Capítulo V: Débil
A la mañana siguiente no pude evitar despertar consternada por lo que había presenciado. No era ningún secreto que Liam tenía sentimientos por mí, pero la mayoría solo eran especulaciones de todos en la mansión, para mí, el que mi mano derecha me admirara me parecía simplemente lo correcto, hasta anoche.
Sin haber despertado correctamente me preparé para entrenar a eso de las cinco de la mañana. Mis hombres estaban flojos porque yo estaba demasiado ocupada para supervisar los entrenamientos y Jackson que se suponía debía encargarse de eso, estuvo un largo tiempo ausente, por lo que hoy pondría a mis muchachos a sudar como cerdos.
—¡Vamos, despierten! —grité mientras abría las puertas de las recamaras de mis hombres. Un largo pasillo con más de cien puertas tardaría horas en abrirlas todas, así que me dedique a buscar un megáfono que solo era usado para anuncios.
—Cinco minutos más, jefa —escuché decir a alguien mientras se rascaba los ojos somnolientos, así que le di una fuerte palmada en la espalda, de la cual se quejó y cayó al suelo.
—Ni cinco ni uno, arriba, vamos —insistí una última vez antes de irme— Los últimos en llegar al campo tendrán que dar cincuenta vueltas más —dije antes de salir. Detrás de mí ya se encontraban más de la mitad, uniformados y formados en una fila— ¡Andando! Formen siete filas de veinte —dije cuando ya estaban todos fuera.
—Si, señora —gritaron al unísono y no pude evitar mirarlos orgullosa. Tarde mucho en hacer que mi equipo me tomara confianza, después de todo una niña cualquiera no podría liderar a un ejército completo de mafiosos. Tuve que trabajar realmente duro para que me siguieran con la frente en alto.
—Buenos días —me interrumpió una voz muy molesta— ¿Llego tarde? —preguntó y lanzo una de sus ridículas sonrisas, las cuales cautivaban únicamente a las de servicio.
—No, no llegas tarde —le contesto sin parar de estirarme.
—Que bien, no quería perderme el calentamiento —dijo y empezó a calentar, no sin antes deshacerse de su camisa y dejar al aire sus pectorales y bien formado abdomen. A lo lejos veía como todas las chicas reían y murmuraban entre ellas— Que calor hace, ¿no? —mencionó sarcástico, como si fuera la excusa perfecta para quedarse medio desnudo en medio del entrenamiento.
—Jackson, últimamente estás muy relajado —sermonee.
Mi querido primo Jackson, el segundo hijo de Brucce Stalin. Es curioso para muchos que Jackson permanezca a mi lado, aun cuando su padre es mi enemigo mortal. Esto se debe a que no es el hijo de la esposa oficial de mi tío, sino de una amante, lo cual hizo que sufriera mucho maltrato y desprecio por parte de la mayoría en su hogar. Las únicas personas que alguna vez lo trataron con cariño, fuimos mi padre, mi hermano y yo. Podría incluir a Liam y a Mildred, ya que también estuvieron presentes en esos años que Jackson permaneció en mi hogar por un tiempo.
—¿Relajado? Pero si el otro día eras tu quien estaba borrach... —rápidamente cubrí su boca antes de que pudiera terminar de hablar. Si bien tenía confianza con mis muchachos, no era para que supieran que estaba tomando cuando a ellos solo se los permito de vez en cuando.
—Que idioteces estás hablando, vamos a entrenar —dije cuando quité mi mano y lo fulminé con la mirada.
—Estás perdiendo tu forma —me susurró poniendo una cara graciosa, pero me encontraba dispuesta a ignorar cualquier estupidez que saliera de su boca.
—¿Eso crees? —contesté distraída. Sabía que Jackson bromeaba, pero no mentía. Mi resistencia cada día era menor. Las horas que dormía continuaban alargándose y si no quería cerrar los ojos y no despertar nunca más, tendría que esforzarme y entrenar como los viejos tiempos.
Y eso hice, durante dos semanas decidí levantarme a las cinco de la mañana para así entrenar por exactamente cuatro horas seguidas, sin un minuto de descanso. Además, el papeleo, los intercambios y las ventas, mantenían mi cabeza ocupada. Sabía que no podía posponer más el encuentro con mi supuesto prometido, pero la idea de tener a alguien por encima me carcomía el cuerpo.
Aunque yo fuera una mujer fuerte; en el bajo mundo, el mundo de la mafia, los hombres gobernaban absolutamente todo. Yo solo había llegado como un caso especial, sin darle oportunidad a nadie de quejarse u oponerse a mí. Mi abuelo cuidó mi puesto por un tiempo hasta que por fin pude coronarme como la señora de la familia Gastrell.
