01; Un día como cualquier otro.

Los murmullos notorios ante la acústica del salón era la única melodía que podía ser preciada al completo. Variedad de mujeres conversando entre sí ante temas triviales o sobre lo que habían logrado aprender de las clases pasadas; lo que sea que hiciesen, las mantenía ocupadas.

Los hombres por su parte se dedicaban a calentar sus músculos en lo pocos minutos que quedaban para dar comienzo a la lección, y no todos se veían ansiosos por ello.

Ella estaba ubicada en una de las butacas del salón, colocándose correctamente sus zapatos de punta para encajarlo bien en su pie, procurando que sus dedos no sufran incomodidades al pisar, logrando así poder desenvolverse bien en el ambiente. Sus zapatos de un rosado pastel, casi pálido, le permitían optar con un físico más profesional a lo que se estaba dedicando, y qué más decir, Amy cuidaba sus utensilios de baile como si fuesen su vida propia.

Logró llegar con éxito al último zapato, atándose las cintas al rededor de su tobillo con una vuelta y media, para realizar un nudo seguro y no muy apretado, para así tomarse su tiempo para esconder el nudo recién hecho detrás de la cinta al rededor de su tobillo. No quería faltarle el respeto a su estilo preferido, el ballet.

Observó como todos con rapidez se levantaron para posicionarse cada uno en alguna barra de mano, y de esa forma supuso que la instructora ya había manifestado su presencia dentro del salón de alguna forma.

Sin prisa les siguió el paso de sus ansiosos compañeros y compañeras, quienes se ubicaban en zigzag uno delante del otro en la barra, escuchando así los carraspeos de la profesora como llamada de atención.

—Bonjour, Alumnos. —Habló con su demandante y prepotente voz la profesora, siendo respondida con un saludo del mismo idioma de forma unísona por todos los alumnos. Sonrió complacida.— Espero hayan dormido muy bien la noche de ayer porque hoy intensificaremos un poco más el entrenamiento. —Explicó con una mirada atenta en cada rostro.— Y no quiero escuchar quejidos ni bufidos, son conscientes que ese tipo de actitudes no los tolero en mi clase. Bien, comencemos con el calentamiento básico. —Prosiguió la señora adulta, para posicionarse en uno de los muchos espejos colocados en el cuarto.— Y hacemos Demi-Plié en ocho tiempos y mujeres suben a relevé en punta y hombres metatarso. Lo mismo de siempre.

Finalizada la instrucción, todos se posicionaron frente a la barra de forma unísona, similar a una manada de robots. Comenzada la entonación producida por el pianista, posaron sus manos sobre la vara de metal lentamente y, de esa forma, siguiendo los tiempos de la medolía, comenzaron a flexionar las piernas en cuatro segundos, para luego subir lentamente en otros cuatro segundos, estirando las piernas manteniéndolas apretadas.

Lo siguiente prosiguió con las mujeres haciendo esfuerzo en subir en un tiempo sobre la punta del zapato, con sus pies observando hacia fuera de las caderas, girando sus rodillas al exterior en lados contrarios.

La respiración de la eriza se volvió más dificultosa y pausada, sentía sus piernas quemar ante el peso producido sobre la punta de sus pies. La instructora pasaba entre ellos observándoles cual depredador a su presa, atenta a cada fallo producido por sus atletas tanto en sus piernas como en su posición de brazos.

—Coloca más adelante el tobillo. —Corrigió a una alumna, quien asintió con rapidéz e hizo el esfuerzo de girar más sus piernas.

Amy apretaba la mandíbula, si notaba que ella estaba tensa le desconcentraría y le haría hacer el ejercicio por 10 segundos más.

—Cambio a retiré. —dijo al aire, escuchando el rechinido de las barras y golpes en el suelo, observando a todos con su pierna derecha levantada y doblada, con la punta del pie apoyada delante de la rodilla.

La instructora podía observar como algunos temblaban o apretaban demasiado las manos en la barra, frunciendo el ceño por inercia.

—Recuerden que ser bailarín de ballet requiere verse delicados y fluidos los pasos, y su cuerpo. —Hablaba con autoridad, caminando entre ellos.— Aquel que no lo puede hacer, váyase a la clase contemporánea.

