02; Maurice The Hedgehog

—¡Silver! —le llamó el cobalto, llamando la atención del de peinado extravagante que interrumpió su serenidad permanecida en él, terminando de comprar su boleto del subterráneo.

—¿Qué quieres? —cuestionó con curiosidad, guardando el libro de economía que llevaba a mano. Vio como éste le tendía los apuntes que el día anterior le había dejado tomar prestado— Vaya, fuiste demasiado puntual. Pudiste habérmelo entregado más tarde…

—Lo sé. Pero ya transcribí todo y me lo aprendí de memoria. —le explicó con una sonrisa sutil. El albino, con un poco de disconformidad tomó el cuaderno que traía en manos y se lo guardó en su bolso con cautela.— ¿Por qué me miras como si en algún momento fuera a atacarte? —inquirió Sonic confundido ante la cautela de su contrario, dándole pase a que se saliese de la fila de compra.

—Es sólo que me sorprende que hayas acabado de una tarde para una mañana. ¿Tu entrenamiento no duraba hasta la noche? —se atrevió a curosear, caminando junto a él hacia el andén del metro.

—Sí, pero... ya sabes. —comenzó a decir soltando un suspiro ofuscado, acariciando su cuello— Mi padre anda detrás mío cada que sabe que tengo algo pendiente en la rama de economía. No me dejó dormir hasta que acabase de aprenderme todo y transcribir todo. —comentaba en lo que se compraba un café y un emparedado para llevar en una tienda bajo el subterráneo— Pero, ya sabes... ya es pan de cada día.

—Bro, en serio que andas con mucho peso por sobre los hombros. —Contestó con un gesto preocupado— Si necesitas que hable con tu padre...

—De qué sirve. —cortó para tomar un sorbo del café y ambos sentarse en las bancas de espera— Tu padre y tú ya lo intentaron, y mi padre es un terco malhumorado que hace lo que se le da la regalada gana. No tendría por qué dar efecto ahora. Nunca lo hará. —finalizó para volver su mirada a su celular, quien recibía correos electrónicos respecto a invitaciones a próximos eventos de atletismo.

Ambos erizos se mantuvieron callados durante un tiempo prolongado, escuchando los trenes pasar con multitudes de gente. Siempre solían reunirse una hora antes de la hora exacta para tomar el tren para tener un momento para conversar adecuadamente.

Su amistad se había prolongado incluso antes de la universidad, se conocían desde los pañales ante la coincidencia de que sus padres fuesen colegas y amigos de la misma empresa. Era todo una jugarreta del destino mismo.

—Sonic... —Le llamó el albino irrumpiendo su tranquilidad mental.— Y... ya no vas a retomar... ¿Lo del otro tema? —inquirió, recibiendo a un cobalto confundido ante sus claves.

—¿Ahora de qué idiotez me estás hablando? —inquirió de vuelta tomando otro sorbo de su café amargo.

—Ambos sabemos que el atletismo no te hace feliz. —comentó— y lo que realmente deseas con toda tu alma es precisamente lo que tu padre te prohibió continuar haciendo porque...

—...era demasiado afeminado. —completó cabizbajo el erizo de tez cálida— hace años que no lo retomo. Y sabes que... mucha opción no tengo. —complementó.

—Pero, no puedes dejarte llevar por...

—Dije que no lo retomaré, Silver. —cortó con una sonrisa elocuente.

El albino le analizó con seriedad, con su rostro comunmente inexpresivo. A pesar de la ingrata sonrisa que su contrario le proporcionaba, conocía bastante bien que hablar del tema le afectaba porque... sería mucho decir que fue un periodo de tormento de parte del cobalto abandonar aquello que le conmovió tanto.

Silver odiaba que el peliazul hiciese eso, fingir que todo estaba bien cuando en el fondo poseía mucho rencor y dolor guardado. Tenían una confianza rebosante como para maltratarse e insultarse como adultos inmaduros que se permitían ser pero, aún así, sabía que el erizo guardaba emociones que ni él mismo se permitía exhibir.

La hora de tomar el metro se acercaba y el de orbes verdes fue el primero en levantarse para ello. Sus músculos estaban rígidos y contraídos gracias al infernal entrenamiento que le hacían cometer todos los días.

Silver sabía que insistir respecto al tema sólo le traerían más desgracias para su persona, y causaría a un malhumorado erizo cobalto que le proporcionaría la paliza de su vida si fuese necesario para callarlo y él no quería eso. Pertenecer a la aristocracia de clase alta le causaba alto cuidado a su imagen personal.

