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capítulo diecisiete

Ariel no tenia idea de como debía actuar, detestaba desde lo más profundo de su ser que su jefe de casa la hubiese nombrado como prefecta de Ravenclaw, ella estaba realmente muerta de miedo, tanto que ni siquiera se había dado cuenta de que Evan estaba frente a ella y que estaba a punto de chocarlo.

—¿Puedes ver por donde caminas, o encima de tartamuda eres..? —Evan se detuvo de golpe cuando vio el temor en los ojos de Ariel— disculpame, no tengo nada contra ti o tu tartamudeo, solo estoy algo molesto.

La rubia no estaba segura del porque, pero cuando Evan se sentó en uno de los sillones más alejados de la celebración de prefectos ella se sentó a su lado. Desde su lugar, ella podia ver a la perfección a Elizabeth reir a carcajada limpia con Sirius. Y aunque muchas veces Ariel podia parecer medianamente tonta porque no podía hablar de corrido, no lo era y podia ver como la cara de Evan se entristecia cada vez que miraba a Lizzy.

No era la intención de Ariel entrometerse en la vida personal de Evan, y aunque apena lo conocía, ella creia que sería bueno que ambos mantuvieran una buena relación por si la cosa con sus padres se volvia seria.

—E-estas bi-bien? —le preguntó Ariel, jugando con sus manos, temiendo que el chico la mandará al infierno— ¿Qui-quieres hablar so-sobre e-eso?

Evan volteó a miraria con una ceja alzada y Ariel no pudo hacer más que encogerse en su lugar esperando que el chico comenzará a soltar su odio contra ella, quizá no especificamente contra Ariel, pero Evan McKinnon o Black (ella no estaba segura de como quisiera que lo llamaran) odiaba a todos menos a Elizabeth Potter.

—Escuchame Ariel —comenzó Evan volviendo su vista a Remus y Circe que parecían llevar la fiesta en paz— no me molesta que seas amiga de Liz, ella puede juntarse con quién se le de la gana y gustar de quién se le plazca, pero no te acerques a mi porque no estoy buscando hacer nuevos amigos.

Ariel se puso de pié rapidamente, no queriendo hacer enfadar al chico y se encamino hacía su padre porque estaba segura de que era el único que estaría feliz de estar con ella.

—Aqui estas —le dijo Fido pasando un brazo por los hombros de su hija— estoy tan orgulloso de tu Ari, eres la primera prefecta en la familía.

—Papá no-no se si voy a-a poder co-con esto, yo no qui-quiero se-ser pre-prefecta. No pu-puedo hablar co-con alguien a-asi se va-van a reir de mi-mi a-antes de que te-termine de da-dar un ca-castigo o a-algo asi.

Fido beso la cabeza de Ariel antes de inclinarse un poco para estar a la altura de su hija.

—Ari eres mi más grande orgullo y no pienses que ser prefecta hace que yo me sienta orgulloso de ti. Me importa muy poco lo que las personas tengan que decir de ti, de mi o de nuestra familia —le dijo en tono cariñoso— te convertiste en mi orgullo desde el primer día que te vi y me senti lleno de dicha la primera vez que te cargué en mis brazos. Eres lo más importante en mi vida, Ari, y como padre espero que llegues a ser una persona importante para que triunfes en esta vida pero también quiero que seas feliz y si eso implica que tu no estes a gusto siendo prefecta puedo entenderlo. Siempre te entenderé. Recuerda que estoy profundamente orgulloso de ti sin importar lo que hagas, lo que digas o lo que sientas. Eres mi muchachita.

Ariel tuvo que esconder la cara en la camisa de su padre para que nadie en la fiesta la viera llorar y mientras Fido la abrazaba como si su vida dependiera de ello. La rubia tomo una decisión en ese momento, iba a ser prefecta e iba a dejar que Elizabeth la ayudara con su tartamudeo, porque aunque Fido Scamander estuviera orgulloso de ella, Ariel quería que él, quién la había apoyado desde el momento cero, la escuchará hablar completamente de corrido sobre criaturas o explicaciones sobre un libro, Ariel lo queria hacer por ella y por su padre.

—Vo-voy a-a hacerlo, papá.

Fido le apretó la nariz de forma juguetona

—No lo hagas mi, Ari. Solo tienes que hacer las cosas porque tú realmente te sientes con ganas de hacerlo.

Ariel asintió y entonces Fido dio por finalizado ese tema.

—¿Te llevas bien con Evan? —le preguntó sonriendo— es algo dificil, pero es un muchacho bueno.

—-S-si el e-esta un po-poco e-enojado co-con Lizzy pe-pero ella di-dice que e-es bueno.

