2. Piropos.

No hacía mucho que Manuel había llegado a la Argentina, específicamente a la Capital Federal. No conocía nada, ni a nadie, y por ello nadie le advirtió que de tratara en lo posible de esquivar los edificios en construcción.

—¡Pero mira ese bizcochito, te lo parto en ocho, mi vida! —Le gritó uno de los albañiles que se encontraban en su descanso, se arrepintió de ponerse unos jeans ajustados.

—Mi amor, estas más bueno que pan con queso che. —Agregó sacándolo de sus casillas, se dio vuelta con toda la intención de mandarlo a la mismísima mierda, pero el albañil resultó ser un rubio de unos increíbles ojos verdes que le regaló un coqueto guiño.

—Chucha, no te digo nada, solo porque estai rico weón. —Murmuró sólo regalandole una mirada en desaprobación, siguió su camino recordando exactamente donde estaba para en una de esas volver a pasar.

El albañil de ojos verdes se quedó viendo ese culito desaparecer entre la gente, por un momento pensó que debió utilizar mejores piropos, tal vez para la próxima, diría cosas un poquito más románticas y menos guaragadas; aunque, sinceramente, pensaba que ese culo estaba para ser todo un irrespetuoso.


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Notas: Lo tenía subido en otro lado, ahora lo dejo acá y les prometo que va tener segunda parte. 

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