Capítulo 7
Amanecí con la inquietud de necesitar resolver cualquier conflicto dentro de mí. Siento que debo emplear lo mejor posible el tiempo lejos de mi rutina.
He estado tan expuesto últimamente que, sin buscarlo, salieron a flote mis defectos y virtudes. ¿Qué está mal en mi? ¿Qué he pensado que está bien pero es todo lo contrario? Hora de poner las cartas sobre la mesa. ¿Cuándo empezó todo? ¿El día que nací? ¿El día que murieron mis padres? No. No. No. Yo tuve una adolescencia normal. ¿En qué momento, entonces, empecé a ser el Armando Calaschi que se siente inseguro? En la universidad me fue difícil salir con chicas. No tuve una pareja estable hasta que mi amigo Daniel me presentó a su prima.
Un momento.
Heydi...
No recuerdo haber estado taaan mal antes de ella y Vanesa. O al menos no era un tipo calamitoso y propenso a dar pena ajena. Todo empezó cuando Heydi me dejó.
Decidido a enfrentar mi situación, le envío un mensaje a su teléfono.
Armando: Hola :)
Heydi: Lamento que tu noviazgo terminara con un escándalo.
Claro, la burla primero.
Armando: Igual que el nuestro :)
¡TA DA!
Heydi: Al menos no salimos en revistas y televisión.
Armando: Pero Vanesa me dejó porque ama bien a ese tipo, no porque yo no tenga dinero :)
Heydi: ¿QUÉ QUIERES, ARMANDO?
Armando: Retomar lo que platicamos durante la cena de Daniel.
Heydi: Sí, me dolió verte con otra y sí, me arrepiento de que termináramos de una manera tan repentina y burda. Claro que en esa ocasión dejaste claro que la tal Vanesa valía la pena.
Permíteme me río ahora. Te dejó, Armando. TE DEJÓ.
Armando: Pero todavía somos amigos. Y ella vale la pena, Heydi, lo que no quiso es estar conmigo :)
Heydi: ¿Es necesario ponerle caritas felices a todos tus mensajes?
Armando: No, supongo :)
Heydi: ¿Te das cuenta? No podemos estar sin pelear.
No solo fallamos por el hecho de que tú no tengas dinero, Armando. Se debió más a tu desconfianza.
Armando: Perdón por sospechar que me engañabas con tu amigo. Aunque resultó ser cierto, ¿no?
Heydi: Sí.
Diablos...
Armando: ¿Desde cuándo salen?
Heydi: Empezamos días de que tú y yo temináramos, si saberlo te hace sentir mejor.
Armando: No, pero sigamos :) ¿Por eso me pediste tiempo? ¿Querías estar con él?
Heydi: Más bien, no quería estar contigo. Fueron muchas cosas, Armando. MUCHAS COSAS.
Armando: No solo el dinero. Eso fue un pretexto.
Heydi: Armando...
Armando: Solo quiero ACLARAR que el problema no fui yo.
ME CAGA PENSAR QUE EL PROBLEMA FUI YO, HEYDI, PORQUE DESDE QUE PASÓ LO QUE PASÓ VIVO PENSANDO QUE SOY EL PROBLEMA.
No tienes idea de lo fácil que me enamoré de Vanesa porque me dio un poco de comprensión. Una gota de comprensión. Soy un tipo PATÉTICO desde lo nuestro, Heydi.
Heydi: ¡NO USES MAYÚSCULAS!
Armando: DESDE QUE PASÓ LO QUE PASÓ LA CAGO TODO EL TIEMPO. ME CREASTE INSEGURIDAD, HEYDI.
Heydi: No, Armando Calaschi, tú ya eras un imbécil antes de conocerme.
Armando: Me fuiste infiel :)
Heydi: El problema fuimos AMBOS.
Armando: ¿Te gustan más los besos de él? ¿Te gusta más el sexo con él? ¿Tiene mejor conversación que yo?
Heydi: ESE precisamente es tu problema, Armando. Eres inseguro.
Armando: Me fuiste infiel.
Heydi: Y me gustó. ¿Eso querías que te dijera?
Armando: Sí, gracias :)
Molesto, cambio de conversación:
Armando: Tu prima me acaba de confirmar que me fue infiel :)
Daniel: ¿Y quieres que te aconseje si cloro o pistola?
Armando: No estoy para bromas :)
Daniel: Armando... la superarás. Créeme.
Armando: ¿Por qué las mujeres, cuando pasan por este tipo de cosas, pueden llorar abiertamente y sentirse desdichadas y a uno lo llaman "marica" si hace lo mismo?
Daniel: ¿Quién te está llamando marica?
Armando: Benja :)
Daniel: Cierra la puerta de tu habitación con doble llave, Armando.
Armando: Listo :)
Daniel: Y deja de poner caritas felices al final de cada mensaje. Es perturbador.
Armando: Ok :)
Daniel: ¿Quieres que te llame?
Armando: No, tengo mi orgullo.
Daniel: Si te da pena que te escuche porque somos hombres y necesitas mayor empatía, le puedo pedir a Carolina que se comunique contigo.