El transporte se estacionó a un lado de la cerámica, para abrir sus puertas automáticamente dando paso a los que salían para que los nuevos clientes se adentren.

Ambos erizos con un poco de dificultad lograron ingresar al tren, para posicionarse en la barra de soporte instalado en medio del pasillo. La alarma de que las puertas van a cerrarse comenzó a sonar y todo se mantuvo en serenidad...

—¡Alto! Déjenme pasar, ¡Permiso! —exclamaba una peculiar joven eriza irrumpiendo el cómodo silencio de la estación, y saltando al interior del tren hizo presión empujando a ambos erizos, logrando hacerse lugar dentro de la cabina, para que en una fracción de segundo, las puertas se cierren manteniendo a tres erizos inevitablemente juntos.

*

Se había levantado con bastante ánimo, al menos, la suficiente para poder dividir su tiempo en su carrera, en la compañía y en la entrevista que debía de realizar.

Era segura de sí misma, por lo que no le causaba ningún miedo acercarse a él y recaudar la información que consideraba la suficiente y necesaria. Lo único era esperar a que él quisiese cooperar y que, gracias a él, no se vaya cuesta a bajo su calificación.

Salió del edificio de estancias con prisa ante la comprometida hora que le obligaba a avivar sus pasos hacia la estación del metro. Con su café de caramelo en mano, corrió con boleto el metro amenazando en desaparecer durante la carrera hacia la estación, donde vio como el traslado ya estaba pausado, avisando el cierre de sus puertas.

Fue una maniobra peligrosa, pero con un gran salto logró ingresar al último segundo antes de que las puertas cierren, optando así recluirse dentro de la cabina del subterráneo que se encontraba acumulado de gente.

"Okey. ¿Llegada al subterráneo? Casi muero, pero hecho."  pensaba la eriza con una sonrisa triunfante, tachando sus tareas pendientes mentales. "Ahora sólo falta sobrevivir a la universidad y lograr ubicar al dichoso erizo azul" continuó pensando, en lo que era varias veces empujada por la multitud de gente concentrada en el pasillo, perdiendo la paciencia.

Esa era su siguiente incógnita, ¿Donde ubicaría al famoso Maurice? Sabía que practicaba atletismo, notablemente, pero no tenía idea de qué carrera estudiaba. Era lógico que estaba en su misma universidad dado a que salía en el periódico de la Universidad y de la ciudad a nombre de la misma estructura educacional, pero no tenía ni la más mínima idea de dónde iba a entrenar éste mismo animal para poder fijarlo como su objetivo a investigar.

—¡Joder, es más difícil de lo que pensé! —dijo a regañadientes, para que al pasar en un túnel un brusco movimiento sacudiera la cabina, causando que Amy se sujetase del individuo que poseía detrás— ¡Lo siento! —expresó para voltearse, visualizando a aquel mismo que se rompía la cabeza en resolver dónde estaba.

Un sonrojo se apropió de su rostro, sintiendo la ola de calor que amenazaba con subir hasta sus mofletes, y queriendo evadir aquella bochornosa situación, se dio la vuelta automáticamente con la vista a la puerta del metro.

El erizo cobalto a sus espaldas se mantuvo observando a su compañero a un lado, quien le elevaba las cejas con coquetería, incitándole a realizar algún acto que comprometiera a la eriza rosa frente suyo con él.

—Venga, Galán. —manifestó entonces el de orbes miel para codearle, le causaba gracia el rostro de pánico del erizo azul al reconocer la próxima estupidez que escupiría de su boca— Te hace falta una novia, ¿No crees?

Sonic le golpeó la costilla causando el desaliento y carcajada del macho albino al ser testigo de la graciosa reacción de un sonrojado cobalto.

Amy volvió su mirada de forma mecánica, mientras mantenía una expresión confundida y perturbada ante las insinuaciones obvias que estaban cometiendo a partir del antecedente anterior.

Ambos erizos al ser contemplados por la razón causante de toda esa broma sólo causó que la carcajada de Silver aumentara de intensidad, descolocando a todos los presentes.

—Disculpa a Silver. —se apresuró a intervenir para taparle la boca al albino y, de forma milagrosa, notar como la puerta del metro daba paso a la estación del distrito de Station Square— Me agradaría que supiera que en ningún momento nos burlamos de usted. —finalizó para despedirse con una sonrisa y arrastrar al erizo fuera de la cabina, junto con toda la multitud que sacó a empujones a la eriza rosa de su trance.