A partir de ello notó como muchos comenzaban a mover sus hombros en un intento de no aparentar estar tensos. Amy por su parte lograba sostenerse bien, con la extensión de su pierna bien estirada y sus músculos apretados y tensos ante la fuerza que debía de consumir.

Notó poco después como la profesora tocaba el hombro de muchos alumnos ahí presente, tragando saliva ante lo que podría significar eso. Mantuvo la compostura al visualizar como la profesora se acercaba a ella y se posicionó lo mejor que pudo, sintiendo la mirad minuciosa de la instructora que, segundos después, se fue sin tocarla.

—Bien, alumnos. —Comenzó a decir— Notarán algunos que les he tocado el hombro. La lección ha sido finalizada por horario pero a quienes he tocado se quedan a reforzar su postura y delicadeza. —Explicó comenzando a palmear sus manos en señal de comenzar a actuar— Andando, andando, fuera los que ya no corresponden aquí.

Amy soltó un gran suspiro de alivio al escuchar a la mujer mayor, tomando rápidamente sus cosas y, un poco con las piernas adormecidas, se fue trotando hasta los vestidores.

.

El rechinido de las puertas abriéndose por toda la segunda planta retumbó atropellando su silencio.

Sus pasos se hicieron inaudibles al ver cómo distintas especies se trasladaban de distintos pasillos a otros conversando entre ellos, que eran de su mismo año o superiores a su misma facultad.

Se detuvo al ingresar al pasillo del lado izquierdo y observar el gran diario mural a y un lado suyo. De todos los anuncios y afiches respecto a eventos que van durante el año, estaba enmarcado un trozo de periódico que ocupada la portada de el diario de la ciudad.

«El equipo de la Universidad del distrito de South Island a vuelto a ganar el campeonato nacional de Atletismo»

Leyó como título en aquel vidrio que enmarcaba al menos dos hojas de diario. Una foto de un erizo azul junto con un trofeo y una medalla terminaban de decorar aquel papelografo.

Enarcó una ceja a medida que leía el artículo y luego continuó con su camino sin darle demasiada importancia, el atletismo no le llamaba la atención.

Llegó al apartado de los casilleros correspondientes a cada alumno de la carrera, dividido en años en la facultad. Se dirigió al pasillo de segundo año y abrió con su llave la dichosa caja metálica, observando en ésta una pizarra de tiza en el fondo, y en la puerta, fotos pegadas y notas de “cosas por hacer” que nunca tachó.

Guardó todos los libros que estaban de sobra en su bolso, en lo que se distraía tarareando una canción con sus audífonos. De todas las cosas, sus utencilios de danza los dejó en su bolso, no se arriesgaría a que éstas corriesen peligro dentro de un casillero que era fácil de abrir.

—¡AMY! —escuchó un grito a la lejanía para cerrar su casillero con pánico, y así observar cómo una ardilla corría hacia ella con una radiante sonrisa y su deslumbrante figura, la envidiaba muchísimo— ¡Por fin te encuentro! Creí que me había equivocado con tu horario. —dijo al llegar junto a ella, unidas en un emocionante y reconfortante abrazo.

—Hola, Sally —pronunció con una sonrisa para separarse de ella— ¿Cómo van tus clases de Francés? —se apresuró a preguntar, en lo que se ocupaba de terminar de cerrar perfectamente su casillero y comenzar a caminar junto a ella.

—¡Lo recordaste! —se entusiasmó la ardilla para aplaudir con emoción y observar a la eriza— Verás, hoy tuve un exámen respecto a todo lo de éste semestre, y a decir verdad, si tienes memoria para los idiomas, la carrera de traducción no es tan difícil.

—Sí, por supuesto. —bufó Amy— como a ti te iba taan mal en idiomas cuando estábamos en el instituto. —canturreó con ironía para ambas reírse y Amy detenerse en el diario mural para observar su horario— Tengo una ventana hasta las cuatro de la tarde, ¿Quieres hacer algo durante ese lapso? —Cuestionó la rosada para observar a su amiga— ¿Sally?

—Uh… no —musitó la de tez morena para observar con detención el papel de diario enmarcado en medio del diario mural.— ¿No se te hace curioso que éste chico esté siempre en los diarios y en las redes sociales de toda la universidad?

—¿Por qué eso debería de preocuparme? —contestó confundida la eriza ante el comportamiento extraño de la ardilla ante la imagen de aquel chico.

