♪I:"Vecinos"
1. Arrepentimientos
“Uno nunca esperará grandes cosas de ti, hijo. Te llenarán tu vida de mierda, ¿Comprendes?”— había dicho mi padre antes de cruzar el umbral de la puerta, despidiéndose de mí junto con una gran maleta y su billetera. Sin llevarse todo el dinero, aunque tampoco era mucho lo que dejó para mi madre, solo alcanzaría para algunos días más.
Lo recuerdo perfectamente bien. Tenía tan solo nueve años cuando mi papá dijo que tenía que hablar seriamente conmigo. Eran las cinco de la tarde y mamá todavía seguía en su trabajo en la oficina donde labora de secretaria. Ella llegaría hasta las seis de la tarde. Quizás por eso, él aprovechó para despedirse de mí diciéndome que nunca jamás podrá volver.
Que su vida no tiene otra vez sentido y debía conocerse así mismo alrededor del mundo, o algo así. Que estar ahí no se siente como en «casa». Sólo había presión, estrés y muchas discusiones con madre. Todo empeoraba con cada año y decidió que aquello podría ser la mejor decisión que tomase en su vida. Porque siempre que llegaba a casa, no se sentía como una verdadera familia, que a veces se sentía que solo lo querían ahí por el dinero que traía por su trabajo y que cargaba demasiada presión sobre los hombros, mantenerme a mí y a mamá le es estresante. Pero también confesó que él tampoco ponía de su parte para mejorar las cosas. Porque no podía, simplemente no le nacía hacerlo por más que lo pensaba.
Mi padre a diferencia de mi madre es un Beta, algunos años mayor que ella, no muchos. Es robusto, pero no muy grande ni alto. Cabello castaño oscuro como sus ojos. Trabajaba en la administración de un importante restaurante, pero justo el día anterior renunció, por lo cuál recibió su debida paga. Una parte la dejó en la mesa del comedor, y otra la tiene en su billetera.
“Los hombres no lloran. Guan Shan, no llores.”— me dijo con enfado, pero para mi suerte, en esa ocasión decidió perdonarme porque «todavía» no era un hombre. Sólo era un crío de apenas nueve años que intentaba no llorar ante la frustrante situación que en aquel entonces no comprendía del todo, y qué a pesar de intentarlo, no pude detener a mi padre de marcharse.
Otra de las frases que siempre marcaron mi consciencia de padre aquella tarde en qué se marchó para abandonarme y a mi madre, fue: “¿Sabes? A pesar de todo, no me arrepiento de ti, de tenerte. No hagas que me arrepiente de ti, hijo.”
Los conocidos de mis padres siempre decían del gran parecido físico que tengo con mi madre, solo que nací varón. Mismo color de ojos, igual de pelirrojo. Mi padre siempre tenía la esperanza de que fuese Beta, y no un Omega cómo madre. Me dijo que cada vez que me veía, últimamente sólo la veía a ella y eso le desanimaba debido a que su relación con mamá no ha sido buena en los últimos años.
Pero él se fue pares de años antes de que se descubriera mi segundo género, nunca supo si yo, su único hijo, al final resulté ser Beta u Omega.
Y probablemente jamás lo sepa. O siquiera le importe.
Esa tarde miré como padre se marchó cerrando la puerta detrás sí. Estuve en el mismo lugar con la mirada perdida, reflexionando e imaginando varios escenarios en qué padre al final regresaba en ese mismo instante o en unas horas y pedía perdón por lo sucedido. Que los extrañaba y necesitaba tanto en sus vidas. Que jamás volvería a cometer la "locura" de abandonarlos porque somos su familia.
No sucedió. Realmente fuí un iluso, un ingenuo.
Sabía que tenía muchos defectos, y quizás lo único rescatable pero no admirable para padre es mi gusto y talento para la cocina. Realmente me pregunté a corta edad si he sido un mal hijo para él. Porque a pesar de todo, siempre intenté dar lo mejor de mí en la escuela y no ser una decepción para ninguno de mis padres que siempre trabajaban duro para mantenerme y cubrir todos los gastos.
