i.

capítulo uno

Ariel no era muy fanática de hablar, pero oh en su mente tenía muchas cosas para decir cómo en ese mismo momento. Ella detestaba ir a la Iglesia, quizás por la idea de que literalmente era una bruja y en su mayor parte eso estaba mal visto ante los ojos de Dios, pero su madre no lo creia asi.

Cristal creia que todos los problemas que tenia su hija eran por la falta de fé. Si ella tartamudeaba, era culpa de su fé, si ella se rompia un brazo, todo era por culpa de su poco fé. La mujer sin duda era devota a Dios, pero Ariel no lo era tanto.

Ariel disfrutaba pasando más tiempo con su padre, porque él no la cuestionaba todo el tempo y siempre tenia cosas lindas que decirle. Al contrario de su madre que la corregia y la avergonzaba cada vez que su tartamudeo comenzaba. 

El tartamudear era algo que ella no podia controlar y eso la frustraba con mucha facilidad, y no ayuda para nada que todas las personas le insistieran para que hablará de forma de correcta, no era como si ella lo estuviera haciendo a propósito.

Muchas veces, Ariel había escuchado a su padre decide que el mismísimo Aristóteles pensaba que las personas tartamudeaban porque pensaban más rápido de lo que podían hablar, de modo que la responsable última de la tartamudez era la lengua al ser incapaz de seguir la velocidad con la que fluian las ideas, lo que para él hacia a su hija una persona sumamente inteligente.

Ariel agradecía cada uno de todos los comentarios lindos de su padre, pero ciertamente no eran de mucha ayuda cuando comenza a hablar y todos a su alrededor se miraban aguantando las ganas de soltar una risa. Ella en parte no los culpaba, era un fenómeno… pero era tan desesperante.

—Ariel estamos rezando —le llamó la atención au madre en voz baja— inclina tu cabeza y cierra los ojos. Muestrale tu respeto al señor y quizás asi pueda perdonar todos tus pecados. 

—Si lo-lo siento.

Haciéndole caso a madre, Ariel agachó su cabeza pero aún no cerro los ojos. Su mayor pecado había sido nacer, su madre realmente no la había querido tener (se lo recordaba varias veces al día) pero Ariel suponía que no había tenido la valentía para abortarla, un gran error porque ahora no estaria sufriendo por nada.

—Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es...

Ariel solo repito la oración en su mente y aunque le hubiese gustado decirlo en voz alta como todas las demás personas dentro de la Iglesia, le era bastante difícil hacerlo porque cuando ellos hubiesen terminado con la oración ella estaria recién por la mitad.

Cristal le dio un golpecito en el brazo para que volviera a levantar la cabeza cuando las oraciones llegaron a su fin, lo que significa que el sermón había terminado y ella podía volver a pasar el resto de su domingo encerrada en su habitación.

Airel se levanto lentamente, para que nadie pensar que estaba apurada por irse de la Iglesia (aunque si lo estaba) y se dirigió hacia la entrada mientras su madre se quedaba atrás hablando con una señora.

En la puerta Ariel se encontro con dos chicas con las cuales solia jugar cuando era más pequeña.

—Oh hola, Ariel —la saludo una— Te vimos un poco distraida hoy ¿Estas bien?

Ariel sabía que ellas solo lo estaban haciendo para molestarla, ninguna de las dos estaba interesada en saber si estaba bien en realidad, estuban más interesadas en que ella hablará para burlarse de su tartamudear.
Todo parecía bastante hipócrita porque aún seguían en la Iglesia, el lugar en donde se suponía todos eran hermanos y que se querían sin importar qué.

La rubia intentó esquivar a los dos chicas y encaminarse hasta el auto de su madre para esperarla allí, pero una de las chicas la tomo por el brazo con fuerza.

—¿P-puedes s-soltarme? —le pidió Ariel con amabilidad cerrando los ojos al notar que había hecho justo lo que las chicas querían, le había dado lo necesario para que se burlaran de ella.

Ambas chicas soltaron una risita antes de soltarla de forma brusca lo que casi la hizo perder el equilibrio y caer.

—¿Puedes hablar como una persona normal o es muy dificil para ti, fenómeno? —le pregunto.

Su amiga nego, mientras la empujaba.

—Vicky, ella no te entiende, no estas hablando en su idioma —le dijo de forma obvia— ¿No hablas e-español?

Airel respiro profundamente cuando sintió un nudo en su garganta, las lágrimas estaban amenazando con salir, y ya les había dado suficiente motivos para que se burlaran de ella y no quería agregar uno más asi que se dio la vuelta y se encaminó hasta el auto para esperar a su madre.

Cuando Cristal vio a su hija lo primero que hizo fue reprenderla.

—¡No te quedaste a saludar! ¡Me haces quedar horrible enfrente de todas esas personas, Ariel!

La chica prefirió no contestar mientras apoyaba su cabeza contra el vidrio de la ventana. Cristal arranco el auto y se giro un poco para mirarla.

—¿Se han burlade de t ? ¿De nuevo? —le preguntó con cansancio.

Ariel se quizo hacer aún más pequeña cuando sabía lo que su madre iba a decirle a continuación.

—Si —le susurró como respuesta pero eso basto para que Cristal comenzara a hablar.

—Todo esto te sucede porque no te has encomendado a Dios por completo —le dijo sin mirarla— A veces pienso que es mi culpa, Dios se las esta tomando contra ti porque sabía que no tenia planeado tenerte, esta haciendo todo esto para que pague por mi error...

Ariel la dejo hablando sola durante todo el camino. Ella estaba deseando que los días con su madre terminarán pronto para que su padre viniera a buscarla.

Fido Scamander la había tratado con todo el amor y la paciencia que un padre podía tener con un hijo, el podía estar todo el día escuchando a Ariel hablar y en ningún momento le diría algo relacionado con su tartamudeo, solamente la aumentaría a seguir hablando más y más.

Ariel realmente estaba extrañando a su padre y lo necesitaba bastante en ese momento. Él y su abuelo parecian ser las únicas personas que podían entenderla en el mundo.

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