"Son unos grandísimos idiotas." pensó la de orbes esmeralda con el ceño fruncido sintiéndose ofendida ante las obvias burlas de su caída de las cuales el erizo al parecer quería obviar.

Con su orgullo en alto y su dignidad siendo arrollada por el transporte que retornaba su trayecto, continuó su camino hacia la misma dirección que aquellos dos famosos individuos tomaban hacia el establecimiento educacional.

Amy observó el viaje que tomaban de forma disimulada, notando que se dirigían hacia la zona de ciencias y contabilidad. Lo anotó dentro del bloc de notas de su teléfono y, sin permitirse perder más de su tiempo, dirigirse al edificio de su facultad.

A pesar de que su carrera no tenía mucha similitud a la de su mejor amiga, el periodismo siempre fue una buena elección para ella. Al principio dudaba al respecto de si realmente era lo que deseaba o si, aún peor, sería lo suficientemente buena para ejecutar dicho papel.

Pero para pertenecer a segundo año, había logrado sobrevivir a la etapa del "colador" como se le llamaba comúnmente.

—¡Sólo queda un día para entregar el reporte! —escuchó la crisis de sus compañeros quienes pasaban a un lado suyo sin interesarse un mínimo de su presencia. De todas maneras, hizo caso omiso a ese detalle.

Se adentró a uno de los pocos salones y se instaló en el medio, para desalojar de su bolso su portátil donde comenzaría a redactar su ensayo respecto al erizo azul que se había burlado de ella anteriormente.

"Desde hoy sentencio odiar a los famosillos." Declaró de forma mental, mientras actualizaba sus apuntes y tecleaba algunos ajustes dentro de su proyecto escrito.

Su teléfono vibró en busca de atención al ser el emisor de que un mensaje le había llegado. Dudó un poco ante la tentación de la distracción, pero al excusarse de la llegada tardía del profesor, tomó al aparato entre sus manos para visualizar al propietario del mensaje.

"¡Amy! Buenos días, no lo vas a creer. Acabo de ver pasar a Maurice hacia la facultad de Administración de empresa y economía. ¿Crees que estudie ahí? ¿El erizo de blanco a su lado será su mayordomo personal?"—

La fémina rosada rodó los ojos en respuesta, exhausta ante el hecho de que la ardilla estuviese poco a poco incluyendo al dichoso deportista dentro de sus temas de conversación.

Tecleó en la pantalla una breve respuesta que le diera por entender que le dejara en paz con el tema un momento, y que, por supuesto, estaba en clases.

—"Hi Sal, que bueno, no me interesa. Estoy en clases, te veo en 1 hora. Besos." —

Sonrió con satisfacción ante su mensaje descarado y lo envió esperando una respuesta de insulto de parte de su amiga ante su amargado y borde humor. Pocos segundos tuvo que esperar para visualizar la contestación de su amiga.

—"Perra." —

Y esa única palabra desató una carcajada interna que tuvo que resguardar ante la llegada de su tutor.

El profesor responsable de pedir aquel reporte no hizo más que dar los últimos detalles respecto al mismo proyecto, y lo único importante era conocer que el plazo único era hasta la medianoche del día siguiente.

La clase de manera lenta transcurrió de forma normal, para dar paso a la ventana de dos horas que tenía hasta su próxima clase. Amy se decidió por salir de la facultad y buscar a Sally, que seguro estaría buscándola o parecido; al menos, ese era el plan hasta que visualizó en la cafetería del campus a cierto erizo albino que estaba distraído en un cierto libro de economía.

La lectura no estaba realmente interesante, pero si deseaba pasar la parcial con al menos un siete como calificación debía obligarse a estudiarse las ramas de la economía al derecho y al revés.

El pedazo de muffin que introdujo como presente a sus papilas gustativas diría que fue lo único interesante luego de toda su mañana aburrida y ajetreada como compañero del deportista en tendencia las últimas semanas.

—¡Hey! —escuchó a la lejanía un llamado a quien sabe quién

"Seguro no es a mí." pensó con desinterés, indiferente a las exclamaciones realizadas a sus espaldas.

—¡Oye, no me ignores! —volvió a escuchar ésta vez más cerca, reduciendo la velocidad en cada segundo para voltearse confundido.—¡Sí, tú...eh, Silver! —escuchó su nombre ser pronunciados por los labios de la dichosa eriza rosa quien corría hacia él.

