V
Holaaa... Perdón por la tardanza, he tenido algunos problemitas...
Aquí les traigo otro capítulo, espero que lo disfruten 💕
Nicolle
Dejé que me llevaran hasta lo que parecía un cuartel general. Dentro habían varias personas caminando de un lado para otro con carpetas y expedientes. Nadie se detuvo a mirarnos, supongo que estaban demasiado ocupados como para percatarse de nuestra presencia.
— Vengan por aquí.— dijo el señor Lee guiándonos por un pasillo hacia una puerta doble que iba desde el piso hasta el techo. Toda su estructura era oscura y tenía dos esferas doradas de las que se podían girar para entrar.
Ya dentro todo era diferente. Se podían observar computadoras y pantallas gigantes por las que se podían ver las diferentes partes de la isla. En el centro había otra computadora, pero esta era más pequeña que las otras. Aunque por alguna razón parecía ser la principal. Un señor de tez oscura se acercó a nosotros y saludó al señor Lee y a los chicos antes de acercarse a mí.
—Nicolle— dijo extendiéndome su mano. Al principio dudé, pero terminé por aceptarla — Debes tener muchas preguntas por hacer, ¿Me equivoco?— se dio la vuelta acercándose a la silla que se hallaba en el centro. Yo no dije nada. Después de tantas cosas que tenía en mi cabeza ahora no podía ni pensar. Este lugar era algo nuevo. Se podía ver lo avanzado que tenían su tecnología. Este tipo de computadoras no se parecían en nada a las de mi mundo.
— Creo que debería descansar.— habló el señor Lee y yo le agradecí con la mirada el haberme salvado de un momento tan incómodo para mí.
— Tiene razón.— respondió el que supongo yo que sería el encargado de toda esta sala.— La señorita Bianca le asignará una cabaña...
— O podría quedarse conmigo.— habló Eun Ji ganándose una mirada retadora del padre.
— Creo que ella necesita su privacidad Eun Ji. — dijo su padre.
— Aunque mientras podría descansar un poco en la cabaña de Eun Ji. Después de todo debe estar cansada.— dijo el señor acercándose a mí— por cierto, soy el Comandante Brandon Brown, pero la mayoría me llaman Brown. Ahora ve a descansar. Bianca irá a buscarte cuando ya tengan tu habitación lista.
— Vayan ustedes —, dijo el señor Lee — yo debo encargarme de una cosas.
Dicho esto salimos de ese edificio y nos dirigimos hacia lo que parecía una pequeña aldea con casitas de madera parecidas a una de esas cabañas que salen en las películas estadounidense. Caminamos hasta una linda cabaña adornada por plantas colgantes y algunos arbustos con flores moradas y amarillas.
— Bienvenida a mi humilde hogar —. dijo Eun Ji apuntando a su cabaña como si fuera un programa comercial.
— Vaya —,dijo Aspen— si que la has cuidado. Pensé que iba a ser cuestión de días para que regresara a vivir con tú padre.
La chica lo miró con cara de pocos amigos ganándose un guiño por parte de el rubio. Entramos y vi que todo estaba perfectamente organizado. Si esta fuera mi casa sería un completo desorden.
Alguien rió detrás de mí y al girarme vi a Edur. Mi cara debió cambiar de color al recordar que podía escuchar lo que uno pensaba.
— Bien chicos. Yo me encargaré a partir de aquí.— dijo la pelinegra sacando a los chicos de su cabaña.
— Ten cuidado Eun Ji — dijo Edur y todos nos detuvimos para escuchar lo que tenía en mente— no quieras que destruya tu habitación.— los dos hermanos se fueron entre risas dejando a una Eun Ji confundida y a una Nicolle muerta de la vergüenza.
— ¿A qué se referían con eso?— preguntó Eun Ji.
— No lo sé— dije girando sobre mis talones y recorriendo la habitación en la que me encontraba.
Edur
— ¿Qué quisiste decirle a Eun Ji? — preguntó mi hermano.
— Solo trataba de molestar a Nicolle.— le respondí aún sonriendo.
— Es linda, — dijo Aspen — ¿No crees?
— Me da igual.— dije casual.