Armando: Estoy bien :)
Daniel: ¿Debo temer por tu vida?
Armando: No :)
Daniel: Ok...
Si te sirve de algo, a mi me hizo bien emborracharme y bailar en calzoncillos una canción de despecho. Agrego que no es necesario lo de los calzoncillos. Eso lo hice porque estaba borracho.
Armando: Gracias por el consejo :)
Abro otra la puerta de mi habitación y saco la cabeza. —¿Moco, tenemos cerveza?
—¿En serio le estás preguntando a tu hermano de quince años si tenemos licor? —pregunta él, desde su habitación. Cuando el moco tiene razón, tiene razón.
—Lo siento.
Lo escucho resoplar. —Y ya deja de llorar. Marica.
—¡Deja de juzgarme!
—Aquí tengo tus huevos por si quieres venir a recogerlos.
—Hay hombres sensibles, sabes.
—Oh, es bueno saberlo —dice, sarcástico—. ¿También te sale sangre de la polla cada mes?
—Benjamin... —gruño.
Maldigo por lo bajo. ¡Me engañó! ¡Ella me engañó y eso me hace sentir derrotado!
Abstraído en lo que estoy sintiendo, escucho que Benjamín me pregunta si puede coger dinero de mi billetera para pedir comida. Le digo que sí. También pregunta si puede teñir de colores las orejas a Capitán Pantaletas. Le digo que sí a todo, a todo. Yo solo quiero tiempo para torturarme.
¿Por qué, Heydi?
Así, molesto, cierro otra vez mi puerta.
¿Qué caso tiene hacer las cosas bien si de todas formas te terminan engañando? Tu consciencia, Armando, tienes tranquila tu consciencia.
Nos hicimos novios al salir de la universidad. Viajamos juntos a Europa. Estoy en la foto de la segunda boda de su mamá, doña Gertrudis.
—Ya pasó una hora. Sal —grita Benja, tocando mi puerta después de un rato. Le agradezco que se preocupe pero no le abro del todo—. Eres patético, Armando. Lo sabes, ¿no? —dice, al verme.
—¡Heydi fue mi novia durante años! —le recuerdo.
—Y es una puta. ¿Contento?
Me encojo de hombros. —No es una puta. Ella solo...
—¡Ay, por favor! —El moco está tan enfadado que abre de golpe el resto de mi jodida puerta—. Deja de jugar al hombre perfecto y llámala puta si quieres.
Obligado, termino de salir de mi habitación y apoyo mi espalda contra la pared. —Es que... —Estoy dudando— Es que no está bien llamar puta a una mujer.
—No se lo estás diciendo a la cara —dice Benja, molesto—. Además, te puedo asegurar que ella ya les envió capturas de pantalla a todas sus amigas para crucificarte en grupo. Así que anda, saca toda tu furia y llámala puta.
—Puta —susurro.
Benja camina hacia mí y se coloca a un costado mío. —¡Dilo con ganas! —le grita a mi oreja, sintiéndose general del ejército que alecciona a un soldado raso.
—Puta —digo, más alto.
—¡Gritalo, carajo!
—¡PUTA!
—Mejor —Benja aplaude.
Dejo salir el aire que retengo. Sí, eso se sintió bien.
Pero no me detengo allí. Busco en mi bolsillo, cojo mis llaves y el coche de la abuela y voy por licor al supermercado. ¡Quiero dejar salir tanto resentimiento! Ya, con todo listo: licor, snacks y un disco de Juan Gabriel, regreso a casa y me emborracho. Me emborracho hasta no poder estar de pie.
Benja está sentando frente a mí, mirándome con desagrado. —En serio eres patético, Armando —dice.
—¡Hasta que te conocí —lloro, levantando mi puño—, vi la vida con dolor. No te miento fui feliz...!
—Además de que solo has bebido tres cervezas —añade Benja—, tres cervezas, Armando... y light.
Es que me confundí al escogerlas. Y esta bien, no estoy tan borracho pero la idea es esa. Sacar mi coraje.
—¡Y muy tarde comprendí —sigo, aunque sonando desafinado. Muy desafinado—, que no te debía amaaaaaar...!
Mi hermano niega con la cabeza. —Añadamos que esa no es la canción apropiada —dice, cogiendo mi teléfono móvil y buscando algo más para escuchar.
En cualquier caso, no me importa; y recordando cómo iba la canción, sigo tarareando:
—No sabía de tristezas, ni de lágrimas, ni nada que me hiciera llorar...
—Das pena ajena, en serio —insiste Benja.
Estoy siendo un mal ejemplo para él. Darme cuenta de eso solo empeora cómo me siento.
—No sabía que eras tan fácil —sigo.
—Que así no va —se queja Benja, todavía buscando en mi teléfono—. Por eso te digo que esa no es la canción adecuada. Al menos no cuando todavía estás molesto.
—Hasta que te conocí... —insisto a todo lo que da mi voz, aunque de pronto mis pensamientos se ven interrumpidos... —. ¿Oye, cómo sabes de despecho y eso? —le pregunto al moco.
