Extra 2. Una petición.
Para Trishofferson. ¡Gracias por tu apoyo!
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Tiempo atrás
Reservé una mesa en el mejor restaurante de la ciudad, en mi vista hay un lago, bosque y si veo hacia arriba la luna vigila. El chef es amigo nuestro y preparó una cena especial para los dos: pollo. Nuestra comida favorita.
Miro mi reloj. Es tarde pero contengo mi aliento al verla.
—Perdón si lo hice esperar —Se disculpa abanicándose el rostro con las manos. Corrió del estacionamiento para acá con tal de no llegar tarde.
—Está bien.
Alcanzo su mano en cuanto toma asiento. En respuesta, se inclina hacia adelante para besar mis labios y limpiar el labial que les dejó.
—¿Y qué celebramos?
No se supone que pregunte eso en este momento.
—Comamos primero —Sin dejar de sonreírle hago un gesto al anfitrión para que se acerque.
—¿Le pediste a mi hermano que cocinara? —Finge mal estar sorprendida.
Boris entre en escena dando vueltas alrededor de la mesa como si en lugar de estar en un restaurante fuese parte del lago de los cisnes. Paola me mira pareciendo preguntarse qué pasa con él. Oye, es tu hermano.
—Bienvenidos a Ava —saluda Boris moviendo su brazo derecho en circulos—. No les ofrezco el menú porque el caballero aquí presente —Me señala—, ya ordenó.
—¿Entonces a qué vienes? —Le pregunta Paola arrugando su entrecejo.
—Ay no te puedo ni saludar, Pao —Le reclama Boris cruzándose de brazos—. Un «Hola, hermanito» no me caería mal.
Paola se pone de pie para abrazarlo.
—Hablamos en la tarde —Le recuerda.
—Pero hace diez horas que no te veo.
—Es un dramático —Me hace ver ella a mí pero estoy riendo. Me agrada Boris con todo y su peinado punk.
—¿Entonces... traigo todo ya? —pregunta dispuesto a marcharse con el mismo estilo y asiento al ver que Paola se muestra de acuerdo—. Perfecto... Y no olviden que yo preparé el postre.
—Es claro que es el menor —comenta Paola cuando él termina de despedirse y para que no vuelva a preguntar a qué se debe esto le pregunto por su día.
Meses después de que comenzamos pidió su traslado desde Deya, vivió un tiempo con Boris y luego, al ver que todo marchaba bien, aceptó mudarse conmigo, el moco y Capitán pantaletas. Desde entonces hemos avanzado bien, como si no dejáramos de descubrirnos mutuamente.
Boris prepara la mesa, acomoda nuestros platos, nos sirve vino tinto y hasta le canta Feliz cumpleaños a ella, que quizá pensará que a eso se debe la reunión. Aunque ya festejamos su cumpleaños.
Comemos tranquilamente, le platico mi día, me pregunta por algunos pendientes, lo mismo yo; decidimos qué hacer el fin de semana y al terminar, con otro baile estilo Broadway, Boris trae el postre para ella. Un brownie con una bola de helado de vainilla encima.
Está hecho.
—Qué rico —agradece Paola cogiendo un tenedor—. Pero a usted no le trajeron —reclama buscando a Boris pero ya no está.
—Estoy bien. Coma usted —Mis manos están sudando.
—No. Le daré la mitad —decide—. Mi día fue un completo fiasco y este brownie lo mejoró. Compartámoslo.
—¿Fiasco? —Trago saliva.
—Sí. No quiero saber nada —bufa cortando en dos el brownie. Estoy sudando.
Nada.
—¿Nada?
—Nada de nada.
Se detiene en seco al mirar el brillante anillo de compromiso en medio del plato. Deja en su lugar el brownie, parece comprender todo por fin y toma el anillo. No dice nada. Simplemente lo observa.
Un día de fiasco.
—Pensé... Es que, bueno, usted. No tenía idea de que su día había sido tan malo —confieso—. Llevamos dos años saliendo y creí apropiado. Bueno, vi el anillo y pensé «es para ella»
Sus ojos parpadean y después buscan los míos. Sin embargo, continúa sin decir palabra.
