3. NOCHE DE AVENTURAS
Cierro la puerta de la habitación con llave y me detengo por un instante. Apoyo mi mano en la pared. No me puedo creer que la he tenido que atar. La mujer que me quita el sueño y que adoro está atada en mi cama ahora mismo. Lo cierto es que no me desagradaría, si las circunstancias fueran otras.
Estoy temblando y es cómo si algo me asfixiara por dentro. Esa sensación tan horrenda que no volví a sentir desde que mi padre murió delante de mis narices y desde que.... me enteré que Beth abortó a mi hijo. Un embarazo de casi cuatro meses. No, no quería ser padre, pero en el fondo sí, me podía imaginar a mí mismo con un bebé en brazos. Aun así, ¿qué futuro le iba a ofrecer? No hubiese sido un buen padre, lo sé.
Lo mismo me pasa con Aylin, ¿qué futuro la espera junto a mí? Le doy miedo, sus ojos no mienten y sé que la he decepcionado mucho. En el fondo, reconozco que me muero de ganas de abrazarla y de decirle que lo siento, que lo siento muchísimo y que todo estará bien.
Ahora mismo estoy librando una batalla atroz en mi interior: por un lado, está el remordimiento y esas ganas de abrazarla, y por el otro lado... sale mi lado oscuro y cruel cuando ella me desobedece. Sin duda alguna, es mejor que me odie, a que me ame. Será más fácil para ella de ese modo y no seguiré hiriendo su corazón. Es más fácil olvidar a alguien que odias, que a alguien que amas.
Con Aylin me pasa algo demasiado extraño, ¡demonios!
Aprieto el puño con fuerza y me dispongo a bajar las escaleras. Se me está yendo la cabeza, me estoy confundiendo y hasta pienso cosas que no son. Los dioses olímpicos tenemos las ideas claras, me han criado e instruido para que así sea. Y hasta hace poco lo llevaba bien.Mi madre y Woods se encargaron de ponerme en modo automático a base de golpes y visitas al Templo. Me han golpeado tanto, que hasta llegué a sentir placer. Jonathan Woods también se obsesionó con que la mafia intentaría asesinarnos tras meter el clan en el negocio del narcotráfico, y quería tenerlo todo controlado. Nos envió a mí y a Jackson a un campamento de "verano" desde los quince años. Más golpes. Me tiré más de cinco años entrenando, y sí.... posiblemente me convertí en una máquina de matar.
Y lo de esta noche... no sé cómo mierda ha pasado, pienso mientras llego a la planta baja y me dirijo a la entrada. Me encuentro a Max, reunido con nuestros hombres, noto que están todos. Hay mínimo doce agentes de seguridad en el hall.
—¿Qué habéis averiguado? —pregunto rápido nada más llegar.
—Iban dos hombres más, los han atrapado en la fiesta —comenta Max.
—¿Los tenemos entonces?
—Sí, jefe. ¿Quiere que los callemos? —propone Steve, el jefe de seguridad.
—Déjalos, ¡no quiero más sangre derramada por ahora! —ordeno.
—Llevan semanas rastreándote —vuelve a hablar Max, mi mano derecha.
—¿Y cómo demonios no notasteis nada? —les grito a los agentes y noto cómo sube la tensión en todo mi cuerpo.
Es su puto trabajo, para eso los pago. Se quedan callados y cabizbajos. Cojo a Steve del pescuezo y lo amenazo.
—Como a alguien le pase algo, ¡pagaréis todos!
Silencio total, saben perfectamente que han fallado.
—¡Llama a Poseidón! —le indico a uno de ellos—. ¡Que no se enteren los demás!
Prosigo con mi cólera, que va en aumento nada pensando que Gambino me tiene cogido por los huevos. Sabe quién soy.
—¡Escuchadme todos! Quiero refuerzos, quiero que este sitio esté bien protegido. Vosotros dos viajaréis conmigo a Canadá mañana —les señalo—. Max, te encargarás de tener a Gambino y a todo su jodido clan vigilados, ¡quiero saber cada uno de los pasos que dará! Mientras —me detengo por un momento—... espera noticias mías.
Veo a Poseidón aparecer por detrás de la puerta, lleva su ropa blanca de ritual y una máscara dorada cubre su cara. Se deshace de ella enseguida.
