Capítulo 7: Purgatorio
Aterrorizado, el padre Lorenzo observaba desde bambalinas cómo las llamas engullían con fiereza el escenario. El humo comenzó a hacer mella en sus pulmones, que luchaban por no rendirse a la asfixia.
Antes de descender las escaleras, aún indemnes, Lorenzo escuchó un quejido haciéndose hueco entre el caos.
-¡Padre! ¡Ayúdeme! -Reconoció la voz de Sergio. Se aproximó, todo lo que las llamas le permitieron, hasta observar el brazo del pequeño sobresalir de entre las vigas que habían conseguido arrinconarle.
-¡Estoy aquí, Sergio! ¡Tienes que intentar apartar las tablas! -El niño, empleando las escasas fuerzas que le quedaban, se lanzó contra los listones consiguiendo abrirse paso entre ellos.
El padre Lorenzo soltó un grito cuando lo vio. El fuego había calcinado parte del rostro del pequeño, desfigurándolo por completo. La piel de sus brazos, se deshacía en pedazos mientras se movía.
A Lorenzo le costó percatarse de que aquello que se acercaba hacia él, fuese un ser humano. Su apariencia, mucho más semejante a la de un ser resurgido del inframundo, le provocó náuseas. ¿Cómo era posible que aún siguiese con vida?
Un enorme listón de madera, se desplomó frente al padre. Los ojos de la criatura se clavaron en los suyos en ese momento, sabedores de su destino.
Aquella mirada, que apenas arrojaba un minúsculo atisbo de humanidad, sería la que contemplase Lorenzo instantes antes de morir.
...
-¡Solo era un niño! -chillé, accionando el potro con una rabia feroz. Los quejidos del padre Lorenzo servían de calmante para mi ira-. ¡Me abandonó! ¡Pudo haberme salvado! -El sudor de mis manos, hacía que la manivela se me resbalase de entre las palmas.
-¡No pude hacer nada! ¡Había mucho fuego!
-¡Miente! -Escuché crujir sus articulaciones al empujar de nuevo la manivela-. Todavía recuerdo cómo me miró, como si fuera un monstruo.
Las lágrimas escaparon involuntarias de mis ojos al recordarlo.
-¡No ha sido fácil tampoco para mí, Sergio! -Vi cómo se removía sobre la tabla, luchando por soportar el dolor-. Abandoné el sacerdocio, todo en lo que yo creía dejó de tener sentido.
Observé cómo dirigía una mirada inconsciente al lugar en el que Silvia se encontraba postrada, adormecida por los calmantes.
-¡Vaya! Tuvo que escapar de la cueva en la que se encontraba enclaustrado para llevar una vida cerca de su querida profesora, ¡qué mal lo tuvo que pasar! -Me limpié con furia las lágrimas, mientras aproximaba mi metálico rostro hasta el suyo- ¡Míreme padre! ¡Mire en lo que me ha convertido!
-La culpa me ha perseguido todos estos años, Sergio. Sé que voy a ir al infierno por todo aquello. -Solté una sonora risotada al escuchar su patético intento de conmoverme.
Alimentando mis entrañas con toda la ira que mi alma había sido capaz de albergar durante aquellos años, cogí de la mesa de trabajo un disfraz de arlequín. Luego, extraje de uno de los cajones varios palos cortos de madera con forma de cruz, de cuyos extremos sobresalían varios hilos.
-Bienvenido al infierno.
N/A: ¡Hola lectores!
Lo primero, gracias por acompañarme en esta travesía. ¡Es genial saber que os está gustando!
Me alegra deciros que he pasado a la siguiente fase. Esta es una fase importante, ya que determinará los finalistas, cuyos relatos van a formar parte de una antología de terror.
Y el siguiente capítulo, será el ÚLTIMO. ¡Qué nervios!
También espero que os guste la nueva portada y los gif que he añadido al final de cada parte.
¡Nos vemos en el capítulo final!
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