Arcano 6. Interesante
Estaba inmovilizada desde mi lugar, ¿había escuchado bien lo que dijo? Quise buscar una excusa contundente, debí escuchar de forma errada, seguramente confundió los términos, había dicho lo que no era. Esperaba que se rieran o algo por el estilo, algún tipo de broma, algo que me diera una pizca más de sentido y no me enredara más de lo que ya estaba.
¿Mi padre?
¿Mi padre implicado en un caso?
¿Mi padre implicado en un caso de narcotráfico?
Era bien sabido que existían personas dentro de la política y el Estado involucrados en estos temas, era cada cierto tiempo que se descubría algo parecido y ya no era algo fuera de lo común. Pero ¿mi padre?
Espera un momento.
Me acomodé en mi asiento bajo sus atentas miradas para saborear bien la información que me habían suministrado. ¿Mi padre estaba involucrado con una bruja gitana para el trafico de órganos? ¿Exactamente la que yo había visitado ese día temprano? Era lo más absurdo que había escuchado en toda mi vida. Podía contratar cualquier profesional para ese tipo de cosas y decidiría, ¿contratar a una señora con más arrugas que una camisa sin planchar? No había ningún sentido.
¿Y si solo me estaban mintiendo? ¿Quién dice que no?
Me llevé la mano al mentón, analizando detenidamente la situación, era cierto que esta ciudad había sido una extrañeza increíble desde que llegué, pero aun así eso no me decía si debía confiar en esa bola de...
- ¡Inútiles! – Escuchamos una voz femenina gritar al otro lado del salón, era una chica que recién había entrado al lugar. Estaba sudada y agitada, mientras los mechones de su pelo negro se pegaban a su frente. En verdad era una chica que parecía estar practicando deporte, y lo decía por su uniforme muy ajustado a su cuerpo y de tela al parecer de goma elástica. – ¡Son una bola de idiotas e inútiles! ¡Me prometieron buscar al gimnasio y esperé por más de tres horas! – Volvió a gritar, acercándose a nuestra mesa con colera bajo la atenta mirada de los presentes.
- ¡Her-Hermanita! ¡Ibamos a buscarte! Solo... Solo hubo un imprevisto – Se levantó Xavier de golpe abriendo los brazos como si fuera a darle un abrazo y sonriendo forzosamente, decidió acercarse a ella con mucha calma. La chica clavó sus ojos en mí con la rabia acumulada.
- ¡¿Ese es su imprevisto?! ¿No podías inventarte algo mejor hermanito?
El pelinegro tragó saliva y siguió caminando hasta estar a unos metros, pero cuando se encontraron, lo empujó tan fuerte a un lado que me pareció verlo rebotar en una pared. A pesar de ser una chica bien pequeña tenía agallas y fuerza.
Los medios hermanos se levantaron casi al mismo tiempo con rapidez, Owen me tomó de la mano y me haló a la salida para escapar de la furia de la pequeña pelinegra.
- ¡¿A dónde creen que van?! – La escuchamos gritar, acelerando más la carrera hasta llegar a la camioneta, nos montamos como pudimos. Cuando ya el de lentes insertó la llave en la ranura, la pequeña joven se lanzó encima del cristal delantero, haciéndonos gritar como niños cuando le vimos esa cara de maniaca que tenía pegada al vidrio. Lo golpeó a pesar de que este no cedía y nosotros no dejábamos de gritar ante la escena.
No sé cómo lo hizo Augusto, pero a pesar de los gritos y el miedo encendió la camioneta, le dio reversa haciendo que esta cayera de espaldas al suelo y luego hizo una extraña maniobra que nos llevó a la calle.
Ahora miré por el retrovisor, observando como la chica se levantaba y se quedaba mirando en nuestra dirección ante de desaparecer por la distancia. A pesar del susto, esperaba que no se hubiera lastimado ni que haya lastimado a ... Xavier.
Se nos había olvidado Xavier por completo. Pero Owen pareció leer mi mente.
- Él estará bien. Es su hermana, siempre pasan estos problemas con ella.
- Mh, si tú lo dices – Recuperé por completo la respiración luego de la adrenalina anterior.
- Es un verdadero demonio, ¿segura que el diablo que te dijo Zabrina no se parecía a ella? – Solté una pequeña risa ante ese último comentario del castaño que conducía.
- Créeme que no. Pero ¿Por qué ella hizo eso? Ni siquiera pudimos pagar la pizza.
- Demonios, se me olvidó pagar – Maldijo Augusto.
- No te preocupes – suavizó Owen –, de seguro Xavier pagará.