—¡Ares! —escucho a mi amigo Liam—. ¿No estabas fuera esta noche? ¿Qué pasa? —pregunta confuso.
—¡Vente! —le indico y nos apresuramos en subir las escaleras. Nos dirigimos a la primera planta.
—¿Qué está pasando?
Cierro la puerta del despacho, necesito echarme un jodido trago con urgencia. No aguanto más la presión que tengo.
—¿Va todo bien abajo?
—Sí, como siempre —contesta este—. El Gobernador está encantado con la mercancía, ahora se está divirtiendo con las heteras. Le he ofrecido a las mejores, esas chicas lo van a complacer tanto, que tendrá ganas de volver. Viene acompañado de dos amigos —añade.
—Bien.
—Pero... ¿qué ha sucedido?
—Liam... —me derrumbo en la silla que hay en el escritorio—... en la fiesta de Sanders, el primo de Gambino me ha amenazado y le he tenido que pegar un tiro. ¡Sabe mi identidad!
—¿Ese gilipollas de la cicatriz?—asiento—. ¡Mierda! —exclama este—. ¿Qué más sabe, sabe de nosotros también?
—Hasta donde llego, no sabe de los demás, solo de mí. Pero sí, tiene información sobre a qué me dedico y que tengo cómplices.
—Pero, ¿cómo es posible, Brian? Siempre hemos tenido cuidado.
—Yo tampoco lo entiendo, ¡maldita sea! —exclamo—. Cuando disparé a Carlo Gambino mi cara estuvo cubierta, ¿cómo mierda se han podido enterar?
—La información se ha filtrado —asegura y veo como mi amigo se lleva las manos a la cabeza, enfurecido—. ¿Jackson lo sabe?
—No.
—Sabes que todo lo que pasó es por su jodida culpa, y estás cargando tú con todo —dice Liam rápido—. ¿Lo llamo?
—No —contesto muy seguro—. No tengo ganas de enfrentarlo ahora mismo al jodido cabrón, ya lo pondré en su sitio. Déjalo estar con los clientes —me quedo pensativo—. Además... no vengo solo. Hay una nueva integrante... está en mi habitación— levanto la vista y lo miro.
—¿Quién? ¿Tu alumna?
—Sí —le doy un trago al whisky.
—Pero...—noto la voz anonadada de mi amigo— Brian, este no era el mejor momento —se acerca a mí desconcertado.
—Liam... ¡créeme que había renunciado a la idea de que ella ingrese aquí, no es como las demás! Pero esta noche, cuando le he disparado a ese tipo, Aylin estaba presente. Y Sanders lo ha visto todo ¡Sabes cuál es el maldito protocolo!
—No la has podido quitar del medio, ¿verdad?
—¡Claro que no!
—Sabes lo peligroso que es. Cuando se entere el comité, los vas a tener a todos en contra —añade este.
Me callo y tomo el vaso de whisky de golpe. Me acerco a él.
—También hay otro asunto que me preocupa. Es sobre la amiga de Aylin.
—¿Qué quieres que haga? —pregunta.
—Asegúrate de que esté a salvo, los hombres de Gambino han ido también al campus de la universidad y han entrado en la residencia donde viven las dos. Sanders y Bram están enterados, pero sabes que tú eres el único en el que confío plenamente. Debes asegurarte de que esa chica no vuelve ahí esta noche. Que coja sus cosas y se traslade a otra habitación. Si pregunta que ha pasado, solo le dices que eres amigo del profesor, y que ahora mismo estoy bajo amenaza por un motivo por el cual no sabemos, y que Aylin se quedará conmigo un tiempo, por precaución.
—Vale —asiente este con la cabeza.
—La chica se llama Roberta Monticelli. Es la novia de Bram.
—¿Bram... novia? ¿Qué estará tramando ese capullo?
—Es su problema. Salgo con Aylin hacia Toronto mañana, espera noticias mías.
—Ten cuidado, Brian.
—Está todo listo para el cargamento de esta semana. Y no quiero ningún fallo. Me mantienes informado, ¿vale?
—No te preocupes —lo escucho con voz preocupada y me da un golpe en la espalda—. Voy para abajo para asegurarme de que está todo en orden y parto hacia la fiesta de Sanders. Tengo que vigilar a Rousseau, ese idiota francés, ya sabes. Se cree el amo y señor de todo porque tenga minas de diamante. Es un degenerado y ya va bien colocado.