Mi hermano no dice nada, me ignora y continua buscando otra canción. —Casi la tengo —dice.
Y me estoy preguntando si quizá no le he puesto demasiado atención al moquito, cuando hace sonar a todo volumen:
Si tú piensas que te han roto la maceta, no te preocupes, ya me acostumbré a regarla. Y ya te me estabas pasando de ver... de. Mañana te sellas y yo me consigo otra planta.
Arrugo mi frente tratando de reconocer qué canción es. Oh, por su puesto...
*Clic al vídeo* La Planta - Caos.
https://youtu.be/5gO-i72-fcM
Media hora después, tanto el moco como yo, estamos en calzoncillos bailando por toda la sala:
¡Y te pareces tanto, amor, a una enredadera.
En cualquier tronco te atoras y le das vueltas
con tus ramitas que se enredan donde quiera
y entre tanto ramerio, ya te apodamos, la ramera!
En lo que Benja hace movimientos extraños con sus manos, de pie sobre una mesa, yo recorro la sala imitando a un jinete que está galopando.
¡PERO QUE SEA DESERTICA... ! ¡OH, SÍ!
De igual forma cojo una cerveza, la coloco sobre mi cabeza, la destapo y, cantando con infortunio, me baño completo.
¡Y que un solo jardinero recoja el fruto,
no como tú que ya estabas recogida!
El moco y yo cantamos solos y a coro, lanzando nuestra furia contra todas las mujeres que habitan el planeta.
Y estoy tan absorto, que no me percato de que Paola está de pie a un lado mío. Me congelo con la lata de cerveza todavía en mi mano.
—Buenas tardes, señor Calaschi —saluda, parpadeando un par de veces—. Déjeme adivinar —añade, seria—. Para esto también hay una explicación lógica ¿Cierto?
Asiento, avergonzado, y miro de reojo a Benja:
—¿Recuerdas que te pregunté un par de cosas hace un rato y a todo me dijiste que sí? —dice, cubriendo con sus manos su entrepierna pese a tener calzoncillos puestos. Asiento, sintiéndome morir—. La señorita Durán llamó para confirmar la cena que tienen pendiente, y pues... le dije que íbamos a dejar la puerta abierta. Ya sabes, por si tú seguías de llorón y yo ocupado con mis cosas.
Yo lo mato.
Intentando lucir lo más digno posible, saludo a la señorita Durán. Ella roda los ojos y le pide a Benja vestirse. Él lo hace sin renegar.
—¿A ella si le haces caso a la primera? —me quejo, mirando al moco.
—Eso se llama tener autoridad —responde Paola por él.
Mierda. Tiene razón. El moco no me respeta.
Cuando Benjamín se marcha a su habitación, paso una mano sobre mi cara y le pongo pausa a la canción que sigue sonando en mi teléfono. Después recojo del piso la cerveza y los snacks.
—Lo lamento —me disculpo, insistentemente.
—No se preocupe por mí, señor Calaschi. Ese espectáculo estaba entretenido. Sigue estando entretenido.
Me estoy preguntando a qué se refiere cuando, para hacérmelo notar, me mira de pies a cabeza. Entorno mis ojos. Claro, yo sigo en calzoncillos.
—Iré a mi habitación a vestirme —digo, suspirando.
—¿Me va quitar el placer de seguirlo viendo? —pregunta ella, irónica, aunque está sonriendo.
¿Posible coqueteo?
—Claro, búrlese todo lo que pueda.
—No me lo pone fácil. Desde que lo conocí ha resultado una oda a la vergüenza ajena.
Estoy molesto. —Y ya le dije que yo no soy ese Armando. Soy un hombre sensato y respetado.
—Señor sensato y respetado, le recuerdo que sigue sin pantalones.
Ella arquea una ceja.
Miro de reojo mis piernas. —¿Por qué eso sonó a una queja que posiblemente no solo tenga que ver con mi falta de prendas de vestir? —pregunto, arqueando también una ceja.
Paola suspira y se acomoda sobre un sofá. —Tómelo como quiera.
Le sonrío y hago mi camino hacia mi habitación.
—Se ve menos cohibido, sabe —escucho que dice.
—Y usted menos seria —devuelvo.
La escucho reír.
La cena de hoy puede resultar interesante.
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¿Qué tal estuvo?
Lo pensé muuucho antes de publicar esto porque algunos/as lo pueden tomar como incitación de violencia contra la mujer. Créanme, me ha pasado en otras historias. Pero me dije "Tatiana, no te ahueves. Tú sabes por qué colocas cada cosa". De igual forma tomemos en cuenta que de esa manera se sienten muchos, tanto hombres como mujeres, al recordar a sus ex parejas.
Esperemos el siguiente capítulo para ahondar en el tema :) Recuerden que todo personaje lleva un proceso de crecimiento en el que puede cambiar de actitud. Y si no lo hace, pues así es el personaje. En el mundo real y ficticio hay de todo.
Por otro lado, en mi opinión, "Puta" no es una palabra fuerte. Es solo una palabra. Quitémosle el poder peyorativo que irresponsablemente le dimos.
Espero esté claro todo :)
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