Primer intercambio

Al despertar sentí el calor de cuerpo el cual abrazaba, luego observé el cabello rojo de Noriaki, realmente terminamos durmiendo muy cerca, o mejor dicho si dormimos abrazos. Me levanté y casi al instante Kakyoin empezó a despertarse, él me saludó con un "Buenos días, Jotaro" y observé sus ojos Amatista, se veía aún cansado y recordé que anoche no cenamos, así que saqué caner la cual guardé y empecé a cocinarlas, mientras iba donde Kakyoin estaba sentado y me sentaba en su a su lado.

— ¿Estás bien? O ¿pasa algo? — le pregunte, mientras esté negaba.

— No pasa, pero estoy bien — vi como me miró directo a los ojos, se veía diferente, se podría decir que sus ojos era la viva imagen de la desilusión, habíamos caminado mucho por muy poco, lo sabíamos, esas personas no eran como nosotros, hasta podíamos asegurar que ellos eran otra especie, eran diferentes, tanto en aspectos físicos como al ver que eran tranquilos, y no se veían  preocupados por lo que pasaba. Pero sentí las manos de Kakyoin y lo miré.

— Creo, que deberíamos adaptarnos a ellos, si de verdad somos los únicos, no tenemos de otra — trataba de darme una sonrisa tranquila, aunque se notaba la tristeza de este, yo podía asegurar que él estaba tratando de darme toda la esperanza que podíamos vivir de esta manera. Pose mi mano sobre la de él y traté de transmitirle la misma tranquilidad. Aceptamos juntos que esta era nuestra nueva vida.

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Lo primero que hicimos fue, remodelar nuestra casa, la reconstruimos porque era muy pequeña y no había mucho espacio para nosotros, aún así dejé mi cama al lado de la cama de Kakyoin.

Decidimos que lo mejor era tener una casa de dos plantas, arriba pondríamos nuestros cofres con cosas importantes y Kakyoin hizo algo que nunca pensé, intercambio con uno de los aldeanos. Mientras seguía construyendo la casa, Noriaki se puso a arar para plantar nuestros cultivos, y si que era un cultivo enorme, según él era para evitar que tengamos hambre, además el cultivo tardaba mucho el crecer, busco otra gallina, y les dio el maíz que sobró, esperando que este pueda reproducirse. Lo mismo hizo con el par de vacas.

Cuando termine de construir, Kakyoin fue donde yo estaba descansando y me dio comida.

— Debes estar con hambre — se sentó a mi lado, no cabe duda que él me trae paz en momentos así. Me sonrió mientras veía como devoraba lo que me dio de comida — no cambias en tu manera de comer — se río, para luego apoyarse en mi, mentiría si digo que esas acciones lograban ponerme nervioso.

Hay momentos en los cual me gusta verlo, pero no se los motivos de estos, pero tenerlo a mi lado si me gustaba, así que respondí — a veces estoy muy hambriento y no puedo evitarlo — le dije, escuche su risa, una que me contagiaba, una risa que también era graciosa. No entiendo porque, pero nos reímos por un buen rato.

— Jotaro, ¿quieres hacer un intercambio? — me pregunto — no hablo por los aldeanos — empezó a explicarse — sino que, quiero intercambiar algunas palabras serias contigo — me dijo, yo tan solo le dije que prosiga, este se aclaró la garganta y dijo — Jotaro, si un zombie o esqueleto te ataca, no te dejes matar, ven conmigo y te ayudaré, no quiero vivir solo, y tu eres la compañía que necesito — me termino de decir.

Realmente no sabía como responder, hasta pasado un par de segundos respondí — Kakyoin quiero que esas palabras no sean solo para mí, sino que para ti también, quiero que estemos juntos, si de verdad somos los únicos, quédate a mi lado, así ambos nos defenderemos juntos — le dije, pero no podía quitar mi seriedad aun así, tome las dos manos de Noriaki y le dije — quédate conmigo Kakyoin, solo conmigo — él no respondió al instante, pero sonrio y asintió, para luego ver con detenimiento su mirada, era sinceridad.

Realmente quiero estar con él, aunque sino si esas palabras eran realmente las que deseaba decir o eran otras, otras que hacían mi corazón temblar de miedo.

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