11; Una cosa tras otra

—Y con eso se concluye el método de planificación para el programa de radio —habló el profesor, escuchando un suspiro de todos los presentes— No me suelten esas angustias, están en una carrera de comunicación, lo mínimo que pueden hacer es manejar un programa de radio —regañó, caminando entre las filas de los pupitres dejando unas plantillas en blanco.

Amy recibió su hoja, echándole un vistazo de forma inmediata. Era un plantilla que contenía todos los días de la semana, que daba una cantidad de tiempo al menos de un mes. Al estar en blanco, Amy entendía que en cada día de la semana debía colocar el contenido que se expondría en su programa contando como primera nota de esa materia. Pensar en estar sentada frente a un micrófono teniendo que colocar efectos de risas y música taquillera le daba un enorme fastidio.

—Ah, otra cosa —escuchó hablar al profesor entre el bullicio, llamando la atención de todos— Para que no me llenen la plantilla de puras babosadas y cosas sin sentido solo porque sí, en la parte superior tienen colocado la central de radio en el que les toca a cada uno ir a rendir su programa por los siguientes dos meses —Indicó, sonriendo con burla al escuchar las exclamaciones y lloriqueos de algunos presentes que empezaban a leer la radio que les tocaba.

Amy sintió su ansiedad entonces, lo daba todo por la carrera, pero nunca pensando que debería enfrentarse a meterse tan pronto entre medio del mundo de las comunicaciones.

Tomó su hoja y leyó la estación de radio en el que le tocaría realizar este tipo de práctica, rezando porque fuera una que pasara desapercibida.

"Mobius Central Radio"

Y una mierda. Tenía que tocarle la reina madre de todas las estaciones de radio, su suerte en verdad que apestaba.

Apenas terminada la hora, caminó aprisa hacia el piso donde se ubicaban los casilleros, tenía tanta hambre que había recordado la manzana que había dejado guardada precisamente para cuando no desayunaba. Mientras apresuraba el paso para llegar, revisó su celular ante la costumbre de no dejar ningún mensaje desapercibido, cosa que no sucedió pues no tenía ninguno nuevo.

Frunció el ceño, sintiendo una punzada en el corazón. No había hablado con Sally desde la última vez que ella le había mandado un mensaje, en el que ni siquiera su humilde "hola" fue capaz de contestar.

No entendía cómo podía desplazarla de la noche a la mañana, sin ser capaz de poder contestarle sus mensajes. Es decir, no es como si fueran mejores amigas de la infancia, pero se habían llevado tan bien que, dentro de lo que era el campus universitario completa, era la única con la que había coincidido y forjado una amistad, al menos hasta ahora.

Llegó a su casillero, pero ahora ya no con los mismos ánimos. Abrió la pequeña puerta de un jalón, dejando unas cuantas libretas y lapiceras de muy mala gana. Volvió a tomar su teléfono, con el chat de Sally abierto, se mordió el labio presa de la ansiedad y el enojo ¿Debía de reclamarle o decirle algo?

Amy sacudió la cabeza, disipando esas ideas, no podía sobreponerse y exigir exclusividad cuando sus amistades eran libres de relacionarse con quienes quieras, aunque le gustaría que hubiese sido de una forma más suave el alejamiento de su amiga...

La vibración de su teléfono la despertó de sus pensamientos, observando la llegada de un nuevo mensaje:

"— Hola Amy! :) —"

Abrió sus ojos en sorpresa, generalmente, entre los dos, con quien más compartía mensajes era con Silver, y en muy raras y puntuales ocasiones Sonic le había mandado mensajes. Pensar en el hecho de que él comenzara la conversación hacía que su rostro se sonrojara, considerando cualquier cantidad de situaciones que podrían desatarse solo a partir de ese mensaje.

"— ¿Estás ahí? —"

Volvió a recibir otro mensaje, alertándola.

"—¡Sí! ¿Sucede algo?" Amy hizo una mueca con sus labios, el mensaje era demasiado preocupado "—¡Sí! ¿En qué te ayudo?"  Otra mueca, demasiado servicial, qué pensaría de esa disposición; bien, no respondería su pregunta, sólo lo saludaría.