Fido inclinó un poco la cabeza y miro a su hija con complicidad.

—Supongo que el muchacho necesita un poco más de atención, ya lo hable con Sirius, pero no creo que sea saludable para el tener que ver a Elizabeth todos los dias. Los penas del corazón son lo peor.

Cuando Ariel abrió la boca lista para preguntar su padre siguió hablando.

—Si necesitas ayuda con un muchacho siempre puedes preguntarme a mi. Soy uno y también me gustan ellos —el se rio antes de dejar un beso en la cabeza de su hija— te quiero, cielo.


. . .


Durante la mañana siguiente Ariel estaba bastante feliz porque su padre había decidido separarla de todos los demás chicos en la casa y llevarla por su cuenta a tomar el tren, y como Ariel tenía deberes de prefecta que cumplir no podía darse el lujo de que su padre la llevará a Hogsmeade como lo hacia siempre.

Suspirando, Ariel se armo de valor y se propuso no dejar que nadie arruinara su mañana. Girando vio a su padre que le sonrió por última vez antes de que ella entrará en el tren

Antes de salir de Grimmauld Place, Lizzy le había dicho que podía sentarse con ella pero Ariel quería sentarse en compañia de Luna y esperaba poder disculparse con ella por no poder haber ido a su casa, se sentia realmente mal por eso, pero su padre no la había dejado ir con Voldemort volviendo a la vida.

Ariel trató de aparentar tranquilidad cuando realmente se estaba muriendo por dentro y aunque ella pensará que todos la estaban observando mientras caminaba, nadie le estaba prestando atención, lo que la dejó un poco más tranquila cuando llego al compartimento en donde se iba a celebrar la reunión de prefectos.

Ahora la rubia no tenia idea de que hacer, no sabia si era correcto golpear la puerta o si se suponía si debla entrar asi sin más.

—¿Vas a entrar o qué? —pregunto una voz a su espalda.

Ariel no estaba muy segura de porque le latía tan fuerte el corazón a ver a Draco Malfoy, pero lo único que podia pensar en ese momento era que él no pudiera escuchar sus latidos porque eso hubiese sido ridículo y no tendría forma de explicarlo.

—¿De-deberia?

—Claro que si —dijo el rubio mirando por un momento la insignia en la túnica de Ariel— ahora eres prefecta, puedes hacer lo que quieras.

Ariel decidió seguir a Draco cuando el empujó la puerta de forma brusca. En el compartimento solo estaban los premios anuales quienes no le prestaron demasiada atención.

—¿Recuerdas algo de todo esto? —le pregunto Draco con indiferencia mientras se apoyaba cerca de la ventana.

—No no-no te e-entiendo.

—El tren, Scamander. No lo pisas desde nuestro primer año.

—Re-recuerdo un po-poco —admitió Ariel sin animarse a hacer contacto visual, en su memoria aún esta el recuerdo demasiado fresco de la primera vez que Draco se había burlado de ella.

Draco abrió la boca listo para seguir hablando, pero la puerta del compartimiento se abrió y Anthony Goldstein entró.

—Oh, hola Ariel —la saludo el chico— ¡Nunca hubiese pensado que te nombrarían como prefecta!

—Entonces supongo que eres demasiado idiota y que no mereces este puesto —respondió Draco rápidamente, poniéndose derecho— Scamander es demasiado inteligente, Goldstein. Ya deberías de saberlo.

Anthony retrocedió un paso hacia atrás.

—Lo siento, Ariel. No quise expresarme de esa forma.

—No-no hay pro-problema.

El chico de Ravenclaw se fue a sentar en la otra punta del compartimiento mientras Draco se quejaba por lo bajo.

—Se burló de ti en el baile de navidad y ahora quiere parecer amigable, asqueroso y sucio traidor.

Ariel miro a Draco con una sonrisa y de repente como si algo hubiera hecho clic en su mente pudo recordar a Circe decir que Draco gustaba de ella.

—Dra-draco...

Pero Ariel no terminó de hablar porque la puerta del compartimiento se abrio de golpe y pudo escuchar la irritante voz de Pansy Parkinson.

—McGonagall tiene que estar realmente mal para nombrar a esos dos como prefectos —se burlo Parkinson en el mismo tiempo que Hermione y Ron se adentraban al compartimento— ¡Draco!

Ariel fue empujada hacia un costado cuando Pansy paso a su lado para llegar a Draco más rápidamente.

Y la rubia no estaba tan segura de que Circe le hubiese dicho la verdad completamente, ¿Si Draco gustaba de ella no tendria que estar besandose con Pansy Parkinson en ese momento, verdad?

Pero lo peor de todo era que Ariel se sentía un poco enamorda de él.

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