Capítulo VIII: Salvaciones

—Señora —escucho como tocan la puerta.

—Puedes pasar.

—Perdón por molestarla tan temprano, los señores no están y ha llegado un paquete.

—¿Un paquete? —pregunto confundida.

—No tiene destinatario ni nada escrito. Algunos piensan que puede ser una bomba y quieren sus instrucciones antes de actuar.

—Bajare enseguida, no lo toquen y manténganse a una distancia de seguridad.

—Si señora.

Una vez en la entrada observo de lejos el supuesto paquete. Una caja, ciertamente misteriosa y sin lugar a duda con muchas probabilidades de bomba.

—Buenos días, señora —me saludan todos.

—No muy buenos por lo que veo —me limito a acercarme a la caja— Es algo raro, nunca nos habían enviado algo así.

—¿Desea que le traiga una navaja? —me pregunta Andy, uno de mis muchachos de confianza, es de los pocos que monitorea la casa y que tiene permiso de entrar.

—Si, veamos que tiene —digo cuando me la pasa.

Una vez abierta pude presenciar un cofre, uno muy pequeño. Sin parar a pensar las posibles consecuencias, lo saqué de la caja y lo coloqué en el suelo. Todos observaban con curiosidad y yo solo podía pensar en que era mucha coincidencia.

Al final decidí no dudar más y abrir el cofre. Dentro de él había un mapa bastante antiguo y el anillo... El anillo de mi tatarabuelo, el cual mi padre le dio a mi hermano mayor. ¿Por qué esta esté anillo aquí? ¿Por qué alguien me lo enviaría? ¿Hacerme daño? ¿Corromperme?

—Estupideces, quemen lo demás —dije llevándome el mapa y el anillo, ya que, aunque había más cosas, no eran tan importantes como estas dos.

Como desearía que mi hermano estuviera aquí, probablemente todo sería más fácil. Tal vez si él hubiera heredado el poder Gastrell yo no me hubiera convertido en una asesina despiadada, una mujer egoísta y una líder ambiciosa.

Al final no podía ni siquiera reconocerme a mí misma. Mi padre no me había criado para ser un monstruo. Cada día quería más y más poder, cada día luchaba por lo que por derecho me pertenecía a mí, la única descendiente de Lucio Gastrell.

—Ya estoy aquí —grita nervioso a la vez que se abre paso a mi oficina.

—Te estaba esperando —le dije.

—Lamento la tardanza, señora —responde Liam haciendo una reverencia. Veo sudor bajar por su rostro y los fuertes golpes de hace un rato me dejan claro que vino corriendo en cuanto llegó a la casa y le informaron de lo sucedido.

—No te preocupes, solo estaba recordando cosas del pasado —murmuré— Cosas que no me ayudaran en nada y que debo olvidar si quiero volverme más fuerte —agregué.

—Señora... —susurra, aun cuando pude escucharlo.

—Bien, cuéntame cómo fue tu viaje, supe que te fuiste muy temprano. ¿Qué tienes para informar? —pregunté tratando de cambiar el susodicho tema del que podía hablar horas y horas sin agotarme, pero si deprimirme.

—El señor Moretti desea reunirse con usted —suelta de repente y cualquier otro pensamiento interviniendo en mi cabeza desaparece. Siento mi cuerpo tensarse y antes de responderle me levanto de mi asiento.

—¿Qué fue lo que dijiste? —pregunto retóricamente.

—El señor... —intenta volver a repetir, pero lo interrumpo.

—Ya te escuché —anuncio— Es solo que, me tomaste por sorpresa —digo tratando de relajar mi rostro y mi cuerpo.

—Aún no he terminado —prosigue— Su futuro esposo desea reunirse con usted el día de la boda. El desea que sea una sorpresa para usted.

—Ahora sí que no —digo y caigo de espaldas en mi asiento.

—El no desea que usted le conozca antes de ese día.

—¿Te dio una fecha? —pregunto.

—Dice que habló con el jefe y acordaron una fecha especial para usted.

—Una fecha especial... ¿Podría ser? —susurro lo último.

—Si, es el día en que su hermano desapareció, el primero de agosto —dice y no puedo evitar soltar una lagrima, la limpio rápido y le hago señas a Liam para que salga de la oficina.

—Maldición —grito para mí misma.

Sin pensármelo empiezo a beber sin control. El alcohol, el único capaz de hacerme olvidar los malos momentos, de hacerme perder la cabeza y no pensar en mis problemas, mi veneno favorito.

...

—Señora —escucho una voz llamándome.

—No de nuevo —murmuro con la cabeza en la almohada recordando lo que pasó ayer cuando me despertaron.

—En un rato tiene una reunión con las familias, debe despertarse —Esta vez la voz de Liam se hace más fuerte y no puedo evitar levantarme sin ganas.

—Ya estoy despierta —digo lo suficientemente fuerte para que pueda escucharme detrás de la puerta.

—Hasta que por fin sales —habla Jackson cuando salgo de mi recamara— Tengo mucho esperándote.

