14. DECLARACIÓN ABIERTA
Llegados a Boston, uno de mis agentes me acaba de avisar que le ha surgido un problema personal y debe irse deprisa. Un familiar suyo acaba de fallecer y es urgente acudir para estar con su familia. Como resultado, ahora mismo nos encontramos en mi todo terreno solamente con mi otro hombre, que está conduciendo. Aylin y yo estamos sentados atrás. Ya le he dicho al chófer que nos lleve a la calle Stratford, donde está la residencia, y así dejarla a ella primero. Además, he realizado una llamada telefónica para que algunos de mis hombres se vayan turnando para vigilar las veinticuatro horas la entrada de la residencia y acompañarla vaya a dónde vaya.
—Recuerda que esta tarde debemos reunirnos con los demás. Es urgente que los conozcas, y ellos a ti.
—¿De verdad? —pregunta muy sorprendida —¿Y tiene que ser esta tarde?
—Sí. Hoy tenemos junta y como diosa Afrodita deberás estar. Aparte de eso, hay varios puntos del contrato que debo explicarte. En Toronto estabas muy cabreada y no hemos aclarado gran cosa sobre tu papel en el Álympos.
—¿Son personas que conozco?
—Sí, conoces a algunos —me muevo un poco incómodo en el sillón.
Sin duda, se llevará una sorpresa cuando verá a Sanders y al hijo de este ahí. Bram es el novio de su amiga, o por lo menos es lo que ese idiota le ha hecho creer a la chica rubia alocada. Y reconozco que, aunque quiera mucho a mi clan, es imposible llevarte bien con todos, por lo tanto, solamente tenemos una relación formal, intentando convivir, auqne no me convenza para nada la forma de ser que tienen.
Todos los que estamos ahí es porque nos gusta ese mundo y por herencia, sin embargo, Bram me saca mucho de quicio cuando se pone demasiado violento con las heteras —lo tengo amenazado a ese niñato—, y de su padre me jode que sea falso. Nunca sabes lo que Sanders piensa en realidad.
—Dijiste que son doce, si no recuerdo mal —habla esta confundida.
—En teoría deberíamos ser doce, pero ahora mismo somos diez.
—¿Y por qué?
—No es el momento de hablar —le susurro al oído y la rodeo por detrás con mi brazo—. Te aclararé todas las dudas cuando lleguemos.
Ella deja caer su cabeza sobre mi pecho. La noto angustiada, seguramente sigue dándole vueltas al asunto y es normal. De repente, se ha visto arrastrada a un mundo que no sabe cómo funciona. Un sitio que le produce incertidumbre y miedo.
—Necesito saber qué.... —la escucho hablar de nuevo.
Aylin no termina la frase. Nos quedamos interrumpidos por un ruido ensordecedor y, de repente, los cristales del coche estallan. Como acto reflejo, agachamos la cabeza los dos y nos cubrimos con las manos.
¿¡Qué cojones está pasando!?
—¡Alex! ¿Qué coño pasa? —escucho el grito desesperado de Aylin.
—¡Acelera! —le grito a mi agente, extremadamente alarmado.
¡Joder! ¡No me lo puedo creer!
Saco mi pistola de la parte de atrás de mi pantalón al instante. Consigo elevar la cabeza un poco y veo que, al lado de nuestro todo terreno, hay un automóvil con dos hombres que no para de chocar a caso hecho contra nuestro coche.
¡Oh, mierda! Nos están apuntando con sus pistolas ¿Cómo se han enterado dónde estábamos?
—¡El maldito italiano! —levanto mi voz enfurecido, al mismo tiempo que apunto hacia el otro coche y empiezo a disparar colérico.
—¡Ten cuidado, por favor! —escucho a Aylin decir, al mismo tiempo que aprieta mi brazo.
—¡Más deprisa, joder! —grito de nuevo, intentando que mi hombre me escuche a pesar del ruido fuerte que hay en la autovía.
Mi agente pisa más el pedal. Mientras voy esquivando las balas como puedo, el coche se tambalea violentamente debido a los embistes del otro coche que se ha quedado atrás y choca contra el nuestro en la parte trasera. Como si eso fuera poco, en la carretera hay mucho tráfico ahora mismo y es muy complicado avanzar y moverse entre la multitud de automóviles.
Otro puto disparo acaba de romper el cristal trasero de nuestro 4X4, ¡joder! Escucho el grito de Aylin y toco con una mano su cabeza agachada, intentando tranquilizarla. ¡Debo acabar con ellos sea como sea! La están asustando y estamos en peligro.