Poseidón me da un abrazo antes de irse.
***
Cierro el despacho y me dirijo a la segunda planta.
Entro en la habitación sigilosamente y cierro con llave. Miro la cama un tanto inquieto.
Noto que Aylin tiene los ojos cerrados, está acurrucada de lado, y sus manos están extendidas. Seguro que es muy incómodo estar durmiendo así, por lo que me acerco y le desato las muñecas muy despacio, intentando no despertarla. Miro sus rasgos, que parecen muy serenos y también contemplo su pelo dorado revuelto, hasta hace juego con el cuadro de Ares de la pared.
Le acaricio un poco las muñecas y después mis dedos van de manera casi hipnótica a su cara. Paso mis manos por sus mejillas y escucho su respiración. No tardo en echarle una sábana por encima, podría tener frío, pero en realidad también la cubro porque no puedo mirarla. Este camisón enano tan sexy me pone demasiado cachondo. Está suavemente levantado y sus muslos y parte de sus nalgas quedan a la vista. Recuerdo que no tiene nada por debajo, y eso hace que me entre el sudor. Me empiezo a desabrochar la camisa y admiro sus pechos salidos parcialmente del camisón. Como me encantaría lamer esos pezones rosados... Llevo desde el miércoles sin acostarme con ella y ahora mismo soy como un animal en celo. Mi polla está agrandada y no sé qué demonios haré para aliviarme. Bueno, sí sé, aunque no me apetezca.
Suelto un bufido, intentando tranquilizarme y me dirijo a la ducha. No cogeré ropa, solo un bóxer. Sería imposible dormir con ella con la ropa puesta, además me gusta dormir en cueros.
Tras ducharme, salgo un poco más relajado del cuarto de baño. Me paso la mano por el pelo y cuando miro de nuevo la cama... Aylin no está. ¡Mierda! Habré tardado diez minutos. Empiezo a escanear mi alrededor desesperado. ¿Dónde puñetas está esta mujer? Por la puerta no ha podido salir, la llave está en mi pantalón; y este en el cuarto de baño.
Echo un vistazo a la ventana y, de repente, la veo agarrada a las rejas de las amplias ventanas, por fuera. Lleva el camisón blanco cuya seda está brillando y parece que está muy concentrada en ver dónde poner las manos y los pies, porque su cabeza está agachada. No sabe que la estoy mirando.
—¡Aylin! ¿Qué demonios haces! —le grito atemorizado de que le pudiera ocurrir algo.
Esta levanta la cabeza rápidamente y abre los ojos. Posiblemente por el susto que le he dado, veo cómo resbala sobre la barandilla metálica y su cuerpo se desliza para abajo. Emite un grito fuerte, y noto que queda suspendida nada más que con las manos, su pies se mueven alegremente.
¡Diablos! Se va a caer de verdad. Doy un brinco y salgo a correr como un atleta cuando escucha la señal.
—¿Qué haces? —le grito enseguida y me pego a aquellas rejas con el corazón latiendo.
A esta mujer le pasa algo con las alturas, sin duda.
—¿Qué narices haces, Aylin? —le vuelvo a preguntar y le empiezo a tocar los brazos, intentando ver cómo podría agarrarla y ponerla a salvo.
—¡Alex! —dice desesperada y mira para abajo—. ¡Ayúdame! —su voz está sofocada por el pánico.
Me inclino y le agarro los brazos. Ya la tengo bien sujeta y nuestras cabezas casi chocan.
—¿Y por qué debería ayudarte? ¿No querías morirte? —pregunto y arqueo las cejas.
Ahmmmmm ... me parece que voy a jugar un poco con ella, piensa mi mente maquiavélica. Se lo merece por ser tan jodidamente obstinada.
—¿Ehmmm? —vuelvo a insistir, al ver que no dice nada, solamente está mirando sus piernas que quedan colgando de nuestra ventana del segundo piso.
—¡Sí, claro que me quiero morir! —me suelta esta con dos ovarios y me mira desafiante.
Sí, no me la han cambiado, pienso para mí. Es la misma Aylin de siempre, más terca que una mula.
—Pues ahora es el momento —mascullo cerca de su cara, inclinado sobre las rejas—. Aunque quiero que sepas antes de tirarte que serás una gran pérdida para la humanidad, especialmente para mí.
