[7] Lago
Al salir el sol, Mirabel abrió los ojos y se dió cuenta de la presencia del hombre a su lado. No recordaba nada de anoche, pero sabía que no había sucedido algo más que una charla o que le haya confesado sus sentimientos, deseaba hacerlo más tarde.
- Ya es de mañana, Bruno - Lo movió un poco y así logró despertarlo - Buenos días.
Este sonrío tímidamente - Buenos días ¿Y cómo te sientes?
- Siento que mi cabeza va a explotar.
Acarició su mejilla con ternura - Con una arepa de tu mamá te sentirás mejor, pero será mejor que no le digas la razón de tu dolor de cabeza sino quieres una llamada de atención.
- No creo que se moleste mucho, solo me dirá que no lo vuelva a hacer.
- En fin, ya debo irme, Dolores me iba a avisar cuando podía salir, pero no puedo esperarla más.
- ¿Ella te pidió traerme aquí?
- Si, por cierto anoche me dijiste que te nos reuniéramos en las montañas 2 horas después de desayunar.
- No recuerdo habertelo dicho, lo siento - Rió apenada - Espero puedas ir.
- Por supuesto, ahí estaré - Se levantó y acomodó sus ropas - Adiós
- A-Adios
Apenas salió se topó con Dolores... Aunque también con la abuela quién lo miró con sorpresa.
- ¿Qué hacías en la habitación de Mirabel?
- Emm... - Tenía que inventar una buena excusa sinó se metería en serios problemas - Y-Yo solo quería asegurarme de que estaba bien
- Oh... Ok - Dijo no muy convencida de lo que su hijo dijo, eso le pareció extraño - En fin, los veré abajo para desayunar - Y se fue.
Dolores no dudó en darle un golpe en la nuca al pelinegro - Te dije que yo te avisaba, al parecer le has aumentado más sus sospechas.
- ¡Auch! Lo siento, es que no quería esperarte más, pero tienes razón, no debí haberme salido antes. Ahora lo que me alegra es que Mirabel y yo hablaremos y no me odia como yo creía.
- Por supuesto que no te odia, para ella tu eres muy importante, aunque no soy yo quien deba decirte lo que piensa. Te veo en unos momentos - Bajó de prisa las escaleras.
Se quedó pensando en lo de anoche, ella parecía muy relajada a su lado y aquello le daba esperanza.
Cuando llegó la hora se encaminó hacia las montañas para su encuentro con la chica, la cual no tardó mucho en aparecer, montada en un caballo.
- Hola ¿Te hice esperar mucho? - Preguntó esta con una sonrisa
- No, solo un par de minutos, ok, ¿Qué te gustaría hacer?
- Sube, daremos un paseo.
Sin dudarlo aceptó y subió, se aferró a su cintura poniendola nerviosa, pero trató de controlarse.
Cabalgaban sin un rumbo fijo, disfrutando del viento en su rostro, los rayos del sol y el sonido del agua fluyendo. Tras 1 hora y media decidieron parar y charlar frente al río, sus pies sumergidos en el agua.
- Sabes, cada vez que vengo aquí recuerdo la historia de mis padres - Decía Bruno mientras mantenía su vista fija al hermoso paisaje natural - No me imagino el dolor de perder a alguien con quien planeabas pasar el resto de tu vida, formando una bella familia y que de un momento a otro pierdas todo. Yo no lo soportaría siendo sincero - La tomó de la mano.
Miró hacia sus manos entrelazadas, recargó su cabeza sobre el hombro de este y soltó un suspiro - ¿Acaso sientes que... me perderías?
- Eso mismo.
- No pasará nunca.
- ¿Cómo lo sabes? Todo puede pasar en la vida.
- ¿Acaso tuviste una visión relacionada a esto?
- Fueron 2 visiones, pero no quisiera hablar de esto por ahora ¿Si? Es difícil.
- De acuerdo. Sabes, yo tampoco soportaría perder a alguien con el que me gustaría pasar el resto de mis días, formar una familia y todo lo que nos imaginemos. Yo no soportaría perderte, Bruno
Ante sus palabras él la miró asombrado - Espera, tu también...
- Si, también estoy enamorada de ti, y si huí después del beso fue porque no supe como reaccionar, creí que mis sentimientos no serían correspondidos, además de que no será bien visto. Qué importa si nos desprecian por querer estar juntos.
- Pepa ya lo sabe.
- ¿Qué? Ay no, esto es serio.
- Efectivamente, no estamos del todo seguros si todos estarán de acuerdo y no me gustaría ganarme su desprecio por fijarme en alguien prohibido como lo eres tu, sobre todo el despresio de tu madre.
- Y también debo de decir que Isabella está enterada de lo que siento por ti, es obvio que no le agrada la idea.
- Entonces ¿Qué haremos?
- Por ahora mantener lo nuestro en secreto.
Sonrío - ¿Ya somos algo?
Rió nerviosamente - Bueno me encantaría que lo fuéramos ¿Y a ti?
- Por supuesto que me gustaría y aquí en este lugar te juro que jamás te abandonaré y prometo cuidarte día y noche - Besó el dorso de sus manos - No tienes idea de lo feliz que me pones, mi dulce amor.
- Y tu a mi, me siento segura entre tus brazos
Y se unieron en un beso y siguieron jurandose amor eterno.
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