- Eso me hace sentir un poco mal, además de que lo dejamos con su "dulce" hermanita, también tendrá que pagar.
- No te preocupes por eso, tonta – suspiró antes de seguir hablando –. Sobre la "hermanita" de Xavier...
- Esa tipa está loca, es una manipuladora, extorsionista, negociante del mercado negro – habló rápidamente Augusto mientras alternaba la mirada a la calle y el retrovisor para ver a su medio hermano –, y no me importa que digas lo contrario.
- Como te decía – agregó Owen –, ella es algo acosadora, es de esas hermanitas pequeñas que siguen a su hermano, si estos hacen algo malo ella lo acusa con su madre y de paso le da uno que otros golpecitos – Contuve una risa mayor.
- ¿Golpecitos?
- Si "golpecitos" – Volvió a hablar el castaño mientras doblaba por una calle más céntrica, ya era de noche.
Cogí mi celular para ver la hora, y en formato IPhone se veía marcada las ocho y treinta de la noche. No era tan tarde como creía.
- Volviendo al tema que dejamos – solté cortando el royo de la "hermanita endemoniada". –, no entiendo todavía...
- Es que en serio Livia, más lenta no puedes ser, deja de preguntar tanto que las cosas caerán sobre su propio peso – Soltó un rubio, ahora mal humorado de repente restregándose la cara con la mano.
Augusto fue bajando la velocidad al ver que había una obstrucción en las vías. Así que soltó el volante levemente en lo que esperaba que los demás carros cedieran.
- Mira cabellos color pipi – espeté algo incomoda mirando hacia los asientos de atrás, específicamente a él, ya por su maltrato verbal por todo lo poco que habíamos interactuado, hasta Augusto no pudo evitar resoplar una risa por mi comentario, haciendo que se acomode los lentes –, primero que nada, hablamos de mi seguridad, no de la tuya. Segunda, hablamos de mi papá, no del tuyo. Y tercero, pero no menos importante, si sigue habiendo insultos de tu muy sucia boca, me veré obligada de partírtela o lavártela con cloro, lo que me sea más fácil – sonreí con dulzura y abaniqué mis pestañas rápidamente con aire de niña buena –. ¿Te quedó claro, Owencito?
Él solo apretó los labios ante todo lo que dije sin dejar de mirarme, clavé mis ojos igual de desafiante, una sola palabra, una sola silaba y me lo comía vivo.
Pero no dijo nada, se limitó a rodar los ojos y cruzarse de brazos. Eso me dio la libertad de volver a acomodarme en mi asiento y sonreír con aire de triunfo liberador que sentí.
- Rawr – Murmuró para sí mismo entre pequeñas risas el de los lentes, comenzando a avanzar lentamente junto con los demás autos.
- Así que– continué con lo que había dejado –, déjame ver cuáles son las informaciones que tengo. Ustedes tres son familia, la mujer a la que fui para ver si mi "destino" es en realidad una traficante de órganos que me tiene bajo la mira y que de alguna forma está implicada con el tipo que me llama de un número que no se registra en mi historial telefónico, y que de otra forma muy pero muy extraña, en todo esto va implicado... ¿mi padre?
Silencio.
Luego Owen continuó.
- Más o menos.
- Evidentemente va a ser "más o menos" porque ustedes no me han terminado de dar los datos. Además de que este tipo es conductor de no sé de qué y de alguna forma ustedes también se vieron igual de implicados – suspiro –. No era así como quería mi comienzo en la universidad.
- Para eso faltan dos semanas.
- Lo sé, pero quería llegar antes para organizar la casa.
- ¿Tanto tiempo para organizar?
- Lo siento, pero soy muy lenta y detallista – Mentí, en verdad no era por eso, pero no tenía que darles todas las informaciones personales a ellos.
- Esa respuesta no me convence.
- A mí tampoco – Concordó el conductor.
- El punto es – los ignoré –, que quiero saber las cosas en la que mi nombre o mi familia se ven involucrados.
Otro silencio.
"Oh sí, cállense de nuevo par de estúpidos". – Pensé.
Algo me decía que de alguna forma ellos se comunicaban telepáticamente uno con el otro, pero descarté la idea de una vez. Augusto volvió a mover el auto en el taponamiento esta vez adelantándose mucho más.
- Nosotros fuimos a donde la misma bruja – Soltó Augusto de repente, y lo miré de golpe al igual que Owen mostró la cabeza entre los asientos lentamente.
- Guss, ¿qué haces?
Esto se va a poner interesante.
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