Por eso mi único labor era estudiar y estudiar, ayudar varias veces a mamá en algunas tareas del hogar, ya que casi no pasaba mucho tiempo en casa por eso mismo, por trabajar junto a papá. Al irse él, empezó a trabajar horas extras para ganar más.
Estuve mirando la puerta donde padre se fue hasta que mi madre llegó, una hora después. Las primeras cosas que preguntó fue: "¿Qué pasa hijo, estás bien?" Y, "¿Dónde está tu padre?" Sabiendo que debió haber llegado ya desde hace un buen rato porque el salía del trabajo antes que ella.
Mi mamá no llegó a comprender al principio el porque lloraba. Y porque murmuraba “soy un hombre, soy un hombre”. Porque ahí mismo me quebraba. Mis mejillas se llenaron de varias lágrimas y me empezó a doler la cabeza de tanto tiempo llorando. Mi vista nublada, me dolía el cuerpo y mis emociones estaban dispersas.
Desde ese momento luego de sufrir el abandono de un padre, había entendido que debía proteger y cuidar de mi madre, mi única familia. Porque ahora yo soy el único hombre de la "casa", de la familia que antes se conformaba por tres pero ahora somos dos.
Y que por eso, debía apaciguar mi llanto. Porque los hombres, no lloran.
Incluso si mucho después, resultaba ser Omega cómo tanto despreciaba padre. Seguía siendo hombre, eso no cambiará.
2. Omega.
Cuando los gastos de la casa comenzaron a aumentar algunos años después de la ida de padre; es que empecé a buscar trabajo para ayudar a mi mamá. Aún cuando no tenía la mayoría de edad, no había mucho problema en darle a un joven empleo si demostraba que seguía estudiando y por lo menos uno de sus tutores estaba de acuerdo en que trabajará. Además solo me aceptaban para que trabaje medio tiempo, sigo siendo estudiante y menor de edad por lo que no me daba tiempo completo.
Cuando cumplí trece años, ví a mi madre angustiada y casi en un mar de lágrimas viendo unos papeles. Al principio pensé que podían ser facturas o incluso deudas acumuladas. Pero poco después, mi madre le explicó que en realidad, se trataba de un acta de divorcio que su padre mandó a pedir hace varios días atrás, pero apenas ése día le estaba llegando.
Se veía tan afligida y no sabía porque. Aunque también sospeché que, quizás ella como yo aún conservabamos algo de esperanza de que padre en verdad regresará a Shanghái con ellos para volver a ser una familia de tres, a pesar de que ya habían pasado algunos años de su partida.
No fue así. Debíamos hacernos a la idea de que él jamás iba a regresar. Y si en un futuro lejano por algún motivo lo hacía, no sería precisamente por ellos.
El "Mo Guan Shan" de entre sus diez y quince años comenzó una lista de «los misterios misteriosos de mi vida» que es todo lo que me rodea.
El primero de ellos y de los más dolorosos, fue el porque mi padre nos abandonó. Porque a esa corta edad, seguía sin entender bien las palabras que le dijo aquella tarde de otoño. Si él realmente no quería tener una familia, ¿Por qué se comprometió con su madre?¿Por qué lo tuvieron a él? No lo comprendía todavía bien en aquel entonces y no me atrevía a preguntarle a mi mamá.
El segundo misterio es porque el vestido favorito de mi madre está roto. Recuerdo que la primera y única vez que lo llevó puesto fue cuándo tenía siete años, fuimos al picnic los tres. Ella dice que se rompió en una clase de accidente que nunca supo explicar bien. Fue de los pocos y buenos momentos que tuvo con su papá y mamá juntos y qué recuerda vivamente.
Pero yo no le creía del todo, e incluso hasta ahora sigo sospechando que fue papá quien lo rompió en alguna de sus peleas después del picnic de esa vez. No me atrevo a preguntarle a mamá, prefiero no afligir la más o hacerla llorar, pero no deja de ser un misterio para mí con posibilidad de respuestas distintas.
