xxxii.

treinta y dos

A Ariel siempre le había caido bien el profesor Flitwick, pero eso no significaba que dejará de sentirse nerviosa cuando él la miraba. El profesor sabía de lo capaz e inteligente que era Ariel, asi que a veces solo la presionaba un poco, como cuando la hacía hablar en clases, para estimular aún más su inteligencia.

Ser llamada para una orientación académica había tomado a Ariel por sorpresa, podía recordar que su padre alguna vez lo nombro, pero con todo lo que había sucedido en el año lo había olvidado por completo.

Para su suerte, cuando Ariel entró al despacho del profesor Flitwick, la profesora Umbridge no estaba allí. Draco le había acontado que en su orientación si había estado.

—Ariel, entra, ¡siéntate por favor! —le dijo el profesor sonriendo.

La rubia hizo exactamente lo que le pidieron, mirando el escritorio lleno de los folletos sobre las diferentes carreras en el mundo mágico.

—Bueno, Ariel, esta reunión es para hablar sobre las posibles carreras que hayas pensado que te gustaria estudiar y para ayudarte a decidir que asignaturas deberías cursar en sexto y en séptimo —le explicó el profesor con calma— ¿Ya has pensado que te apetecería hacer cuando salgas de Hogwarts?

Ariel se encogió ante la mirada intrigante del profesor Fitwick. Si ella era sincera ni siquiera se había tomado el tiempo de leer los folletos, Lizzy se los había recitado de memoria porque había estado ayudado a Neville y a su hermano. Pero aún asi no tenía ningún interés por lo que decían los folletos.

Antes, ella ni siquiera hubiese tenido que pensarlo, ella hubiese dicho que definitivamente quería estudiar magizoologia, como su papá, su tio y su abuelo. Pero ahora no estaba segura, ella ya no estaba segura de nada de lo que pasaba en su vida.

—Pro-profesor, yo n-no te-tengo na-nada pe-pensado. Lo-lo si-siento.

Flitwick inclinó la cabeza mientras miraba de reojo los folletos.

—Eres una de las alumnas más inteligentes de la clase —le dijo sonriendo de costado— pero resaltas particularmente en herbologia y en cuidado de las criaturas magicas. ¿Pensaste alguna vez seguir alguna una carrera en base a eso?

Ariel asintió.

—P-pero a-ahora ya no e-esto ta-tan se-segura de e-eso —confesó, comenzando a jugar con sus manos.

—¿Y que tal te pareceria ser profesora de alguna de las dos materias? —le preguntó— podrías compartir toda tu experiencia, y se que tienes mucha.

La rubia rápidamente nego.

—No, no-no p-podria na-nadie me pre-prestaria a-atención.

—¿Eso es lo que crees tu? —pregunto el profesor Flitwick— porque ahora, justo en este momento, yo te estoy prestando atención. Y soy tu jefe de casa, te conozco y se que hay muchas personas que te prestan atención. No tienes que acobardarte por tu tartamudeo, eso no te hace menos. Solo te superas a ti misma.

Las mejillas de Ariel se calentaron con rapidez.

—Po-podria enseñar cu-cuidado de la-las cri-criatutas ma-magicas hay tantas co-cosas in-interesantes por a-aprender so-sobre las cri-criaturas —murmuro Ariel.

El profesor sonrió.

—Bien, entonces las asignaturas que tendrás que estudiar son, obviamente cuidado de las crituras magicas, herbologia, pociones y opcionalmente encantamientos, no tienes que tomarla si no quieres pero me gustaría tenerte en mis clases.

—Vo-voy a e-estar alli pro-profesor.

—Serás una excelente profesora y ya es tiempo de que nosotros aqui nos renovemos con profesores modernos —le dijo Fitwick amablemente— te veo en clases.

Ariel se despidió de su profesor y cuando salió del despacho se encontró con Draco en la pared mirando sus uñas con aburrimiento.

—¿Que tal tu reunión? —le preguntó acercándose a ella— ¿Te ayudó en algo?

—E-el p-profesor Fli-fitwick dice que seria buena si-siendo profesora d-de cuidado de la-las cri-criaturas mágicas y la-la verdad n-no me mo-molestaria se-serlo.

Draco se burló antes de pasar uno de sus brazos por los hombros de Ariel.

—Bueno, no descubrió nada de otro mundo. Hubieses venido a mi y yo te hubiese dicho lo mismo. Todos sabemos cuanto amas a esos bichos.

Ariel sonrió al pensar en sus criaturas. Ultimamente eran la única razón por lo que se mantenía feliz.

Draco se estiró para darle un beso en la mejilla.

—Eres bastante predecible, Scamander.

—¿S-si? —preguntó ella con confusión.

—Si —afirmó Draco sonriendo— tanto que se que ahora te inclinaras y me darás un beso.

Ariel sonrió y cuando estaba por contestar un ruido extrañó la hizo guardar silencio para escuchar mejor.

—¿Que es eso? —pregunto Draco frunciendo el ceño.

Él se acomodo el uniforme para mostrar su insignia de prefecto junto con la de la brigada inquisitorial y tomó la mano de Ariel para tirar de ella por los pasillos.

Se escuchaban gritos y chillidos que, resonaban por todas partes; los alumnos que salian de las aulas se paraban en seco y miraban con temor hacia el techo.

El ruido se hacía más intenso a medida que se acercaban al vestibulo. Y Ariel se quedo completamente sorprendida con lo que veia.
El lugar estaba inundando, con Fred y George Weasley volando en sus escobas listos para irse del colegio y nunca más volver.

—Eso fue tan genial —dijo una nueva voz.

Ariel volteó para ver a Lizzy Potter apoyada en el hombro de Draco, mirando a los gemelos Weasley con ensoñación.

—Potter —Draco la llamó— ¿Qué crees que haces?

La pelirroja lo miró con sorpresa y luego se enderezo en su lugar.

—¡Lo siento, vi el cabello rubio y pense que eras Ariel! Darwin, que vergüenza.

La rubia sonrió.

—Hasta perecen hermanitos —siguió Elizabeth— oh, ahora es terrorífico.

—Vete, Potter —le dijo Draco, poniendo los ojos en blanco.

—Van a tener hasta hijos rubios —siguió murmurando la pelirroja antes de irse.

La sola mención de hijos hizo que las mejillas de Ariel se calentaran.

—Lo s-siento por e-eso —se disculpó.— sa-sabes como e-es Lizzy...

—¿Por qué? ¿Acaso no quieres tener hijos rubios conmigo? —preguntó Draco riéndose.

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