Capítulo 20

Armando

—¿No se duerme rápido? —pregunta Iara, mirando sobre su hombro. 

—Ni siquiera sé si duerme —digo, siendo honesto. Estamos sentados en la mesa de la cocina y Benjamín continúa en la sala de estar haciendo de las suyas.

Iara ríe un poco pero deja de hacerlo al notarme distante y preocupado. No puedo disimular.

—¿Qué te pasa? —pregunta, incorporándose y yendo a la cafetera por más café para ambos. No tengo idea de por qué estamos despiertos. Asumí que ella quiere platicar.

—Soy un mal hermano —digo, viéndole verter más café en mi taza.

—De acuerdo a la plática que escuché hace un rato, siento que solo no conoces mucho a Benja.

—Y él no me deja acercarme. No me ve como una figura de autoridad. No me respeta.

—Oh, vamos, es adolescente —dice Iara, tomando de vuelta un lugar en la mesa.

—No todos los adolescentes son así.

—Tal vez no, pero sí la mayoría. De manera que no te sientas especial si Benja valora más a esa laptop que a ti.

—No sé cómo ayudarle. Paola me intenta orientar, pero...

—¿Paola? —pregunta, arqueando una ceja.

—Es consejera en el Instituto. Ella lleva el caso de Benja.

—¿Y cuál es su diagóstico hasta ahora? —resopla Iara, quien la escuche pensaría que no le cae bien Paola—. "Es un típico caso adolescente."

—Creo que lo de Benja va más allá. 

Iara se levanta de su silla una vez más, aunque esta vez para instalarse detrás de mí para masajear mis hombros. 

—Te siento tenso —dice, apoyando su barbilla sobre mi hombro derecho—. Perdóname por pasar del nivel de confianza 5 al 1, pero no quiero que te sientas cohibido conmigo.

—Está bien —río, sonrojándome un poco. Las manos de Iara son gentiles con mi cuello, mis hombros y mi espalda—. Si a ti no te importa para mí está bien.

—Claro que no me importa —dice y cierro mis ojos, aspirando su perfume. Está tan cerca que este consigue invadir mis sentidos. 

Cuando siento que ya es suficiente, pues tampoco quiero abusar, me giro hacia ella. 

—¿Lista para ir a la cama? —pregunto y le veo abrir mucho sus ojos—. A dormir, claro —me corrijo, sintiendo que me falta aire. No te sonrojes. No quiero que piense que...  

Ella suprime una risa. —Claro... a dormir. Tú tranquilo.

Eres un idiota, Armando.  Acomodo las tazas sucios sobre el fregadero y le pido que me siga. 

—Dormirás en la habitación que pertenecía a mi abuela —explico, aunque me devuelvo dos pasos al pasar cerca de el Moco—. Y tú a la cama —le mando—. Suficiente laptop por hoy.

Mi hermano hace rodar sus ojos y continúa lo que está haciendo, ignorándome. Capitán Pantaletas también continúa en su lugar. Ni el perro me respeta. 

Al llegar a la puerta de la habitación, abro y permito que Iara entre primero. 

—Es modesta —me disculpo—, pero creo que servirá.

—Hay techo y una cama. Eso es más que suficiente.

Es amable y agradecida. Me agrada. Me gusta. No puedo esperar a que llegue mañana para conocerla más. 

—Supongo que traes ropa dormir —pregunto, encendiendo la luz y acomodando las almohadas sólo para ocupar en algo mis manos. 

—La dejé en mi coche. Voy por ella —avisa. Y en lo que regresa abro ventanas y acomodo el baño de la habitación, pidiéndole a Dios que Benja se comporte mientras tenemos invitada.

Iara

Dejo entreabierta la puerta principal y camino hasta mi coche medio caminando, medio bailando. Al llegar a este abro el baúl y saco mi equipaje. No es mucho, pero si lo necesario. 

Todo está saliendo mejor de lo que imaginé, aunque no de la manera que imaginé. Hay que aceptarlo. Armando Calaschi no es lo que esperaba. Miro su coche, su casa, A ÉL, y no parece el mismo hombre que publica fotos en Instagram. No sé cómo sentirme sobre eso. ¿Quiere decir que inventa una vida? ¿Finge ser alguien que no es para atraer mujeres? Parece un tipo normal, pero vamos, mi ex también parecía normal.

Estoy terminando de cerrar el baúl de mi coche cuando escucho pasos tras de mí. Pasos que se detienen cuando giro para ver quién es.

Paola Durán.

¿Qué pensará al ver mi coche estacionado frente a la casa de Armando? Nos vio juntos en el bar.

Intenta decir algo pero las palabras no le vienen. Tampoco oculta cuánto le sorprende verme. Aún viste la ropa que llevaba durante su cita. ¿Vendrá a buscar a Armando? Eso parece.

—Buenas noches —la saludo, procurando mostrarme más segura que ella. 

—Buenas noches —dice, en voz baja. Muy baja. Se le escucha abstraída.

—¿Vienes a buscar a Armando? —pregunto, levantando mi equipaje para que lo vea—. Está ocupado pero puedo hablarle.