Y la última cosa pero no menos importante, es que a unos dos o tres kilómetros de la casa donde vivo, encima de una montaña no tan alta dentro del bosque, ese gran terreno está abandonado. Parece que es "propiedad privada", pero no hay nadie que entre y salga de ahí. Es como si fuera una sociedad aparte o un pequeño pueblo fantasma. De lejos se puede observar que hay casas ahí, pero nadie las habita. A la distancia uno puede apreciarla, pero no con detalle por los árboles entre otros detalles. Uno sabe que ese lugar parece antiguo pero bien conservado.
Hasta entonces, no hay vida en ese lugar entre los robles, hojas y las montañas.
A mis casi quince años; durante las vacaciones de verano que duran algunas semanas, antes de entrar a tercero de secundaria, había conseguido de trabajo en una frutería grande y cerca de casa a tiempo completo. Así no estaría aburrido durante estos días calurosos y además ganaría más dinero.
Frank Gordon es el nombre del dueño del lugar, por el nombre y apariencia sabes que es extranjero. Tiene treinta años y es el jefe de la frutería. Y es de esos que casi siempre están ahí en su zona de trabajo o ayudando a los demás. En especial a los nuevos como lo fue él en ese entonces.
Según sabe, heredó el lugar por su padre quién fue el antiguo dueño. El trabajo no es realmente difícil y logré acostumbrarme rápidamente, además que adquiero experiencia. Me llevo relativamente bien con mis compañeros de trabajo que tampoco son muchos, incluso me atrevo a decir que soy "más sociable" ahí que en la propia escuela.
Un chico de todavía catorce años, "común y corriente" como yo, no llama la atención más que por su rojizo cabello que destaca entre la multitud, pero no es la gran cosa.
Un poco tarde pero seguro, a esa edad de catorce años me hice el examen para saber mi casta, resultando ser un Omega, tal como mi padre tanto temía y juraba que no podía ser. Sin embargo, me dijeron que soy un Omega recesivo. Por lo tanto, será muy difícil que se manifieste pronto mi celo, o que consiga pareja Alpha.
También se me explicó que, al ser recesivo puedo pasar de desapercibido fácilmente y no resaltar como Omega, sino como un Beta común y sencillo con rasgos sutiles. Que mi aroma difícilmente será detectable o atractivo, será tan bajo y sútil que nadie sabrá realmente que no soy un Beta, a menos que se trate de algún Alpha en concreto, un dominante, cosa imposible que se cruce en su camino. Después de todo la ciudad es enorme, la parte en donde vivo es alejada del centro donde hay más gente y las posibilidades de que pase son realmente escasas.
Lo que entendí en otras palabras, es que no debo preocuparme por sufrir temporadas de celo como un Omega "normal", y que tampoco debo alarmarme por si algún Alpha busque atacarme para encajar sus dientes en mi cuello.
A pesar de que mi madre apreciará que yo ayudará con los gastos, también me recalcaba que nunca debo dejar de lado los estudios por el trabajo. Qué yo debo aspirar a más. Que debo esforzarme más que los demás para conseguir mis metas. Que nunca se deje intimidar por nadie y que sea lo que le esté pasando, debo decírselo de inmediato. No quiere que me guarde nada, ni mis problemas ni mis emociones.
Entonces me pregunté si aquello de esforzarme más que el resto me lo decía por no ser tan bueno en los estudios ni ser estable económicamente, o por ser un Omega.
3. Vecino
Nunca tuve alguna dificultad en mi trabajo como tal, siempre fue tranquilo y estable. El jefe era muy flexible con los horarios, trabajaba cuatro horas cuando las clases iniciaban, y nueve cuando estaba de vacaciones, mas un descanso incluído de cuarenta minutos. El sueldo era bastante bueno, en especial cuando trabajaba a tiempo completo durante las ya mencionadas vacaciones. Mi jefe Frank confiaba mucho en mí —quizá por ser un viejo conocido de mi madre—, es más flexible de lo que fue mi padre y generoso hasta cierto punto. A veces sentía que me trataba un como un hijo, o quizás solo estaba exagerando.