Intento mantener el mismo tono firme y reprimo una sonrisa. ¡Por Zeus! Solo con ella me pasan estas cosas.
—¿Qué carajo dices? —contesta enfurecida.
—Lo que escuchas —recalco mis palabras y agarro más sus brazos—. ¿Te suelto entonces? Aylin, te lo pregunto para despedirme de ti, al menos.
Enseguida hago una mueca de indiferencia.
—¿De qué estás hablando, Alex? ¿El electroshock te ha afectado el cerebro? —la escucho comentar enfurecida y noto cómo aprieta sus manos en la barandilla, con miedo.
—Para tu información, el electroshock no lo usan conmigo. Es al revés y... seguro que a ti te gustará —le guiño el ojo.
Estoy de broma y pretendo molestarla. Noto cómo esta traga en seco y le tiembla un poco la barbilla.
—¡Jefe! ¿Todo bien ahí arriba? —oímos la voz de uno de nuestros agentes de seguridad, que al parecer se ha asomado tras escuchar el grito y las voces.
Ahora mismo está mirando para arriba. Asiento con la cabeza y miro en dirección a Aylin.
—Señorita Vega, no sé yo, pero si fuera usted dejaría la huida o bueno.. el suicidio para otro día. Le recuerdo que no lleva bragas. No es por nada, pero mi agente tiene unas vistas muy placenteras ahora mismo —le susurro tras acercarme más a su cara.
—¡Te puedes retirar! —le grito al agente, que sigue mirando para arriba descaradamente ¡Idiota!
—Ayúdame —dice esta otra vez, con una mueca.
—Con una condición.
Me mira confusa.
—Si me prometes que me harás caso y cumplirás todas mis órdenes.
—¡Sigue soñando! —frunce el ceño y se aprieta más sus manos sobre la barra metálica.
Arqueo las comisuras de mis labios y, finalmente, tiro de sus brazos con fuerza hasta que consigo ponerla a salvo y meterla de vuelta en la habitación. Por las fuerzas que ejercemos en el acto, nos desequilibramos y mi jodida espalda retumba en el maldito suelo de la habitación, seguido de Aylin, que se desploma sobre mí.
¡Vaya, esta mujer pesa más de lo que pensaba!
Nos quedamos unos segundos sobre abajo y noto su aliento veloz.
Su rostro sobre mí hace que pierda todos mis sentidos y aunque quiera que ella me odie, no puedo mantenerme lejos. Mis ojos admiran sus bonitos ojos, y mi vista recae sobre sus labios que aprieta con suavidad. Despierta en mí una adicción y un deseo enorme de dominarla. Y dominarla significa a que me diga "sí" a todo. Que se abandone en mis brazos completamente. Y me parece que la señorita Vega es un hueso duro de roer. Pero... ¡diablos! Eso me hace desearla más todavía.
Lo cierto es que ahora mismo estoy sintiendo su hermoso y apetecible cuerpo sobre mí y no voy a perder la oportunidad de meterle mano. Por supuesto que no, no es algo propio de mí controlarme. Soy un sinvergüenza, lo sé, pero Aylin es más que una droga. Es la reina de las drogas. La locura perfecta.
Mis dedos se mueven deprisa y bajan de su espalda a su trasero y enseguida agarro su trasero con mis manos. Simplemente sabiendo que no tiene bragas, me pone a mil. Estoy más tieso que un caballo y ella lo nota. Su camisón está levantado y entonces hundo mis dedos en la carne de sus nalgas y los presiono. No quito mi vista de su boca apetecible y me entran ganas de matarla a besos y destrozarla a polvos esta noche. Al mismo tiempo, intento leer la expresión en su rostro, para darme cuenta de si me lo permitirá. Esta permanece quieta, y sigue intentando tranquilizar su respiración.
La verdad es que no aguanto más sin darle un jodido beso a esta diosa. Mi diosa. Llevo una mano a su cabeza y la obligo a pegar sus labios a los míos, mientras acerco mi cara. Con la otra mano, sigo apretando su bonito culo, por debajo de la suave tela del camisón. Estoy que ardo. Noto la consternación en su cara, pero consigo rozar sus labios y obligarla a abrir la boca, al mismo tiempo que empiezo a poseerla con mi lengua y finalmente nos estamos uniendo en un beso pasional.
