, y por tercera vez en la noche; la tomó de la muñeca, haciéndolos aparecer en un campo precioso. Estaba solitario, y la luz de la ciudad era la única iluminación.
Se podía ver todo Paris desde ahí.
Draco se sentó y Bella hizo lo mismo.
— ¿Qué hacemos aquí?
— Aquí termina nuestro recorrido nocturno.
— ¿Volveremos a casa?
— En algunas horas, Bell, no podemos dormir aquí.
— Gracias, Draco.— ella bajo la mirada.
— ¿Por? — Draco sacó dos cigarrillos, uno le entregó a Bella y uno era para él. Con un movimiento de varita; hizo aparecer otra botella de champagne, la destapó y se la ofreció a Bella.
— ¿No tenemos copas?
Draco arrugo la nariz y sonrió.— Sabe mejor así.
Bella le dio un trago a la botella y después una calada al cigarro. Se acosto sobre la hierba fresca, inspirando hondo; dejando que el fresco olor inundara su nariz. Se quitó los tacones; y pudo sentir la hierba sobre sus pies.
La luz de la luna se esparce por la hierba lo bastante brillante para permitirles ver.
Draco imitio sus acciones.— Lo siento.— murmuró. Y con lentitud buscó la mano de Isabella, para jugar con sus dedos.
— Yo también.— pronunció Bella con lentitud.
El toque de Draco mando una electricidad por todo el cuerpo de Bella. Su corazón ya había comenzado a latir con fuerza y su respiración se agitó.
Draco cerró los ojos por un momento, dejando salir un suspiró; giró un poco la cabeza, y deposito un pequeño beso sobre la mejilla de Isabella.
Ella giró la cabeza en dirección a él. Nada de lo que había visto hoy, se comparaba con la belleza de los ojos de Draco. El brillo en sus ojos, de la manera que miraban a sus ojos, de la manera que su pupila se dilataba.
Draco se humedeció los labios y arqueó una ceja; Bella dio un leve asentimiento.
Draco imprimió sus labios sobre los labios de Bella, eran suaves, calientes, apretados. El contacto era electrizante aunque no de la manera mala. Ésta no es una chispa de destrucción. Es una chispa de vida.
Bella puede sentir mariposas recorriendo por su estómago, y aunque trata de reprimir ese sentimiento, le es imposible.
Draco quiere separarse; quiere obligarse a creer qué lo que esta haciendo es incorrecto. Pero todo su cuerpo le dice que tome más de Bella, que se aferre a ella y no la deje ir...
Tal vez él no era merecedor de Isabella y su inocencia, pero joder, como la deseaba.
Isabella se separó para tomar aire.— ¿Vamos a casa?
Y por cuarta vez en la noche; ambos chicos aparecieron en aquella mansión, en la cual ahora habitaban.
La habitación estaba tal y como la habían dejado horas antes de irse a su paseo por Paris, a excepción que ahora estaba casi a oscuras, a no ser por las dos velas que iluminaban el respaldar de la recamara de Isabella y Draco.
No se habían separado, sus labios aún seguían unidos.
— ¿Estás segura? — preguntó Draco. Su respiración estaba entrecortada, y Bella tiraba de su sacó.
— Estoy segura — dijo ella —, ¿Tú, tú estás seguro?
— Nunca me importó si eras virgen — confesó Draco, bajando el cierre del vestido que Bella vestía —, sólo me comportaba como un idiota.
Bella volvió a unir sus labios. Sus dedos buscaban los botones de la camisa de Draco, y Draco se aferraba a su cadera, dando los necesarios pasos para llegar a la cama.
La tiró sobre la cama, y comenzó a quitarse la camisa. Bella se quito el vestido por completo, y se colocó en el medio de la cama.
Draco al ver eso, sonrió para si mismo. Se quitó el cinturón, haciendo que éste haga un pequeño ruido al ser arrojado al suelo, junto con sus pantalones.
