xx.

capítulo veinte

Ariel no era muy devota a Dios como lo era su madre, aunque quizás le gustaría serlo, a ella realmente le gustaría confiarle su vida a alguien para que solucionará todos sus problemas. Pero la chica no estaba segura de si era bueno tener una fe ciega en alguien que ni siquiera conocía, aún asi, decidió que iba a rezar frente al espejo todas las mañanas en voz alta. Quizás si su fe incrementaba y decidía creer, Dios la iba a ayudar.

Elizabeth se oponía un poco ante la idea de que Ariel creyera que todo lo podía solucionar un ser divino, la pelirroja era más de la ciencia, si no veía no creía, hasta en lugar de decir por Dios ella decia por Darwin.. pero no se pudo quejar demasiado porque era una buena práctica para que Anel comenzará a hablar con fluidez.

—Padre nuestro que estás en el ci-cielo, santi-ti-ficado sea tu nombre, venga a nosotros tu re-reino hagase tu voluntad en la tierra co-como en el cielo. Da-danos hoy nuestro pan de cada día a perdona nuestras ofensas como también no-nosotros perdonamos a lo-los que nos ofenden, no-nos dejes caer en en la tentación, y líbranos del ma-mal.

—Amén —termino Luna, que estaba acomodando el cabello de su amiga—eso es lo que dicen ustedes, ¿no?

—¿Saben que amén se traduce como así sea?—grito Elizabeth desde la cama de Ariel.

—¿Que tal lo hice? —preguntó la rubia saliendo del baño en compañía de Luna.

Luna asintió mientras abrazaba a su amiga de costado.

—Más que genial, Ari —le dijo con felicidad— la superación personal conduce a una persona a ser más feliz.

Elizabeth arrugó la nariz mientras se ponía de pié.

—Bueno, el gran Albert Einstein decia que hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atomica: la voluntad asi que sin voluntad no hay cambio, y sin cambio no hay mejora. Si quieres cambiar algo lo más importante que necesitas son las ganas de hacerlo y tu Ariel le tienes ganas de sobra, solo te pido por favor que dejes de rezar.

Ariel se rio.

—A-a mi ma-madre no le gu-gustaria escucharte deciendo e-eso —le dijo aún sonriendo— no creo que te-te apruebe co-como una de mi-mis amigas.

Elizabeth se volvió a tumbar en la cama y estiró su brazo para que Willy de trepará

—Nadie con sentido común me aprobaría como amiga de uno de sus hijos, ni a Evan.

Luna se sentó a su lado en la cama, permitiendo que Stone intentara encontrar algo brillante (cosa que no paso) asi que se acercó a Elizabeth con la intención de quitarle su anillo.

—¿Evan McKinnon ha vuelto a ser tu amigo? —pregunto Luna con inocencia.

Ariel terminó de ponerse la bufanda alrededor de su cuello y también se sentó en la cama.

—Stone ve-ven a-aqui —le pidió a la criatura con tranquilidad— no mo-molestes a Liz.

—Dejalo, soy su tia. Tengo que malcriarlo —respondió la pelirroja dejando que el escarbato le sacará el anillo de su dedo y se lo guardará— luego me lo devuelves ¿va? —pregunto mirando a Ariel— fue un regalo de Neville, no quiero perderlo.

Ariel asintió y el cuarto se quedo en silencio por un momento.

Elizabeth se habia metido a la sala común de Ravenclaw en la mañana para invitar a Luna y a Ariel a ver el entrenamiento de quidditch de Gryffindor.

—No se lo digan a nadie —comenzó Lizzy en voz baja— pero creo que a Evan le gusta mi hermano, lo que es maravilloso pero al final del curso pasado él el me beso a mi ¿Lo entienden? Creía que se había confundido de hermano. Aunque creo él no esta listo para aceptar que es gay a bisexual.. lo que me parece tonto porque si alguien tiene algo malo que decir de lo voy a golpear, pero Teddy me ha dicho que es mejor no obligarlo, cada uno se toma su tiempo y lo maneja como quiere. ¡Pero es que me desespera tanto! ¡No puedo creer que el no pueda ser feliz por miedo a la maldita y asquerosa sociedad!