— ¿Hasta cuándo vas a dejar de comportarte así? - preguntó mi hermano fastidiado por mi forma de hablar y no le respondí.
Él no entiende lo que pasó en los últimos días de escuela, cuando por fin tenía a Isabella en mis manos. Pensé que por fin íbamos a estar juntos, pero la vida es una mierda y el mejor momento de mi vida se fue y me dejó con un vacío que nadie podría entender.
De un momento a otro cambié mi forma de ser y de pensar. Ya no era ese chico adolescente con las hormonas revueltas que buscaba sexo por todas partes. Ahora era un ser al que muchos comenzaron a despreciar y a respetar a la vez. Me di mi lugar y al poco tiempo logré escalar hasta convertirme en el encargado de todo un escuadrón. Tenía todo lo que necesitaba y lo iba a utilizar para destruir a aquellas personas que habían acabado con mi humanidad.
— Iré a la Academia Militar para revisar que mis chicos hallan terminado lo que les ordené.— le avisé a Aspen.
— ¿No crees que estas siendo muy duro con ellos?— me preguntó y yo lo detuve con la mano antes de aclararle las cosas.
— Es mi escuadrón y yo decidiré como entrenarlos. Tú tienes al tuyo y yo nunca te he dicho cómo tienes que hacer las cosas, así que respeta mis decisiones.
— Solo te lo digo porque ellos son muy jóvenes y tú también. Te estás presionando demasiado y eso traerá consecuencias.— habló tomándome de los hombros— Pero tienes razón. Son tus hombres y ya sabrás que hacer con ellos.—Se alejó en dirección a la Academia Astral.
Yo me dirigí hacia un todo terreno que se encontraba parqueado frente a una cafetería. Cómo paso más tiempo aquí que en casa, el dueño de la cafetería me ha regalado esta parte de su parqueo para mí auto.
Arranqué hacia la escuela donde se encontraban los aprendices mientras escuchaba las canciones que traíamos de nuestro viaje a la tierra. Allá todo era felicidad, pero acá abajo siempre estábamos en guerra, tratando de mantener en secreto nuestras identidades y localización. Si por alguna razón nos descubrían sería nuestro fin. Utilizarían nuestros dones para su propio beneficio, sin importarles el daño que le haría a su mundo y a sus habitantes. Algo que odiaba de los humanos era su ambición. Podían tomar de la naturaleza y a la vez dar, pero preferían acabar con ella como si tuvieran otro planeta al que irse.
Mi padre luchó sin descanso para que todo quedara en paz. Pero su avaricia los deja ciegos ante la realidad y eso será lo que acabe con sus vidas. Aún es temprano, pero en un futuro la naturaleza los dejará al final de la cadena alimenticia y dejarán de reinar el mundo del que ellos piensan que son dueños.
— Buenos días señor Junker —.habló Sandra, la encargada de mantener el orden en los pasillos.
— El escuadrón Beta...
— Ya han terminado sus clases y ahora se hallan en la terraza entrenando señor. Se están esforzando por ser dignos de tenerlo a usted como su líder, o eso es lo que dicen —.sonreí al escuchar sus palabras. Era tan exigente con ellos y aún así no se rendían. Querían ser parte de mi escuadrón y para ello se esforzaban sin parar.
Fui hacia la terraza para toparme con quince chicos ejercitándose. Algunos levantaban pesas, otros luchaban entre sí con sus habilidades de defensa propia y el resto corría por toda el área si detenerse a descansar.
—¡Escuadrón!— grité y todos pararon con lo que estaban haciendo para formar frente a mí en una línea perfecta.
— ¡Líder Edur Junker! - dijo uno de los aprendices— ¡Nos encontramos frente a usted!
— ¡ Para entregar nuestras vidas si es necesario!— dijo otro.
— ¡Y así acabar con la maldad de nuestros adversarios!— gritaron todos antes de golpear su pecho con una mano en signo de lealtad.
— Descansen solados — dije y todos se posicionaron con un pie delante del otro y los brazos enlazados atrás, pero aún manteniendo su cabeza hacia el frente.— Quiero un informe de lo que han hecho hoy. — dije y Conroy, uno de mis mejores alumnos dio un paso adelante.
