viii.
capítulo ocho
Entonces, Ariel no tenía muy en claro si Luna Lovegood era su amiga o no, ella a veces solo aparecía y la acompañaba en los pasillos o dutante la cena, ninguna de las dos era muy habladora, pero parecian entenderse a la perfección.
Luna había escuchado a Ariel hablar sobre los dragones durante las pruebas, ella no parecía tan molesta como los demás a su alrededor que le habían pedido varias veces que mantuvieran la boca cerrada, claro que no lo dijeron de una forma amable.
Cuando las pruebas finalizaron y los trabajores de los santuarios comenzan a llevarse a el ultimo Dragón con el que Harry había estado luchando, Ariel se levantó de golpe con la intención de bajar las gradas para mirar a un dragón de cerca y quizás hacerle algunas prehuntas a los trabajadores si ellos no la ignoraban.
Luna se había quedado atrás, asi que discúlpandose brevemente, Ariel bajo las gradas para meterse al campo, pero justo cuando quiso bajar por completo una mano se envolvió en su muñeca.
Ariel estaba lista para disculparse con algún profesor por sobrepasar los límites permitidos, pero se encontró frente a Draco Malfoy que la miraba con una ceja alzada.
—¿Estas pensando en morir o qué? —le espetó aún sosteniendo su muñeca.
Si la rubia era completamente sincera, se había sorprendido ver a Draco. El chico había estado dándole malas miradas desde que lo había visto en la biblioteca.
—Qui-quiero ver a-a los dra-dragones —murmuró Ariel mirando sobre su hombro mientras se ponía en puntas de pié— son mu-muy li-lindos.
Draco le solto una muñeca suavemente antes de negar.
—Podrían comerte si quisieran, no creo que eso sea lindo. Admiralos desde aquí.
Ariel sonrió y no le prestó mucha atención a la forma en la que Draco miraba, ella solo estaba tratando de estirar su cuello para ver a un pellirrojo que junto con otros trabajadores estaban intentado llavarse a el dragón.
—Tu, muévete —le ordenó Draco a uno de los estudiantes mas jóvenes que ocupaba un lugar en donde directamente se podía ver muy bien a los dragones.
El niño de segundo curso se movió rápidamente dejándole un lugar a Draco, pero él solo empujó un poco a Ariel para que tomará el lugar.
—¿Tienes una buena vista desde ahi? —le preguntó aunque no la dejo responder— Quizás si te subes a mi espalda veás mejor...
La sola idea de subirse a la espalda de Draco Maldoy dejó a Ariel roja hasta las orejas, pero ella aún asi aprecio el gesto.
—E-es muy li-lindo de tu pa-parte, pe-pero a-aqui estoy bi-bien. Gra-gracias.
Ariel ni siquiera se dio cuenta que las mejillas de Draco también se habían puesto rojas porque ella se giro para disculparse con el niño al que Draco había obligado a dejarle un lugar.
—¿Qui-quieres ve-ver? —le preguntó Ariel luego de un momento en el Draco solamente estaba parado torpememte a su lado— Si me-me muevo u-un poco qui-quizás...
—No —respondió el rubio rápidamente— de todas formas ya me iba, no soy como tú que disfrutas viendo a las bestias.
Draco ni siguiera le dio una última mirada cuando giro sobre sus talones y volvió a subir las gradas para reunirse con sus amigos de Slytherin y abuchear a Harry Potter cuando le dieron su puntaje.
—¿Esta un poco loco, no? —le preguntó el niño a su lado antes de soltar una carcajada.
Y Ariel no pudo evitar sonreir también.
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El comienzo del mes de diciembre llevó a Hogwarts vientos y tormentas de aguanieve. Aunque el castillo siempre resultaba frío en invierno por las abundantes corrientes de aire, a Ariel le alegraba encontrar las chimeneas encendidas para sentarse frente a ellas mientras leía el nuevo libro que había comprado con Luna.
Últimamente, Ariel se había sentido bastante extraña ya que el profesor Moody siempre la estaba mirando, en clase, en el gran comedor, en los pasillos.... no importaba donde el siempre la estaba siguiendo con su ojo mágico. La rubia pensaba que quizás el estaba un poco enojado con ella por negarse a dejar que el utilizará la maldición imperius, pero lo descubrió cuando el la frenó en los pasillos entre clases ese día.
—¿Tu madre es una muggle, verdad? —le preguntó de golpe tomando por sorpresa a la rubia.
Ariel parpadeo antes de responder.
—Si, se-señor.
—Entonces al final tu padre terminó con ella...—dijo Moody aunque realmente parecía que estaba hablando solo— Y dime Scamander... ¿Tu tartamudeo es gracias a ella? Muchas veces los muggles no se sienten cómodos por la magia y tu podrías haber notado eso, quizás quisiste reprimir tu lado mágico, es probable que tu problema venga por algo de lo que reprimiste o que todavía un tienes reprimido.
La rubia fruncio el ceño.
—¿Co-como un o-obscurial? Di-di-disculpeme señor pe-pero no lo-lo creo —respondío Ariel negando rápidamente.
La chica obvimente sabía lo que era un obscurial su abuelo una vez le había contado todo sobre ellos y los que conoció, pero Ariel no creía ser uno o por lo menos ella nunca había sobrepasado su límite emocional como para perder el control y convertirse en uno. Francamente sonaba aterrador para Ariel.
Moody inclinó un poco la cabeza en su dirección antes de seguir caminando, dejando a Ariel solo en el pasillo.
Cuando Moody se perdió de la vista de la rubia esta se dio cuenta que aún le quedaba una clase a la que asistir y de hecho estaba llegando un poco tarde.
La clase de Encantamientos con el profesor Flitwick, no fue una de las mejores para Ariel ya que el jefe de su casa estaba empecinado en hacer preguntas sobre el texto y siempre que podia señalaba a la rubia para que diera la respuesta.
Ariel podía recitar si quisiera todo el libro de Encantamientos, su problema era decirlo frente a toda la clase.
Unos minutos antes de que la tortuosa clase terminara, Flitwick les dijo:
—Tengo que deciros algo a todos ustedes. Se acerca el baile de Navidad: constituye una parte tradicional del Torneo de los tres magos y es al mismo tiempo una buena oportunidad para relacionarnos con sus invitados extranjeros. Al baile sólo irán los alumnos de cuarto en adelante, aunque si lo desean pueden invitar a un estudiante más joven...
Padma Patil solto una risita mientras miraba a su compañero de banco, pero el profesor Flitwick no le presto atención mientras seguía deciendo:
—Será obligatoria la túnica de gala. El baile tendrá lugar en el Gran Comedor, comenzará a las ocho en punto del día de Navidad y terminará a medianoche.
Sonó la campana, y se formó el habitual revuelo mientras recogían las cosas y se echaban las mochilas al hombro.
Ariel se quedo sentada por un momento más en su banco deseando que se abriera una grieta justo debajo de ella y que la tierra la tragara. Ya ella demasiado malo que se burlaran de ella pero ahora... ¿tambien iba a tener que soportar que se burlaran de ella por que ningún chico la invitaba al baile?
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