Arcano 28. Un tronco


Una tierna Xiaomi entraba por la puerta tras ser abierta por su hermano, pero no andaba sola. Esta vez había entrado con un hombre algo mayor, como de la edad de Roberto. Sin embargo se parecía mucho a ella y a su ahora reconocido medio hermano, así que deduje rápidamente que era su padre.

- Hermana, papá, ¿Qué hacen aquí a esta hora?  – Saludó curioso Xavier cuando vio a su familia entrar.

- Bueno, papi quería ver donde te metías de vez en cuando y no me creyó cuando le dije que era cuidando una chica de una bruja malvada que quiere robarle su corazón para entregárselo a su hija porque si no puede morir y así dejar aún más destruido a Owen porque en verdad su madre  que se hizo la muerta para escapar de sus problemas y la bruja es la abuela de él – habló tan rápido, conciso y preciso sobre todo lo que nos había tardado en asimilar en horas. Esa chica a pesar de todo sí que era increíble. Luego nos señaló a nosotros y miró a su padre – ¿Lo ves papi? Ella es Livia, la chica que está en peligro, y él otro es su padre, el señor Roberto Drusila.

- ¿Cómo...? – Un atónito rubio miró a la chica y luego a Xavier.

- Xavier, ¿se lo dijiste a ella primero que a nosotros? – Continuó Guss con la mirada también en su primo, este fingió una risa algo simple evitando la acusación.

El señor nos observó pasivamente, me analizó a mí con sus ojos grises de un tono tan gélido que era difícil saber si estaba interpretando mi persona o preparando un asesinato con nuestros nombres. Pero luego se quedó directamente en la mirada de mi padre, parecían estar batallando entre ellos por algo y que nunca podríamos saber, el silencio duró bastante y así fue que Xavier decidió romper el silencio.

- Bueno. Tenía mucho tiempo que no te había visto, creía que irías a trabajar hoy – la vista de aquel señor fue hacia el más joven y sonrió casi de idéntica forma como lo hacía aquel chico.

- Hoy no me tocaba el turno nocturno – ese tono de voz activó mis alarmas, sentí como que había oído antes ese modo de arrastrar la lengua tan característica de una persona extranjera. Sentí como mi mente fue revelando un recuerdo lejano.

Estaba mi madre de espaldas hacia mí, mientras frente a ella estaba este mismo arrastre de lengua tan peculiar reclamándole algo, lo que no recuerdo que era. Me atrevería a decir que el hombre o tenía que ser ruso o alemán, puesto a que su tono era muy demandante a pesar de que parecía no estar peleando del todo como lo había hecho casi ahora. 

Pestañeé para volver a la realidad, al parecer tuve algún tipo de epifanía.

- Mucho gusto – continuó él –, soy Tristán. 

- Tristán, perdone los modales porque nunca nos hemos conocido, pero su forma de hablar me parece bastante familiar – inquirió Roberto a la misma duda que yo tenía, ¿será que...? No, imposible.

- No soy de aquí, aunque me establecí en este lugar en verdad nací y crecí en Rumanía.

- ¿Rumanía? – Soltó Owen algo confundido. Yo lo miré de la misma forma, se supone que era su "tío" ya que era esposo de la hermana de su padre. Pero luego soltó otra pregunta que nos dejó un aire de suspenso sin saber porque –. Mi madre era de allá. Bueno, es de allá.

Miré a Roberto y tenía la mandíbula tensa, esa era exactamente la duda que ahora figuraba en mi cabeza y al parecer, también en la de Roberto. Pero en verdad esto parecía el hilo de un edredón, y si lo halábamos la costura se iba a terminar deshaciendo.

- Sí, ella es de Rumania al igual que su madre, nacieron allá pero su descendencia es de gitanos. – Aclaró el político mientras se cruzaba de brazos.