—No, lo digo porque… —hizo una pausa para observar con detenimiento las líneas escritas bajo el gigantesco título.

«El capitán del equipo, Maurice the Hedgehog, celebra su éxito con sus siguientes palabras:Nunca creí llegar tan lejos, pero realmente estoy feliz por mí y por todo el equipo. Somos un gran Team.” fue lo que comunicó.»

—…lo admiro demasiado. —terminó de decir, y Amy podría jurar que vio un brillo extraño en sus grandes y celestes ojos.

—De acuerdo, Sally. —intervino Amy para tomarla del brazo y llevarla arrastras fuera de ese pasillo— el estar soltera hace más de 5 años te está afectando la cordura.

—¡Oh, hablando de cordura! —se recompuso la ardilla entrelazando su brazo con el de la eriza— ¿Qué tal fue el entrenamiento de ayer en la compañía? —cuestionó con ansias, en lo que escuchaba atentamente los relatos de su mejor amiga.

.

—Gracias, Gracias. —repartía comentarios como si fuese algún tipo de disco estropeado que no pudiese evitar decir lo mismo una y otra vez.

En su trayecto a la universidad muchas personas que no conocía le habían detenido para felicitarle por estar nuevamente en las portadas del diario de la ciudad por quinta vez en el mes, y aquello, estaba comenzando a cansarle.

Sonrió forzosamente en lo que agradecía cada saludo y regalo, asintiendo con la cabeza y fingiendo una amabilidad que en realidad, ya era parte de él.

Observó su reloj de muñeca e iba a llegar irremediablemente tarde si no lograba pasar por entre la multitud que le detenía, y si reprobaba una clase, eso no significaría nada bueno.

Dio unos bruscos empujones agradeciendo a quien sabe quién, y de esa forma se hizo paso para comenzar a correr con la velocidad que se le era reconocida. Llegó a la puerta de su facultad a pocos minutos, siendo segundos de diferencia para marcar una inasistencia en su limpia lista de asistencias.

Detuvo con el pie la puerta antes de cerrarse, para disculparse con el profesor al entrar en el edificio y de esa manera, tomar asiento en uno de los tantos que había dentro de la clase.

—Felicidades por la nueva noticia que es tendencia hoy en día, señor Hedgehog. —le reconoció el profesor, a lo que tuvo que agradecer por millonésima vez en el día— Pero eso no lo hará ser un gran hombre de negocios, colóquese a trabajar. —le regañó entonces, el cobalto sólo suspiró rodando los ojos. Quién le entendía.

La clase había comenzado, ésta vez tratándose de las ramas de la economía y quien sabe qué otras cosas, después de todo, eran elementos a los que realmente al peliazul no le interesaba prestarle atención. Su mano derecha se dedicaba a copiar todo aquello que el profesor apuntaba en el pizarrón, pero realmente, su cerebro divagaba en otros asuntos. Sus propios asuntos.

Debes seguir trabajando duro, no basta con sólo una ocasión.”

Aquella frase atacó su cabeza de manera repentina, causando que se distrajera de lo que sea que estaba garabateando. Observó el pizarrón y el profesor ya había cambiado de tema.

Grandísima Mierda.” pensó con fastidio intentando comprender de qué árbol de ganancia estaba hablando el bigotudo. Si de algo estaba seguro, era de que iba a reprobar la parcial.

—¿Alguna pregunta? —inquirió entonces el profesor observando a los veinte alumnos dentro de la sala, todos se mantuvieron callados, hasta que un erizo albino levantó la mano con seriedad— ¿Silver?

—Me preguntaba cuál era la específica función del árbol de ganancia. Quiero decir, usted indica que está presente como un método de orden para organizar las finanzas pero… —y ahí, nuevamente, comenzó a ignorar totalmente los comentarios de sus compañeros para divagar en sus asuntos.

Observó su reloj de muñeca por tercera vez en el día, y faltaba pocos minutos para asistir a su entrenamiento en el que era de suma importancia que asistiese de manera puntual.

Se recargó en la silla cuando el profesor anunció la clase terminada, descansó la cabeza por encima del respaldo de la silla y suspiró pesadamente. Quería arrancarse la cabeza.

—Chaos, menuda basura has anotado. —escuchó entonces, observando al mismo erizo de orbes miel criticando sus divages y apuntes mal formulados.

