xiii.

capítulo trece


Ariel agradecía en esos momentos que su padre fuera realmente protector con ella, porque no estaba muy segura de como se hacía para sobrellevar la muerte de un alumno en un colegio que supuestamente era el más seguro del mundo.

Fido Scamander había ido por su hija al día siguiente de enterarse de la muerte de Cedric Diggory, pero él no estaba mucho mejor al enterarse que uno de sus antiguos amigos en la adolescencia, Barty Crouch jr, realmente estaba con vida y estaba haciéndose pasar por el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras de su hija... oh y las cosas se ponían aún peor cuando Sirius Black se apareció en su puerta diciendo que Dumbledore lo había enviado.

Ariel se estaba quedando en la casa de su padre hasta que supuestamente el año escolar llegará a su fin, con la esperanza de su madre no comenzara a sospechar y quisiera indagar en el tema, ya era suficiente en que odiara que fuera a Hogwarts. Pero la rubia no esperaba levantarse a desayunar un día y encontrarse a Sirius Black en su cocina.

El primer instinto de la chica fue volver sobre sus pasos y esconderse en su cama bajo las sábanas, pero ya era demasiado tarde porque el prófugo de azkaban ya la había visto y le estaba sonriendo con gracia.

—Le doy miedo a tu niña, Fido —se río Black, mirando a su padre por un momento antes de mirar el pijama de Ariel— lindos occamys.

El rostro de la rubia se volvió rojo y bajo su mirada para observar su pijama.

—Gra-gracias. ¿Co-conoces a los o-occamys?

Sirius iba a contestar pero Fido lo impidió levantando una mano para llamar la atención de su hija.

—Ven aquí Ari, todo esta bajo control. Sirius es bueno.

Ariel creía que su padre se había vuelto completamente loco, pero nunca se animaría a decirlo en voz alta para no faltarle el respeto. Así que se encaminó hacia su padre con pasos lentos, mirando de reojo a Sirius Black.

—Es una larga historia, Ariel —le dijo Sirius con total confianza— se la acabo de contar a tu padre y ya no quiero repetirla. ¿Tienen algo para comer? Estoy muriendo de hambre.

Fido sonrió mientras empujaba levemente a su hija para que fuera a sentarse al lado de Sirius.

—Estaba por preparar el desayuno.

—Genial —comentó el ojigris antes de recostarse en su lugar y mirar a la chica— yo te conocia desde que eras del tamaño de mí mano. ¿La loca de tu madre aún sigue con vida?

Ariel asintió.
Ella no tenía idea de que su padre había sido amigo de Sirius Black en el pasado, él tenía muchos amigos.

—Mala suerte, ¿Pero vives aquí con tu viejo, no?

—No. Ella viene unos días antes de ir a Hogwarts y pasa la navidad conmigo —le contó Fido, dejándole un plato repleto de huevos revueltos.

Sirius lo miro como si le hubiese contado la peor noticia del mundo.

—¡¿La desquiciada mental te gano la custodia al final?!

—Sirius no la llames así frente de Ari...

—¿Conoces a Harry y a Lizzy Potter, Ariel? —él le preguntó cambiando de tema mientras se llevaba el tenedor a la boca.

Fido le dio a Ariel su plato de huevos revueltos antes de sentarse frente a ella y guiñarle un ojo para animarla a que contestará.

—Si, s-son muy bu-buenas pe-personas.

—Si que lo son ¿eh? —dijo él con orgullo digno de un padre— esa Lizzy es igual a James y tu eres igual a tu viejo.

—Ari es más parecida a mí padre.

Sirius inclinó la cabeza por un momento, analizando lo que Fido acababa de decir.

—Si, tienes razón porque tu no eres tan lindo como ella.

. . .



Cuando llego el momento de volver a casa de su madre, Ariel se encontró realmente no queriendo hacerlo, irse significa abandonar a Stone y a Willy, a su padre y a Sirius que los había estado visitando seguido.

—Mira sus ojos —dijo Sirius, sosteniendo a Ariel por los hombros— en cualquier momento va a comenzar a llorar. Déjala que se quede aquí.

Fido negó lentamente.

—Ari sabe que me encanta que ella viva conmigo pero los jueces muggles...

—¡Al demonio con los jueces muggles! —le dijo Sirius abrazando a Ariel como si eso fuera un impedimento para que Fido se la llevará.

Extrañamente Ariel le había tomado mucho cariño a Sirius en los pocos días que habían estado juntos, además de que él era muy inteligente y sabía sobre las criaturas (lo que era un punto a favor para que ella lo aprobará como novio de su padre, si lo fuera a ser en algún momento) y era muy gracioso.

—Vamos Sirius —le dijo Fido para que soltara a su hija de una vez— Cristal hará un escándalo si llegamos tarde...

Sirius no le prestó atención pero dejo de abrazar a Ariel y volvió a poner sus manos en su hombro para mirarla de frente.

—Escapate de casa Ariel.

—Ella no se va a escapar de casa, Sirius.

—Concentrate en mis palabras Ariel.

—Vo-voy a e-estar bien —le dijo con calma mientras se soltaba del agarre de Sirius— quizas mí ma-mamá me de-deje ir a la ca-casa de Luna.

—Estoy seguro de que te dejará ir —le dijo con emoción— se muere porque tengas amigas.

—Ojala se muera de verdad...—comentó Sirius en voz baja pero Ariel lo logró escuchar.

—Bien, Ari, toma mí mano.

La rubia serró los ojos antes de hacer una aparición conjunta con su padre. Cuando los volvió a abrir están frente a su casa y para su suerte no había miradas curiosas de sus vecinos.

—Te amo —le dijo Fido, agachándose un poco para darle un beso en la frente—  Cuídate, Ari y escríbeme por cualquier cosa.

—Te a-amo ma-más, pá.

Fido le guiñó un ojo antes de desaparecer justo al mismo tiempo que la puerta se abría y Cristal metía a su hija dentro de la casa de un empujón.

—¡Ariel! —su madre la reprendió luego de cerrar la puerta y mirarla— ¿Haz comido siquiera desde la última vez que te vi?

—S-si, ma-mamá.

—¡Y tu tartamudeo sigue ahí! —se quejo llevándose una mano a la frente— ¿Que voy a hacer contigo, Ariel?

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