7. PONDRÉ EL MUNDO A TUS PIES
—Brian, debes volver mañana sin falta —escucho la voz preocupada de Carlyle en el teléfono.
Al oír esto, me muevo nervioso en la cocina de la cabaña. Estoy preparando el desayuno y acabo de meter el pan en la tostadora. La señora que se encarga de la limpieza fue la que hizo la compra también.
Cuando escucho las noticias inesperadas de Carlyle, agarro el teléfono móvil con fuerza y lo cambio de un oído al otro. ¿De qué está hablando mi socio?
—No será posible —contesto convencido.
—Monnihan está aquí y exige verte. ¡Lo conoces! —me responde intranquilo—. No me gustaría arriegar el contrato que tenemos con su banco.
Agarro el cuchillo con una mano y empiezo a cortar la verdura en una tabla de cortar, pensando en el retorcido directivo del USA Bank. Ahora parece que tengo que estar a disposición de ese cabrón cada vez que a él le dé la gana.
—Dile a Monnihan que no podré estar. No planeo volver hasta pasado mañana.
Aprieto el cuchillo plateado con más fuerza entre mis dedos y sigo cortando la verdura. Quiero tenerlo todo preparado para cuando Aylin despierte.
Escucho cómo mi socio de American Express Co bufa en el teléfono.
—Lo intentaré, pero sabes que tu presencia es imprescindible. Eres el jefe de operaciones en el mercado de divisas.
—Sabes tan bien cómo yo que no puede avisarnos el día de antes, estas cosas se planean con más tiempo. ¡No vamos a lamerle el culo, Carlyle! —finalizo bastante serio.
Coloco la verdura que acabo de cortar en un plato. Me giro y le doy la vuelta al jamón york en la sartén. Estoy preparando tortilla francesa y me queda el café. Carlyle no tiene ni idea de cuál es la verdadera razón que hay detrás de mi viaje a Toronto.
—Bueno... veré que puedo hacer. Ahora lo llamaré...
—No —le contesto—. Seré yo el que lo llame.
—Confío en ti, Woods. No podemos perder el contrato, te lo advierto —escucho su voz.
—Descuida —respondo un poco más tranquilo—. ¿Recibiste el correo que te envié ayer?
—Sí, todo en orden. Ya me informarás de cómo va todo. Ahhh Brian... dile a Morrison cuando lo veas que tenga preparado el proyecto para la reunión online del viernes.
—Se lo recordaré. Quedamos en eso —le digo deprisa y cuelgo.
Apoyo mis brazos en el mueble de cocina. Se me está complicando todo, ¡diablos!
Por un lado, está Monnihan, y por el otro lado, la comida de esta noche. Morrison es el anfitrión, es muy íntimo amigo de Carlyle y no niego que es un hombre excelente, un verdadero profesional del sector. Los bancos Morrison son unos de los más populares en el sur del país y necesita nuestra ayuda para extenderse a Estados Unidos. Y lo cierto es que nosotros también lo necesitamos a él para ganar más notoriedad en Canadá. Un favor a cambio de otro, esto funciona así.
Recuerdo enseguida que también debo llamar a Liam para contarle sobre mi plan. Max está a cargo de todo y aunque lo tenga informado de los pasos que voy a dar, no estoy satisfecho del todo con su trabajo. Me doy una vuelta por la cocina y pulso el número de Liam. A la vez, me dirijo a la máquina de café y la pongo en marcha. Me gustaría que cuando Aylin despierte, estuviera todo listo. Debo recompensarla por el horrible acontecimiento de anochey por cómo me porté.
—¡Hermano! Estaba esperando tu llamada —escucho la voz sofocada de mi amigo.
—Ya lo sé. Ayer tuve un día complicado, hablé con Max nada más. Le di todas las instrucciones —digo deprisa—. Me llamaron también los demás, pero no les cogí el teléfono. Prefiero hablar con el comité el jueves en la junta. ¿Cómo va todo en Boston?
—Imagínate. Jackson nos convocó en una reunión de urgencia.
—¿Una reunión de urgencia? —pregunto sorprendido—. ¿Qué le está pasando a ese imbécil?
—Aquí entre nosotros, actúa como si fuese Zeus ya. Hermano, por eso te decía que está intentando sacarte ventaja. Sabe que todos te preferimos a ti como líder y ahora usará lo que ha pasado y tu viaje a Toronto para que los demás voten a su favor.