El proceso de engullir el fragmento de muffin en su boca se finalizó pocos segundos después de observar a la fémina. Una ola de calor le sumergió por completo sintiendo sus mejillas arder. No lo podía creer, ¿Un chica, corriendo hacia él?

—Uh...eh, ¡Hey, chica de Rosa! —saludó cerrando su libro, guardando el envoltorio del bizcocho— Qué tal, no creí que estuviesemos en el mismo campu.

—Uh, sí... eh... —Se detuvo frente a él para apoyar sus palmas en sus rodillas levemente flexionadas, intentando recuperar el aliento— Disculpa, me hiciste correr y...

—Lo lamento, no creí que me hablaras a mí. —se apresuró a decir, para sustentarle ayuda para que pudiese reincorporarse— ¿Mejor? —cuestionó para verla asentir— De acuerdo entonces, Pinky. ¿Qué necesitas?

"¿El desgraciado que se burló de mí acaba de llamarme...? ¡¿Pinky?!" pensó con indignación la poseedora de una melena que le llegaba por debajo de los hombros, para observarlo con una sínica sonrisa.

—Me preguntaba si tú podrías ser capaz de proporcionarme el dato respecto a dónde puedo ubicar a Maurice the Hedgehog. —se apresuró a cuestionar para abrir el bloc de notas de su teléfono con un rostro sereno, a espera de escuchar la dirección pronta a ser confiada..., o eso creía.

La actitud carismática y esa sonrisa cálida que adornaba su rostro se dejó caer como ladrillo al suelo. Aquella actitud que pocas veces dejaba ver volvió a ser disfrazada por sus facciones indiferentes y serias, frunciendo levemente el ceño. Algo en el fondo de su alma sintió una punzada ante la falsa ilusión de que el interés era principalmente por él... pero era absurdo, debía hacerse la idea de que jamás cuestionarían por su propio ser.

"Iluso idiota." se insultó de forma mental para arrugar más su entrecejo, logrando ver la mirada que se transformó en confusión de la misma causante de su disgusto.

—Oh, claro. Siempre preguntando por el maravilloso erizo azul, pero nadie me cuestiona: "Oh, Silver. ¿Estás bien?" —citó con un dejo de irritación, bufando— ¿Se puede saber con qué propósito quieres saber dónde está? —inquirió devuelta, cruzando los brazos por sobre su pecho con pelaje.

La eriza enmudeció ante el cambio repentino de actitud del albino que poseía en frente. Se hacía observar tan apacible y amigable que en ningún momento pasó por su cabeza sentirse intimidada ante su actitud más severa.

Buscó un punto de salida con su vista de forma nerviosa, no pudo evitar sonrojarse ante la vergüenza de estar frente a un chico notablemente más mayor que ella y que, además, poseía mucha más ventaja para burlarse de ella de cualquier manera si no decía algo pronto.

—Lo-Lo siento, yo... —se apresuró a articular— Sólo lo necesitaba para preguntarle...

—¿Eres una de sus locas fanáticas también? —le interrumpió, sintiendo escalofríos ante su prepotente voz. Ella negó ignorante a lo que él se refería— ¿Entonces? —alzó una ceja en sospecha.

—Estoy en la carrera de periodismo. Tengo que hacer un ensayo respecto a algo que cause furor juvenil hoy en día. —explicó para observarle con seriedad— Debo entregarlo mañana a la medianoche por lo que, de universitaria a universitario, te pediría no me arruines la calificación. —finalizó mostrando su credencial de carrera.

El albino tomó entre sus manos aquella diminuta tarjeta envuelta en plástico, para analizarla y observarla de tanto en tanto sin estar del todo convencido.

—¿Por qué a él y no a mí? —Cuestionó para regresarle el documento— ¡Yo también soy interesante!

—Lo siento, eres el mayordomo. —espetó, para identificar el comentario desagradable que había lanzado sin pensar y observar el gesto enfurecido del erizo quien estaba cambiando de color— ¡Lo siento, lo siento! Era sólo una broma. —se excusó.

—Suerte ubicando la dirección. —Respondió indiferente dando la vuelta sobre sus talones.

—¡Espera! —Se interpuso atrapando el brazo del contrario con desespero, el mismo sonrió triunfante.— Por favor, lo necesito. No hay tiempo de buscar otro tema.

—¿Y qué si alguien ya le entrevistó antes que tú?

—¡El mío será mejor, y si logro una calificación arriba de siete te lo compensaré! —se atrevió a proponer apretando los labios con nervios.

