Siete

-No hay nada en tu cuarto- dije mientras veía a mi alrededor.
-Hay una cama, un reloj, un radio, una mecedora, un librero, unos libros. Eso no es nada.
-Nada en las paredes.
-Quité mis pósteres...
-¿Por qué?
-No me gustaban.
-Eres como un monje.
-Sí. Aristóteles, el monje.
-¿No tienes pasatiempos?
-Claro. Clavar la mirada sobre paredes vacías.
-Quizá serás sacerdote.
-Tienes que creer en Dios para ser sacerdote.
-¿No crees en Dios? ¿Ni siquiera un poquito?
-Quizá un poquito. Pero no mucho.
-¿Así que eres agnóstico?
-Claro. Un agnóstico católico.
Eso en verdad me hizo reír.
-No lo dije para hacerme el chistoso.
-Lo se. Pero sí es chistoso.
-¿Crees que está mal... Dudar?
-No. Creo que es listo.
-No creo ser tan listo. No como tú, Dante.
-Eres listo, Ari. Muy listo. Y de cualquier manera, ser listo no lo es todo. La gente solo se ríe de ti. Mi papá dice que está bien que la gente se ría de ti. ¿Sabes qué me dijo? Me dijo: "Dante, eres un intelectual. Eso es lo que eres. Que no te avergüence eso".
Y me llene de tristeza. Pero aún así intente sonreír.
-Ari, estoy tratando de no avergonzarme.
Intenté no llorar. Aristóteles me hacia sentir realmente bien.
Aristóteles. De verdad me agradaba. De verdad me agradaba muchísimo. Y eso en parte dolía.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top