Me asomo por la ventanilla y aprieto el gatillo varias veces, también destrozando los cristales del otro coche. En uno de los disparos, noto que le doy al chófer del otro automóvil, ya que este se encoge de dolor y se lleva una mano a su brazo. Aun así, el jodido cabrón no para de disparar, de hecho, el coche coge velocidad, aprovechándose de que nos quedamos un poco frenados por el tráfico y, finalmente, nos adelanta.
Los vigilo y cargo mi arma mientras noto cómo se colocan delante de nosotros en la carretera. Escucho otros dos malditos disparos y saco de nuevo mi cuerpo por la ventanilla, apretando el gatillo.
—Alex, ¡está muerto! Dios mío, ¡está muerto! —escucho a Aylin súbitamente.
—¿Qué? —exclamo y me abalanzo sobre el asiento de mi chófer.
Noto horrorizado que mi chófer también ha sido alcanzado por una de las continuas balas que caen sobre nuestro Mercedes todo terreno. La camisa de mi hombre está ensangrentada y tiene una herida fea en el cuello. Demasiado fea, no creo que sobreviva.
—¡Mierda! ¡Peter, aguanta! —grito furioso y vuelvo a sacar mi cabeza por la ventana. Pego unos cuantos tiros, fijando como objetivo las ruedas del maldito coche narco.
Vuelvo a mirar a Peter y este se acaba de desmayar, por lo tanto, no hay nadie quien esté llevando el coche ahora mismo.
—Aylin, ¡escúchame! Debes ayudarme —hablo histérico y me lanzo deprisa al volante, ya que de un momento a otro nos podríamos estrellar.
Consigo cambiarme al asiento del copiloto, mientras sigo sujetando el volante con mis manos. Miro hacia adelante deprisa y me doy cuenta de que el coche enemigo está a unos metros de nosotros, pero no pueden dispararnos, ya que un camión se ha puesto por medio.
Agradezco en mi mente al camión y pienso que ahora es el momento.
¡O ahora o nunca!
—¡Jefe! —escucho a mi hombre murmurar desangrado y muy debilitado.
—¡Peter! —exclamo y lo sacudo con fuerza—. Necesito que hagas un esfuerzo y te cambies a este asiento.
Empiezo a tirar de él virulento, siendo consciente de que, si no lo conseguiré en los siguientes dos putos minutos, acabaremos todos muertos.
—¡Ayúdame a moverlo! —le grito a Aylin y esta también empieza a tirar de mi agente. Reuniendo fuerzas entre todos y aprovechando el camión que nos protege, conseguimos intercambiarnos.
—Tranquilo —la escucho decirle a mi hombre, a la vez que le presiona la herida con un pañuelo— Le llevaremos a un hospital pronto.
Vuelvo a cargar el arma mientras me apodero de los pedales del coche. Miro al lado para encontrar una vía de escape, pero hay una hilera de coches en la primera banda, hecho que me imposibilita salirme de la carretera. Además, tampoco me daría tiempo. El Ford que nos ha estado persiguiendo se libra del camión y noto de nuevo las balas en la chapa del todoterreno. Aprieto mi mandíbula furioso, al pensar que ahora mismo estamos en una situación de desventaja. Nos disparan desde la parte frontal y no desde atrás. Entonces, planeo adelantarlos para no quedar tan expuestos.
—¡Aylin, agárrate! —le grito.
Acelero y me pongo a más de ciento sesenta. Esquivo con cuidado un coche y después adelanto por la tercera banda de la autovía. Choco de manera violenta en el ala izquierda del Ford y observo que el chófer del otro coche está también herido y debilitado. El que más dispara es el del asiento del copiloto, que afortunadamente, está más alejado de nosotros. Tomaré ventaja de ello.
Vuelvo a pegarme a la derecha y básicamente dejo el coche enemigo bloqueado entre el mío y un tráiler que hay en la primera banda. El hombre del tráiler me mira consternado, pero no puedo hacer nada. Necesito desesperadamente quitármelos del medio. Entonces actúo rápido. Aprieto más el coche contra el tráiler y, tras esquivar dos disparos por arte de magia, ya que ni yo me lo explico cómo no me han dado, consigo pegarle otro tiro al chófer. Mi disparo va directo al corazón y de momento noto cómo el Ford se descontrola y empieza a desacelerar, perdiendo velocidad.
Por mi parte, piso el acelerador agradecido y miro el retrovisor para ver qué está sucediendo. El Ford gira violentamente en la carretera y otro coche que va justamente detrás colisiona con él. Se escucha una fuerte explosión y veo al Ford en llamas.
