Capítulo 30
Abro mis ojos con lentitud. La luz me deja ciega por unos segundos y poco a poco me adapto a ella. Me siento en mi cama y bostezo. Anoche fue una noche muy intensa. Perdí a Nicolas y todavía no sé nada de él, conocí a una chica estupenda y terminé hasta arriba de marihuana con un grupo de desconocidos probablemente mucho más mayores que yo.
Alucinante.
—Me siento orgullosa de haberte tirado el vaso por encima, sino no te hubiera conocido— me dice Layla dando una calada a su cigarro.
Decidió acompañarme hasta la parada de taxis más cercana, pues Nicolas fue quien me trajo hasta Sazón y aún no hay rastro de él. Tendré una seria charla con él después de esta.
—Yo también— le aseguro y ella sonríe.
—Cuídate mucho, ¿sí?— me pide metiendo las manos en los bolsillos de su enorme chaqueta.
Creo que nunca me he sentido afectada por despedirme de alguien. Normalmente porque no me suelen importar. Pero esta chica se ha calado en mis huesos de una manera un tanto extraña. Hablar con ella es como hablar con alguien que conozco de toda la vida y eso que es la primera vez que la veo, a pesar de que mi yo interior me dice que ya la había visto en otro lugar. Quizás en otra vida.
—Claro, tú también. Me lo pasé muy bien— digo en un intento de no sonar cursi.
Ella me sonríe y extiende sus brazos para que la abrace. No dudo en hacerlo y permito que sus huesudos brazos me rodeen. Apesta a alcohol y tabaco, pero no me importa. Necesito esto.
—Da miedo la extraña conexión que hemos tenido— me atrevo a decir haciendo que ella se ría— Me gustan las casualidades.
—Créeme que esto no lo fue— murmura aunque logro escucharlo. Igualmente, no digo nada— Prométeme que seguirás comiéndote el mundo aunque yo no esté a tu lado para hacerlo.
Asiento y le sonrío. Durante toda la noche hemos podido hablar de diferentes temas y ha sido capaz de conocer un poco de mi más que cualquier otra persona de mí alrededor. Siento que me entiende. Que su rebeldía es tan similar a la mía.
— Y si quieres a ese chico, ve a por él. Creo que ha hecho suficiente por ti— me asegura asintiendo.
Finalmente terminé contándole mi historia con Caleb y ella ha llegado a esa conclusión sin ni siquiera decírselo.
—Supongo que sí— suspiro y a lo lejos veo un taxi aproximarse.
Levanto mi mano para que se frene y este se para a mi lado. Vuelvo a mirar a la chica y ella me mira con nostalgia.
—Fue un placer— digo guiñandole el ojo abriendo la puerta del taxi.
Ella se ríe
—Vuelve a tu mundo de pijos, Alanna— me dice justo antes de que cierre la puerta.
No creo haberle contando nada sobre mí familia, pero no digo nada. Cierro la puerta y a través del cristal me despido. Ella hace lo mismo y sonríe mientras me alejo de donde está. Al perderla de vista siento una extraña sensación de vacío. Sin duda esa chica significó algo para mí.
Bajo las escaleras a la planta baja y me encuentro a mis hermanos desayunando entre risas. Aunque al verme dejan de hacerlo para mirarme mal. Los ignoro y caminó hacia la nevera.
—Buenos días— me saluda Noel con su buen humor de siempre.
Yo le sonrío y él me guiña un ojo.
— ¿A dónde fuiste anoche?— me pregunta Isaac cuando me siento en la mesa.
— ¿Acaso te importa?— me río tomando un sorbo de leche fría.
Él rueda sus ojos y me mira con seriedad.
—Apestas a alcohol y tabaco, Alanna, por eso lo digo— aclara.
Anoche era demasiado tarde como para bañarme sin que mis padres se diesen cuenta de que había llegado casi a las seis de la mañana. Así que me acosté como mismo estaba y obviamente, olía fatal. Más bien a haberme pegado la mejor fiesta de la historia de las fiestas, pero eso no se lo iba a decir a mis hermanos.
—No te importa, así que deja de malgastar saliva en intentar saberlo— me limito a responder desviando mi mirada al suelo.
Él da un golpe en la mesa sobresaltándoos a todos y se pone en pie. Gael imita su acción pero sin dar ningún golpe. Escucho a Noel bufar pues siempre tienen que cambiar el ambiente de la sala para discutir conmigo. Casia se levanta en silencio y desaparece del comedor.