"— Holaa, sí"

—Agh —se quejó, sacando su manzana del casillero y cerrando con enojo el mismo. No estaba 100% convencida de ese mensaje, pero si seguía borrando y escribiendo se iba a ver mucho peor. Apretó el botón de enviar y se mantuvo observando la pantalla, expectante de alguna respuesta.

No se sentía como ella misma en ese mensaje y eso le molestaba, no encontraba cuál era el problema como para poder responder de forma normal, definitivamente su día se estaba desarrollando de muy mala manera.

"—¿Estás en tu facultad?"

Su corazón dio un vuelco, empezó a sentir muchos escalofríos, a pesar de llevar un buen suéter encima por el frío, pero el calor poco a poco lo volvía insoportable. No pudo evitar sonrojarse fuertemente, el amigo de Silver quería verla también y...

Chaos, estos dos hombres la iban a enloquecer, y lo peor de todo es que no le disgustaba la atención que le daban. Se sentía tan egoísta pensando eso ¡Vamos Amy, tienes que controlarte!

Luego de contestarle de forma afirmativa al erizo, habían quedado en encontrarse en una de las zonas de descanso de su facultad, que mayormente se encontraban en la zona trasera del edificio. Llevaba el estómago tan apretado de los nervios que apenas y podía darle una mascada más a la manzana, su apetito había desaparecido al completo.

Hace una semana que no se había visto con el cobalto, al menos desde que habían lanzado los resultados del erizo azul respecto a su ingreso a la compañía.

Inicio de Flashback

—¡Amy! —Una voz masculina llamándola la hizo voltear, observando entre la multitud del pasillo para encontrar al interesado.

Una mancha azul se hizo paso entre la gente dejándose ver por fin, con una sonrisa deslumbrante y unos ojos llenos de preocupación. Observó cómo se acercaba a ella rápidamente, y para ella, verlo correr así... oh no, su mente llevaba jugándole demasiadas mala pasadas en muy poco tiempo. Es el efecto de la soltería dicen, siempre es eso.

—Eh... —Amy apenas lograba articular palabra cuando lo tuvo frente suya. El erizo ni siquiera tenía la respiración entrecortada, ni notaba algún síntoma de la carrera que acababa de hacer, le parecía simplemente impresionante— Tengo una duda —atinó a decir al fin

—¿Eh? —Amy apretó los labios, reprimiendo su ansiedad— ¿De qué sería? —preguntó curioso el cobalto apoyando su hombro en el pilar de concreto a su acostado.

—Cuando estamos um... así —puntualizó, señalando el espacio público en el que se encontraban— ¿Te digo Maurice o... Sonic? —preguntó, mencionando su nombre de pila en un bajo susurro, llamando a la cautela.

Sonic soltó unas risas ante el extremo cuidado de la eriza al pronunciar su nombre, la pregunta le había parecido una total ternura, especialmente por su compromiso con cumplir lo de que no se divulgara su verdadero nombre frente a la multitud. El erizo entonces, rebosante de confianza, apoyó su mano sobre la nuca de la eriza, palpándola como acto de reconforte a su timidez.

—Tú y yo ya tenemos confianza —respondió Sonic— Así que puedes decir mi nombre todo lo que quieras.

Amy no se había sonrojado del todo con el tacto de la mano del erizo sobre su cabeza, pero aquel comentario encendió su rostro de un tono carmín demasiado fuerte que le pilló desprevenida.

—¡¿P-Pero si alguien lo escucha?! —cuestionó con un tono más elevado ante sus nervios, quitando la mano del erizo en un movimiento.

—No creo que nadie se detenga de forma tan puntual a escucharnos para oír mi nombre —rio Sonic, reacomodándose— pero si alguien lo llega a hacer, lo notaré.

La eriza rosa lo observó unos minutos, no muy convencida de su argumento, pero si él le daba la confianza de poder decir su nombre frente a él y cualquier espacio, entonces lo haría.