No era por nada pero sentí en su tono de voz alguna rivalidad, era como si conociera a aquel hombre aunque este no lo conocía a él. Y claro que lo conocía, recordando la historia que había explicado Xavier, él era el hombre que había estado con su esposa y con la que había tenido un hijo. Fue seguridad de la torre donde trabajaba mi madre, claro que lo iba a conocer de más y me parecía muy obvio que Tristán lo habría conocido, y no hablo porque trabaje allá, sino porque recordamos que Roberto es el vicepresidente de la república, era el segundo mandatario a cargo de toda una nación.

Como si nada, miré de nuevo al frente y allí estaba Tristán mirándome como lo haría su propio hijo alguna vez, con una seriedad impecable que ocultaría todo su gesto amable de un momento para otro. Luego decidió hablar con aquel acento tan pronunciado.

- Me pareces muy conocida, además de ser hija de Nicole y Roberto, me pareces bastante familiar – se llevó el dedo índice y pulgar a la barbilla mientras entrecerraba los ojos como si me escaneara –. Muy pero muy conocida. Por cierto, esas marcas en tu cara...

- Nada señor Tristán. Y en verdad no sé a lo que se refiere, nunca lo había visto en verdad señor Tristán – fingí una sonrisa tragando grueso por cómo me escaneaba.

- Oh, no me digas Señor. Solo dime Tristán – sonrió mostrando su muy perfecta dentadura –. Sin embargo, de verdad es que siento que te he visto más de una vez, ¿acaso llegaste ir a los campamentos de verano para los hijos de las personas que trabajan para el Estado?

- Tío, seguro la viste en los periódicos como todos, todos los años ellos se lanzan una foto navideña para recordar la fraternidad, el amor y bla bla bla – dijo Guss yendo a una de las sillas que estaban cerca de allí. En verdad no entendí el por qué estábamos de pie si había asientos.

- Debe ser, yo nunca dejé que ella fuera a esos campamentos plagados de chicos – comentó Roberto.

- Nunca me dejaste hacer nada – susurré a regañadientes.

- ¿Qué? 

- Nada.

- Pero había también chicas, y estaban separados – continuó el de lentes.

- ¿Y? – Refutó el segundo mandatario. El otro se quedó en silencio, al parecer para no llevar la pequeña confrontación más lejos. 

- Bueno, yo y Xiaomi nos tenemos que ir, Xavier no sé si te vas a quedar.

El pelinegro lo pensó un momento y luego movió la cabeza a ambos lados en negación.

- Hoy me iré a casa, estoy algo cansado por el chequeo médico que tuve esta mañana y por la confrontaciones del día de hoy. Y creo que Owen y Guss se van a quedar con Livia para cuidarla, así que no hay problema en que me vaya.

- En verdad hoy es domingo y se suponía que nos íbamos a quedar todos como de costumbre, pero si dices estar cansado lo mejor en verdad será que vayas a tu casa a descansar. No vaya a ser que en verdad pase algo esta noche y por nuestra negligencia te pueda pasar algo peor, creo que conmigo y Guss está bien.

- Yo también creo que debo macharme – Roberto manifestó arreglándose su traje y corbata mientras caminaba igualmente hacia la puerta –. Me espera un largo camino a casa y mañana será un día muy agitado para nosotros.

- ¿Agitado? Todos los días son agitados para ti papá.

Él abrió los ojos como si le hubieran dado una gran sorpresa, yo lo miré con una sonrisa que expresaba algo como "¿Qué? ¿Qué pasa?", pero luego me percaté de lo que había dicho: Papá. Tenía mucho que no le decía eso, tenía tiempo de que no lo veía frente a frente y le decía lo que fue para mí a pesar de todo. La rabia y el rencor solo me hicieron fijarme en esa nube de cosas malas y no me fije en lo que es, un hombre ocupado, que aunque no fuera su hija si se dedicó a estar al pendiente de mí como si lo fuera. Y aunque no lo hizo de la mejor manera posible y ahora me percato de todo lo que llegó a hacer para que todos a su alrededor fueran felices a sacrificio de su propia felicidad.