El de orbes miel escuadriñó en su ventanas del alma, para sonreír satisfecho ante su propuesta. Se volteó completamente para mostrarle una sonrisa repleta de galantería, y suspirar haciendo un gesto afirmativo.

—Que sea arriba de nueve. —Negoció, admirando a una espantada eriza— Lo tomas o lo dejas a las una... —La rosada le frenó asintiendo frenéticamente, sonriendo triunfal— Que así sea entonces, madame. —continuó, para acomodar el reloj de su muñeca y observarle con seriedad— Debe estar en entrenamiento a éstas horas, podrás encontrarlo en la pista atlética del Estadio. —Terminó de decir, para relajar sus facciones a unas decaídas, siendo consciente que la chica le abandonaría ahora sabiendo la ubicación de su objetivo.— Ya está, ya lo tienes. —finalizó con su semblante endurecido, para retomar su camino otra vez.

—Eh...! ¡Gracias! —Exclamó en lo que visualizaba al mayor alejarse sin inmutarse de su agradecimiento. Se apresuró a teclear la ubicación en el Mobius Maps, hasta que un tipo de remordimiento le atacó por dentro.

Sabía claramente los sentimientos que manifestó el albino aún sin mencionarlos de manera explícita. Levantó la cabeza con gestos preocupados, aún visualizando la silueta de aquel atractivo muchacho que se alejaba a cada paso de ella. Incluso, ella mismo se lo cuestionaba, ¿Por qué él no era igual de conocido en el campus como su compañero?

Presionó su teléfono con indecisión, mordiéndose el labio inferior colapsada ante lo que su humilde corazón le ordenaba realizar. Sacudió la cabeza y corrió detrás de él, hasta lograr observar cómo estaba a dos pasos detrás de él.

—¡Silver! —exclamó llamándole.

El nombrado se detuvo de forma abrupta al tomarle por sorpresa que el mismo tono de voz le llamase nuevamente. Rodó los ojos en respuesta, exasperado ante la insistencia.

—¿Ahora qué quieres? —interrogó, observándole por sobre el hombro con la ceja arqueda, únicamente visualizando como la misma fémina le extendía el brazo con leves temblores.— ¿Qué...?

—Tu teléfono. —señaló, causando mayor confusión— ¿Me lo puedes facilitar? —pidió, notando cómo éste abría la boca para oponerse— ¡Sólo hazlo, Chaos!

—¡Okey, de acuerdo! —respondió molesto, para sacar su teléfono desbloqueándoselo, para extendérselo con desconfianza.

La dama de orbes esmeralda tomó el artilugio entre sus manos con nerviosismo. Sintió sus mejillas teñirse de rojo con ferocidad, y rápidamente comenzó a teclear en una pestaña en específico cierto dato que el dueño del teléfono lograba visualizar parcialmente.

Su corazón tamborileaba con exageración, y ante los nervios, temblores y una posible humillación le tendió el aparato con rapidez.

—¡Ten! —manifestó desviando su mirada con vergüenza.— Es por si deseas forjar una amistad y si te place que nos sigamos viendo. ¡Queda en tu decisión, adiós! —exclamó con prisa para pasar a un lado de él con paso apresurado, corriendo en dirección a la pista atlética.

Silver con la palabra en la boca, observó con cuidado la pantalla táctil del artilugio, visualizando la sección de contactos en el que destacaba uno recientemente realizado.

—¿Amy Rose? —Dijo en voz alta, para sonrojarse levemente observando a la dirección tomada por la misma mencionada, sonriendo sutilmente.

*

Bostezó por quincena vez en el día en lo que llevaba fuera de clases. El instructor le mantenía la mirada encima con su ceño fruncido, y sabía perfectamente la razón de su molestia.

—Sonic, de todas tus carreras, no has podido vencer tu propio record. —Le regañó señalando el inicio de la pista nuevamente— Sabiendo que tenías pista atlética hoy, debiste dormir mejor.

—Lo dice como si supiera lo que paso en casa. —rebatió haciendo un mohín de molestia. El mayor se limitó a callarse e insistirle en que se posicionara.

El cobalto suspiró, abatido y sintiéndose superado ante las exigencias por primera vez, no tenía el cien por ciento de su energía y eso sólo causaría más el enfado de su instructor y... por supuesto, su mentor.

El silbato dio lugar en el ambiente y se sobresaltó al estar pensando, comenzando a correr una fracción de segundo después.

