Ayudarla
La chica ante mi era una niña de cabello azul, tenia aún su arrogante sonrisa, y sus ojos que debian de ser mas filosos que una katana. Su ropa, era la misma de aquella vez.
-¿qué pasa Zoro?- un vacio se coloco en mi pecho por su voz- ¿te han cortado la lengua?
-tú... - mi voz era un simple susurro, y esa fue la unica palabra que pude articular. Mis pies parecian fijos al suelo, y mis cuerpo parecia completamente congelado.
-si, yo- dio un paso hacia a mi, sentí mi cuerpo temblar ¿acaso sentia miedo de ella?... si, eso era. Sentía miedo de enfrentarme a ella despues de tantos años- ¿ya has cumplido nuestra promesa?
Esta a solo un paso de mi, esta vez yo era más alto que ella, pero aún asi, me sentia pequeño. Estiró su mano hacia la katana... la katana que fue suya, y que yo he cuidado. Un reflejo apareció en mi y por instinto, o quizás por costumbre, tomé la katana antes que ella. Sus dedos se detuvieron a centimetros del mango. Alzó la vista y sus ojos me miraban fijamente, se veian distintos ¿o será todo el tiempo que ha pasado?
-es mia ¿no?- habló con voz de niña- ¿por qué no me dejas tomarla?
-no eres tú... - tragué saliva al oir mi voz temblorosa y asustada ¿qué me estaba pasando? He derrotado a muchos enemigos, me he mantenido siempre firme hasta el final, pero basta que ella este frente a mi para hacerme temblar como un niño.
-claro que soy yo- bajó su mano y retrocedió unos pasos. Me sonrió y abrió sus brazos- soy Kuina, la hija del dueño del dojo, quien te derrotó muchas veces. Soy Kuina.
-es imposible- mi voz ya no temblaba, pero si seguia muy insegura- tú... falleciste... aquella noche, caiste por las escaleras...
-por favor Zoro- rió suavemente- ¿es qué no vez donde estamos?- movió las manos señalando todo a su alrededor- ¡esto es el Grand Line! Todo es posible aqui, incluyendome.
-me insinuas ¿que eres un espiritu?- la miré ya más desconfiado.
-yo no he dicho eso, tú lo has dicho- bajó las manos y me sonrio- dame mi katana Zoro, devuelveme lo que me pertenece- su mano estirada hacia mi me ponía nervioso, pero solo apreté más fuerte el mango de la katana y bajé la vista.
-tú no eres ella, no puedes ser ella- sentí que hablaba más para mi que para la chica que estaba frente a mi.
-entonces dime...- no me atrevia a despegar mi vista del suelo- si no soy quien digo ¿quién crees que soy?
-no lo sé- intentaba levantar mi vista del suelo, pero la incertidumbre me lo impedia- pero seas quien seas...- tomé valor y la observé- no te pienso entregar la espa...- recién en ese momento me fijé en un vulto arrodillado atrás de ella.
- ¿Qué pasa Zoro?- me sonreia de forma divertida.
-¿Quién eres en realidad?- apunte a lo que sea que estuviera en frente de mi con la katana- y ¿Qué le has hecho a Nami?
Ella estaba arrodillada atrás de "Kuina", parecia ilesa, y su respiración estaba tranquila. Sus manos reposaban sobre sus piernas, y su rostro quedaba oculto por su cabello. Parecia... ¿dormida?
-oh ¿te importa?- la chica agarró el cabello de Nami haciandola levantar la cabeza de forma brusca. Sus ojos estaban abiertos, pero parecian sin vida, sin brillo...
- sueltala - hablé acercándome lentamente a ella.
- no, no- sonreia perversamente y negó con su dedo - si das un paso más, esto podría terminar mal- su mano se habia convertido en un cuchillo, el cual apretaba contra el cuello de Nami.
- ¿Qué quieres?- hablé quedandome quieto y apretando los dientes - si es mi katana, no tienes por qué entrometerla a ella.
-¿te preocupas por ella?- soltó su cabeza y la empujo, provocando que el cuerpo de Nami cayera. Parecia sin vida- no me hagas reir.
-¿qué rayos le hiciste a Nami?
-¿yo? No te equivoques joven espadachin- su mano estaba nuevamente normal- fuiste tú quien le hizo esto- cada vez que hablaba un escalofrío me recorría- yo solo le di a Nami una ayuda.
-¿una ayuda para qué?- ella se alejó un poco, permitiendome acercarme a Nami. Me arrodille junto a ella y le tomé el pulso. Aún esta viva.
- ayuda para romper aquello que la rompió a ella- se pasó la mano por el cabello, y pude distinguir un brazalete. Mire la mano de Nami y ya no estaba el de ella.
-eso no te pertenece- "Kuina" me miró raro- el brazalete, es importante para Nami, devuelvelo.
-lo siento, pero lo necesito para después- lo tocó con cuidado- Nami, ya es hora de que despiertes- chasqueo sus dedos.
Nami se movió un poco entre mis brazos, un alivio me recorrió. Se puso de pie y me miró, sus ojos, seguian igual de frios.
-Nami...- iba a ponerme de pie cuando me golpeó con su clima tack - ¿pero qué...?
Esquive el siguiente golpe a tiempo, me puse de pie y retrocedi unos pasos. Nami me observaba sin ninguna emoción y lista para volver a atacarme.
- ¿Sabes Zoro?- la chica se acercó a Nami sin dejar de sonreir- las mujeres aman de una forma intensa e infinita, es casi imposible de comprender- mientras hablaba miraba distraidamente el brazalete- cuando alguien ama, y su corazon es roto de una forma tan fuerte, libera un aroma que es...- observó al cielo y luego a mi- maravilloso.
Nami corrió hacia mi para volver a golpearme, simplemente lo esquive. No puedo atacarla, la lastimaria.
-Rompiste tan fuerte su corazón, que ella solo queria sacar ese sentimiento de su interior- "Kuina" seguia hablando divertida- yo solo la ayudo a cumplir su deseo.
-¿¡de qué mierda estas hablando!?- le grité sin dejar de esquivar los ataques de Nami.
-pobre y estupido espadachin- negaba con la cabeza- ¿es qué aun no te has dado cuenta?
-¿darme cuenta de qué?
-de lo perdidamente enamorada que estaba esta chica de ti- miré a Nami atonito, pero lo único que encontré, eran esos frios ojos.
-¿qué?...
-pero eso ya no importa- sonrió- Nami, solo matalo, matalo y dame su preciada katana.
Yo solo podia ver a Nami.
Pero no vi el rayo que lanzó sobre mi.
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