—Me parece que tengo Alzheimer porque no recuerdo haberte preguntado. —contestó con fastidio el cobalto para levantarse de su pupitre— Quita. —abofeteó la palma de Silver quitándola de su libreta y así guardarla en su mal cuidado bolso deportivo.

—Iba a ayudarte, pero después del mal trato que me proporcionas, prefiero que te pudras. —le comentó el albino para tenderle sus apuntes, a lo que Sonic los recibió sin chistar— las quiero mañana de vuelta. —sentenció, para ambos chocarse los puños y Silver empujarle hacia fuera del salón— vete ya, que tienes un entrenamiento al cual asistir.

El cobalto asintió dando vuelta sobre sus pasos para dirigirse a la salida y comenzar a trazar la ruta hacia la pista de atletismo. Aunque, si fuese por él, esos entrenamientos no existirían.

.

—¡Y un, dos, tres, cuatro! ¡Un, dos-! —exclamaba con prepotencia marcando junto con su voz el ritmo con palmadas, en lo que paseaba por el salón observando a las alumnas realizando las secuencias— ¡Más rápida y gentiles! Sean suaves, pero firmes a la vez. —demostraba en lo que la profe hacía la misma secuencia con total elegancia y fluidez.

El sonido de la dureza de las puntas de ballet por sobre el suelo al aterrizar en cada salto era lo que adornaba el salón de espejos con el ritmo del piano. El aire pesado y caluroso junto con los enrojecidos y despeinados rostros de las bailarinas ante las exigentes escenas de bailes que debían de realizar eran la cereza del pastel.

—¡Alexandra, pisa bien con la punta, vas a torcerte! —le corregía observando el cansancio invadido en aquel grupo de bailarinas, quienes apenas podían mantenerse en pie— De acuerdo, suficiente con ustedes. Amy, tu turno. —señaló, a lo que la mencionada asintió un poco en pánico interno.

Ella había estado apartada de las demás manteniendo el silencio, se había dedicado a observar minuciosamente cada paso que realizaban y se enfocaba en las correcciones que la profesora realizaba para poder utilizarlos en su beneficio propio.

Se acercó con delicadeza a la orilla del lugar específico de baile esperando su canción, y apenas empezó, se adentró a la pista como si fuese el mismo escenario para comenzar a bailar, adentrándose en el papel.

La variación de la bella durmiente del tercer acto era su favorito, tan delicado, y tan hermoso a la vez. Se había esforzado muchísimo por ese papel.

A pesar de que no iba a ser la obra completa, sino que esta pequeña variación para una presentación, algo era algo, y para ella, era mucho.

—¡Amy! Concéntrate. —se interpuso la profesora logrando sacarla de sus pensamientos.— Sé sutil, baila. Es tu fiesta, actúa como ella. —le corregía, en lo que ella asintía y continuaba bailando.

Continuó con su pas de bourré, observando a los cuatro varones que estaban divididos en dos en cada uno de sus lados.

—¡Coquetea, Rose, coquetea! —escuchaba los gritos de su profesora en lo que perfeccionaba su variación.

¿Cómo se supone que coqueteé si no conozco a ninguno? Qué vergüenza.” pensó cuando un varón se acercó a bailar con ella, realizando dos giros en el mismo eje.

Tuvo que realizar giros constantes en medio círculo por todo el salón, apretando los labios y con el ceño fruncido, concentrada en hacerlo bien y no caerse, porque, Chaos, nunca sabes cuándo te puedes tropezar de esos zapatos traicioneros.

La clase había terminado, todos se aplaudieron por el esfuerzo emitido ese día. Amy tuvo que sentarse en los vestidores por un largo tiempo en lo que sus pies se refrescaban ante la tensión y el trabajo ardúo a lo que los había sometido. Dolía por mil demonios.

—lo haz hecho bien Amy. —escuchó entonces la voz de su coucher, Amy suspiró y sonrió agradecida.

—Gracias. —articuló para colocarse su calzado e irse de ahí lo más pronto posible.

—Sólo recuerda en saber actuar, someterte al papel, reina. —le aconsejó apoyando su palma en el hombro de la pelirosada, ella asintió complacida.

—prometo esforzarme más la próxima vez. —respondió, para despedirse y salir del edificio.

