Capítulo 19
"Vive una vida que recordarás"
- Avicii
Tomamos el primer vuelo a Edimburgo. Ambos fuimos un momento a nuestras casas para coger de nuestros ahorros y algo de ropa y luego, fuimos directos al aeropuerto. La verdad es que soy muy consciente del susto que se van a llevar mis padres cuando no aparezca por casa. Más cuando en realidad estoy castigada por haber faltado a clase.
—Esto es una locura. De verdad, te juro que estamos majaretas— repite por octava vez consecutiva Caleb cuando el avión comienza a moverse.
Estoy totalmente de acuerdo. No obstante, me encanta esta sensación de saber que estoy haciendo algo malo o quizás no tan malo porque estoy siendo feliz. Cuando uno es feliz haciendo algo, no es malo, ¿verdad? Me giro para mirar a mi disparatado compañero de viaje, quien tiene el pelo bastante despeluzado y el color rojo acumulado en sus mejillas. El resto de su rostro se encuentra pálido, quizás se sienta culpable. Será por eso que cogí su mano y la entrelacé con la mía mientras el avión despegaba.
—Se siente bien, gruñona, demasiado bien— me dice mientras acaricia la piel de esa zona con su pulgar. Después, cierra sus ojos hasta quedarse dormido.
Su cabeza fue descendiendo hasta tal punto de apoyarse completamente en mi hombro. Al principio mis ojos se abrieron exageradamente ante la sorpresa, pero después sentí como la calma me rodeaba por primera vez en mucho tiempo. A pesar de eso, no fui capaz de dormir nada. Estuve todo el vuelo viendo como anochecía a medida que avanzábamos y como se veían las luces de las ciudades encendidas. Parecían estrellas. Millones y millones de ellas. Incluso se confundían con el mismísimo cielo y eso me mantuvo entretenida todo el trayecto.
Cuando aterrizamos en el aeropuerto de Edimburgo, tomamos nuestras mochilas para una noche y fuimos directos hacia el apartamento más económico que conseguimos alquilar por internet. Costó encontrarlo de forma tan precipitada, pero lo conseguimos. Nada más llegar al apartamento, me tumbé de lo más rendida sobre la cama de matrimonio.
—A mi padre le va a dar un chungo cuando se entere de que me he ido sin darle alguna explicación— dice él colocándose en frente de mí. Subo mi cabeza para mirarlo y con dos zancadas se planta frente a mí. Posa sus manos mis rodillas y se abre paso entre mis piernas para llegar hasta el borde de la cama.
— ¿Y te arrepientes de ello? ¿No te gusta esta sensación de estar haciendo algo malo? — digo. Me siento en la cama y él aprovecha para acercar su rostro al mío. Casi puedo sentir su aliento chocando contra mi rostro. Sus ojos van a parar a mis labios.
—Claro que no. Estoy a kilómetros de distancia de mi casa... contigo. ¿Por qué iba a sentirme arrepentido? Al contrario, me siento... Afortunado de estar aquí. De que estemos así— responde señalándonos a ambos.
Sonrío y mi mirada va a parar a sus labios. La atracción que hay entre ambos es un hecho bastante claro, la noté desde el primer día en el que nos encontramos en el mecánico. Bueno, al menos espero no ser la única que la siente. El rubor subió por mis mejillas cuando comenzó a acercarse lentamente a mí. Su mano pasó a acariciar mi mejilla y me estremecí.
—Eres tan guapa...— murmura. Cierro mis ojos esperando ese beso, no obstante, el sonido del timbre nos interrumpe. Caleb parece fastidiado pues cierra sus ojos con fuerza y gruñe— Tenía que ser ahora, ¿no? Maldita sea.
Él se acerca a paso apresurado a abrir la puerta y tras el umbral de la puerta puedo ver la diminuta silueta de la dueña del apartamento. Ella, con sus mofletes regordetes sonrosados, nos muestra las toallas de ducha que se le había olvidado dejar.
— ¿Qué tal todo? Noto bastante frío aquí dentro, ¿ya han puesto la calefacción? — dice ella ojeando el apartamento con curiosidad. Caleb me mira de reojo. Est á claro que no va a ser simpático de cuando me levanto de la cama para coger las toallas que nos ofrece.
—Estábamos entrando en calor— masculla Caleb cuando paso por su lado con las toallas. Solo rezo para que la amable señora no lo haya escuchado.
Miro amenazante a Caleb para que se calle y este parece que hará un puchero en cualquier momento. La señora no se da cuenta del rechazo de él, pues sigue sonriendo como si nada.
—Justo íbamos a poner ahora la calefacción. Y gracias por esto— le digo a la señora. Ella achina emocionada los ojos. Luego, intercambia miradas entre ambos. Creo que se piensa que estamos casados o algo por el estilo— Ya que está aquí, ¿podría recomendarnos algún lugar para salir esta noche?
Ella se tapa las manos con la boca y asiente pensativa. Sabe español porque estuvo dos años enteros viviendo allí con su marido, así entiende perfectamente todo lo que le decimos.