Soy el empleado más joven de todos en realidad. Ya de por sí el jefe tiene treinta años, los demás empleados tiene más de veinte años y hay uno que otro de la tercera edad que se encarga más de las cuentas y llamar la atención de los demás.
Recuerdo que un viernes en particular, mi salida fue tan temprano por asuntos ajenos a mi por lo que llegué a casa al medio día.
Antes de entrar en la casa, caminé un par de metros más hasta estar cerca del sendero que guía a la propiedad privada abandonada en las montañas, cruzando el bosque.
La cosa se puso inusual hace pocos meses. Cuando desde mi habitación en la segunda planta, a través de la ventana, ví varias camionetas negras y blancas dirigirse allá. Y dos enormes camiones de mudanza que manejaban con cuidado hasta la montaña.
A pesar de parecerme extraño, descarté cualquier misterio al imaginar que podría tratarse tan sólo de una simple mudanza. Y que aquella propiedad en las montañas dejará de estar abandonada.
"Tal vez ahora sí, tengamos vecinos." Pensé lleno de curiosidad.
No pude contenerme a emocionar me un poco. No pude no acercarme para espiar más de cerca. No hacía nada malo si solo paseaba por los alrededores, ellos no son dueño del bosque ni de las montañas alrededor, ¿Verdad? Tampoco es como si tuviese la intención de robarles o algo. Solo era un adolescente.
Si me descubren escondido en los arbustos, pondré la excusa de que solo buscaba el camino correcto hacia la entrada para darle la bienvenida como el buen vecino que es. Aunque no haya traído algún presente. Y aunque esté mintiendo por primera vez, él está confiado de que todo marchara bien. Además, ¿Qué le pueden hacer a un chico de catorce años inocente?
Oh, cierto. Que ese día cumplí ya los quince años.
4. Tú
No cabe duda que no fue como lo imaginé. Esta claro que las cosas nunca salen como uno las plantea. Porque aún oculto lo más cerca que pude infiltrarme sin ser según yo visto, no alcanzaba a ver lo suficiente por los grandes camiones de mudanza y las camionetas desde su ángulo que estorbaban mi rango de vista, además que había una enorme reja que rodeaba las casas de adentro, y algunos guardias hablando afuera lo cuál me hacía no querer acercarme demasiado por temor a que me llamen la atención.
Escuché entonces un crujido de alguna rama cerca de mí, aunque pudo ser algún pequeño animal eso realmente me espantó.
Me volteé a ver a varias direcciones detrás mío, distanciando se un poco de su posición original pero manteniéndome siempre oculto en los arbustos y lejos de los guardias, de aquellas grandes rejas.
No había nada. O eso creí al principio.
—¡Oye tú! — escuché la voz de un chico llamándome la atención.¿O un niño? No lo sabía, pero me asustó lo suficiente.
En ese mismo instante quise rodar colina abajo hasta llegar a su casa y jamás salir de ahí. Porque supe que podría estar en graves problemas por ir a espiar propiedad privada y esconderse. ¿Y si me confunden con un ladrón?
Soy muy joven para tener antecedentes penales.
Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
Palabras: 2,647
Fecha de publicación: martes 22 febrero 2022
Escritor: JaquiiAleWorld
Fandom: 19 Days
Au: Omegaverse
Nota del escritor:
Primer capítulo actualizado! Todavía no terminó la historia en borradores, espero lograrlo pero como tengo otras historias pendientes y la UNI se me hará difícil.
Cómo ya notaron, será narrado en primera persona, lo cuál se me hace medio difícil porque no estoy muy acostumbrado a la narración. He escrito muy pocas historias con este tipo de narrador y han pasado años desde la última vez que escribí así por lo que puede que de vez en cuando se me escape alguna oración o palabra que esté escrito como en tercera persona, trato de corregir esos errores.
En fin, hasta la próxima actualización!
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