Clemencia
He sido expulsado del cielo de la demencia.
Cuido mis pasos con calzado de lucidez.
La señora que me provocaba palidez
se ha largado a devorar otra nuez.
Clemencia se sacrificó para aliviar mi dolencia.
No sé por qué, pero se enamoró de mí.
No sé qué vio, pero quería verme feliz.
No entiendo qué fue, pero me salvó del fin.
Conocí a Clemencia entre una gran audiencia.
Fue el día que acudí al templo del celestial.
Había tocado fondo, se había secado mi manantial.
Zombi lúcido que de la muerte hizo santo grial.
Daba lástima, mi existencia era una indecencia,
pero llegó con su luz y ese lindo vestido azul.
Río desbocado de juventud y actitud
que con gran inquietud me descolgó de la cruz.
Con urgencia me salvó con gran estrategia.
Para mí fue fortuna, salvación y gozo.
Para ella visita sin retorno al todo poderoso.
Para ambos, noches de orgasmos majestuosos.
Clemencia Verdél me entrego su inocencia.
Ayer, velada romántica con nula violencia.
Hoy, su cuerpo vigila la profundidad de Venecia.
Mañana, buscaré éxtasis en una nueva esencia.
Nunca, dejaré mi adicción a finiquitar existencias.
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