—No tiene que decir que sí —Sigo sudando—. No tiene que decir nada en realidad.
Y eso hace. No dice nada.
—Es más, ni siquiera yo sé si estoy listo —continúo—. No es como si me haya casado antes. Usted sí, por cierto —La señalo—. Con eso no quiero decir que esté mal haber estado casado —aclaro mientras su rostro continúa inescrutable—. Para nada. Eso, a diferencia de mí, le da experiencia... En todo sentido. Y eso es bueno. Ya sabe..., la experiencia.
Sin soltar el anillo, ella entrelaza sus manos y coloca su barbilla sobre estas, todavía mirándome.
—Aunque esa misma experiencia puede tenerla desanimada —Me acomodo una decena de veces en mi asiento—. Porque si quiere deje el anillo ahí, yo..., no me ofendo —Le estoy dando opciones— y seguimos juntos sin ningún tipo de compromiso. Porque puedo comprender si le aterra el compromiso. El anillo puedo guardarlo para otra ocasión o simplemente devolverlo... Aunque dudo que le acepten. Ahora está bañado en chocolate. ¿Sí se ensució mucho? —pregunto, nervioso. Ella observa el anillo y conservando un semblante tranquilo niega con la cabeza.
—Entonces... tal vez... si... lo acepten —Todavía estoy sudando. ¡Es más!, ahora tengo hipo—. O puedo escogerle otro si el problema es que no le gusta estilo, aunque cabe aclarar que es costoso. Vale el triple del otro que también trae en su mano —Observa el anillo que le regaló su abuela—. Con eso no quiero decir que ese sea una baratija —Paso ambas manos sobre mi cara pese a que Paola intenta esconder una sonrisa—, me refiero a que un anillo de compromiso siempre es más costoso, mucho más costoso. Pero insisto, si no quiere puede dejarlo ahí... Digamos, encima de este vaso —Acomodo boca abajo uno de los vasos que trajeron junto con la comida—. Lo ponemos ahí —ofrezco como solución—, platicamos un rato más y usted decide si se lo queda o lo devolvemos... Porque aunque tenga chocolate podemos limpiarlo...
—Armando —Me interrumpe, sonriendo abiertamente.
—Y es que... hasta ahora habla —Yo quiero que me trague la tierra.
—Es que verlo deshacerse en explicaciones resulta increíblemente adorable —confiesa pareciendo culpable.
—Oh —Vuelvo a tragar saliva.
—Ahora tome el anillo —Me lo entrega— y hágame el favor de colocarlo en mi dedo porque nada me haría más feliz que ser su esposa. Nada —Me está sonriendo.
—¿En serio?
—De hecho, yo iba a pedírselo —Ahora me toma por sorpresa—. Aunque no en un restaurante.
—¿Dónde?
Paola baja su mirada tratando de disimular la pena que siente. Estamos a mano con eso.
—¿Qué planeó? —insisto.
—Una tontería. Tengo un amigo músico, él... me iba a componer una canción. Pero bueno —Le coloco el anillo—, lo dejamos para otra ocasión. Aunque ya no será sorpresa —suspira, un tanto desmotivada.
—Fingiré que lo es —prometo—, y disculpe una vez más mi discurso caótico.
—No sería especial de otra manera —asegura volviendo a coger el tenedor para picar con este el brownie y dármelo en la boca. Debemos parecer un par de tontos.
—Yo... —Tantas veces lo dije antes pero esta parece ser la correcta—: Bueno, quería decir... —Miro a Paola que espera paciente—. Te amo —suelto ya y lo repito mil veces—. Te amo, Paola Durán. Te amo.
—Y se había tardado —contesta ella queriendo limpiar de mi labio inferior restos del brownie, aunque parece pensarlo mejor y en su lugar me besa—. Yo también te amo —dice al último—. Y sí, sí me caso... Sí a todo, Armando.
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Awww Levante la mano quien también padezca de verborrea en momentos incómodos 0/ Jejeje Hasta en messenger/chat soy un caos. Esta faceta de Armando está muuuuy inspirada en mí :'(
¿De una vez el extra que sigue?
Gracias por votar ♥
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