xxix.


capítulo veintinueve

Ariel odiaba completamente que las personas sintieran lástima por ella. Desde que tenía memoria siempre habían sentido lástima por ella siendo la niña que tartamudeaba.

Pero la lástima que las persona sentían ahora por ella era diferente, ahora sentían lástima porque su padre había muerto. La mayoria de las personas no sabían nada sobre el padre de Ariel, pero al parecer crían tener el derecho de hablar de su vida como si esta no valiera nada.

Cuando Ariel volvió a Hogwarts luego de una semana de comenzada las clases, todos parecían realmente interesados en susurrar en su dirección o señalarla cuando pensaban que ella lo los estaba mirando.

Draco Malfoy al parecer también hacia lo mismo, cada vez que se acercaba a ella le era imposible no mirarla con lástima y Ariel lo odiaba.

—¿Po-podrias de-dejar d-de mi-mirarme asi?

—Eres la mejor vista que hay por aqui ¿Acaso quieres que me aburra mirando a estos estúpidos? Estoy disfrutando de mi vista.

Esa no era la respuesta que Ariel estaba esperando pero no pudo evitar sonreir.

Cuando Draco no la estaba mirando con lástima estaba intentando hacerla sonreir y eso era demasiado raro porque Ariel no podía creer escuchar a Draco Malfoy contando chistes malos. Pero aunque Ariel apreciaba que hiciera eso había días en los que realmente no se sentia de ánimos para escuchar chistes.

—¿Sabes que podrías hacer para no notar que te miro? —le preguntó luego de un minuto en silencio.

—¿Que-que?

—Podrias dejarme besarte. Cerraste los ojos cuando te bese, asi que no sabrías si te estoy mirando, estarías demasiado concentrada pensando en mi.

Ariel solto una risa suave y sus mejillas tomaron de un color rojo.

—No entiendo como pero te ves más bonita cuando te sonrojas, de alguna forma tus ojos resaltan —susurró Draco estirando su mano para tomar la de Ariel.

Ambos estaban en los jardines de Hogwarts intentando huir de cualquier cosa que tuviera que ver con socializar, querían estar juntos y Draco lo demostró bastante bien cuando le soltó la mano y en su lugar estiró el brazo para pasaro por los hombros de Ariel, obligandola a recostarse en el cesped, de forma que los dos quedaron de cara a el sol.

—¿Sa-sabes la le-leyenda del s-sol y de la lu-luna? —le preguntó Ariel girando su cabeza para mirar a Draco— mi pa-padre siempre m-me la co-contaba.

—Impresioname, Scamander —le dijo el chico sonriendo con diversión.

—Cu-cuenta la le-leyenda que d-dos jo-jóvenes llamados Lu-luna y Sol se enamoraron lo-locamente el u-uno del o-otro. A-Afrodita s-sintió ce-celos de que p-pudieran quererse d-de una fo-forma tan in-intensa y ba-bajó de desde el O-olimpo pa-para demostrar que s-su ro-romance no e-era ve-verdadero. La di-diosa trato de co-conquistar a e-el Sol, pero e-este la re-rechazó porque a-amaba a la lu-luna lo-locamente. Fu-furiosa por no-no haber sido ca-capaz de co-conquistarle, A-afrodita ma-mando a separar a-a los a amantes pa-para siempre. Co-convirtió al jo-joven en el a-astro que iluminaria el dia y a la-la mu-mujer en la-la que iluminaria la no-noche, por lo-lo que nu-nunca co-coincidirian en el fi-firmamento. E-estaba segura d-de que a-asi su amor s-se ex-extinguiria. A al ver que su e-enamoramiento so-sobrevivia al d-del tiempo y la di-distancia, Ze-zeus in-intervino p-para que el S-sol pu-pudiera, al me-menos, ro-rozar de nu-nuevo el ro-rostro de su a-amada. A-asi o-ocurre en lo-los días d-de eclipse, cu-cuando los dos a-amantes vu-vuelven a fundirse en u-un sólo cu-cuerpo, a-aunque sólo se-sea por un bre-breve instante.

Ariel no podia recordar haber hablado tanto nunca usualmente siempre traba de dar respuestas cortas para que las personas no la escuchan tartamudear por horas. Pero Draco no había despegado ni un segundo los ojos de ella y habia escuchado cada palabra que salió de la boca de Ariel

—Estar lejos de la persona que amas solo hace que el sentimiento se haga más fuerte, más intenso.

