El Pastel
El pastel que me llevó al arcoíris
fue comprado en uno de mis días grises.
Lo compré solo porque quise,
no había antojo ni celebraciones felices.
Eran las ocho cuando vi el bizcocho,
entré a la pastelería, pedí enseguida,
tardaron de forma desmedida y justo cuando me iba,
una chica de unos veintiocho, cayó frente mío de forma repentina.
Mi brazo se movió en automático,
le tomé la mano y la levanté con fuerza.
--Muchas gracias, que simpático.
Dijo mientras sentía su perfecta piel tersa.
Era más bella que un atardecer en la playa.
Su cabello se enroscaba cual serpiente voraz
Serpiente entintada en la sangre de mil batallas.
Clavó colmillo letal, inyectándome paz.
Me dio motivos de sobra para continuar,
activó mis sentimientos de forma fugaz.
Su cara opacaba a toda princesa,
piel perfecta bañada de bronce,
iris digno de monarquía francesa.
Caminamos juntos hasta su casa.
Fueron quince minutos supremos,
me contó hasta el origen de su raza.
Me dio un beso en la mejilla,
me pidió verle al otro día,
dijo gracias por la compañía.
Entró a su casa, entró a mi vida.
Pasé de sombra a destello,
Se fue el hastío, se fue el miedo;
Llegó la energía, llegó el aliento;
mutación repentina de un corazón yermo.
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