— Terminamos los deberes que nos dejó está mañana, acabamos con nuestras clases y ahora nos encontramos entrenando para combatir el mal. — respondió con voz firme.
— Pues sigan entrenando — dije — ¡Rompan, filas! — todos dieron un paso hacia adelante y volvieron a entrenar.— ¡Conroy!
— ¿Si señor? — preguntó este acercándose a mi.
— Necesito un favor suyo. — dije y este asintió.
— Lo que ordene será mi deber.
— Estaré unos días ausente en la academia y necesito que alguien se quede a cargo mientras tanto.— dije y pude notar la confusión en su rostro.
— Si quiere mi opinión creo que...— trató de decir pero le interrumpí.
— Me refiero a que usted será el que se quede a cargo hasta que regrese.
—¿Yo señor?
— ¿Alguna objeción?— pregunté serio.
— No señor — dijo — váyase sin preocupaciones. Yo me encargaré de que todo esté en orden.
— Así me gusta — dije acercándome a los demás — ¡Su compañero Conroy se quedará al frente por unos días, así que más les vale comportarse o terminarán trabajando en la huerta del pueblo! ¿¡Les ha quedado claro!?
— ¡Si señor!— dijeron todos al unísono y yo me fui de ahí hacia mi casa. Había sido un día largo y solo quería descansar un poco.
♊
Al llegar a casa lo primero que hice fue darme un baño. El clima afuera estaba comenzando a enfriarse, aunque aquí no nevaba. Salí del baño y me puse algo cómodo antes de ir a la cocina por algo de comer. La llegada de Nicolle había complicado las cosas. El señor Lee me la había encargado hasta que lograra adaptarse al lugar y a mí no me había gustado mucho la idea, pero cuando el pastor ladra las ovejas obedecen.
No es que me molestara hacerme cargo de una adolescente, tampoco es que fuera tan viejo. El verdadero problema era que tendría que atrasar mis planes por ella y eso era lo que no me agradaba. Tenía todos mis días planificados en mi cabeza, pero ahora debería cambiar mis planes y enfocarme en esa chica.
Me preparé unas tostadas y un poco de jugo, luego me senté en la isla, pero el sonido del timbre me hizo levantarme e ir hacia la puerta. Al abrir me topé con el cartero. Este me extendió un sobre y al tomarlo le di las gracias para luego volver a entrar. No era muy común recibir este tipo de cartas y menos de parte de tus padres, por eso me sorprendió ver que mamá me había escrito a mí precisamente. Aunque ella nunca lo decía, Aspen siempre había sido su favorito. Ambos se entendían por su forma de ser bromista, mientras yo me enfocaba más en ser la competencia. Algo que heredé de papá.
Regresé a la cocina y abrí el sobre para seguido leerlo. En la misma, mamá me contaba de todo lo que había estado haciendo estos últimos meses y me pedía perdón por no haber estado para mí cuando papá falleció, algo que entendía ya que ella había perdido a su alma gemela y por ello se había encerrado en casa sin dar signos de vida. Ni siquiera dejaba entrar a Aspen.
También decía que estaba orgullosa por todo lo que había logrado, seguramente Aspen le había contado todo lo que había logrado con mi escuadrón.
Todo parecía normal, hasta que llegué a una parte de la carta:
"... Me enteré de la llegada de una nueva chica. Ella es la clave, no la dejes ir..."
No supe exactamente que quiso decir con ello. Mamá a veces se ponía un poco, demasiado extraña. Dejé la carta a un lado y me enfoqué en ingerir mi comida, pero esa frase no se me quitaba de la cabeza. Volví a tomar el papel y volví a leer esa frase. Supongo que la "chica" era Nicolle, pero, ¿A qué se refería exactamente con "la clave"?
—Seguro está otra vez en esa etapa en la que se cree adivina—. Dije para mí mismo.
Terminé de comer y luego de lavar los platos fui hacia la sala donde tomé un libro de técnicas de combate. Tenía pensado hacerles unas pruebas a mí escuadrón para ver qué tanto habían aprendido en mi ausencia. Tal vez lleve a Nicolle para que comience a entender de que va este lugar y las increíbles cosas que podemos hacer con nuestros dones.
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