Parece que ella también lo está deseando y mi cabeza piensa que necesito desesperadamente penetrarla aquí mismo, sobre el suelo. Mi polla no aguanta más y estoy que me va a dar algo si no me hundo en ella enseguida.
¡Mierda! Estoy total y absolutamente consumido por el deseo, bastantes días estuve sin sentir el calor y la humedad de su cuerpo.
—Ohhhh... Aylin —suspiro—. Te he echado de menos... —digo atormentado.
La agarro con fuerza, la giro y la coloco debajo de mí, sin soltar su sabrosa boca. Quiero saborear cada centímetro de este manjar. Sigo besándola hambriento y aprieto mis caderas contra su desnudo sexo con vehemencia. ¡Oh diablos! Me correré enseguida, estoy terriblemente ansioso de sentirla por dentro. Tanto, que se me ha olvidado que hace unas horas le he pegado un tiro a un mafioso.
Sigo besándola vigorosamente y quiero dar un paso más, sin embargo, noto un pequeño mordisco en mis labios, y la siento revolviéndose debajo de mí, intentando detenerme. Me está empujando con fuerzas.
—¡Quita tus sucias manos! —me grita enfurecida y hace que me aparte—. ¿Qué crees que haces?
Se pone de pie rápidamente y me mira asombrada.
—En algún momento escaparé de ti —dice enloquecida —y cuando eso pase, ¡no me volverás a ver en tu jodida vida!
¡Demonios! No ha funcionado, mis huevos van a explotar literalmente.
—Te estás olvidando de que soy tu profesor. Me tendrás que ver—le digo, mientras me pongo de pie también. Doy un paso hacia ella—. Además... te recuerdo que ya eres parte de Álympos, no podrás escapar de mí— concluyo con voz tosca, mientras le rodeo la cadera y la obligo a caminar hasta la cama.
—¿Qué haces si se puede saber? ¡Te he dicho que no me acostaré contigo!
—Vamos a dormir, Aylin —le contesto tranquilo.
Hago que se meta debajo de las sábanas y yo me pongo a su lado. Sigue renegando, pero no le hago ni caso.
—Ya es tarde y mañana tenemos un día largo por delante.
La pego a mi cuerpo y nos ponemos de lado. La obligo a colocar la cabeza sobre mi brazo izquierdo y pego mi torso a su espalda. Apago la luz y después alcanzo una de las esposas de las rejas del cabecero, las cojo y meto mi mano izquierda en un lado, al mismo tiempo que coloco la otra parte de las esposas en su mano. Las cierro. Se escucha el ruido de la cerradura en el silencio de la habitación.
—Alex, ¿me acabas de esposar? —escucho su voz molesta, al mismo tiempo que toca su muñeca.
—A los dos.
—¿Y por qué?
—Por si se te ocurriera terminar lo que has empezado antes.
—¡Mierda! —exclama y se intenta alejar de mi cuerpo.
—Shhhhh —intento tranquilizarla—. Buenas noches.
No contesta, solo percibo su respiración. La rodeo con mi mano derecha, y la arrastro hacia mi cuerpo, de modo que queda completamente pegada a mí. Me gusta la calidez de su piel.
Estamos unos minutos en silencio. Cierro los ojos.
¡Joder! ¿Quién podría dormir ahora mismo? Esta mujer es como un panal. Y yo soy un maldito abejorro.
Confieso que esta noche es una verdadera prueba. Mis piernas están pegadas a su piel y mis caderas a sus sexy nalgas. ¡Diablos! Estoy por invadirla por detrás. Soy un maldito salvaje, pero no lo puedo evitar, ella hace que se me vaya la cabeza. Como dominante, siempre me ha enloquecido que mi pareja sexual se resista. Eso me pone más cachondo todavía. Pero lo de la señorita Vega es algo sobrenatural. Nunca me ha pasado esto, nunca ninguna mujer me ha hecho estar tan duro continuamente. ¡Maldita sea! A cualquier hora. Es que huele tan bien siempre... mi nariz está pegada a su pelo y me empapo de su aroma.
No puedo resistirme y deslizo mi mano por debajo de la sábana. Su camisón está elevado casi hasta la cintura y empiezo a acariciarle los muslos. Su piel sedosa me invita a subir más y no tardo en alcanzar su entrepierna. Paseo mi mano por su entrepierna desnuda y la deslizo muy despacio hasta sus senos por debajo del camisón. Sus jodidas tetas me vuelven loco. También noto su corazón acelerado y sé que ella también me quiere dentro, sin duda.