—Por cierto ¿Para qué me buscabas? —Preguntó la eriza entonces, frente a su aparición repentina por su facultad

—Ah, eso —musitó el cobalto— he tenido entrenamiento durante la tarde desde ayer, y no pude ir a la compañía —relató, haciendo entender a Amy la razón de su encuentro— ¿De casualidad, ya tienen los resultados? —preguntó nervioso, mirando hacia sus dedos quienes se mantenían inquietos ante la vergüenza de su duda.

—Claro que sí, el día de ayer los colgaron en el pabellón principal —contestó Amy con una sonrisa, observando el rostro ansioso del erizo, desesperado por conocer el resultado— ¿Quieres que te lo diga directamente o quieres verlo tú? —propuso entonces, buscando en su celular la sección de galería, en búsqueda de una foto en particular dentro de la marea de fotos que traía.

—¿Puedo... —la voz temblorosa del erizo le causó un cosquilleo en el estómago a la eriza, verlo tan vulnerable y nervioso provocaba, de alguna forma, una imagen más atractiva de él— ¿Puedo verlo?

Amy sonrió hacia él, asintiendo. Le acercó el teléfono que fue tomado por las manos del cobalto, ansioso. La fémina no lograba descifrar la reacción de él, parecía concentrado en poder encontrar su nombre entre la lista de caracteres negros presentes en una única foto. Entonces, sintió la respiración detenerse en su contrario, quien habría los ojos, cada vez más grande, presa de una sorpresa que se lo estaba comiendo vivo.

—Dime que es una broma —dijo casi en un hilo de voz, víctima de su respiración cortada, volteando a mirarla.

La de ojos jade pudo soltar una enorme sonrisa por fin, negando frenéticamente con su cabeza, dando pequeños saltos de la emoción. Ambos chillaron de la felicidad, dándose un gran abrazo, más de gratitud del azul a la rosada que por otra cosa.

Sí, había logrado quedar. En el grupo de los principiantes, pero había quedado.

Y realmente a ninguno le preocupaba que notaran la presencia del cobalto en una facultad que no era la suya, abrazando a una eriza que salió de la nada.

Fin del Flashback

Rememorar todo aquello hizo soltar un suspiro a la eriza, quien juntó sus palmas inundada de una ilusión que había estado creciendo hace poco. Ya casi cumplían un mes desde que se habían conocido y si algo debía rescatar del erizo azul, es que era alguien que sabía muy bien como dar abrazos memorables, pues las dos o tres ocasiones que lo había hecho, siempre le dejaba una sensación tan nerviosa y cálida que provocaba en ella...

—Ya basta —regañó al aire frunciendo su ceño, siempre que se ponía a pensar terminaba yéndose por las ramas y creando ilusiones irrealistas.

Tristemente para ella, luego de aquel día no volvió a ver a Sonic durante la semana, solo en una o dos clases de la compañía, pero casi para meramente marcar presencia.

¿Por qué sería? ¿Algo le estaría generando problemas? Era una duda que le gustaría poder despejar en esta oportunidad.

Llegó a la zona de descanso, que destacaba por su zona abierta al aire libre para recostarse y disfrutar las nubes. Por desgracia, el día estaba feísimo como era normal en un día de invierno, así que tendría que conformarse con saltar a uno de los sofás gigantes que había en el interior, que, para su suerte, estaban completamente vacíos.

Dejó su bolso a un costado de ella, subiendo sus piernas al enorme sofá. Las ladeó quedando una encima de la otra y recostó su cabeza en el respaldo del asiento, buscando descansar un poco en lo que su persona de encuentro llegaba.

Entendía por qué habían vuelto esa zona de la facultad un punto de descanso, cuando no había nadie el silencio era muy mecedor, tanto como para lograr generarte esa necesidad de descanso.

El pequeño rebote de su cuerpo en el sofá le hizo abrir los ojos rápidamente, encontrando la figura del responsable que había causado el movimiento en el acolchado sofá.

—Qué hay —saludó con galantería, llevando sus brazos hacia atrás, recostándose— Chaos, qué buenos sofás se tienen aquí ¿eh?