Observó su reloj de muñeca, marcaba las ocho de la noche y el cielo comenzaba a oscurecerse. Se dirigió al mapa del distrito en el que estaba para ubicar el metro que debía de tomar y de esa forma, recorrer su dedo desde el punto en donde estaba hasta lo que era su hogar.

—Mi universidad está en South Island… —rememoró para buscar South Island, luego recorrer la vía del metro que tomaba para venir a la compañía— Station Square… Green Hill. —hablaba en voz alta. Se mareaba de todos los lugares que poseía Mobius en sí mismo.

Bajó hacia el subterráneo, donde se compró su boleto para irse aquella noche en el metro correspondiente.

En una cafetería cercana se compró un Caramell Machiatto para llevar y en cuanto el transporte llegó, no dudó en subir de un salto a éste mismo.

Se apoyó de la barra del centro y se dedicó a observar el exterior del metro, que para pasar de distrito al de Green Hill, paseaba por una vía que se encontraba por sobre todo el distrito de Station Square, era simplemente hermoso.

Sus audífonos le deleitaban con la melodía de su variación reproduciéndose, junto con otras clásicas como el pas de deux del cisne negro y el príncipe, o el lago de los cisnes como tal. Coppelia, o lo que sea.

Lo más seguro que sabía era que su cuerpo estaba muy agotado física y mentalmente, las tareas y corridas entre la universidad y la compañía le agotaban demasiado durante el transcurso de las semanas.

Habían llegado por fin a su nueva parada, y con bolso en mano se dirigió a pie hacia su edificio correspondiente. Saludó a la recepcionista, y apresurada se adentró a su departamento, lanzando sus objetos al sofá y cambiando su ropa a una de dormir, para acobijarse debajo de las sábanas, y con su celular y café en mano.

“¡No olviden el trabajo escrito para el Jueves!” Leyó a través de la mensajería del grupo de su facultad. Se abofeteó mentalmente por haberse olvidado de aquello.

—No puede ser, el reporte. —se reprochó mentalmente, para buscar a través de la red social de Mobiooks e InstaSquare alguna noticia que le fuese favorable de hacer en menos de un día, y que además, esté cerca para hacerle una entrevista o algo.

El pánico se había apoderado de ella lo suficiente como para comenzar a inventarse una excusa que reconocía no le serviría de nada, así fue, hasta que una foto de un periódico se le atravesó en el rostro en ambas redes sociales.

— Bingo. —Exclamó en alegría, para tener fijado su propósito de mañana, al observar y leer el pedazo de fotografía de manera completa.

No perdió el tiempo al respecto, así que abrió el bloc de notas de su teléfono, para comenzar a registrar el siguiente artículo.

“Maurice the Hedgehog; el nuevo fenómeno en atletismo de Mobius”

Terminado: 10 de Agosto del 2019
Publicado: 7 de Septiembre del 2019

Bueno, bueno. He decidido publicar éste capítulo con el fin de mostrarlo como un 'piloto' para lo que es el fanfic en sí. El publicarlo no significa que comience a actualizar durante las semanas desde ahora, ohno señores. 🌚

Lo publico con el propósito de que tengan algo que leer y por supuesto, añadan el libro a sus bibliotecas con intenciones de esperar la próxima actualización. Les prometo que no se arrepentirán.

¡Comenten respecto a qué les pareció éste capítulo! Y por supuesto, sus teorías de lo que desean presenciar a lo largo del libro. 🙉

Ahora sí, la nota de autor que venía con el capítulo 👇

Hola a todos! Bienvenidos a éste nuevo fanfic que promete traerles drama, romance y muchos conflictos dentro de el mundo de la danza y la vida ciudadana corriente: los estudiantes en la universidad.

Pienso hacer este fanfic a partir de mi experiencia personal dentro del mundo de la danza, y también, que esté tendrá el drama y los conflictos en su trama desarrolladas de una forma más seria.

Y por supuesto, les aseguro mucho, mucho romance y lenguaje maduro (pero no ha tanto jajaja). Claro, los triángulos amorosos nunca han de faltar continuo con las rivalidades ¡De eso siempre hay en éste mundo!

Espero que les guste y disfruten mucho la fluidez que tome ésta historia.

Nos vemos, coman taquitos. 💞☃️

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