—Me importa un comino ese cargo, amigo —le contesto muy pasivo—. Lo que sí me interesa es saber qué hablasteis en la reunión.
—He de ser sincero contigo y la verdad es que... todos están bastante enojados. Tanto que...
—¿Qué? —me adelanto y no puedo evitar levantar el tono, al notar la evasión en su voz.
—Jackson les ha dicho a los agentes que no sigan tus órdenes —me contesta este balbuceante.
¡No me lo puedo creer! ¿Qué le ocurre al jodido idiota?
La sangre empieza a correr velozmente por mis venas y mi pulso se acelera. Enrojezco por la rabia.
Jackson...
La persona con la que me crie como si fuéramos hermanos y por la cual asesiné un maldito capo de la mafia italiana.
—¿Me estás diciendo que Jackson está en mi contra? —suelto receloso.
—Sí...
—¿Será cabrón?
—No sé porqué te sorprende, Brian —responde este tumultuoso—. Incluso en cierto modo llego a comprenderles. Rompiste las normas, Brian.
—Sé que rompí el puto protocolo Liam, pero él debería ser el último en cuestionarme. Sabemos sus antecedentes, ¡joder!
—Así es —escucho su voz preocupada—. Pero tengo la duda ahí, hermano. Todavía me pregunto por qué lo hiciste, eres muy profesional y no es algo típico de tí hacer estas mierdas.
Me quedo sorprendido por lo que acabo de escuchar.
—¿Cómo podía haberla matado, Liam? ¡Maldita sea! —grito en el teléfono—. ¿Tú también?
—¡No, no es eso! —exclama este acelerado—. No me has entendido. Me refería a que no entiendo por qué le diste un cargo tan importante a esa chica. Sabes que ninguna mujer puede llegar a ser diosa sin antes ser ninfa.
Me quedo callado. Y eso es porque mi amigo tiene toda la razón del mundo.
—¿Por qué ella firmó un contrato de diosa y no una de ninfa, Brian? —pregunta este sospechoso.
—Por ninguna razón, fue simplemente porque quise —contesto y aprieto los dientes.
Si es que tienen toda la razón del mundo en estar furioso. Él y los demás.
— A no ser que tú.... —sigue hablando y mi corazón se dispara—. Un momento.... Brian, ¿tú la...?
—¡Liam! —le grito rabioso en el teléfono—. No preguntes nada, ¡joder! Mañana vuelvo a Boston y hablamos. Ahora te dejo,
¡Maldita sea! Cuelgo rápido.
¡Mierda! Ahora tengo que adelantar nuestro regreso. Agacho la mirada y apoyo los brazos en la mesa. Necesito pensar, pensar mucho. Suspiro agobiado.
Escucho unos pasos y, de repente, veo a Aylin entrando por la puerta de la cocina. Se ha despertado. Le echo un vistazo rápido y observo que lleva unos vaqueros negros perfectamente ajustado a su cuerpo y un jersey azul oscuro, que combina muy bien con el color de sus ojos. Esta no dice nada, solamente se acerca a la mesa donde están los platos del desayuno, atentamente colocados.
Coge una silla y se sienta, analizando cuidadosamente los platos que hay sobre la mesa. Me está evitando y la noto un tanto cohibida. Tras sentarse, coloca un iPhone plateado sobre la mesa. Es el móvil que he dejado esta mañana en su habitación, mientras seguía dormida.
—Gracias por el teléfono —habla con voz afable, a la vez que lo agarra con una mano y me lo enseña.
Yo también cojo una silla y me siento, mientras la miro. Pienso que debemos hablar, me encuentro bastante mal por todo lo que sucedió anoche.
Carraspeo.
—Aylin, yo...
—Alex... —ella también empieza a hablar al mismo tiempo que yo, y nuestras voces se atropellan.
—Tú primera —digo enseguida e intento tranquilizarme tras el cabreo que he cogido a raíz de las malditas conversaciones telefónicas que acabo de tener—. ¿Café?
Esta asiente con la cabeza y me mira cuando me dirijo a la cafetera y echo el café en dos tazas. Acto seguido, saco la leche de la nevera y coloco el azúcar moreno sobre la mesa.
—Anoche no dormiste en la cama —dice y su voz suena relajada.
Noto cómo se pasa la mano por el pelo un poco revuelto.
