Distance
—¿En serio te tienes que ir? — le preguntaste a Armin, con una evidente tristeza en tu voz.
— Lo siento, sabes que si fuera por mí me quedaría, pero no es mi decisión. Mamá dice que la ciudad a la que vamos es linda, quisiera poder traerte conmigo.
— Puedo esconderme en la parte de atrás del auto de tus padres. — el rubio soltó una risa.
Resulta ser que el padre de Armin consiguió un ascenso y toda la familia tendría que mudarse a otra ciudad, cosa que te afectó mucho debido a que mantenías una relación de pareja con Armin hacía un año, por naturaleza te entristecía saber que no lo tendrías cerca. Como sea, había llegado el momento para ambos de decirse adiós.
— Estoy seguro de que van a notar que alguien está escondido allí, pero aprecio la intención. Te prometo que te escribiré cada vez que pueda, y te enviaré cartas todos los días. — tomó tu mano.
— Entonces yo prometo responderte, las estaré esperando con ansias. — hiciste una pausa. — Te voy a extrañar mucho.
— Y yo a ti también, tal vez.... pueda venir a visitarte durante las vacaciones de verano. — trató de animarte. — Mientras tanto estaré en contacto contigo ¿sí?
— Claro... entonces supongo que.... este es el "adiós."
— No es un "adiós", es un "hasta pronto."
— No quiero sonar pesimista, pero "pronto" suena muy apresurado para algo que no sabemos. — se escuchó a la madre de Armin llamarlo desde lejos.
— Esto me duele mucho a mí también, pero ya debo irme.
Te dio un último abrazo, el cual tú le devolviste. Aprovechaste la cercanía para respirar su dulce aroma, pasaría un buen tiempo antes de que pudieras hacerlo de nuevo, realmente no querías dejarle ir, querías quedarte abrazada a Armin para obligarlo a llevarte con él.
— Cuídate, te quiero mucho. — te dijo.
— Yo te quiero mucho más. — se dieron un beso de despedida para que él finalmente subiera al auto con sus padres.
Te despediste de él con la mano, y él hizo lo mismo. Te quedaste allí para parada un rato viendo como el vehículo se alejaba cada vez más, y te fuiste a tu casa al perderlo de vista.
(...)
— Entonces, ¿cómo van las cosas con Armin? — te preguntó Annie.
Estaban sentadas juntas mientras almorzaban junto al resto de su círculo de amigos. Reiner, Pieck, Bertholdt, Zeke y los hermanos Galliard estaban ahí también.
— Pues van bien, — le respondiste. — hemos estado hablando desde que se fue. ¿Por qué lo preguntas?
— Es bastante obvio, — Porco se invitó a sí mismo a la conversación. — en la mayoría de los casos una relación a distancia significa infidelidad segura.
— ¡Porco, no le digas esas cosas! — lo regañó Marcel. — Disculpa a mi hermano, no tiene nada de tacto. No creo que tengas nada de que preocuparte.
— Yo solo preguntaba por curiosidad, estoy acostumbrada a verlos juntos siempre, pero me alegra que las cosas estén bien.
— Pues no te ves muy feliz. — le dijo Reiner. De pronto sentiste a tu teléfono vibrar en tu bolsillo, Armin te estaba llamando.
— ¿Quién es? — preguntó Pieck a tu lado izquierdo.
— Es Armin, no vayan a hacer nada raro cuando conteste.
— No prometo nada. — dijo Zeke.
— Ponlo en altavoz. — añadió Bertholdt.
Contestaste, te avergonzaba un poco que tus amigos estuvieran escuchando, pero aún así pusiste el altavoz.
— Hola, Armin. Estás en altavoz. — le advertiste.
— Tú también estás en altavoz, supongo que entonces estás en pleno almuerzo. — respondió.
— Hablando de eso, recién hoy ibas a entrar a tu nueva escuela ¿no?
— Sí, he conocido mucha gente nueva, justo ahora estoy con dos compañeros de clase. Por eso te puse en altavoz, insistieron en que querían hablarte así que... como sea, se llaman Eren y Mikasa.
— Espera, ¿Eren? — habló Zeke un tanto sorprendido.
— ¿Zeke? — se escuchó otra voz al lado del teléfono.
— ¿Se conocen? — preguntaste confundida.