Me acerqué a un Roberto aún aturdido y lo abracé. De ese afecto es al que me refería cuando le discutí esa misma tarde con él, a pesar de que no tenemos la misma sangre y a pesar de todo lo que él sufrió por mí y yo por él, desde ese día quise perdonarlo. Él al parecer todavía no sabía cómo reaccionar, se mantuvo así unos segundos hasta que se acomodó entre mi cuello y me abrazó de vuelta.

- Que tengas un buen viaje, papá.

- Gracias cariño. Nos mantendremos en contacto.

No pude aguantar las lágrimas ante su repuesta, por primera vez recibí ese afecto que tanto esperé de él, lo estrujé más contra mí hasta que pude aguantar las aguas saladas que salían de mis ojos. 

Me separé y lo miré de forma detenida, ya no tenía esas cejas fruncidas por estar peleando con alguien por teléfono, tampoco tenía ese carácter distante de político o ese aire persona importante, ahora veía un hombre, un ser humano que también necesitaba ser amado para amar. Y ahora entendí que el único amor que recibió de forma sincera fue el de Celia, por eso tanto aprecio hacia ella, me imaginé en ese momento al verlo a los ojos el que sus padres nunca le dieron un abrazo como lo hice yo ahora con él, ¿cómo lo habrían tratado ellos?

Supongo que... nunca podrías dar lo que nunca te dieron, ¿cierto?

Me sostuvo de la mano unos segundos más antes de darse la vuelta para marcharse, no sin antes de dejarme una sonrisa, la más limpia que haya visto por parte de él y que no era en nada parecida a aquella que mostraba en los periódicos, ese era el verdadero Roberto quien estaba ahí. No era un Drusila en ese momento, no era un político importante, no era el segundo mandatario, no era esposo de Celia ni de Nicole, no era padre de Helly, Belén o mío. Simplemente era Roberto.

- A partir de mañana sabremos para donde iras Livia.

Le sonreí de vuelta y con eso se marchó por la puerta, seguido por Tristán y los hijos de este, luego se les unió la seguridad de aquel hombre que lo seguían escoltando. Hasta ahora me acordé que ellos estaban ahí cuidando el perímetro.

Volviendo a la realidad vi a un cómodo castaño mirándome con una gran sonrisa desde su asiento, mientras un rubio se apoyaba en la isla de la cocina para verme con la misma cara que traía su hermano.

- ¿Qué?

- ¿Ahora si eres hija de papi?

- Agh. Cállate rubio desabrido.

- Okey, se fue la tregua momentánea – el mencionado levantó las manos como si se rindiera en una guerra –. Ahora voy con todas fuerzas contra ti pequeña pulga chupa sangre.

- Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho.

- ¿Acaso eso no es de una canción de Paquita la de Barrio? – Soltó Guss casi entre risas.

- ¿Y? Le queda bien – él empezó a reír junto con su hermano, en poco momento yo me uní también.

Hablamos un pequeño rato sobre todo lo que había pasado en el día, incluyendo la herida del accidente que se veía mucho mejor. Al rato, luego de ducharnos, ya estábamos cada uno en la cama durmiendo, o intentando dormir en mi caso. 

Observaba desde mi ventana aquella noche sin luna pero llena de nubes oscuras y luego a aquella puerta que estaba en el piso. Habría preferido dormir en la habitación de invitados que tenía su puerta, pero no quise ya que allí la cama era más grande y como los dos hermanos iban a dormir juntos no iba a dejarlos que durmieran incomodos después de todo lo que pasaron hoy.

Jack volvió a mi mente y con eso sentía que esa noche iba a ser de insomnio. Me levanté de la cama, y comencé a buscar por todos lados mientras encendía las luces para buscar mi celular, cual tenía días sin usar. Era increíble que una persona como yo que no podía vivir sin ese aparato hubiera pasado casi cuatro días sin verlo y no necesitarlo, era seguro que al estar tan sumergida en los problemas no tuve tiempo de recordar que tenía un teléfono.

Al rato de dar vueltas en la casa, lo vi aún conectado al enchufe del salón. Lo tomé para desconectarlo del cargador tanto del conector como del celular y lo encendí.