—Así es. Pensaba que era lo que querías —alzo mi vista un confuso.
—Sí, es lo que quería —ajusta su voz—. También me he dado cuenta de que pudiste recuperar mi tarjeta SIM.
—Sí —contesto—. Esta mañana he hecho un duplicado. He conseguido que no perdieras los números y todo lo que tenías guardado.
—Ya... acabo de hablar con mis padres —me contesta esta con voz suave y le da un sorbo a su taza de café.
—¿Está todo bien? —pregunto con curiosidad y también con la idea de romper un poco el hielo.
—Sí.
—Me alegro —contesto enseguida y sonrío.
—Cómo es que... ¿has confiado en mí? —dice con un hilo de voz. Noto que está bastante confundida.
Me quedo pensando por un instante y me vuelvo a llenar la taza de café. Lo necesito, anoche me quedé durmiendo en el sofá y no pude pegar ojo, dándole vueltas a todo lo que nos está sucediendo.
—Mañana volvemos a Boston.
Aylin me mira muy escéptica, no esperaba menos al escuchar tal noticia.
—¿Me estás diciendo la verdad?
—Sí. Mañana volveremos a la ciudad y dentro de unos días también volveremos a la universidad. Debo confiar en ti.
De repente, su cara se ilumina. Me encanta ver su rostro así, lleno de luz.
—En realidad... sabes que podría llamar a la policía, o contárselo a alguien... —la escucho hablar con voz atropellada, moviendo las manos nerviosa.
—Voy a tomar el riesgo —le contesto audaz. .
No pienso decirle la verdad.
Esa verdad es que sé que me sigue amando y estoy convencido de que no haría nada que me perjudicara. Anoche volví a percibir sus sentimientos por mí. Lo vi claramente. Anoche lo noté más que nunca. Noté ese amor que Aylin me tiene en sus besos, en sus abrazos y... hasta en su manera de rechazarme. Todo eso que siente por mí hace que quiera alejarse de mí. Quiere poner a salvo su corazón y no la culpo.
Pero lo cierto es que... el maldito egoísta en todo este asunto soy yo. No puedo dejarla ir.
—Alex... —dice esta y sigue jugando con sus manos muy inquieta—. Lo que te dije ayer en la piscina fue muy cruel. Me arrepiento.
—No debes arrepentirte. Todo eso que dijiste es cierto —contesto con cierta amargura y lleno mis pulmones de aire—. Tenías razón, no sé nada sobre lo que es tener una familia.
Me llega la sinceridad que emana su voz. Pienso en la nobleza de esta preciosa mujer. Incluso después de todo lo que le he hecho, tiene un corazón de oro. Aylin es más buena que el pan. Y también está buena. Muy buena.
Suspiro nervioso y sigo fijándola con mi vista. En este momento estoy haciendo un esfuerzo sobrenatural para no excitarme mientras miro sus labios moviéndose y la manera en la que toca su cabello. Un suave rubor tiñe sus mejillas y no sé por qué, recuerdo la noche en la cual le quité la virginidad.
¡Joder Brian! Siempre te domina tu maldito pene, musita mi conciencia. ¿Puedes ser normal, aunque sea cinco malditos minutos?
—Aun así, te dije palabras muy fuertes —añade esta y me llega su arrepentimiento honesto.
Me gustaría acariciar su mano ahora mismo. Deslizo mis dedos sobre la mesa despacio, pero noto como ella retira sus manos sutilmente. No voy a forzar nada, anoche pude ver en su mirada el sufrimiento y la gran decepción que le provoqué.
Dijo que me detestaba... pienso en mi cabeza.
Y en el fondo debería alegrarme, era lo que quería conseguir; que ella me odiara. No obstante, al mismo tiempo me duele.
—Te tenía que haber entregado el móvil desde el principio, pero también es cierto que no quería ponernos en peligro, Aylin —le aclaro enseguida.
—Alex, debiste pensar que estaba muy preocupada, tanto yo como mi familia —replica y en el fondo, sé que tiene razón.
—No lo pensé. Lo siento —llevo mi mano a la frente, muy incómodo.
Ella no dice nada y empieza a cortar la tortilla francesa que hay en su plato. Se lleva un trozo a la boca.
—En realidad... no sabes lo que se siente, ¿verdad? —la escucho preguntar inesperadamente.