La rubia se llevo una mano a la cara para taparse del reflejo del sol.

—E-es una cla-clase de a-amor re-realmente lindo —dijo sonriendo— s-se aman a p-pesar de to-todo y eso es solo lo que le-les im-importa.

Draco estiró una de sus manos para apoyarla en la mejilla de Ariel.

—¿Quieres ser mi novia?

—¿Que-qué?

—Tenia pensado preguntartelo antes, ya sabes antes de navidad, pero sucedio todo eso..

Ariel nunca antes había visto a Draco nervioso, él siempre se notaba seguro de si mismo, y como ella no le había dado una respuesta inmediata el habia comenzado a ponerse realmente nervioso.

—¿No-no es un bro-broma? —le preguntó Ariel en voz baja.

—No, no lo es —afirmó Draco.

La rubia realmente se alegraba de que aquello no fuera una broma, porque hubiese sido demasiado cruel jugar asi con sus sentimientos.

Ella apenas estaba superando la muerte de su padre y quizás no era el mejor momento para aceptar ser la novia de Draco, pero Ariel creía que si iba a pasar un mal momento era mejor estar acompañada y más en la compania de alguien que ella realmente quería.

—Si quiero se-ser tu no-novia.

Draco la miró con incredulidad por un momento antes de parpadear y poner ambas manos en las mejillas de Ariel para darle un beso.

—Por un momento pensé que ibas a decir que no.

. . .

Cuando Ariel llegó a su habitación se encontró con Luna jugando con Stone y Willy durmiendo en su almohada plácidamente.

—Vine a buscarte —le dijo Luna sonriendo— pero olvidé lo que iba a hacer y me quedé jugando con Stone.

—Quiero co-contarte algo —murmuro Ariel en voz baja mientras se acercaba a ella.

Ariel se encontraba realmente nerviosa por contarle aquello, no sabía que estaba esperando realmente, quizás la aprobación de alguien, que le dijera que no había hecho mal al ponerse de novia cuando se suponía que aún debía mantener un duelo largo.

Luna no respondió pero la miro esperando que ella hablará.

—Draco m-me pre-pregunto si que quería ser s-su no-novia.

Ariel sonrió cuando Luna abrió la boca con sorpresa

—¿Ahora son novios? —le preguntó con entusiasmo, Ariel asintió— eso es lindo, sus cabellos combinan.

—Gra-gracias, Luna. ¿N-no vi-viste a Li-lizzy? Quiero co-contárselo ta-también a e-ella.

Luna lo pensó por un momento.

—Creo podrías buscarla en la biblioteca.

Ariel asintió, sintiéndose casi tonta, era obvio que Elizabeth podría estar en la biblioteca, era su lugar favorito en el mundo. Luna no tenía ganas bajar asi que Ariel salió de su sala común sola y se encaminó a la biblioteca. Pero ni siquiera tuvo que llegar a la biblioteca para encontrarla.

En el medio del pasillo había una gran multitud que se divertía por algo que estaba pasando, pero Ariel no llegaba a divisar que, asi que pidiendo permiso educadamente se hizo paso y definitivamente no le gusto lo que vio.

Si Ariel no la hubiese mirado detenidamente ni
siquiera se hubiese dado cuenta que era Elizabeth, ella tenía el cabello castaño y tenía su varita alzada apuntando el cuello de Pansy Parkison que estaba calva y llorando desesperadamente.

Ariel ni siquiera pudo llegar a formular una pregunta en su mente porque los tacones de alguien sonaron detrás de ella y la profesora Umbridge apareció.

—¡Castigo! —chilló— ¡Suelta esa varita Potter y ven conmigo!

Elizabeth miró en la multitud y descubrió que Ariel estaba allí, asi que solo le sonrió.

—¡Estoy feliz por lo tuyo con el orangutan! ¡cuidate de las perras celosas! —le dijo Lizzy antes de soltar a Pansy Parkinson con brusquedad y seguir a la profesora Umbridge.

Ariel ya tenía una imagen en mente de lo que había sucedido y ahora se sentia realmente culpable por haber metido a Elizabeth en problemas.

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