—¿Para qué me esperabas? —le pregunto.

—Surgió algo —dice rascando su nuca— Tu mano derecha tuvo que irse a resolverlo, así que para que no llegues tarde a tu reunión, yo te acompañare.

—No tienes que hacerlo, puedo decirle a alguien más —sugerí sabiendo que si las familias ven a Jackson algo malo podría ocurrir.

—No me importa acompañarte, me vendría bien un poco de aire fresco del puerto —dice haciendo una pose ridícula.

—¿Seguro? —insisto y el solo asiente.

—No tienes que preocuparte tanto por mí, soy fuerte, ¿sabes? Puedo defenderme si alguno de tus amigos decide meterse conmigo.

—No son mis amigos —corrijo.

—Lo sé, pero ellos creen que si —dice burlándose mientras avanza hacia las escaleras —Anda, vámonos —me hace señas para que le siga y así lo hago.

Ya en el auto, el silencio inunda el espacio, convirtiéndose en horas de incomodidad, las cuales Jackson no desperdicia, ya que va jugando con su teléfono.

—¿En serio estás jugando? —le digo inclinándome hacia delante.

—Obvio, es muy aburrido ir en auto —dice mirándome, pero enseguida vuelve a centrarse en su teléfono.

—Eres increíble, ni siquiera pareces mafioso —debato.

—Es porque no lo soy. Solo soy un fiel seguidor de mi querida prima —se burla.

—Estás loco. Si fueras un fiel seguidor harías las cosas con más entusiasmo —respondo refiriéndome a los entrenamientos y el capta la indirecta ya que me mira de reojo y hace una mueca de la cual no puedo evitar reír, pero me dispongo a ponerme seria, ya que el conductor podría decir algo a los demás.

Siempre he querido mantener una imagen pulcra y digna frente a mis muchachos, pero supongo que siendo una chica en plena juventud se vuelve imposible para mí no dejar salir algunos comportamientos vergonzosos.

—Por cierto —habla Jackson sacándome de mis pensamientos— ¿Ya hay fecha para la boda? —pregunta y no puedo evitar fulminarlo con la mirada, la hago señas de que no hable de esas cosas con el chofer al lado, ya que, aunque la fecha se aproxima con cada segundo, que pasa, no quiero que mis muchachos se enteren sin antes decírselos yo.

—Podemos hablar de eso después —solicito y me cruzo de brazos.

—Si lo dices por Manny, no te preocupes —dice refiriéndose al chofer— Es de confianza, así que podemos hablar de eso sin problema —insiste.

—Bien, ¿Qué es lo que quieres hablar? —me rindo.

—Escuche del aguafiestas que ya hay una fecha, pero no quiso decírmela. Aunque si pude escuchar que será un día especial para ti, algo así de cubrir malos recuerdos.

—No escuchaste mal, será el primero de agosto, el día en que mi hermano desapareció. Supongo que el viejo se volvió loco.

—Parece que no le importa que lo odies —dice y suspira— Pero no te preocupes mucho, el día es lo de menos, la gran emoción de ese día será verte vestida de blanco, caminar hacia el altar y compartir con tu esposo.

—Eso es justo lo que no quiero —señalo.

—Aun no entiendo porque quieres desaparecerla —cuestiona pensativo y yo solo puedo debatir en mi mente quien le dijo que quiero desaparecer la sangre Gastrell. Lamentablemente no era ni el momento ni el lugar para hablar sobre ello, así que simplemente lo deje pasar.

—Ya hemos llegado —anuncia el chofer y yo solo puedo imaginar el horrible olor a agua salada.

—Su alteza —dice juguetón mientras abre mi puerta y me ayuda a salir— Sujétate de mí —insiste y le hago caso, ya que mis mareos suelen ser fuertes.

—Saludos señora —habla uno de los guardias encargados del puerto— Por aquí.

—Supongo que debemos seguirlo —bromea Jackson.

—No es momento de bromas, aquí debes poner tu mejor cara y demostrarles que no eres nada de lo que dicen —le recuerdo.

—Tiene razón, mi señora —dice y me sujeta con fuerza.

Con cada paso que nos acercamos al mar mi estomago da vueltas y mi cabeza no para de palpitar. Solo espero que en el caso de que suceda algo, Jackson pueda manejarlo. Salir sin Liam no era para tanto, pero nos reuniríamos con los jefes de varias familias que odiaban a Jackson, temía por su vida, ya que, si bien podría detenerlos, no podía asegurar su vida.

—Permítanme un momento —insiste el guardia cuando antes de llegar se escucha un fuerte grito.

Luego de un largo rato de puros gritos, mientras intentaba controlar mi mareo con medicina, Jackson se desesperó y me haló hacia la puerta con intenciones de entrar y ver que estaba pasando. Siendo sincera yo también lo hubiera hecho, pero encontrándome en mi condición, era imposible.

—¿Qué coño está ocurriendo aquí? —gritó adentrándose a la habitación y no me sorprendió aquel espectáculo.

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