—¿Qué ha sido eso? — Aylin también mira para atrás y leo el horror en sus ojos.
Giro mi cabeza para ver si está bien y esta está temblando. Después, miro a mi lado preocupado y observo que mi hombre está inmóvil. Llevo dos dedos a su cuello y le tomo el pulso, pero ni rastro de latidos.
Le pego un puñetazo al volante y mi respiración se acelera.
—Alex, date prisa, debemos ir al hospital.
No le contesto. Tras unos pocos minutos, me salgo de la carretera y consigo aparcar a un lado. Miro alrededor para asegurarme de que no nos están siguiendo.
—¿Qué haces? Arranca, debemos ir al hospital. Se va a morir —dice esta y aprieta más el pañuelo contra el cuello ensangrentado de mi agente.
Me vuelvo hacia ella. Estoy furioso y dolido.
—Aylin... Pete está ya muerto.
Ella lo mira conmocionada y se lleva las manos a la boca. Veo cómo abre la puerta del coche y sale fuera del automóvil deprisa. Yo también me salgo y la sigo. Se apoya con una mano en el todoterreno. Está demasiado pálida.
—Tranquila, ya ha pasado todo.
Respira fuerte y sigue agachada. Le toco la espalada y vuelvo a mirar a nuestro alrededor para asegurar la zona. Guardo mi arma porque lo que menos quiero ahora mismo es llamar la atención.
—Siento mucho que tengas que pasar por esto. Estamos bien, tranquila —cuando endereza su espalda, la cojo entre mis brazos y ella hunde su cabeza en mi cuello. Tiene la cara enrojecida.
—Sí, nosotros estamos bien, pero él no. Y los otros dos hombres tampoco. ¡Oh dios! ¡Dios mío! —dice sollozando por el shock y me besa la cara.
—Alex, ¡te podían haber disparado a ti!
Intento tranquilizarla con movimientos suaves sobre su espalda, por encima del abrigo. No digo nada, aunque no me puedo quitar de la cabeza que me tomaré como un desafío lo que acaba de pasar. Gambino está excediendo sus límites y ya no hay marcha atrás, sin duda. No quiero llegar ya a ningún maldito acuerdo con ese hijo de puta, me tomaré esto que acaba de ocurrir como una declaración abierta de guerra. Y esto hace que lo que en realidad desee ahora mismo desesperadamente sea acabar con su clan. Me están jodiendo demasiado y no permitiré que sigan atentando contra nuestras vidas.
—¿Has pensado en que podía haber sido yo? —escucho su voz de repente.
La despego de mi cuerpo y analizo su rostro. Empieza a hervirme la sangre únicamente con el mero pensamiento de que a Aylin podría pasarle algo. Sé que una de aquella bala la podía haber alcanzado a ella perfectamente y la furia me carcome por dentro.
—¡Que alguien se atreva a ponerte un dedo encima! —levanto mi voz y aprieto sus brazos—. Será lo último que harán, ¡acabaré con todos! Vivirán el peor de los infiernos, tendrán la más cruel de las muertes —siento la tensión en todo mi cuerpo y aprieto más mis dedos en sus brazos, al mismo tiempo que arrugo mi frente— ¡Nadie toca lo que es mío!
Ahora mismo tengo claro más que nunca que debo acabar con el maldito clan Gambino. Antes de que él acabe con el nuestro.
No saben lo que les espera... pienso por dentro, enloquecido.
No soportaría que a mi mujer le pasara algo, sin duda. No puedo ponerla en peligro así que tomo una decisión y espero que sea acertada y no desate la guerra de nuevo.
—Aylin, nos vamos al Templo —digo firme—. No hay otra opción.
—Pero, ¿y la residencia?
—No te puedo llevar ahí —digo rendido y bufo con fuerza.
—¡Me lo prometiste, joder! —ruge muy molesta y se libera de mis brazos enseguida.
—Lo que acaba de pasar ha sido...
—¡Me da igual! —dice enfurecida y abre la puerta de nuestro automóvil—. No vuelvas a prometer algo que no podrás cumplir, ¿entendido?
—Lo siento.
No me da tiempo a decirle nada más. Se monta en la parte trasera del coche y da un portazo. Me quedo apoyado en el automóvil, mirándola a través del cristal. Su mirada es muy fría.
¡Diablos! Vuelta a empezar... Bueno, lo tendrá que comprender tarde o temprano.
Doy una puñetera patada a la rueda del coche y fijo con la vista el cadáver de Peter.
Estoy muy dolido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top