—Está noche hay un festival en el centro. Se llama Diana, por la luna. Hoy hay luna llena y dicen que la ciudad se llena de magia en noches así. Creo que no deberían perdérselo.
Con ese simple consejo, no tardamos en hacernos a la idea de que vamos a ir. Yo aliento a Caleb para que se cambie de ropa y, a regañadientes, acepta. En cuestión de media hora, ya estamos merodeando por las pintorescas calles de Edimburgo. Cogimos la guagua que nos lleva hacia el centro y no tardamos en encontrar el lugar de la fiesta pues está atestado de gente y la música retumba por todo el lugar.
— ¡Vivan las locuras!
Grito junto a Caleb mientras corremos juntos hacia el barullo de gente para saltar junto a ellos al ritmo de la música. Pasan horas y más horas en las que sólo bailamos sin cesar. Como era de esperarse, hemos socializado fácilmente. Unas chicas nos invitan a tomarnos un chupito con ellas, Caleb y yo intercambiamos miradas y nos lo bebemos de un trago.
— ¡Sabe fatal, pero me encanta! — me chilla al oído y yo me río.
De repente la música se corta y el Dj toma el micrófono para decir unas palabras. Hay quien abuchea y otros que simplemente siguen bailando a pesar de que ya no hay música. Caleb me rodea la cintura con sus manos y se apoya a mí por detrás. Dejo que mi cabeza se apoye en su pecho y me relajo.
—Gracias por aparecer en mi vida, Raymond— susurra en mi oído. Seguidamente, besa mi lóbulo y sigue bajando hasta mi cuello donde sigue repartiendo más besos hasta el punto de hacerme temblar.
La voz del Dj me distrae de lo que estaba sucediendo entre Caleb y yo. Subo mi cabeza para mirar al escenario. —Cuando tenía dieciséis años, le dije a mi padre que quería vivir la vida al límite. Sí, desde muy joven me di cuenta de ello. Quería hacer lo que me gustaba, que era crear música. Al principio a mi padre no le gustó la idea porque el proceso hasta conseguirlo era largo. Uno no se hace Dj de un día para otro. Pero después de estar meses trabajando duro, me di cuenta de que lo importante no era eso. Si no el camino. El recorrido que había supuesto aquello. Así que, hermanos, disfruten del camino hacia sus metas. Disfruten de la vida. Del momento presente y sobre todo, vivan una vida que vayan a recordar. Así que, este tema, va para ustedes.
Su discurso no pudo haberme llegado más a lo más profundo del alma. Era como si nos estuviésemos leyendo la mente mutuamente. Caleb y yo nos miramos a los ojos al mismo instante. Parece que el Dj lo había dicho solo para nosotros. Pues precisamente vivir el momento presente era lo que nos había impulsado a cometer tal locura. A viajar a nada más y nada menos que a otro país sin pensar realmente en lo que supondría. Simplemente guiándonos por nuestros instintos. Por lo que el corazón nos gritaba. El tema comienza con fuerza y después de sonreírnos, saltamos juntos al ritmo de la música.
No sé cómo es que he terminado de estar discutiendo en un restaurante con mis amigos a estar en Edimburgo en un festival con Caleb. Todo suena muy disparatado, lo sé. Pero somos jóvenes. Esto no se volverá a repetir jamás y cuando menos nos lo esperemos seremos mayores y tendremos miles de responsabilidades a las que enfrentamos. Probablemente unas vidas tremendamente aburridas resumidas en ir al trabajo y rezar para que sea verano para tomar un respiro, por eso, no pienso desperdiciar esto.
Mi juventud.
— ¡Viva el momento presente!
Él imita mi acción y lo grita a los cuatro vientos. La música parece hacernos volar pues no siento estar tocando el suelo en estos momentos. Caleb se acerca a mi oído para decirme algo y a pesar de la música, logro escucharlo.
—Ya que estamos aquí, viviendo el momento presente. Tienes que saber una cosa muy importante. Algo que llevo pensando desde la primera vez en qué te vi, gruñona.
Lo escucho y lo miro con atención. De repente, los latidos de mi corazón se aceleran.
—Me gustas de una manera malditamente exorbitante— dice sonriendo pegado a mi oreja— Y sé que no nos conocemos a la perfección. Que eres la persona más introvertida que he conocido en toda mi vida. Que los enigmas no se pueden descifrar, que la vida es dura y los días difíciles todavía más. Que a lo mejor no sientas lo mismo que yo y creas que estoy totalmente loco. Pero como no sé qué pasará mañana y mi corazón me pide que lo sepas. Te lo diré. Me flipas, Alanna Raymond.
Mi yo de hace unos meses, la que sólo conocía a Nicolas y vivía volcada en las carreras ilegales, habría dicho que esto era una completa cursilada. Pero como esta Alanna del presente ha cambiado ligeramente y se ha vuelto un poco más conocido el terreno de los sentimientos para ella, he de admitir que es lo más bonito que me han dicho en toda mi vida. Noto sus ojos clavados sobre los míos. Sus pupilas parecen más grandes de lo normal y las pintas verdes de sus ojos brillan más que otras veces. Me acerco a él y como llevaba tiempo esperando, le beso. Lento y pausadamente, como si no quisiera que nunca acabase.
