7. El mejor hincha.
El capitán de River Plate, equipo de Argentina, se acercó y saludó al capitán del equipo contrincante, ese día tenían un partido contra un cuadro de Chile, aunque sinceramente no tenían idea a ciudad o región pertenencia del país trasandino. Solo sabían que era un club bastante pequeño y este era su primera vez en la copa América.
—Buenas tardes, che. Por ser su primera vez no se la vamos a dejar fácil. —Dijo Martín estrechado manos con su adversario, este con una gran sonrisa y bastante seguridad asintió.
—Nosotros ya ganamos al estar acá. —Respondió el castaño de ojos café oscuro antes de la moneda fuera tirada.
El partido comenzó, y a los primeros minutos la diferencia de experiencia entre ambos equipo era muy notable, el equipo visitante siquiera había podido salir de su área, tenían a todos los millonarios encima, sabían que con tan solo abandonar un momento el arco le harían gol, la presión comenzaba a verse en los jugadores, en cualquier momento se terminarían rindiendo en el primer tiempo, incluso el capitán de los locales lo había notado, pensó que tal vez necesitaban más tiempo para adaptarse a partidos de aquella categoría superior.
—¡Dale weón! ¡Tienen que ganarle a estos rucios culiaos! ¡Vamos awenaos! —Exclamó de pronto alguien desde la supuesta grada vacía asignada para el equipo visitante.
Martín buscó con la mirada al hincha de los chilenos, y encontró a un joven de más o menos su edad de cabellos castaños, se sonrió admirado por el corazón de verdadero hincha que tenía aquel muchacho y además reconocía que era bastante lindo, pero su sonrisa pronto cambió a una de satisfacción al ver como todos los jugadores chilenos se encendían y estudiaban los espacios entre ellos decididos atacar, ahora si sería un partido interesante para los millonarios.
El partido terminó en empate uno a uno, los jóvenes futbolistas chilenos se encontraban saltando de un lado a otro de alegría, no habían ganado, pero seguían en juego, no se había terminado ahí, tenían una oportunidad aún de llegar más lejos. Y a su festejo se había unido el único hincha que había recorrido kilómetros en autobús para verlos, seguramente no habría un hincha más fiel que él, y el equipo estaba profundamente agradecido por ello.
—Son afortunados detener a un hincha como él. —Dijo Martín entrando con el dorso desnudo al vestidor que se le había asignado al equipo visitante. —Sos algo así como un ídolo ahora. —Agregó pasando su brazo por los hombros del hincha.
El muchacho castaño primero vio el rostro del cápitan de River, y se encontró con una hermosa cabellera rubia y unos ojos verdes esmeraldas brillantes. Se mordió el labio inferior, y sus ojos bajaron hasta el torso blanco y trabajado, y seguramente sus ojos debieron detenerse ahí, pero siguieron hasta cierta parte que hasta con pantalones holgados se veía grande y prometedora.
Otro jugador de los millonarios que había entrado a buscar su capitán notó rápidamente la mirada demasiado curiosa del chileno, así que divertido se inclinó a su oído y le susurró: "te va terminar abriendo el culo este hijo de puta si lo seguís mirando así, qliá". El castaño rápidamente miró para otro y se puso más rojo que la línea que atravesaba el blanco de las camisetas del equipo local.
—Gracias... —Dijo finalmente sacando el brazo del argentino de sus hombros.
—¿Cómo es tu nombre, groso? —Le preguntó con una sonrisa más de galán que de simple simpatía, el castaño miró al otro jugador local, y este se aguantó una carcajada, había notado que aquel pobre hincha chileno era la presa de su capitán.
—Ma-Manuel... —Respondió buscando ocultarse detrás del capitán chileno.
—¿Te parece si te invitó a comer? Es que sos tan buen hincha, estoy admirado, sos el espíritu de todo el equipo.
—Que envidia, weón, te está invitado el capitán de uno de los mejores equipos de este país. —Dijo otro jugador del equipo visitante.
—Dale, Manu po. —El capitán chileno sacó a su hincha y mejor amigo fiel, y se lo entregó a los dos argentinos que felices se retiraron con él.
—Que fletos que son estos argentinos qliaos. —Decía entre risas el arquero titular trasandino.
—¿Enserio le diste el Manu a ese fleto? Lo va dejar en sillas de ruedas. —Comentó uno de los delanteros más preocupado que divertido.
—Tengo cara de weón, pero no significa que lo sea po. ¿No te dai cuenta que se lo comió con la mirada a ese rucio? —Respondió el capitán rascándose la nuca.
—Manu dejara de ser nuestra virgen esta noche.
—No le prendamos más vela al weón.
—El mejor regalo para el mejor hincha del mundo, weón.
—Amén.
Todos comenzaron a reírse a carcajadas, se escuchaban por todo el subsuelo de la cancha más grande de Argentina y entre las más grande de Latinoamérica, incluso lo escuchó Manuel que ya estaba siendo acorralado por aquel rucio capitán que le había susurrado sobre los labios "te voy hacer hinchar por mí, precioso".
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Nota: Me inspiré en el caso de ese hincha chileno que viajó kilómetros para alentar a su equipo y era el único en la platea de aquel equipo.
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