—Eres un descortés —reclamó la eriza rosa, en falsa molestia— ¿No ves que hay una dama tratando de descansar?

—¿En serio? ¿Dónde? —un almohadazo lo hizo callar llenando en risas la amplia habitación.

—Ese chiste está demasiado usado, vas a tener que pensarlo mejor si me quieres molestar —se defendió la eriza rosa, quien se prendó de la mirada esmeralda del erizo azul frente suyo, quien sólo levantó los hombros diciendo un "está bien" — Por cierto, ¿Cómo sabías que había una zona de descanso aquí?

—Ah, eso es fácil —contestó de forma desinteresada, abriendo una barra proteínica que tenía guardada— Hace unos años atrás, cuando ya había terminado la preparatoria, me inscribieron en un taller de atletismo de esta universidad —relataba, mientras acertaba el primer mordisco a su barra— estuve dos años ahí, y nos hacían trotar por todo el campus, conocí la mayor parte de las facultades —explicó, tomando otro bocado— a veces me escabullía para descansar aquí —rememoró con cierta gracia.

—¿Dos años? —inquirió sorprendida, recibiendo una afirmación del erizo— Vaya, siempre pensé que la universidad la habías empezado de inmediato.

—Para nada —comentó, acomodando la almohada sobre sus piernas dejando caer sus muñecas encima— apenas y estoy rindiendo el segundo año de mi carrera —añadió— gracias a que ese taller de atletismo estaba vinculado a la universidad, obtuve la beca con la que entré a estudiar.

—¡¿Estudias con beca?! —Sonic asintió con una sonrisa algo cohibida— ¡Esa sí es una sorpresa! Pensé que tu papá era quien lo pagaba —espetó sin filtro. Sonic soltó una risa algo incómoda.

—Ya, bueno... ese era el plan al principio —Sonic bajó su mirada a sus manos, jugando con sus dedos— pero gracias a esa beca, mi padre dirige el dinero que iba en principio a mi carrera a... bueno... donaciones a la facultad de contabilidad —comentó, frotando su cuello, sin comprender por qué estaba soltando esos datos tan personales con tanta facilidad.

—¿Donaciones? —repitió, interesada— ¿Donaciones para qué?

Sonic bufó irritado, se notaba a leguas que la carrera de periodismo le quedaba como anillo al dedo a su compañera. El erizo imitó la posición de la eriza, pero volteando para observarla a ella, sosteniendo su cabeza apoyando su codo en el respaldo. Carraspeó para tragar su incomodidad y empezar a hablar.

—¿Qué me dices de ti? —preguntó, obviando la pregunta anterior— ¿Empezaste enseguida la universidad?

Amy mostró una expresión seria con un mohín de molestia. El erizo no se había molestado ni siquiera en ser más sutil en evadir su pregunta.

—No, de hecho —contestó con una sonrisa, apoyando su cabeza con su codo contra el respaldo de la misma manera— Me tardé un año en ingresar luego de la preparatoria.

—¿Y eso por qué? —preguntó el cobalto, la eriza enarcó una ceja junto a su sonrisa burlona, juzgándolo por su curiosidad— Sólo es una pregunta, si quieres no la contestas —se defendió con las mejillas algo rojas, al verse expuesto por su interés.

—Porque no había logrado quedar en la carrera de periodismo en este campus —contestó, rememorando aquellos días donde su frustración había podido con ella más de lo que habría soportado— Ya sabes, quería aspirar a eso de la independencia, volar de casa, vivir sola, ese tipo de cosas. Así que, durante ese año estudié para el examen de ingreso de nuevo y también trabajé para ahorrar algo de dinero —relató, jugando con uno de sus mechones.

—¿Mudarte? —inquirió confundido—¿De dónde vienes o qué? —su pregunta causó algunas risas a la eriza rosa.

—De Athens —mencionó. Sonic hizo una mueca moviendo los ojos hacia arriba, tratando de ubicar el lugar que le acababa de mencionar— Ni te esfuerces en ubicarla, es un pueblo tan pequeño que diría que nadie sabe que existe —dramatizó entre risas, observando el rostro de derrota de Sonic al caer en que su contraria tenía razón.