—¿Qué quieres decir? —pido aclaración mientras contemplo sus ojos grandes, que evalúan mis gestos con curiosidad.
—No sabes cómo es que alguien se preocupe por ti.
La miro un tanto aturdido y pienso por dentro que me niego a que ella me diga lo que sospecho que me dirá a continuación. No quiero dar pena a nadie.
—Come —le indico, intentando desviar la conversación hacia otro lado. Al decir esto, le acerco el plato de la verdura y le hago una señal.
Titubea durante unos instantes y mientras me sigue mirando, mueve el tenedor en su plato pensativa. Finalmente, empieza a pinchar la verdura y por mi parte, también intento centrarme en mi desayuno.
—Nadie se ha preocupado nunca por ti, pero tú sí te preocupas por todo y todos —continúa.
Vuelvo a levantar mi vista. Aylin me parece tremendamente hermosa esta mañana. Siempre me lo parece, de hecho, pero hoy tiene un aura especial.
—No estés tan segura —contesto con humildad.
—Te preocupas por la seguridad del clan, por la agencia y... por mí.
Examino sus palabras en silencio dentro de mi cabeza.
—Es mi deber preocuparme por mi trabajo. Mi responsabilidad —entono y mi voz suena un poco más fría.
—Y yo... ¿qué soy? ¿También soy tu responsabilidad? —su pregunta resuena en mi tímpano. No estoy seguro si sabré explicarle todo lo que ella es.
Inhalo y exhalo el aire con fuerza.
¿Cómo se lo explico? ¿Y cómo me lo explico a mí mismo?
—Aylin... ahora mismo sí, eres mi responsabilidad. Estás metida en todo este embrollo por mi culpa, así que me veo en la obligación de protegerte, por supuesto.
—Entonces entiendo que cuando pase todo el peligro, me dejarás en paz.
Muevo un poco mi boca y aclaro mi voz. Desconozco el rumbo de nuestra conversación, aunque presiento a dónde quiere llegar. Su astucia no es nada nuevo para mí.
—¿Qué es para ti dejarte en paz? —pregunto rápido, poniéndola a prueba.
—Que tengamos solamente una relación alumna- profesor.
Intento imaginar en mi mente cómo sería no tenerla cerca y que solamente la pueda ver en la universidad, dándole clases. Hago el imposible intento de imaginarme cómo sería no volver a besarla, ni sentir su cuerpo.
—¿Es eso lo que quieres de verdad?
—Sí, es lo que quiero.
Aprieto mi mandíbula y arrugo mi frente suavemente. No entra en mis planes dejarla en paz.
—Tenemos un libro por escribir. Obviamente no podremos tener una relación solo profesor-alumna. Eres mi asistente —le recuerdo —. ¿O tú sí vas a huir de tu responsabilidad?
—No pienso huir de nada. Cumpliré con mi trabajo hasta el final. Además, no queda mucho hasta enero. Después de eso, solamente seré tu alumna, Alex —noto la intrepidez en su voz. Parece que lo tiene muy claro.
—Habrá que verlo. No es tan fácil, Aylin —respondo, mientras me viene en la mente que no me hace ni puta gracia escuchar sus palabras y me sorprende mucho su tenacidad y terquedad. Bueno, su terquedad ya no tanto.
¿De verdad piensa que la dejaré en paz y seguiremos cada uno por nuestro camino, como si nada? Suspiro mentalmente y pongo una mueca, aunque intente que ella no se dé cuenta de mis pensamientos. No estoy saciado y dudo que me saciaré alguna vez. Como resultado, nunca la dejaré ir. Ella es mía y lo tendrá que aceptar con el tiempo.
Soy un maldito egoísta... vuelve a pensar mi mente trastornada. Sé que ella me ama, y aun así, me pueden más las ganas que le tengo. Soy un puto degenerado... me mortifico por dentro. Si fuera buena persona, la dejaría libre y no estaría pensando nada más en tenerla cerca, en follarla de mil maneras y atarla en mi habitación de Álympos. Es inevitable que no me salga el lado dominante. El Ares que llevo dentro.
Ahora mismo debo mantener mi maldita boca cerrada, no puedo estropear este pequeño momento de paz. Necesito volver a ganarme su confianza.
—¿Qué hay del hombre que mataste? ¿Qué pasó en realidad? —me pregunta esta, al observar mi silencio.