Consigo mi objetivo cuando ella mira de mí al bolso frente a mi pecho. 

—No —musita, retrocediendo dos pasos. Sin embargo, tras pensarlo un poco, coge aire y vuelve a levantar su mirada para verme—. ¿Consiguió lo que estaba buscando?

¿Lo pregunta así tan bruscamente? Aunque supongo que se refiere a mi visita al instituto. Sí, Durán, lo conseguí.

—Ya no es necesario —digo, arrugando un poco mi nariz. Me gusta mostrarme cómoda conmigo misma cuando ella parece tan... dolida. Con esto confirmo su interés en Armando.

—Pase feliz noche entonces —dice, volviéndose. Parece querer marcharse ya. 

—¿Segura que no quieres que llame a Armando? —insisto y le veo sonreír de forma forzada. Toma esto como la venganza por lo del instituto—. Tal vez todavía esté despierto.

—Otro día hablaré con él —asegura y me despido de ella. 

—Perra —digo, cuando sé que ya no me puede escuchar.

Espero hasta que se aleja un poco y le veo entrar a una casa cerca. Viven en la misma calle. Aunque espero que después de esto no se entrometa. 

Cuando regreso a la habitación encuentro a Armando tratando meter muchas plumas dentro de una almohada. Al parecer las sacó sin querer intentando acomodar mi cama. Es tan... él. 

—Ya tengo conmigo mis cosas —anuncio, colocando mi maleta sobre la cama. La abro y saco de esta mi pijama más sensual—. ¿Puedo usar el baño? —pregunto, señalando la puerta a mi derecha, la que asumo es el baño.

—Cuando quieras —sonrie Armando, todavía peleando con las plumas.

Dentro del baño me apresuro a sacarme el vestido y recolocarme la pijama estilo Baby doll. Tú haz bien tu trabajo, Iara, que no lo vas a lamentar. El tipo es caballeroso y guapo. Dejo el vestido sobre el lavamanos y salgo otra vez a la habitación. 

Al escucharme salir la mirada de Armando, que todavía está ocupado con la almohada, me busca, posándose primero en pies para a continuación ir de estos a mis muslos, a mis pechos, a mi cuello y finalmente a mis ojos. Sí, que se noten las interminables horas de ejercicio. Le veo tragar saliva y sonrío de forma casual.

—¿Pasa algo? —pido saber, mirando la almohada descompuesta en sus manos.

—Un accidente —se excusa, parpadeando muchas veces.

Me da ternura. Parece un chico adolescente mirando por vez primera los encantos de una mujer. ¿Desde cuándo no está con una? La pregunta consigue despertar mi curiosidad y asumir como un reto averiguar todo de él. Todo.  

Le pido que me entregue lo que queda de la almohada y termino de acomodar la cama mientras él, sintiéndose nervioso, busca qué más hacer. Está haciendo todo cuanto puede para no ver mi escote. 

—Entonces... la dejo sola —se despide, palmeando un poco sus manos—. Estaré en la habitación de a la par por si necesita algo. La de a la par a su izquierda, la otra es de Benjamín —aclara.

—Lo tomaré en cuenta —digo, sin mirarlo y dedicándole toda mi atención a mis almohadas. Mi objetivo es mostrarme distraída para que al salir mire mis piernas y mi trasero. No es por nada pero es un trasero perfecto.

Apenas escucho a Armando salir y abrir y cerrar su propia puerta, y busco mi teléfono. Tengo que contarle todo a Felicia.

—Adivina dónde estoy —digo, cuando contesta. Estoy haciendo muecas de felicidad. 

—Deya.

—Mejor aún.

¿La cama de Calaschi? —ríe, anotándose un cien por casi adivinar mi respuesta.

—Casi.

Escucho a mi amiga sobresaltarse. —¿Estás en el baño? ¿Te está esperando?

Me recuesto en la cama y sonrío de oreja a oreja. —Le dije que no tenía dónde quedarme y me ofreció su casa. Estoy en la habitación de su abuela y él en la de junto.

Hija de... —Me suelto a reír cuando Felicia no encuentra palabras, pero trato de contenerme. No quiero que Armando me escuche hablar por teléfono— ¿Y qué tienes planeado? —pregunta, con grandes expectativas. Yo también tengo grandes expectativas. 

—Investigarlo —confieso—. Ya le ahuyenté a un estorbo. Ahora quiero saber todo de él. Es tan diferente a lo que muestra en Instagram que me tiene intrigada. Curiosa e intrigada. 

Yo tengo varias hipótesis. 

—Yo también. ¿Las comentamos mañana? —digo incorporándome y mirando la parte baja de la puerta que da al corredor—. Te llamo cuando esté segura de que estoy sola. Me mostré en Baby Doll frente a él y no sea que me espía.

Eres toda una perra.

—La mejor —digo y cuelgo, acercándome cuidadosamente a la puerta.

No. Armando no es la sombra detrás y tampoco es Benja. Es el chihuahua. Más relajada, regreso a la cama y abro Instagram para ver si Christian Calaschi está conectado.

---------

Ay, Iara... Iara... xD

No olviden que es Iara, con "i", no Lara c: Faltan dos capítulos hoy.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top