Jeno llegó a su casa hecho un mar de lágrimas. Su abuela había fallecido.

El menor era muy cercano a ella, prácticamente era su segunda madre.

Y claramente estaba triste, su nana no estaba más.

El joven peli-rubio vivía solo, pero la noche anterior invitó a su pequeño novio a dormir con él. Y se fue por la mañana, dejando su casa a cargo de su pequeño Renjun.

El mayor se encontraba en la cocina preparando el almuerzo, cuando escuchó la puerta de entrada abrirse, seguido de unos sollozos.

Se acercó preocupado.

Y al ver a su novio en ese estado lo abrazó.

El menor agarró fuertemente la cintura del mayor, escondiendo su cara en el cuello de este, aspirando su aroma.

El perfume de Renjun era un tranquilizante para Jeno. Era dulce, con olor a fresas, sumamente exquisito para el menor, quien le encantaba.

Cada vez que este lloraba o se enojaba, el mayor lo tomaba en sus brazos y le hacía aspirar su aroma para tranquilizarlo.

Era impresionante.

—R-ren— Jeno se tranquilizó un poco, pero aún seguía hipando.

—Shhh tranquilo, cielo— Lo calló el mayor.

—Ren, por favor, nunca me dejes— hipó—. Por favor, no lo hagas, como lo hacen los demás.

Renjun puso los ojos en blanco.

Y ahí supo uno de los mayores miedos de Jeno.

Quedarse solo.

—Nunca, Jeno.

—Eres muy importante para mí— hipó otra vez.

—Lo sé, Jeno, para mi también lo eres— y le dió un besito en la frente a su bebé.

Algo que Renjun odiaba era ver a Jeno llorar, le partía el corazón.

—Te amo— susurró el menor.

—También te amo, Jeno, no sabes cuánto te amo— el chino alzó su hombro, para luego tomar la cara de Jeno entre sus pequeñas manos.

El joven coreano no aguantó más y juntó sus labios con los de Renjun, y este, envolvió sus brazos por detrás del cuello del menor.

Jeno amaba mucho a Renjun.

Y Renjun amaba mucho a Jeno.

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Hola bebés, ¿Cómo están?

Espero que les haya gustado~

Los y las amo.

¡Nos vemos en una próxima historia!

—Seel ♡