—Aylin... —suelto un gemido.
—Alex... ¿qué estás haciendo? Te he dicho que...
—Shhhh... —la callo con voz suave y mis dedos alcanzan su cuello. Levanto un poco mi cabeza y llevo mi boca a su oreja.
—No voy a hacerlo contigo esta noche, ¿queda claro? —dice muy testaruda, y su voz suena entrecortada.
—No lo vamos a hacer, tranquila —contesto y alcanzo su coño con mi mano derecha. Empiezo a acariciarla y noto esa humedad que tanto morbo me da —Aunque he de decirte que tu cuerpo no opina lo mismo...—añado.
Escucho su respiración fuerte. Las yemas de mis dedos rozan su clítoris y sus pliegues. La acaricio con dulzura y empiezo a tocarla extremadamente excitado, tanto que mi pene hace presión en mi bóxer. Entonces, de manera intencionada me pego más a su culo. Soy un puto manojo de hormonas.
Sigo presionándola unos minutos más y finalmente, no puedo controlarme y la invado con uno de mis dedos. La calidez y humedad de su interior hace que no piense con claridad, y sé que no me voy a poder detener. También sé que ella lo desea, aunque su cabeza le diga otra cosa.
Sigo moviendo mi dedo con desenfreno en su interior, y mientras tanto, le muerdo el lóbulo y deslizo mis labios sobre su cuello. Mi dedo ansioso se mueve con constancia y noto su respiración cada vez más agitada. Cuando suelta un gemido, mis sentidos se intensifican. No puedo evitar agacharme un poco más y obligarla a volver su cara hacia mí. Nuestros brazos están enganchados con las esposas, por lo tanto, aprieto más mi antebrazo izquierdo por detrás de su cuello y acerco su cara a la mía. Me apodero primero de la comisura de sus labios y después de su boca, mientras no paro de mover mi dedo dentro de su vulva caliente.
Después, bajo a su camisón y muerdo sus pezones por encima de la tela muy fina. La escucho ahogar unos gemidos y noto por dentro como todo su interior se sacude. Resopla extasiada, aunque a la vez se está reprimiendo. No me quiere dar la satisfacción de enterarme de que se acaba de tener un orgasmo bajo mis manos. Pero lo sé.
—¡Me encanta dejarte sin aliento! —le digo satisfecho.
Enseguida beso la piel donde sus senos se juntan, al mismo tiempo que saco mi falo del bóxer, ansioso por empotrarla. Ella lo nota.
—Alex... como lo hagas —me habla tranquila— ... nunca te perdonaré. Nunca. —repite con convicción.
¡Puñetas!
Suelto un bufido y levanto la cabeza, desesperado. No percibo bien la expresión de su cara por la oscuridad, pero su voz suena demasiado sería. Me aparto enseguida exasperado. No podré dormir con ella sin tenerla y, definitivamente, no ha sido una buena idea dormir en la misma cama, ¡joder!
No digo nada más, solo coloco mi mano sobre su cintura y pienso en mi mente que mi crueldad tiene un límite. No puedo forzarla, y su voz ha sonado muy seca y ... triste.
Eso me duele. La aprieto más a mi pecho y beso su cabello por detrás.
Y cuando ella se queda completamente dormida, cojo su mano esposada entre mi mano y no se la suelto en toda la noche.
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¡Buenas!
¿Qué opináis? No sé si os lo esperabáis, pero... el profe (bueno Ares :D) nos sorprende, como siempre lo hace, ¿verdad? 😄👌👏👏👏
Espero que os haya gustado el capítulo y haya llegado a vosotr@s. También me encantaría que me dejárais algun mensaje y así sé cómo vamos.
No os olvidéis que tenemos por delante otro viaje, esta vez destino Toronto... ¿conseguirá Ares "domar" a su diosa?
Gracias por vuestras visitas y votos ❤️❤️❤️
Os recuerdo que me podéis seguir en Instagram : @miss_red_writer, si os queréis enterar (antes que nadie) de qué pasará mediante pequeños fragmentos del libro y estar en contacto de manera más directa. Y por supuesto, gracias por seguirme.
Feliz fin de semana ;)
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