Su pregunta me coge un tanto incauto, pero soy consciente de que en algún momento me iba a cuestionar.
—Vaya... —murmuro— sabía que en algún momento ibas a sacar el tema. Creo que ya te expliqué, era él o nosotros.
—No te estoy hablando de ese hombre. Ese tipo dijo algo sobre su primo...
—No sé si estás preparada para que te lo cuente.
—¿Por quién me tomas? He presenciado un asesinato, Alex... ¿puedes contarme la verdad, aunque sea por una vez?
—La verdad... —sonrío con ironía y apoyo mis codos en la mesa de la cocina—. La verdad es que ahí tampoco tuve elección, Aylin.
—Soy toda oídos —contesta esta y aparta un poco su plato.
Los dos hemos terminado de desayunar.
—Mi hermano Jackson fue secuestrado hace poco más de un mes —comienzo a hablar, rememorándolo todo.
—No sabía que tenías un hermano. Nunca me hablaste de él —dice desorientada.
—No somos hermanos de sangre. Es el hijo del hombre con el que mi madre se casó. Pero nos criamos juntos, como si fuéramos hermanos.
—Comprendo. ¿Y qué pasó? —está ansiosa.
—El clan Gambino lo secuestró. Hubo rumores de que Jackson estaba distribuyendo nuestra mercancía en Boston. Hasta llegaron a decir que este la vendía también en Nueva York.
—¿Y era eso verdad?
—No, era un rumor. Como te dije, el único sitio en el que distribuimos nuestra droga es en el Templo. Nunca nos ha interesado el narcotráfico externo. Solamente estamos intentando satisfacer a nuestros clientes y tener el doble de beneficios. No ganaríamos lo mismo si le compráramos las sustancias a la mafia italiana, que es la que domina este territorio. Luego está también la calidad, y nuestra fuente es muy fiable. Ofrecemos una de la mejor cocaína de Estados Unidos, aunque sea un poco más cara.
—¿En este caso, qué problema tienen?
—Está el clan de Gambino y el de Costello. Estos dos clanes guerrean entre ellos por la supremacía en la costa noreste. Luego están también los narcotraficantes latinos, los Kings, por ejemplo. Pero ellos dominan el sur de Washington, en toda la zona de Carolina, llegando a Florida.
—¿Conseguiste salvarlo? —Aylin se lleva una mano a la barbilla y me mira inquieta.
—Sí. Reuní a mis hombres y conseguimos encontrarlo. Nos enfrentamos en un sótano de Bronx, que fue donde lo tenían preso. Fue allí donde tuve que dispararle a Carlo Gambino.
—¿Murió más gente?
—Sí. Estamos hablando de la mafia, es una cosa sería. Ni ellos, ni nosotros nos íbamos a echar para atrás. También murieron dos de mis hombres.
—¡Dios mío! —dice exaltada y se lleva las manos a la boca—. Te podía haber pasado algo... —añade con voz temblorosa.
—Sí, no estaba excluido.
—¿Y si pasó hace más de un mes, por qué el hombre ese no te buscó antes para pedirte cuentas?
—Porque en realidad no me vieron la cara, la tenía cubierta.
—¿Y cómo lo saben? El tipo ese dijo tu nombre, claramente saben quién eres.
—Ni idea. Esa es la cuestión, Aylin. ¿Por qué me están buscando ahora y 'por qué precisamente en la fiesta de ascenso de Sanders?
—Y si sospechaban de Jackson, ¿por qué no intentaron asesinar a tu hermano?
—No lo sé. Lo mismo lo intentarán —digo rápido, pensando en los pasos que daré. Lo tengo todo planificado y espero desesperadamente que funcione. De lo conbtrario, me los llevaré a todos por delante y entraré en una guerra de narcos.
—¿Lo avisaste?
—Sí, está avisado. ¿Entiendes la gravedad de la situación ahora?
Veo cómo Aylin se levanta preocupada en modo silencioso. Empieza a colocar los platos en el fregadero y después de vuelve hacia mí.
—Quiero saber... ¿cómo.. cómo llegaste a saber defenderte tan bien? —pregunta y noto que está muy emocionada, seguramente está recordando el momento del disparo—. Cuando mataste a ese hombre no dudaste en ningún momento. Fue todo muy rápido y no me lo esperaba.
—Recibí entrenamiento físico severo durante varios años —le contesto deprisa.