Rápidamente los sonidos de las notificaciones empezaron a invadir el aparato, así que lo puse en silencio. Uno que otros era de mis seguidores de redes sociales, para ellos seguía siendo la hija de Roberto, una "figura pública", así que cuando se supo del accidente todas las redes se pusieron en alerta roja. Otros mensajes de mi madre para saber cómo estaba y si estaba mejor por el accidente, junto con algunas cuarenta llamadas. Conocidos hablando, hijos de otros políticos opinando, drama, drama y más drama.

Cuando me deshice de todas aquellas notificaciones vi la hora, eran las dos y veinte de la mañana, me pareció frustrante el saber que todavía faltaban muchas horas para que amaneciera y yo sin una pizca de sueño. Fui a mi habitación nuevamente y allí busqué en mi mochila mis audífonos, me quería distraer para saber si con lograba quedar dormida.

Con los audífonos en los oídos di la vuelta solo para encontrarme en la puerta a un Guss algo adormilado y bostezando mientras se rascaba un ojo con la mano y con el otro me miraba.

- ¿Qué haces despierta a las dos de la mañana mujer?

- Es que no tenía sueño, y me puse a buscar el celular para distraerme, ¿y tú que haces despierto?

- ¿Cómo se supone que iba a dormir si dejaste todas las luces encendidas?

Ups.

- Pero Owen no se levantó.

- Livia. Owen es un tronco, fácilmente lo podrían declarar muerto hasta mañana – caminó hacia donde mí, solo portando una fina camiseta que solía usar debajo de la camiseta común. Se sentó en la orilla de la cama volviendo a bostezar.

Por mi parte, decidí mantener mi distancia evitando verle ya que tenía un pequeño "problemilla".

- Guss.

- ¿Mh?

- ¿Por qué no te pusiste el cinturón y te subiste la cremallera antes de venir para dónde mí?

- Porque... Espera – se miró a sí mismo y rápidamente accionó en subirse la cremallera para luego ponerse el cinturón –. En verdad lo siento, no me di ni cuenta, el sueño me traicionó.

- No te preocupes – en una leve risa tranquila por su impresión lo deje pasar. No me iba alterar el hecho de que estuviera muy bien trabajado su cuerpo y que llegara casi como Adán en el jardín del Edén. Tenía mis hormonas juveniles muy bien puestas, y un par de músculos inflados apretados por un poco de tela no iban a hacer que yo me saliera de control. Además, empezaba a verlo a ellos como amigos y no como romances, pensaría que estar con ellos casi todo el tiempo daría un efecto de ese tipo, pero no fue así. Y creo que para ellos fue lo mismo, como cuidar una hermanita pequeña que nunca tuvieron.

- ¿Y qué es lo que te atormenta para no poder dormir?

- Nada en realidad.

- ¿Segura? – Alzó una ceja al verme –. Pienso que todavía sigues algo dolida de que Javier esté del lado de Zabrina.

- Nada que ver tampoco, Jack hace tiempo que no me interesa ni me importa. Siempre quise dedicarme a mis estudios después de todo lo que pasó, pero ya puedes ver que será algo complicado eso luego de este dilema.

- ¿Jack? ¿Lo qué pasó? ¿Acaso eso de que hablas Roberto no lo sabe? Porque él no comentó que tú lo conocieras.

- ¿A no?

- No, solo nos dijo que necesitaba que cuidaran a su hija y que nos pagaría bien.

- Pero tú eres conductor de fórmula uno.

- Sí, ¿y qué pasa con eso?

- Que deberías de ganar muy bien.

- No he dicho lo contrario – mostró una sonrisa ladina algo burlona.

- Tú no te ves como esas personas que solo piensan en el dinero.

- Tampoco es que lo soy.

- Entonces porqué aceptaste el trabajo.

- Porqué involucraba el caso de Celia. Él nos comentó de Zabrina, pero no nos dijo la relación que tenía ella con él o por qué lo hacía, solo dijo lo que ella hacía. Luego te vimos a ti y no pensamos mucho en el dinero, solo no quisimos verte como aquellos que habían pasado lo mismo – hubo un corto silencio cómodo hasta que agrego –. Y también quería esa camioneta.