— Algún día descubriremos en qué estás metida, así que recuerda bien estas palabras— me dice con tono amenazante Isaac antes de desaparecer también.
Gael me mira apenado y lo sigue.
—No le hagas caso, sólo se preocupa por ti. Todos sabemos que simplemente te gusta salir de fiesta— asegura Noel suavizando el ambiente.
Me río.
— ¿Isaac preocupándose por mí? Eso sí que es un buen chiste.
Él rueda los ojos y sonríe.
—Te demuestra su amor a su manera, créeme— dice poniéndose en pie— Aunque tampoco estaría mal que desvelases algo de tu misterio.
Lo miro sin entender.
—Eso es difícil. Además, nadie puede descifrarme... Ni siquiera tú, Noel— le aseguro dando otro sorbo de mi vaso.
Él asiente dándome la razón.
—Eres mi gran misterio, hermanita— murmura antes de salir del comedor.
Mis hermanos nunca podrían imaginarse a donde voy todas las noches los fines de semana. Seguramente imaginarán que voy a algún bar o discoteca con mi amigo, pero no que paso mis noches es Sazón y que soy conocida allí por correr ilegalmente. Es un barrio complicado, para nada de mi supuesto estilo.
— ¿Me pongo el rosa o el plateado?— me pregunta Casia abriendo la puerta de su cuarto justo cuando paso al lado para ir a la mía.
Me quedo mirando los dos vestidos pensativa. Personalmente no me pondría ninguno de ellos. Pero el plateado es más de su estilo, realzaría más su figura, mientras que el rosa le haría ser la niña pija y tonta que intenta aparentar ser.
—El plateado— digo siguiendo mi camino a mi habitación.
Ella cierra la puerta de su cuarto con felicidad y yo entro en el mío. Me dejó caer en la cama y cierro mis ojos rendida. Los recuerdos de anoche se agolpan en mi mente una y otra vez.
"Nunca seremos más jóvenes que ahora, Alanna". Esa frase se repite en mi mente todo el rato, ¿qué quería decir con eso Layla? ¿Y por qué sentí que sabía más de mí que yo de ella? Tengo que volver a verla. Necesito saber más de ella.
El sonido de mi móvil llamando me hace correr a cogerlo. Me siento estúpida al pensar que podría ser ella o incluso Caleb, pero es Nicolas. Lo cojo y no se escucha nada detrás de la línea.
— ¿Nicolas?— pregunto.
—Alanna, menos mal que lo coges— suelta aliviado. Su voz parece entusiasmada, como si le acabasen de contar un notición— ¿Estás en tu casa?
—Claro, ¿qué pasa?— le pregunto.
Lo escucho suspirar de alivio.
—Tienes que venir a Sazón esta noche. Viene un corredor de fuera y El Oscuro le ha hablado de ti— me cuenta desenfrenado— ¡Tiene curiosidad por verte correr! ¡Tienes que venir!
Sonrío.
—Recógeme a las diez — le digo para después colgar.
La noche se hace presente más pronto de lo que pensaba. Y cuando me lo espero ya estoy yendo de camino al lugar de las carreras. Donde anoche fue la mejor fiesta del año. No había rastro de nadie de mi familia en casa. Sé que Casia saldría con sus amigas, pero no sabía que el resto también. Llegamos a Sazón y ambos nos quedamos helados al ver la cantidad de gente que hay. Esto está a reventar. Sin duda cada día está cogiendo más fama este lugar y no sé si eso es bueno o malo.
—Hoy debes lucirte más que nunca— me dice Nicolas dentro del coche. Por mi parte sigo petrificada viendo a la muchedumbre.
Miro a mi amigo, quien a pesar de estar sufriendo por el empeoramiento de su madre no muestra indicios de ello. Lo conozco, y sé que está reprimiendo todo lo que siente. Se ha puesto una máscara cubriendo el dolor que realmente siente en su interior y que tiene miedo de que salga. El abismo en su interior, el miedo a caer le hace querer hacer cosas para olvidar.
—Nico, verás la mejor carrera de tu vida, créeme— le aseguro acercándome a él levantándome del asiento y abrazándolo. Este se queda helado por la sorpresa.
¿Desde cuándo yo abrazo a alguien? Sin duda Layla me aportó algo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top