🌻1. No estás sola.
Aquella mañana la pequeña rubia de mechas marrones en las puntas, despertó como cada mañana, escuchando a la perfección el piar de los pájaros que tenían nido cerca de su ventana, la cual quedaba en la planta baja. Era curioso que los autos de los vecinos londinenses aún no creaban disturbio, según su reloj digital el cual había anunciado las 6:30 de la mañana, era signo de la hora pico donde todos iban a su trabajos, escuelas y demás. Aunque lo de las escuelas se podía evaluar como que este día no sería también incluido, debido que hoy era el primer día de una larga semana de vacaciones de invierno.
El clima y el viento que había sido generado por un entusiasta fuerza realizada por su madre, del lado de la puerta hizo percibir que hoy era un día especial. Y no se equivocó :
—¡Feliz día mi niña! ¡Felices 12 años, mi linda girasol!
¿Cómo había podido olvidar su cumpleaños? Sencillo, desde aquel accidente, le daba miedo ser consciente de no ser capaz de ver y colorear su calendario, o siquiera recordar el tiempo en el cual ya había pasado y ella seguía sin poder avanzar en el camino sin ayuda de su madre. Su padre la detestaba, lo sentía con su poco entusiasmo y presencia desde el accidente. También lo comprendía, nadie iba a quererla si ella había sido la única sobreviviente de un accidente de auto en el cual iba con su hermano mayor como conductor y solo ella había salido "ilesa" menos él, ella tan solo había quedado con una ceguera post-traumatica, decían que era a raíz que a sus diez años pudo ver la muerte y la vida en una muy luminosa y caótica escena.
Claramente lo iba a ser, después de todo había perdido a mi hermano mayor, a esa persona que era un ejemplo a seguir. Quería ser como él cuando fuera grande, ser profesora de artes plásticas, pero desde que él ya no estaba ninguna forma me salía para realizar arte. No quería tocar nada, porque me daba miedo elegir las opciones o materiales incorrectos.
Con reflexionar eso me doy cuenta que, los psicólogos dicen en parte cosas reales, un niño no puede superar un evento traumático más rápido que un adulto, por mucho que se quiera creer que por estar en pleno crecimiento si que lo podríamos conseguir. Pero no, no soy una super dotada, no soy lo suficiente valiente, ¡ni siquiera puedo valerme por mi misma sin tener a mi madre a lado!
Odiaba haber perdido la vista.
Odiaba haber perdido a mi hermano.
Odiaba sentirme odiada.
Odiaba sentirme sola, cuando sabía que tenía una gran madre intentando sobrellevar dos perdidas imposibles de superar ni fáciles de sobrellevar.
Pero allí estaba mi madre, dándolo todo. Lotti Harmon, una londinense independiente, entusiasta, perseverante en lo que se propusiera tratando de animarme aún cuando la sentía tan decaída en sus silencios donde ambas quedábamos así por recordarlo. Pero nunca mencionarlo. Se podría decir que, si me preguntaran de un hermano más, ninguna de las dos podríamos decir algo, dando como hecho o malinterpretado como vergüenza a que no lo haya.
Si tan solo no le hubiese insistido en ir con él, aquel día. Talvez, Mashiro... Mashiro estaría hoy abrazando a mamá y haciendo alguna sorpresa por este gran día que parecía más pesado desde su partida.
—Gracias mamá. Por un momento casi lo olvido... —hablo sin poder evitar sentir como mis párpados se abren intentando verla, pero solo veo la nada, por lo que cierro mis ojos y percibo que no soy para nada buena reteniendo mis lágrimas.
Ambas sin poder evitarlo se habían quedado en ese tiempo que en cuanto el ring del timbre del microondas sonó, su madre pareció recobrar compostura que tras aquello, la sintió levantarse sin decir nada, ella iba a preguntar porque tan repentina acción, pero no demoró ni tres minutos en que pudiera sentir la presencia de la mayor ya volviendo hacia ella.
—Está pesada. Pero tienes que tomarla con delicadeza, hay algo frágil dentro. —fue expresando su madre con voz ahogada, tal vez por el esfuerzo de llevar lo que sea que pudiera estar acercando hacia ella.
—¿Mamá que? ¿Es grande? Se escucha pesado.
La duda era grande, si bien cada vez que su mamá se acercaba hacia ella, se escuchaba el peso de las pisadas más arrastradas.
—Descúbrelo tu misma, mi niña.
Tras eso, la madre se encontraba muy ansiosa por la reacción de su pequeña, pero igualmente con cierta dificultad deja la caja al suelo, exhalando e inhalando aire por el exceso de fuerza que había necesitado para traerlo.
—B-bueno. —tartamudeó nerviosa.
Bajó de la cama, y tras alzar su mano hacia el frente, sintió a su madre guíarla hacia donde debía palpar. Al principio lo sintió seco, áspero tanto que se escuchaba la fricción como si se tratara de una caja, por lo que intuitivamente fue palpando todo con curiosidad intentando imaginarse que podría haber y si era una caja como lo sospechaba. ¡En definitiva, si lo era! Lo sintió tras confirmar las cuatro paredes y la caja, pero también había descubierto algunos agujeros en los costados de la misma.
—¿Mamá esto es lo que creo que-...?
Iba empezando a decir, sintiendo como la emoción subía de sus latidos del corazón hasta su garganta, sus manos temblaron y tardo en romper los impedimentos de cintas que evitaban que algo se escapara de adentro. Dejando al fin, que lo que fuera que había dentro se hiciera presente con un sonido inconfundible.
—¡Guaf, guaf!
Aquel inconfundible sonido había logrado emocionar su corazón y más aún al sentir el pelaje suave, esponjoso del perrito, que no demoró el lamer su mejilla, saludando con mucha emoción de igual manera. Todo era tan bello, tan hermoso que no hacía falta verlo para saber que era lo que había sido el regalo dentro de la caja.
—Mamá... Yo... Yo no podré cuidarlo... Yo... Snif.... —las lágrimas de felicidad ya recorrían sus mejillas.
—No hace falta. Está entrenado para que te ayude, tienen la misma edad, literalmente está hecho a tu medida, cariño. —empezó a decir con la garganta también como si le costara hablar— Q-quiero que sepas, con esto... Que tienes un gran apoyo conmigo, cariño... Tu no estás sola. No estás sola.
La pequeña no supo nada más que decir que sólo empezó a llorar. De su garganta no salían sus palabras, estaba tan agradecida que al sentir como su próximo o próxima amiga se abalanzó sobre ella, no perdió el tiempo el buscar el refugio que tanto parecía ansiar.
—Es macho, será tu super amigo, ahora solamente falta que le des un nombre, mi pequeña. —comenta la madre totalmente emocionada, también se escuchaban algunos hipeos del llanto ahogado por dicha escena vista.
—Se llamará... Te llamarás H-hachi.
Afirmó con total seguridad pero sus emociones le jugaron en contra.
Siendo así como nunca más estaría sola, porque este cachorro que su madre había conseguido para su hija invidente era uno entrenado para ello, para nunca más estar tan perdida en este gran mundo. Al menos el cachorro estaría siempre cuidándola, más de lo que ella podía hacer.
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