Desde que tenia uso de razón, Ariel no había crecido escuchando coses bonitas sobre los homosexuales y de hecho creía que era algo malo hasta que su padre se lo explicó.

Y ahora ella se sentia realmente mal por haber sido parte (por un momento) de las personas que estaban en contra del amor, y se sintió mal por Evan, quizás él no quería tener ningún tipo de relación con Ariel, pero ella no quería dejar pasar eso por alto.
Ariel no podía hacer eso cuando ella misma había sufrido al ver como señalaban y se burlaban de su padre en la calle, o como la misma sociedad la había obligado a sentir vergüenza de si misma tanto que ahora no podía hablar delante de una persona sin sentirse menos.

—El amor no deberia de esconderse —respondió Luna, jugando con un mechón de su cabello— yo creo que es la magia más poderosa de todas.

—Pi-pienso igual que Lu-luna —señaló Ariel— pe-pero creo que es a-adecuado dejar que Evan to-tome su tiempo y lo asimilé, quizás él cree que so-solo es algo de los ado-dolescentes. Tiene que en encontrarse el s-solo.

Elizabeth asintió.

—Si lo mismo dijo Teddy.

—¿Quién es Teddy? —preguntó Luna.

—¡Mi hermano! —chillo la pelirroja asustando a ambas criaturas que estaban descansando sobre su estomago— ¿No se los conte?

De camino al campo de quidditch la actitud de Elizabeth parecía haber vuelto a la normalidad y les habia estado enumerando todas las razones por las que Teddy sería un perfecto Ravenclaw. Pero Ariel no había podido dejar de pensar en Evan, ella quizás podría enviarle una carta a su padre pidiendo consejos sin revelar la identidad del chico.

Cuando llegaron al campo descubrieron que el entrenamiento ya había comenzado, Elizabeth se separó brevemente de ellas para ir a saludar a Harry, interrumpiendo por completo el entrenamiento y Ariel tuvo el tiempo necesario para escanear el lugar y notar que tenían compañía.

Draco Malfoy con su usual grupo estaban allí.

La rubia no pudo pasar por alto a Pansy Parkinson que estaba sentada a un lado de Malfoy, pero quizás no fue una buena idea mirarlos por tanto tiempo porque al final Draco pareció sentir su mirada y volteo para pillarla en el acto.

—¿Por que el cavernicola viene hacia aquí? —se quejó Elizabeth cuando volvió— Ohh ¿Quieres que lo golpee en la cara, Ariel?

La chica se apresuro a negar.

—¿Entonces en la entrepierna?

—Scamander —la saludó Draco, alzando una ceja en dirección a Elizabeth ya que había escuchado lo último— tengo algo que decirte, sigueme.

—No lo sigas —protestó la pelirroja cuando Ariel se puso de pié con intención de hacer lo que le habían pedido— no eres su perro, ni siquiera te lo pidio de una forma amable.

Ariel miro a Luna en busca de ayuda pero la rubia ya estaba perdida en su mundo.

—So-solo voy a ve-ver que es lo que ne-necesita.

—Mi hermana y Atenea te envían saludos —le informó el chico mirando a Ariel como si estuviera aburrido.

—E-eso es muy li-lindo por pa-parte de e-ellas. Di-diles que yo también le-les mando saludos.

Draco bufo, pateando un poco el césped.

—¿No entiendes?

—¿Que te-tendría que en-entender? —preguntó Ariel con curiosidad.

—No hay saludo por parte de ellas —respondió Draco como si aquello fuera algo obvio.

—Oh —comentó la rubia con desilusión— ¿E-entonces?

—Solo estaba intentando encontrar una excusa para hablarte.

Las mejillas de Ariel se calentaron demasiado rápido al recordar lo que Circe le había dicho.

—¿Po-por qué? —se atrevió a preguntar.

—Bueno, me llamas un poco la atención ¿no lo deje más que claro?

Definitivamente Ariel no estaba esperando que él le dijera que le llamaba la atención, pero eso era un gran paso, además que no creía soportar una emoción más porque su corazón parecía querer salir de su pecho.

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