El ridículo apodo de ''Reina de la mafia'' ya lo tenía desde que nací, pero inmediatamente mi padre murió y nadie supo que había sucedido conmigo, fui olvidada y nadie volvió a clamar mi nombre.
Triste dirían muchos, pero no le doy importancia a trivialidades como esas que en su momento solo hacían que mi vida estuviera en peligro. Cada segundo era de total miedo. Balaceras en todas partes, secuestros, sangre y gritos... Muchos gritos que aun escucho con fuerza.
Flashback
—¿Mi padre está aquí? —pregunté al aparecerme repentinamente frente a la puerta del sótano.
—Señorita, no debería estar aquí —contestó nervioso uno de los guardias de mi padre. Movía sus manos de una forma graciosa, hasta que comprendí lo que estaba haciendo— Llamaré a su nana, por favor espere un momento, no se mueva de aquí —dijo y se volteó a hacer una llamada, decidí ingresar a aquella habitación a pesar de las advertencias, pero desearía no haberlo hecho.
Varios hombres siendo descuartizados vivos, gritos de agonía, sangre en todas partes y lo peor, mi padre riendo felizmente mientras esto sucedía frente a sus ojos. No dije nada en el momento porque no tuviera algo que decir, sino que había quedado paralizada, sin poder mover ni siquiera un cabello de mí. Pasaron varios minutos hasta que mi padre se dio cuenta de que yo estaba allí observando como torturaba y asesinaba a esas personas.
—Princesa, ¿Qué estás haciendo aquí? —gritó enojado mi padre y se levantó rápidamente de su asiento. Su mirada había cambiado de una lujuria por el dolor, a una de dolor para sí mismo.
Su única hija, su princesa y más grande tesoro, había presenciado el horrible lado que su padre conservaba para sí mismo. Aquella faceta de la que estaba prohibido hablar en su hogar. La única cosa que ocultaba de su bebé.
El miedo y el horror en mi rostro en ese momento nunca abandonaría la memoria de mi padre y tampoco la mía.
Fin del flashback
—Ya han pasado varias semanas y aún no he sabido nada del viejo, ¿crees que me está evitando? —comenté con Liam.
—Es muy probable, mi señora. Aun así, debería plantearse aceptar la propuesta del jefe —sugirió— Si no cambia su pensar, la sangre de la familia Gastrell corre el peligro de desaparecer y eso no puede suceder —agregó murmurando lo último.
—Se puede saber, ¿Por qué estas tan empeñado en que mi familia no desaparezca? —pregunte sin titubear, era hora de saber porque Liam cuidaba tanto a mi familia.
—Mi señora, mi familia ha protegido a los Gastrell desde sus inicios. Fui entrenado únicamente para su protección y cuidado. Si mi familia se entera que no he ayudado en la reproducción de nuestros amos, se revolcarían en sus tumbas —dijo y quedé bastante sorprendida. Si bien sabía que Liam había sido traído a mi hogar para cuidarme, no creí que fuera tan devoto.
—Está bien, podemos hablar de eso después —suspiré agotada— ¿Qué más tienes para mi hoy?
—Anoche hubo un incidente entre dos familias —informó Liam— Los señores Walsh y Gutiérrez tuvieron una pelea. Se sospecha que se mantienen neutros, pero conociendo a los Walsh, no tardaran en armar otro revuelo. Considero que usted debería hacer lo mismo.
—Si, no me meteré en peleas externas. Suficiente tengo con mis propios asuntos.
—Además hay algo que debo comentarle —dijo dudando.
—¿Qué pasa? Habla sin rodeos —contesté sin ponerle atención.
—Hace unos meses que no nos llega el informe de Western —soltó y no pude evitar mirarlo enojada.
—¿Meses? —cuestioné.
Western era una de las empresas que usaba como tapadera, el lavado de dinero era mucho más sencillo si se hacía en grandes inversiones, ya que nadie dudaba de un empresario, pero lamentablemente yo no podía hacerme cargo como tal, era muy joven y no daba abasto con todas las cosas que debía hacer como líder de la familia Gastrell.
—Si, aproximadamente cuatro.
—¿Por qué no se me informó de esto antes? —Últimamente Liam me ocultaba muchas cosas y empezaba a dudar de sus verdaderas intenciones— Sabes qué. No me respondas. Me encargare yo misma —anuncié y no volvió a mencionar nada sobre ese tema.
—Si señora.
Tendría que visitar a una persona con la cual no deseaba encontrarme, pero si quería evitarme más problemas en el futuro, debía deshacerme de él ahora o nunca.
—Llama a Dylan y dile que me traiga toda la información que tiene guardada de Ryan. Puede que mañana sucedan cosas, así que prepara una habitación, tendremos un invitado no deseado —sonreí.
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