—¿Entrenamiento físico?
—Sí, ya sabes técnicas de defensa, lucha, usar un arma y hasta karate. Jonathan Woods nos envió a un sitio especial a mí y a Jackson para el entrenamiento.
—O sea... ¿tu padrastro prefirió poneros en peligro antes que renunciar al negocio de la droga?
Arqueo un poco la comisura de mis labios. Me hacen gracia sus afirmaciones, no sabe quién era Jonathan Woods.
—El placer y las drogas van de la mano, Aylin. Eres muy joven y no eres consciente de muchas cosas.
—¿Tú también consumes? —pregunta esta sin tapujos.
Quedo perplejo. Me fija con la vista y su mirada es sumamente fría. Se apoya en el filo del mueble de la cocina y se cruza de brazos.
—No, claro que no —le contesto muy seguro de mí mismo.
Me levanto de la silla y me acerco a ella precipitado. Conforme me ve llegar, agacha la mirada y empieza a fregar los platos.
—¿No me crees? —le pregunto y le rodeo la cintura, pegándome un poco a ella, aun arriesgándome a que se aleje de mí.
No me rechaza, solamente levanta la vista.
—¿Y por qué te creería?
—¿Y por qué me lo preguntas si has decidido no creerme?
—Porque todavía tengo la esperanza de que haya algo en ti que pueda hacer que te perdone, Alex.
Mi mano roza su mano mojada con mucha impaciencia. Sus palabras hacen que me ilusione.
—No hay nada más allá. Tú eres la que elige si creerme o no. Ahora bien... si lo haces, pondré el mundo a tus pies.
Me vuelve a mirar incrédula y yo cojo sus manos entre las mías.
—No te escondo nada más. Créeme que, si me das una oportunidad, pasarás las mejores noches de tu vida en mi cama.
—No es lo que busco, Alex —responde y su rostro ha vuelto a cambiar.
—No me puedes decir que no sientes lo mismo que yo. Anoche, aunque te negaras... lo noté claramente —sigo insistiéndole y pego su pecho a mi cuerpo. Tanto, que noto su corazón latiendo velozmente. También noto su pulso.
—Lo que yo siento es muy diferente a lo que tú sientes —dice estay coloca una mano en mi hombro.
Adoro tenerla entre mis brazos. Si fuera por mí, nunca la soltaría.
—Yo siento muchas cosas... siento que me muero de ganas de probar cosas contigo en el Álympo.
—Tan directo como siempre... —murmura esta y suspira. Me parece que estápronunciando las palabras con sarcasmo y enseguida suelta un bufido—. ¿Qué cosas probarías? ¿Atarme de nuevo? ¿Azotarme? ¿Usar el electroshock?
—Y más cosas. Procuraría volverte loca de placer.
—¿Esto va en serio? —pregunta recelosa y me da miedo de que acabo de estropear el momento.
Se despega de mí.
—¿Me estás diciendo que no te gustó la experiencia? ¿De verdad no te gustó cuando te até en mi piso?
—No es que no me gustara, pero en el fondo lo hice por ti. Lo hice para demostrarte que no podías hacerme daño.
—Entonces... si sabes que no podría hacerte daño, ¿por qué no te abandonas completamente en mis manos? —voy al grano.
—¿Es eso lo que te haría feliz?
—¡Oh sí! —exclamo con satisfacción. Noto mi pulso acelerado —. Eso me haría muy feliz. Dejarte llevar completamente. Que exista solo yo en tu mundo. Que estés dispuesta a todo para complacerme. Que seas plenamente mía.
—Ya lo fui —dice emocionada.
—No, nunca lo fuiste. No cómo yo lo deseo y sueño —mis dedos acarician un mechón rubio que cuelga sobre su cara y que hace que se vea encantadora.
Me fija con su vista inexpresiva.
—Sin duda, tenemos conceptos muy diferentes de lo que es entregarse a una persona —aparta un poco su cara y mira para abajo.
—Posiblemente. Lo que para ti es negro, para mi es blanco, ¿lo recuerdas? —hago guiño a una de nuestras charlas del pasado.
Su rostro denota mucha confusión y no la culpo. Se despega de mí.
—Alex, ¿sabes? Siempre me has desconcertado. Desde el primer momento que te conocí.
