24 | La noche de las brujas
Era como lo recordaba.
En contadas ocasiones había estado en la mansión donde habitaban las brujas del Sol, pero la imagen de esa casa jamás se borró de su mente. Seguía imponiendo tanto como en aquel entonces, pero Annette ya no era la misma mujer de antes, y pese a detestar aquel lugar con toda su alma, sabía que debían ir con cautela si quería salvar a la pequeña de los Dumont.
Annabelle caminaba a paso lento, como si temiera acercarse, pero en sus ojos reflejaban todo lo contrario, pese a la traición de su amiga, estaba dispuesta a arriesgarse para salvarle la vida. Sintió cierto orgullo por ello. Su sobrina nunca había sido una cobarde, y aunque el pánico fuera dueño de su cuerpo, jamás se rendía.
Un poco apartada de ellas, caminaba Lina apoyada en su bastón. Sus pasos eran lentos y a la mujer le costaba bastante seguirles el ritmo. El paso de la edad hacía mella.
—Es peligroso, ¿entiendes? —Annette tomó la mano de la muchacha y le dio un suave apretón—. Lo que vamos a hacer es muy peligroso, Belle. Estamos en terreno enemigo.
—Lo sé, Ette —murmuró Annabelle echando un pequeño vistazo a la casa antes de dirigir la mirada a su tía—. ¿Cómo sabes de este lugar?
Nadie dijo nada durante unos minutos. Annette no quería contarle a su sobrina sus asuntos pasados con las brujas del Sol, por eso decidió que lo mejor era callar, pero la joven no parecía dispuesta a rendirse.
—Has estado aquí antes —dijo para sí misma. No necesitaba que Annette se lo confirmara, porque la mirada que daba esta a aquel lugar no era de desconocimiento. Sabía con exactitud por dónde caminar.
—Estuve, sí, pero eso fue hace mucho tiempo. —Tal vez esas palabras bastaran para que su sobrina dejara de insistir.
El día se hallaba cubierto de nubes, como si una inminente tormenta fuera desatarse en cualquier momento. Annabelle se abrazó a sí misma cuando un escalofrío le recorrió el cuerpo. Tenía un mal presentimiento.
—¿Y si Elisa no está bien, Ette?
La voz de Lina sonó a sus espaldas.
—Elisa es fuerte, seguro que lo estará. Al menos tratará de ganar el mayor tiempo posible hasta que alguien llegue a rescatarla.
—Pero... —comenzó a hablar la muchacha. Algo llevaba rondando su mente desde que salieron de casa y aún no había logrado despejar esa duda—. ¿Y Coraline? ¿Acaso su plan es más importante que salvar a su propia hija?
—La avaricia de poder es mucho más fuerte —dijo Annette deteniendo el paso—. Coraline lleva demasiados años sumida en un mar turbulento que poco a poco la va empujando hacia el fondo. Sé lo que el poder te hace, Belle, te corrompe poco a poco, te lleva bajo su dominio hasta que te tiene por completo a su merced.
—¿Cómo sabes eso? —inquirió la joven.
—A Regina le sucedió eso. Hace muchísimos años se obsesionó con seguir el legado de su antepasada y se metió de lleno en el mundo de la magia negra. Se apartó de todos, incluso dejó de lado a su hermana.
—¿Regina? —preguntó sin entender. Jamás había escuchado ese nombre, pero su tía parecía conocer muy bien a esa mujer, pues un brillo de nostalgia cruzó sus ojos. Fue leve, pero lo suficiente como para saber que Regina fue alguien importante en su vida.
—Pertenece al aquelarre de las brujas del Sol. Y ahora tiene a tu amiga con ella, así que tenemos que darnos prisa antes de que sea demasiado tarde para Elisa.
La cuerda que amarraba sus muñecas cada vez le estaba haciendo más daño. Cada segundo que pasaba sentía que sus fuerzas iban debilitándose, pero a pesar de eso, no se había dado por vencida, como siempre le decía su abuela: «La batalla no está perdida hasta que sueltes el último aliento, e incluso ahí después de la muerte hay vida».
—No te saldrás con la tuya —escupió con asco.
Regina le dedicó una mirada burlona antes de estallar en carcajadas. Se encontraba justo a escasos metros de distancia. En sus ojos parecía brillar cierta diversión y eso puso algo nerviosa a la joven, pese a que estaba tratando de ocultar su miedo.
—¿Crees que van a venir a salvarte? ¿Acaso tu madre piensa en ti? Yo no la veo por ningún lado, niña. Estás sola. —Esas últimas palabras se hicieron eco en su cabeza.
No van a venir a salvarte.
¿Acaso tu madre piensa en ti?
Estás sola.
De pronto la puerta de la sala en la que se hallaban se abrió de forma estrepitosa. Regina desvió la mirada hasta allí antes de alzar las manos en alto pronunciando un hechizo:
—Scutum.
Una barrera se formó alrededor de las tres brujas impidiéndolas avanzar hacia el otro lado. Annette lanzó todo tipo de hechizos pero ninguno era capaz de romper esa barrera. Todo estaba perdido.
—Sé cómo romper la barrera —aseguró Lina al ver los intentos fallidos de Annette—. Podemos detenerla.
—No te voy a dejar hacerlo —declaró Annette sin dejar de centrar toda su energía en la barrera protectora.
—¿De qué habla, Ette? —preguntó Annabelle bastante confusa—. ¿Qué es lo que quiere hacer?
Lina estuvo a punto de decir algo, pero Annette se adelantó.
—Sacrificarse. Solo un muerto podría cruzar una barrera de protección. Quiere morir para poder cruzar al otro lado y salvar a Elisa.
Justo enfrente de ellas se hallaba Elisa. Unas cuerdas sujetaban sus manos impidiéndola moverse. Annabelle observó a la mujer situada enfrente de su amiga, y no tuvo que escarbar mucho en su mente para saber que era esa tal Regina de la que había hablado su tía antes.
Después de unos minutos Lina volvió a hablar:
—Lo voy a hacer —dijo convencida—. Es la única opción que tenemos y no voy a dejar que esa mujer le arrebate la vida a mi nieta. Yo ya soy mayor, pero a ella todavía le falta mucho por vivir.
———♦———
Penúltimo capítulo de #Argentum y creo que voy a llorar porque la novela se acaba ya 😢
¿Qué creéis que pasará con Elisa? ¿Logrará Lina salvarla de manos de Regina o Annette le impedirá sacrificarse?
Espero que os haya gustado, y nos vemos el sábado que viene con el capítulo final 💙
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