Se quedaron un momento de silencio, donde ambos se detuvieron de manera coincidente en los ojos del otro, atrapados, pensativos. La intensa e insistente mirada del cobalto había comenzado a ocasionarle ese nerviosismo que había estado viviendo últimamente que recibía esa atención excesiva.

—Sabes —musitó Sonic con suavidad, en un tono tan bajo y dulce, como si temiese ahuyentar el cómodo silencio que los acuñaba— no había tenido la oportunidad antes... —murmuraba. Amy mantenía su mirada sobre él, sintiendo sus latidos acelerarse— pero es muy sencillo poder hablar contigo, me hace sentir... cómodo.

Los nervios aumentaron cuando sintió su rostro enrojecer, ¿Por qué Sonic debía decir todo eso mirándola tanto? ¿No se sentía incómodo al estar mirándose mutuamente, sin mover un músculo? Se sentía tan avergonzada de que él viera su rostro sonrojado, pero, aunque quería apartar la mirada, no quería romper esa pequeña chispa que, poco a poco, sentía que estaba naciendo.

Entonces lo vio sonreír. Una sonrisa honesta, avergonzada, que nació de los labios de él. Notó como las mejillas de él también optaban por un color rosado, menos intenso, pero ahí estaban. El corazón de Amy dio un vuelvo, entrante en pánico.

¿Qué demonios estaba ocurriendo?

—¡¿Y-Y Silver?! —preguntó ignorando todo lo escuchado, en una postura erguida en un elevado tono, espantando a su contrario— ¡Hace mucho que no hablo con él! ¿Cómo está?

La arritmia que ahora traía vuelto loco su corazón ya no venía del nerviosismo de la situación que los había envuelto, sino por el susto mortal que el carácter extasiado de la eriza cometió contra él.

Y luego preguntaba por Silver, su rostro era indescifrable. El ambiente romántico había caído en picada en un segundo.

—Él está bien —respondió, recostando su cuerpo apoyando su espalda, observando a su en frente— Solo que esta semana nos toca entrega de varios reportes de administración y blablablá —pronunció sin mayor esfuerzo a detalles— si quieres apenas lo vea le digo que te mande mensaje —añadió, observándola.

—No, no, no —negó con apuro, haciendo alzar una ceja al erizo azul, intrigado— no es necesario, en verdad —carraspeó, incómoda— por cierto, ¿Por esas ocupaciones es que no has ido a la compañía?

—Buff, ojalá fuera por eso —bufó con agobio, frotándose la sien— no he podido librarme de las prácticas de atletismo, por lo que las veces que he podido faltar para ir a las clases de la compañía ha sido por fingir que me duele el tobillo —explicó, con un dejo de molestia en su voz— ahora no puedo simplemente desaparecer, porque el entrenador me delataría con mi padre y créeme que ese no será un espectáculo bueno de ver.

—Vaya, tu padre siempre se vuelve el obstáculo de la ecuación —musitó, recibiendo una mirada rápida del erizo, quien suspiró y asintió.

—Sí, bueno. Como sea —mencionó dando por finalizado el tema, evitando que se extendiera a más mención el tema con su padre.

—Pero no puedes seguir faltando a tus lecciones —reprochó la eriza— si lo haces probablemente te saquen de la agrupación. Al audicionar casi que te comprometiste a cumplir tus horarios al menos un 99%

—Ames, escucha —pronunció con suavidad el erizo, causando un escalofrío en la eriza rosa— Yo lo sé ¿Sí? Solo... sigo tratando de encontrar la forma de librarme del atletismo, pero no voy a fallar ¿Está bien? —Consoló con suavidad en su tono, ofreciéndole una sonrisa confiada a la eriza rosa. Esta se mantuvo un momento procesando sus palabras. Asintió devolviéndole la sonrisa, confiando en su palabra— Lo único que necesito es un papel o algo que apoye el hecho de que en efecto estoy con el tobillo inoperante al menos por un mes. El problema es que la semana pasada no logré conseguírmelo —compartió derrotado, hundiéndose un poco más en el sofá.