Draco comenzó a caminar hacia la cama. Se acercó a Isabella y tomó su pierna derecha; dejando besos húmedos sobre su piel. Bella echó la cabeza hacia atrás.
«Lo deseaba.»
Draco llego a la altura de los panties de Bella, y alzó la mirada para verla, mientras que sus dedos se entrelazaban en el elástico de sus panties.
— Hazlo.
— Di que lo deseas.
— Lo deseó.— dijo Bella.
Draco dejó salir un gruñido, y comenzó a besar su cuerpo, hasta llegar a su cuello. Succiono y mordisqueó la suave piel de su cuello, hasta dejar marcas rojas sobre ella. Subió hasta su mandíbula y dejó varios besos, hasta unir nuevamente sus labios.
Sus manos se posicionaron sobre sus costillas, elevándola un poco; para abrir su sujetador. Lo tiro al suelo. Y Bella sintió el frío aire sobre sus senos, haciendo que se endurecieran.
Draco no perdió el tiempo y comenzó a besar la línea entre sus senos, pasando la lengua con suavidad, para después comenzar a besar su seno izquierdo. Su lengua pasó alrededor de su pezón, dando un leve mordisco y comenzando a succionar, mientras que con su mano derecha, comenzó a masajear el seno derecho de Isabella.
Los gemidos de Bella no cesaban, al pasar de los minutos eran más y más.
Las mano de Draco serpenteo sobre el cuerpo de Bella, hasta llegar a sus panties y tirar de ellos. Volvió a sus labios, besándolos con suavidad y mordiéndolos, mientras que dos de sus dedos llegaban al núcleo de Isabella.
Draco sintió lo mojada que estaba Bella y no pudo evitar suspirar sobre sus labios.
Con cuidado comenzó a frotar su clitoris en círculos. Bella se aferró al cuello de Draco, mordiendo su labio inferior con fuerza.
Los dedos de Draco bajaron hasta su entrada; entonces, usó su dedo anular para penetrarla con lentitud. Comenzó a mover su dedo, sacándolo y metiéndolo nuevamente, agregó otro dedo más, y con su pulgar siguió frotando el clitoris de Isabella.
— ¡Oh... Dios! — gimió Bella. Cerró los ojos con fuerza —. ¡Y... yo nunca he sentido tanto placer! — admitió.
Draco sacó sus dedos del interior de Isabella, y elevó su cuerpo un poco.— Abre los ojos.— le pidió con voz melosa.
Bella le obedeció, abriendo los ojos con lentitud. Observando como Draco se llevaba los dedos a los labios, para chuparlos.
Bella nunca imagino que algo tan sencillo, llegaría a excitarla de tal manera.
Draco comenzó a bajar su bóxer y los tiró al suelo.
— Seré cuidadoso.
Bella negó.— No lo seas.
Draco se mordió el labio inferior.— ¡Pequeña sucia!
— Seré tu sucia .— bromeo y se encogió de hombros.
«Ella será su maldita perdición.»
— Si algo te incomoda o te duele, sólo dilo, ¿bien?
Bella asintió. Entonces Draco tomó su pene entre su mano y lo colocó junto a la entrada de Isabella.
Con cuidado y lentitud comenzó a empujarse en su interior, hasta quedar completamente dentro.
— ¿Estás bien?
Bella sintió cómo algo se rompía dentro de ella, le ardía pero era soportable. De su ojo brotó una pequeña lágrima, se mordió el labio y asintió.— Muévete, estoy bien.
— No te correras en tu primera vez, ¿de acuerdo?
— Sí.— respondió Bella, impaciénte.
Draco comenzó a moverse dentro de ella. Sus embestidas eran fuertes pero lentas. Sus labios viajaban por el cuello de Isabella, y sus dedos no paraban de frotar su clitoris, para que el placer fuera mayor que el dolor.
La cadera de Draco chocaba contra la de Isabella, dándole placer.
Sus gemidos se mezclaban en la habitación, su respiración era agitada al igual que el ritmo de sus corazones.
