(Basado en el fanart de Anhue)

El ruido de los cubiertos golpeando sobre la cerámica blanca de los platos le molestaba, lo irritaba más de lo necesario, más de lo usual. Quería prestar atención a los chismes que contaban sus compañeros, pero simplemente sus neuronas no se ponían a predisposición de ello, su sinapsis neuronal tenía un único objetivo en aquel asado: guardar fotográficamente cada movimiento del chileno sentado en frente suyo.

"¿Cómo podes estar tranquilo?", le cuestionaba mentalmente viendo cómo se reía y hablaba con una normalidad rutinaria, como si nada nuevo hubiera pasado en los últimos días, cómo si la vida no le diera sorpresas. Para Martín la semana pasada había sido todo menos normal o cosa de todo los días, ya que por fin se había logrado acercar a Manuel, el pibe que se adueñaba de cada uno de sus sueños húmedos.

Primero fue en clases, haciendo un trabajo práctico juntos, luego fue en una peña donde ambos compartieron varias piezas con unas cuantas copas de más. Pero, lo que cerró una semana mágica, fue el beso que se animó a pedirle en la privacidad de un salón vacío en la facultad. Las mejillas del chileno apenas se habían coloreado y su entrecejo se frunció. ¿Acaso no le había gustado? Martín se había quedado con la duda durante todo el fin de semana.

Pero el miércoles a la noche se le presentó la milagrosa situación de poder hablar con él, ya que clases no tenían por la semana de exámenes finales. Aunque no encontraba el momento adecuado para acercarse y, mientras los minutos pasaban, más ansioso se ponía, no soportaba seguir viendo esa sonrisa despreocupada y esos gestos casi provocativos. ¿Quién se llevaba el cabello detrás de la oreja con tanta lentitud? ¿Quién tocaba sus labios mientras escuchaba a otro?

"Manuel y la puta que te parió", pensó a punto de volverse loco.

—¿Te molesta que salga a comprar algo? —preguntó el susodicho de pronto poniéndose de pie.

—No, qué necesitas, así te ubico para donde ir. —le respondió el dueño de la casa con gran amabilidad. Demasiada pensaba Martín.

—No, no te preocupi. Me lo llevo a él. —dijo señalando a su admirador violento, Martín Hernández.

—Dale, él vive por acá.

—Vamos, weón. —le ordenó al rubio que, rápidamente, se levantó como un cachorro que corría tras su amo.

Al salir de la juntada, caminaron unos cuantos pasos en total silencio. Pero Martín no aguantó mucho más y dejó caer esa pregunta que tanto lo estaba torturando: ¿yo te gusto?

Manuel se detuvo en seco, se dió la media vuelta para verlo frente a frente y luego se rió en su cara.

—¿De que te reís, pelotudo? Te estoy hablando en serio, el viernes te tomaste el palo después de que te dí un beso. -se quejó como un niño.

—Tenía clases, aweonao. —respondió con total tranquilidad.

—Pero hiciste cara de asco... —agregó casi en un murmuro sin mirarlo a los ojos.

—No, fue de frustración porque tenía que ir a clases. No seai, weón. Creo que se me nota que también me gustas. ¿Eri tan gil para dudarlo?

Martín estaba ofendido, feliz y cansado. Demasiadas emociones en un mismo minuto.

—Pero no me estás dando bola. —se defendió al recordar como en el asado con sus compañeros ni siquiera reparaba en él.

—Ah, eso... —enunció con dificultad por las carcajadas que se estaba aguantando—. Te estaba agarrando pal' webeo.

Aquella respuesta de Manuel solo estaba motivando en el rubio un crimen de odio, pero rápidamente lo calmó tomándolo de la mano. Una acción tan simple devolvía la sonrisa en el rostro de Martín, el cual además ahora estaba fuertemente colorado, su piel tan blanca y transparente lo hacían demasiado evidente.

Llegaron al kiosco y el chileno pidió unos chocolates y unos cuantos caramelos de menta. Martín no llegó a comprar algo, ya que su mente estaba pérdida en el calor de la mano ajena. El chileno notó el estado en el que estaba su rubio y terminó igual o más ruborizado que él, cómo podía gustarle tanto a uno de los pibes más lindos de su carrera.

(By Anhue)

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Nota:

Si, ya sé, me atrasé un día ;;
Trataré de completar la week, pero ya me estoy muriendo(?).