—Alto, ¿Hablas de una licencia médica? —Preguntó alerta Amy, sentándose sobre sus rodillas.

—Um... —el erizo se rascó la cabeza, inseguro de su respuesta— ¿eso creo?

—Vaya —Amy comenzó a hacer trabajar su cabeza, pensando en las probabilidades. Tanteó su dedo contra su rodilla de forma casi insistente, hasta que su foco se prendió— creo que... creo que tengo a alguien que... —se detuvo a observar al cobalto, quien se mantenía observándola, alerta— Chaos, me va a matar si sabe que lo dije...

—¿Qué cosa? —entusiasmó el erizo, sentándose ahora en el sofá— ¿Tienes a alguien que me pueda hacer el papel?

—No —respondió de forma apresurada— O sea, sí, pero... —se frotó el rostro con ambas manos, agobiada— es que no te puedo asegurar que vaya a hacerlo, pero, es una persona con un corazón tan bueno que, si le explicamos el contexto, tal vez si nos ayude con una licencia... —murmuró, chocando sus dedos índices entre sí de forma infantil.

—Pues hay que intentarlo —animó Sonic con una sonrisa— ¿Cuándo podemos verlo... o verla?

—Está en la compañía —dijo, levantándose de su asiento, tomando su bolso— está contratada como un tipo de doctora particular, así que no aparecerá la firma de la compañía ni nada en la licencia —aseguró para la calma del erizo.

Sonic se levantó de un salto, lleno de entusiasmo, colocándose a la par de la eriza. Amy observó su sonrisa, tan llena de confianza y alegría, como si con ello ya diera por sentado que todo fuera a funcionar y salir bien. Supongo que conociéndolo Amy ya entendía por qué era tan bueno ponerlo de portada en los diarios de repente.

—¿Tú vas a la compañía ahora? —Amy asintió, extrañada— Genial, según mi horario también me toca mi clase ahora —sonrió hacia su compañera— Qué esperamos. Vamos ya y probemos suerte.

La eriza rosa soltó una risa ante el apuro del cobalto por emprender su marcha, por lo que comenzaron la caminata hacia la salida de la universidad. Se sentía extraño para ella volver a caminar junto a alguien hacia su compañía desde que Sally ya no estaba.

Y suponía que lo que más le entusiasmaba, era que fuera junto a un compañero que asistía al mismo lugar con ella, lo que significaba que, así como llegaban juntos, podían irse juntos, y eso le entusiasmaba.

Le asustaba un poco que su independencia corriese peligro si se acostumbraba a ir acompañada del erizo azul, incluso si lo del mes de gracia resultaba. Ahí estaba en una encrucijada de si disfrutar y aprovechar momentos como estos, o tratar de desvincularse emocionalmente mientras aún estaba a tiempo.

Suponía que, de momento, disfrutar esa caminata juntos, al menos esa única vez, no causaría gran daño.

¡Hola!
Perdón si consideran el capítulo de hoy algo corto, especialmente por transcurrir en un solo escenario casi la mayor parte del tiempo, pero necesitaba dividirlo en dos partes sino iba a quedar muy largo y muy aparte, iba a desarrollarse mucho en un solo capítulo.

Igualmente, ¡que no falte el Sonamy! Nuestros protagonistas de a poco se van sintiendo más cómodos entre ellos, tanto que hasta pareciera que se están agarrando cariño, realmente me pregunto hacia dónde terminará deparando todo esto.

Hasta el momento han transcurrido 3 semanas desde la primera vez que Sonic y Amy se conocieron!

Sonic realmente tiene un problema que tiene que resolver antes de que una parte de su vida se arruine! Y tiene que actuar con sutileza, por suerte tenemos a nuestra eriza rosa que nos ayude.

Coméntenme qué les gustaría ver también a lo largo de la historia, ¡ya saben que me encanta leer y considerar sus ideas! 🤍

Hasta entonces, les traeré pronto otro capítulo.

Besos y abrazos, me largo calamardo.

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