1. #TeBatoUnDolca


Los inviernos en Buenos Aires siempre eran fríos, y eso es algo que Martín Hernández sabía muy bien, y aun así se le ocurrió salir de su casa, pensó que tal vez sería buena idea ir de compras en la tarde. Pero solo se encontró cagado de frío y sin una sola prenda que le gustara.

— La concha de la lora. Estás modas de mierda. ¿Así o más puto me quiere ver Giordano? —Dijo mirándose al espejo con un suéter exageradamente pegado al cuerpo.

— ¿Puedo ayudarlo en algo? —Preguntó un joven en un acento que lo era marplatense sin duda alguna, estaba entre chileno o algún mendocino demasiado cerca de la cordillera.

— Solo quiero algo abrigado que no haga que los albañiles me silben. —Le dijo corriendo las cortinas del cambiador. — Si puede ser que sea azul o blanco. — Agregó sin ver al joven a la cara, solo continuaba viéndose en el espejo con asco por traer aquella prenda.

— S-Si. — El empleado tartamudeo un poco y rápidamente busco algo en el fondo del local, y en poco tiempo volvió con un hermoso suéter masculino al estilo convencional de color azul Francia, Martín lo tomó con brillantes y le dedicó a sonrisa al joven, uno que era castaño y de ojos café.

Se cambió el horrible suéter pegado al cuerpo, y se colocó el suéter convencional, el color hacia resaltar su blanca piel, le encantaba, se colocó su campera de corderoi por encima y se sacó una foto con su celular, divertido le agregó un filtro y la subió a Instagram.

A solo segundos alguien le había dado un "like", y luego el mismo usuario le dejó un comentario que decía: "parece que te gusto mi elección. Tai rico". Martín se sorprendió en gran manera por aquel comentario, entro al perfil de aquel usuario llamado "manu_chichichilelele", y sin duda alguna era el empleado que lo estaba atendiendo.

— Tengo dos cosas para decirte. — Dijo al salir del probador con el suéter azul aún puesto acercándose al joven castaño que se lo había elegido. — Uno, no deberías usar el celular en el trabajo. Y dos... — Se rascó la nuca, y un leve carmesí se apareció por sus mejillas. — Cuando salgas de acá, podrías a mi departamento y no sé... ¿Te bato un dolca?

El muchacho de ojos café se sonrió y asintió levemente con una sonrisa en sus labios.


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Nota: Ya sé, que pelotudez, pero que yo, vi tanto la propaganda que tenía que hacerlo, chau. (?)

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