—¡No! —manifestó el instructor frenando al deportista— Vuelve a tu lugar, debes salir apenas escuches el silbato.

Asintió sin chistar volviendo a colocarse en su lugar, posó la yema de sus dedos en el suelo con una de sus piernas flexionadas, ésta vez, pendiente del camino y de la señal de salida.

Sonó nuevamente y a penas lo hizo corrió sin dudarlo. Sus brazos le dolían y sus piernas comenzaban a acalambrarse, pero continuó corriendo a pesar de ser consciente de que si continuaba así se desgarraría un músculo y que no lograría pasar su record por más que lo intentase.

—¡Ah! —Exclamó de queja cuando tropezó y apoyó mal la planta de su pie, cayendo sobre su tobillo que le surgió un gran dolor, y continuamente, caer de bruces al suelo.

Su maléolo sentía aflicción ante la acción mal realizada anteriormente. Se lo abrazó apretando los dientes en un intento de resguardar la sensación y continuar con el apestoso entrenamiento.

Finalmente se recostó sobre la pista observando el cielo somnoliento, hasta que la figura de su supervisor se posó a su lado.

—¿Estás bien? —le cuestionó, recibiendo una afirmación de cabeza de respuesta— Vamos, necesitas reposar ese tobillo.

Posó su brazo al rededor del adulto de edad avanzada, y dando saltos con su pie sano, se sentó en el tercer escalón de las gradas, exhausto.

—Descansa hasta la hora en que termine el entrenamiento. En tanto me ocuparé de los novatos, entonces llamaré a que tu padre venga en tu busca. —indicó, acatando con una afirmación, causando una sonrisa en el anciano.

Se bajó del transporte quedando quieta ante la gigantesca estructura que daba paso frente a ella: el gran estadio de la Pista atlética, lugar donde siempre se realizaban los campeonatos de atletismo.

—Claro, cómo no lo pensé antes. —obvió palmeando su frente ante la ironía.

Observó la hora en su teléfono que indicaba que le quedaban cuarenta y cinco minutos antes de que iniciara su clase. Lo mejor era darse prisa.

No había vigilancia y las puertas estaban abiertas, perfecto para que una periodista en formación se infiltrara sin problemas ni regaños.

Se maravilló al adentrarse por primera vez a una de las estructuras turísticas del mismo mobius, con todas las gradas vacías, y frente suyo, la gigantesca pista que traía encima a muchos jóvenes atletas y a quien suponía sería el instructor... pero no había rastro del erizo azul.

—Al demonio, Silver. —maldijo a regañadientes, suspirando comenzó a observar más detallademente las gradas, aclamando la sorpresa de observar al mismísimo Maurice sentado en el tercer escalón justo a su lado.

—Qué hay. —saludó con confianza al observarla de reojo, manteniendo su mueca de aburrimiento al volver a observar al frente.

Amy se paralizó al no prevenir que se encontraría de forma inmediata con el erizo. Intentó relajar sus latidos y su nerviosismo, y con libreta y lapiz en mano se encaminó hasta quedar frente a él.

—Hola, Soy Amy Rose. —se presentó de forma cordial, aquel erizo le observó atento, para abrir sus ojos de par en par ante la hazaña de tener a una dama frente a sus ojos.— Un gusto en conocerte. —completó con una sonrisa, extendiendo su mano.

Escrito: 15 de Agosto 2019
Publicado: 20 de Enero 2020

¡Nueva actualización! Eso significa, nuevo capíiiituloo. 🌚🌚

Podemos ver el primer encuentro entre la aspirante a periodista y nuestro dúo dinámico, e incluso, ¡Aprendimos un poco más de la historia de éstos dos! 🙈

Pronto en el transcurso de la historia se irá desvelando la historia completa con sus secretos escondidos como por ejemplo. ¿Qué oculta Sonic dentro de su "humilde" hogar familiar? 👀

¿Silver seguirá siendo considerado como el mayordomo?

¿Amy tendrá buena nota? D:

Pronto lo sabrán bbs, besos de manjar 🌟

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¡Y hay actualización! Por fin el segundo capítulo de éste fic vio la luz, y me pone aún más feliz saber que es el primer Fic AU de danza con éstos dos.

Las actualizaciones seguirán según el apoyo que reciba el capítulo y el libro, si es el que me espero tendrán nuevo capítulo más pronto de lo que imaginan!

Así que voten y comenten, ¡Que es gratis!

Besitoos.

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