— Es mi hermanastro. – te respondió el de lentes.
— Maldito macaco, no puedo librarme de ti ni estando al otro lado del mundo.
— Pero dejen hablar a la pobre chica con Armin, joder.
— Gracias Annie.
— Tan delicada como siempre. — dijo Reiner en tono irónico.
— Todo es culpa de Bertholdt. — volvió a hablar Annie.
— ¿Por qué yo?
— Pues porque te quiero culpar y ya.
— Además fuiste tú quien me dijo que lo pusiera en altavoz. — la apoyaste. Y aprovechaste que estaba distraído para robarle comida.
— ¡Oye, eso era mío!
— No grites, cállate ya Bertholdt. — reclamó Porco.
— Pero- ¿Acaso todos se pusieron de acuerdo para estar en mi contra hoy?
— ¿Por qué no todos respiramos profundo y nos relajamos? — sugirió Marcel..
— Muy bien, esto no va a funcionar. Armin, te llamaré en otro momento. — dijiste.
— Está bien, entonces adiós. — respondió él.
— Hasta luego. — colgaste. — ¿Qué demonios fue todo eso?
— Aclaro que yo jamás prometí no hacer ruido.
— Lo sabemos, Zeke. — le contestó Pieck.
— Sigue siendo culpa de Bertholdt.
— Ya basta Annie, por favor. Yo no te he hecho nada, no tengo razones para que me odies.
— Tampoco dije que te odio.
Resumiendo, la discusión siguió hasta el final del almuerzo. El resto de las clases pasaron volando y llegaste a tu casa exhausta, luego tu mamá te llamó desde la cocina.
— ¿Qué sucede?
— Te llegó una carta. — señaló un sobre que estaba encima de la mesa en el centro de la habitación, ya sabías que era de Armin, tardaban un par de días en llegar desde tan lejos.
— Gracias mamá, estaré arriba en mi habitación.
— Está bien, pero recuerda hacer tus tareas luego.
Te encerraste en tu cuarto para abrir el sobre, te sentaste en tu cama y empezaste a leer.
"Querida _______,
A veces no tengo ni idea de qué escribir en mis cartas ya que hablamos bastante seguido, supongo que todo lo que puedo decirte es que te extraño muchísimo. No es lo mismo verte y escucharte a través de una pantalla que tenerte frente a mí para poder abrazarte, pero siempre guardo los recuerdos que pasé junto a ti en mi corazón, pienso en ti cada día cuando estoy triste y siempre estoy contando los segundos para volver a verte. También hay un asunto importante, han intentado coquetearme en repetidas ocasiones a pesar de que siempre les hago saber que tengo novia, piensan que miento y que me lo estoy inventando, y luego se enojan conmigo. Pero tranquila, no tienes de qué preocuparte, tú eres la única persona que se ha robado mi corazón y no hay nadie en este mundo que pueda reemplazarte. Lamento mucho no poder visitarte este verano como prometí, me siento horrible, pero mis padres estarán muy ocupados con el trabajo y no quieren que viaje solo. Te amo, y sé que lo digo en cada carta, pero es que en serio te amo, más que a cualquier otra cosa. Desearía estar contigo justo ahora y poder besarte, pero seré paciente y esperaré a el día en que pueda volverte a encontrar.
Con amor, siendo por siempre solo tuyo, Armin."
La releíste un par de veces, no pudiste evitar sonreír como tonta enamorada. Doblaste con cuidado la carta y la guardaste en una caja junto a todas las demás. Daba igual si estaban a miles de kilómetros de distancia, el amor que se tenían el uno al otro superaba cada obstáculo que la vida les lanzaba, e iban a esperar lo que fuera necesario para volverse a ver.
Siento que me quedó medio mal hecho, pero se hace lo que se puede.
Ya tengo los borradores de los pedidos que me hizo una personita, pero quedaron hasta el final de todo y luego si los publico me revuelvo.
Dato random de la autora: Cada vez que voy a playa siento que le fallo a Armin, porque tengo talasofobia (fobia al océano.) Es que una vez entré al océano y me encontré una mantarraya justo junto a mi pie, y desde entonces tengo una horrible sensación de peligro cuando estoy cerca del océano.
Cuídense y tomen mucha agua.
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