- ¡Oye! – Él empezó a reír a carcajadas, le hice un gesto acompañado de "shhh" para que bajara el volumen y así hizo tapándose la boca de golpe sin dejar de reír – ¿En verdad compraste esa camioneta con el dinero? ¿Tanto fue?

- En verdad si fue mucho, pero no tanto como te imaginas, ya tenía una parte ahorrada.

- Oh. De verdad lo siento por lo que le pasó a tu camioneta.

- No te preocupes. Prefiero que le haya pasado algo a ella y no a ti. Aunque...

Miró mi pierna un momento e hizo una mueca con algo de culpabilidad, yo atajé su sentimiento.

- Sabes que esto no es tu culpa.

- Sí, pero si tan solo... No sé.

- No ibas a poder hacer nada, nunca ibas a saber que te iban a cortar los frenos.

- Al menos pude revisar antes de salir – se lanzó hacia atrás recostándose una parte en mi cama, se pasó las manos por a cara con más frustración, y esta vez yo me senté al lado de él – Siento que fue mi culpa.

- ¿Eres adivino?

- No.

- ¿Eres brujo?

- No.

- ¿Sabes hacer algo de lo que sabe hacer Zabrina o leer las cartas como Owen?

- Menos.

- Entonces nunca ibas a saber el futuro. Nadie lo podría saber. Es obvio que eso del tarot es una estafa y por eso nunca es en realidad lo de saber lo que nos va a pasar. Por lo mismo, no te sientas culpable de lo que ya pasó, como dije antes en la cena, debemos pensar lo que haremos de ahora en adelante para mejorar y que esto no vuelva a suceder – él sonrió con las manos aun en la cara, luego se apoyó de los codos para levantarse y mirarme.

- En verdad eres muy lista. Pero aun no entiendo el por qué con ese pensar que tienes tuviste la idea de ver a Zabrina y leer tu futuro. O sea, lees mucho al parecer, eres muy lista y estudiaste en un colegio de religiosas – suspiré.

- Guss, a veces uno hace estupideces por estúpidos sin darse cuenta. Cuando llegué aquí solo quería estudiar y todo eso, pero seguí con la espinita de la curiosidad. Extrañamente vi esa carpa allí y quise ver, y cuando la vieja me dijo que podía leer mi futuro no me imaginé nada más que saber cómo me iría. Míralo desde mi punto de vista, sin amor de padres, sin amigos que no pensaran solo en mi dinero y todos los beneficios que podían tener de mí, no era yo, no era Livia, solo era hija de Roberto y Nicole Drusila. Entonces quería saber qué soy, quién soy, qué podría ser en un futuro. Me cansé de la soledad y quise...

- Ya comprendo tu punto – se sentó de nuevo y esta vez mirándome –. Querías una pequeña consolación para tu futuro.

- Sí, pero ya puedes ver que recibí todo lo contrario – reí agriamente y él pasó su mano por mi hombro.

- ¿Recuerdas que en esta misma habitación te dije que si necesitabas que te escuchara a las tres de la mañana lo haría?

- Sí – tomó mi celular de mis manos y lo encendió viendo la hora, luego me lo devolvió.

- Son casi las tres de la mañana, y te estas desahogando. Creo que Owen me pegó su lado de adivino después de todo – empecé a reír a carcajadas por lo último, y él también lo hizo de forma más baja, luego intento ocultar un poco mi risa cubriendo mi boca –. ¡Shhh! ¡Shhh! Cállate, que vas a despertar a Owen.

- Pero él es un tronco – seguí riendo.

- ¡Lo sé! – Gritó él volviendo a carcajearse –. Es un tronco en todos los sentidos.

Las risas comenzaron a subir de volumen, y ya estábamos al punto de que cualquier estupidez que dijéramos nos provocaba más risas. Para cuando terminamos estábamos acostados uno al lado del otro mirando hacia el techo, tenía los ojos llenos de lágrimas.

- Oye Livia, ¿te puedo confesar algo?

- Claro, dime.

- Me gustas.




- ¿Qué?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top