Bella junto sus pies alrededor de la cadera de Draco, y sus uñas se enterraron en la piel de su espalda.
Draco seguía penetrandola. Bella no podía evitar gemir, sentir a Draco tan cerca de su cuerpo, sus pechos juntos, el placer que sentía era el paraíso para ella.
Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, sintió como su cabeza comenzaba a darle vueltas, un nudo se produjo en la parte baja de su estómago.
— ¡Draco! — gimió, entonces pegó un pequeño brinquito, se estremeció... y aunque Draco dijo que no podía llegar a un orgasmo en su primera vez, ella lo hizo. Llegó a su primer orgasmo causado por un hombre.
Draco se retiro de ella, y comenzó a frotar su pene con rapidez, hasta que un líquido blanco salió de la punta de su semen, cayéndole al estómago de Isabella.
— Lo siento. ¡Joder! — Draco se dejó caer a su lado.
Ambos respiraban con irregularidad, y su respiración se escuchaba en toda la habitación. Sus cuerpos estaban empapados de sudor, pero la adrenalina corría por sus venas.
— ¿Has tenido un orgasmo? — le pregunto Draco sorprendido.
— Creo que sí.
Draco giró la cabeza y besó nuevamente la mejilla de Isabella.— ¿Te he lastimado?
— No, has sido bueno.— contesto Bella, viendo a Draco.
— ¿Quieres ir a ducharte?
Ella asintió. Recogió sus panties del suelo y comenzó a caminar de puntitas hacia el baño.
Draco la observó la sabana. Tenía una leve mancha de sangre... Se puso su bóxer y decidió cambiar la sábana.
Bella se asomo por el marco de la puerta.— ¿Vienes?
— En un segundo.— respondio Draco.
Después de cambiar las sábanas, Draco decidió unirse a Isabella.
Después ambos se acostaron, y por primera vez en toda su vida; se besaron toda la noche y disfrutaron de la compañía del otro.
Esa noche dos cuerpos se unieron, haciéndose uno mismo. Compartiendo el momento más íntimo de sus vidas.
Isabella Rosier, por fin era una Malfoy.
•~•~•~•
La varita de Lucius y Jack se iluminaron, anunciando la intimidad de sus herederos. Mandándose una carta para agendar una pequeña cena y hablar sobre eso.
•~•~•~•
La luz del día golpeó a ambos chicos en la cara, haciendo que se despertaran de inmediato. El dolor les atravesaba la cabeza.
— Bueno, pero aquí huele a tremendo sexo.— Bella abrió mucho los ojos al ver a su amiga Pansy Parkinson abriendo las cortinas de la habitación, y a su lado Blaise Zabini.
— ¿Qué hacen aquí? — preguntó Draco, con voz adormilada y ronca.
— Londres está muy aburrido.— dijo Pansy, y se dejó caer a la orilla de la cama.
Bella se tapó con las sábanas, ya que todavía estaba semidesnuda.
— Parkinson, no seas maleducada... ¿no ves que tuvieron una noche de sexo salvaje? — bromeó el moreno, riendo.
Draco le lanzó una almohada a la cara, haciendo que su amigo caiga al suelo.— ¡Salgan, ya! — exclamó.
— ¡Uy! — Pansy fingió estar espantada —. ¿Pero ese tonito, hurón? Deberías estar feliz, Bella te dio el honor de meterte entre sus calzones.
— ¡Pansy! — Bella se quejo.
— Está bien, está bien — la chica levantó ambos brazos —. Los dejaremos.
— Eh...— Blaise hablo —, y, bueno... es mejor que estén preparados.— se rascó la nuca.
— ¿Preparados?
— Nos vemos, adios.— Pansy empujó al moreno fuera de la habitación, y cerrando la puerta con fuerza.
—
¿Las dejaré con las dudas? Sí... ¿Cuándo actualizaré? Cuando mi mente vuelva a funcionar.
¿Las amo? Intensamente...
No se emocionen, adios.
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