Nueve

Una noche, sin luna en el cielo nocturno, papá y mamá nos llevaron a Ari y a mí al desierto para poder usar mi telescopio nuevo. En el camino, papá y yo cantamos con Los Beatles.
Aristóteles solo observaba. Y me preguntaba en qué pensaba. Me preguntaba también, qué pensaba cuando iba en carretera.
Tomó algo de tiempo llegar al desierto. Papá parecía conocer bien el lugar donde podíamos mirar las estrellas.
Un lugar lejos del barullo y luces de la ciudad.
Lejos de la contaminación de luz.
Papá y yo colocamos el telescopio.
Aristóteles nos miraba y oía el radio.
Mi madre le ofreció una Coca. La tomó, pero yo sabía que no le gustaban.
-Dante dice que eres muy listo.
Yo seguía con el telescopio.
-No soy tan listo como Dante.
Interrumpí la conversación.
-Me parece que ya habíamos hablado de esto, Ari.
-¿De qué?- dijo mi madre.
-Nada... Sólo es que la mayoría de la gente lista es una perfecta mierda.
-¡Dante! - dijo mi madre.
-Sí, mamá, ya sé, mi lenguaje.
-¿Por qué te gusta decir tantas groserías, Dante?
-Es divertido - dije.
Papá se rio.
-Sí es divertido - dijo-. Pero luego dijo--: Este tipo de diversión tiene que ocurrir cuando tu madre no esté por ahí.
A mamá no le gusto para nada ese consejo de papá.
-¿Qué clase de lección le estás dando, Sam?
-Soledad, creo que... - No dejé que la discusión siguiera.
-¡Guau, papá! ¡Mira eso! ¡Mira!
Y por un rato, nadie dijo una sola palabra.
Todos querían ver.
Nos paramos todos al rededor del telescopio en medio del desierto. Cuando llego el turno de Aristóteles para mirar, comencé a explicarle lo que estaba viendo.
Observe a Aristóteles mirar por el telescopio y contemplaba el universo. Un universo que mostraba con delicadeza la luminiscencia de las estrellas.
Le murmuré a Ari :
-Algún día descubriré todos los secretos del universo.
Eso lo hizo reír.
-¿Qué vas a hacer con todos esos secretos, Dante?
-Yo sabré qué hacer con ellos - dije-. Quizás cambiar el mundo.
Me agradaba estar en momentos así con Aristóteles. Porque me entendía y sabía de lo que hablaba. Tenía una mentalidad increíble. Increíble como el universo que se veía en mi telescopio.
Esa noche dormimos en mi jardín de atrás.
Podíamos escuchar mis padres hablar en la cocina. Mamá hablaba en español y papá en inglés.
-Hacen eso- dije.
-Los míos también - dijo.
No hablamos mucho, pero no había silencios incómodos. Sólo nos tiramos ahí y miramos las estrellas.
Era inefable.

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