Así, es. Sus ojos celestes preciosos no mienten. Me mira como si fuera un bicho raro. Bajo mis manos con rapidez y meto una de mi mano en el bolsillo, a la vez que me apoyo en el mueble de la cocina con la otra.
—¡Déjalo! —respondo rápido—. Sé que es difícil que lo comprendas. Tengo esta forma de ser, soy bastante dominante y... —inhalo y exhalo el aire con fuerza mientras hablo.
Tras quedarse pensando unos minutos, veo que esta levanta el dedo, pensativa.
—¿Te puedo preguntar algo?
—Adelante —frunzo un poco mis cejas.
—¿Has pensado alguna vez que quizás tengas esta inclinación hacia la dominación por el hecho de que nunca pudiste tomar tus propias decisiones?
—¿Qué quieres decir?
—¿Quieres que te hable con sinceridad?
—Por favor —le invito con la cabeza e irgo un poco mi espalda. Estoy notando mucha tensión y miedo me da lo que me vaya a decir.
—Es obvio que de pequeño nunca tuviste la seguridad que un niño de tu edad se merecía. Entiendo que viviste mucho en la casa de tu tía y también pasaste un tiempo en un centro de acogida, ¿no?
Me siento un poco incómodo. Su franqueza me deslumbra y no me esperaba que hablara con tanto atrevimiento. Odio recordar mi pasado, y con Aylin estoy haciendo una excepción.
—Y tras la muerte de tu padre —ella sigue hablando incesante, aunque un tanto cohibida— ... tu madre te trajo a Estados Unidos. Al casarse con tu padrastro, también te viste arrastrado a un sitio tan sádico y perverso como lo es el Templo. No tuviste elección, ¿verdad, Alex? —alza su mentón y me analiza con atención.
—Es cierto que fue muy duro, no te voy a engañar —agacho la cabeza—. Ahora bien, no me gustaría que te engañaras sola pensando que soy una persona que no soy.
—No comprendo... —dice y aprieta un poco sus párpados.
—Todo lo que tiene que ver con mis gustos sexuales es real. Esa habitación del Olimpo es real. Todo lo que te conté es real. No quiero que lo veas como una enfermedad o cómo un trauma del pasado.
—Lo mismo es lo que tú piensas Alex, quizás todo lo que viviste en tu pasado y el verte obligado a entrar en ese mundo hizo que...
—¡No, Aylin! ¡Demonios! —exclamo. No voy a permitir que ella se haga castillos en el aire—. Soy así. Mi papel en el Olimpo es muy claro, soy uno de los dioses y lo tengo muy asumido. ¡Lo disfruto! No necesito a nadie que venga a salvarme —digo irritado.
—No hay mayor ciego que el que no quiere ver.
Me quedo perplejo tras escuchar sus palabras.
—Lo mismo te digo. No soy un padre de familia, ni el príncipe azul que esperas. Y tampoco me podrás abrir los ojos, si es lo que piensas —contesto con dureza.
—Ya sé que no eres un príncipe. Eres un dios, o más bien... te hicieron creer eso.
Aylin tira el trapo de cocina que tiene entre sus manos y se dirige al salón, dándome la espalda.
¡Mierda! Íbamos por el buen camino.
¿Cómo podré luchar con su desconfianza y escepticismo? ¿Cómo demonios hago para que confíe en mí y no esté siempre a la defensiva?
¡Hola mis viciosill@s!
¿Qué tal? Aquí estamos con otro capítulo, creo que bastante revelador para la trama😄👌 Espero que sigáis igual de enganchados que al principio y que estéis disfrutando un montón 👏👏👏
Me dan muchísima alegría vuestros votos y mensajes, hacen que tenga la fuerza para seguir escribiendo y que se me ocurran ideas. ¿Qué pensáis que pasará? Todavía Aylin no lo tiene del todo claro, pero poco a poco empiezan a comunicarse. El problemas es que ella quiere amor, y él quiere... ya sabéis jajajaj
Y esa atracción electrizante que sienten uno por el otro explotará en cualquier momento. Y de una manera INESPERADA. Os lo advierto para que no os de un infarto. 🔥🔥🔥
Y no os olvidéis que esta noche tenemos una cena. A ver que pasará.
Gracias, gracias y más gracias amores ❤️❤️❤️
Si queréis adelantos de la historia y estar en contacto más directo conmigo, seguídme en Instagram: miss_red_writer
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top