—Tú también me flipas.
Él sonríe y vuelve a besarme. Pasado ese tierno momento, seguimos danzando al ritmo de la música hasta que nuestros pies no pueden más. El festival termina cuando la luna se esconde, es decir, al amanecer. Justo cuando el abrasador de la sol mañana se hace ver.
—Quiero hacerme un tatuaje— le digo mientras volvemos hacia la estación de guaguas. Su mano está entrelazada con la mía y de vez en cuando, traza círculo sobre ella con un inexplicable cariño.
Justo ahora acabo de ver un cartel de una tienda de tatuajes con el letrero con luces de neón en inglés. Seguramente esté cerrado pero se me ha antojado. Caleb me mira como si estuviese loca y me agarra de las mejillas para que lo miré bien.
— ¿Estás segura? Eso es para toda la vida.
Asiento con firmeza. Sus manos me estrujan entre sí y eso parece que le resulta tierno ya que, me besa.
—Tampoco es plan de tomarte tan en serio eso de vivir el present...
Él deja de hablar cuando ve que me escurro de entre sus brazos y cruzo la calle para ir directa hacia la tienda. Entro en el establecimiento al comprobar que sigue abierto y allí veo a una chica. Está repleta de tatuajes y todas las paredes del lugar están repletas bocetos de dibujo. Al verme me sonríe y se acerca a mí.
— ¿Vienes a tatuarte?
Asiento y miro a mi alrededor. Siempre he querido hacerlo, lo que nunca he sabido muy bien el qué. Escucho a Caleb entrar y en cuestión de segundos lo tengo a mi lado.
— ¿Qué vas a hacerte? — No le hace mucha gracia el tema, pero me da igual.
Me encojo de hombros y de la nada, se me enciende otra bombilla.
—No sé, quiero que lo elijas tú.
Él abre sus ojos exageradamente y sin pensárselo más de dos veces, niega con la cabeza. Definitivamente estoy loca de remate, pero lo dicho, dicho está.
— ¿Qué pasa si después no te gusta?
Sonrío por su repentino nerviosismo.
—Me gustará, además, confío en ti.
Le cuento a la chica que lo dejo todo en manos de él y ella sonríe dándole un folio y un lápiz para que cree el boceto. Ella me acompaña al estudio donde me tumbo en una camilla de color negro.
— ¿Es tu novio?
Buena pregunta. ¿Qué demonios somos exactamente? Cómo no sé muy bien qué decirle, opto por la respuesta típica.
—Sólo somos amigos.
En ese mismo instante, Caleb entra por la puerta con una gran sonrisa y le muestra su diseño a la chica. Algo dentro de mi estómago se revuelve al ver la ilusión reflejada en sus ojos. Ella sonríe y asiente a todo lo que le dice.
—Es simple. No te preocupes— me dice.
Finalmente decido hacérmelo en la parte trasera del cuello. Justamente donde termina la raíz de mi cabello. Así mis padres nunca lo verían, pues casi siempre llevo el pelo suelto. La chica comienza a atravesarme la piel con la aguja y es ahí cuando noto un dolor punzante.
— ¿Estás bien? —me pregunta Caleb sin quitarme ni un ojo de encima.
Intento por todos los medios sonar fuerte y valiente, pero fallo pues mi voz se proyecta con debilidad. La expresión en el rostro de Caleb cambia y veo cómo se preocupa.
— ¿Quieres que te dé la mano?
Mi yo de hace unos meses habría rechazado su mano una vez más, pues siempre que me la ha ofrecido le he dicho que no. Pero esta vez sí que lo necesito. Él parece leerme la mente, por eso me sonríe y acto seguido me da un suave apretón de manos.
—Eres la chica más loca que he conocido en toda mi vida, lo sabías, ¿no?
Me río pero rápidamente vuelvo a mi seriedad actual. Estoy deseando que termine, realmente me está doliendo. Al cabo de diez minutos, la chica finaliza su trabajo.
—Listo.
Ella me enfoca con un espejo de manera que pueda ver la parte trasera de mi cuello y me quedo alucinada. Es una media luna de bordes negros y está vacía por dentro. Simplemente es su silueta. Miro a Caleb emocionada. Es preciosa.
— Me acordé de aquella vez en la que me hablaste de la luna y dijiste que te parecía un gran misterio. Desde ese día cada vez que la veo, me recuerda mucho a ti. Eres tan misteriosa como ella así que pensé, ¿por qué no tatuársela?
Dicho eso me lanzo a sus brazos para abrazarlo. Sus brazos me rodean con fuerza, pero sin apretarme demasiado. Casi parece que teme que me desvanezca ante él. Tras separarnos, vuelve a besarme.
—Un viaje para recordar— le digo una vez que salimos del establecimiento. Este me asegura que lo es y minutos después asimilo que es ya es momento de volver a la realidad.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top