XXXIX | El Aliento de Hel |

| Música de Multimedia: For Whom the Bells Tolls - Metallica |

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"Hay muy pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos".

André Gide—.


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Héctor había decidido por agarrar terreno alto, aterrizó sobre una enorme y larga cordillera, en la ladera del barranco y decidió sentarse a observar el paisaje mientras esperaba a su rival, que por alguna extraña razón, había desaparecido cuando cruzaron la atmósfera.

Sus pies colgaban al vacío y movía sus extremidades con cierto nerviosismo, estaba preocupado por Sofía y Emmanuel, pero en esta ocasión no podía hacer nada. Tenía que entretener a los Arcángeles mientras la evacuación se realizaba.

Exhaló mientras se quitaba el casco por unos segundos, el aire golpeó su faz y su cabello se levantó por el viento, el frío de la altura y la escasez de oxígeno eran dos cosas por las cuales escogió este terreno; necesitaba la ventaja por cualquier medio posible.

A escasos metros de él, la nave enemiga aterrizó sobre el piso sin preocuparse si destruía a la naturaleza, el humo negro que emanaba de los motores era una señal de que no tenía alga alguna. Forseti activó la Piel de Iah y se incorporó, si la última información proporcionada por Gamboa era real, las balas no servirían para nada en su contra.

El médico de los Dioses se incorporó con dificultad, clavó la guarda de su Espada sobre el piso y esperó pacientemente a que su enemigo descendiera. Si quería ser mejor que él, tendría que mostrar que seguía las antiguas leyes de guerra.

Al abrirse la cabina, unas ligeras campanadas eclesiásticas llegaron a oídos del Dios, este dio un paso hacia atrás y tomó la vaina de su espada, esperando cualquier movimiento agresivo. Por el contrario, una larga y fina mano semi esquelética salió de la cabina y la figura encorvada del Arcángel salió de un salto, este llevaba usando su enorme Espada Divina como bastón.

—¿Puedes acercarte a ayudarme, hijo mío? —preguntó el Arcángel, su rostro estaba cubierto por una larga capucha negra y su espalda estaba encorvada más allá de lo humanamente posible. Su voz era áspera y fría, su aliento salió hasta impactar contra el de Forseti, provocándole ganas de vomitar—. Acércate, hijo mío, ayuda a un miembro respetable del clero.

—¿Tu mal que te acongoja está relacionado a tus problemas en la espalda? —cuestionó el Dios, llevando su mano libre a su cinturón por inercia, si él no fuera su enemigo, lo trataría de inmediato—. Ríndete y te daré asistencia médica.

—Creo que no lo entiendes, hijo mío —respondió Raphael, arrastrando los pies y acercándose lentamente hacia el Doctor—. Yo vengo a traer la verdadera paz y enseñar el camino verdadero hacia nuestra Señora, ¿acaso tú eres miembro de esos herejes autodenominados deidades? —Poco a poco, la figura del Arcángel comenzó a enderezarse mientras toda su clavícula tronó, hecho al que el Dios no fue ajeno, ya que, cerró por unos instantes sus ojos al imaginar el dolor—. Yo soy el clérigo de Dios, vengo a estas tierras bárbaras a esparcir el camino correcto.

—¿Y eso incluye quebrar toda tu espalda? —interrumpió Forseti con ligero sarcasmo. El Arcángel pasó a medir casi tres metros y la espada ahora era levantada—. En serio, ríndete y te trataré, es una promesa.

Raphael soltó una pequeña carcajada malévola que, poco a poco, escaló a un ataque de risa que movía las tierra con las ondas sonoras que emanaba, Héctor tragó en seco y comenzó a analizar la situación. Con su mano libre, el Arcángel se quitó la capucha, desvelando su rostro envuelto en las sombras de la conspiración, emanando un aura de misterio y terror inquietante; el Dios dio un paso hacia atrás de forma inconsciente y su expresión de serenidad fue sustituida por el miedo.

—¿Qué estabas diciendo, hereje? —volvió a preguntar Raphael, esta vez su voz se escuchaba mucho más grave, fría y tétrica, alzó el largo y negro cabello maltratado que cubría su faz, dejando ver sus profundos ojos negros carentes de vida, siendo soportados por sus enormes arrugas y una enorme barba poblada que cubría su boca—. ¿Quieres que me rinda sin pelear? ¿Sin traer la libertad de la Inquisición a tu reino? —El Arcángel desenvainó su espada y de un movimiento, dio un tajo vertical que Héctor pudo detener de milagro, la fuerza hizo que el Dios fuese ligeramente enterrado—. ¡Acabaré contigo y le daré tu cabeza a nuestra Diosa como tributo!

A comparación de los demás, Gabriel fue el único que no fue la presa, él decidió convertirse en el cazador. Detrás de su hermana y de su Capitán, Apolo era el tercer mejor piloto dentro de su escuadrón, solo que al estar emparejado con Alec en la Retaguardia, él tenía que compensar las debilidades de su pareja de vuelo.

Pero ahora era diferente, había decidido enfocarse en una sola nave cuando todos tomaron caminos separados, lo comenzó a machacar con sus cañones de láser y ametralladoras ligeras, desgastando lentamente su escudo hasta verlo caer sin control contra la cadena montañosa cercana al pueblo central de Nebel.

La ira lo había llevado a ese extremo, ellos eran los causantes de la desaparición de su hermana y estaba en búsqueda de los culpables. Si él pudiera matar a su asesino, se sentiría en paz consigo mismo.

La nave enemiga cayó directo a una falla y la cabina saltó por completo, al ver esto, Gabriel volvió a disparar sin pensarlo hasta llenar de balas el cadáver del Arcángel. Para su mala suerte, el asiento se eyectó y cayó directamente a una cueva oscura; Gabriel resopló enojado y golpeó el control.

Maniobró hasta entrar en la cueva y aterrizar dentro de la caverna, tomó su fusil y Espada Sagrada y bajó de un saltó hacia la oscuridad del terreno, encendió una bengala mientras comenzaba a caminar.

—¿Dónde estás, maldito? —susurró el Dios para sí mismo mientras mantenía el rifle en lo alto, con el dedo puesto sobre el gatillo, listo para vaciarle el cargador—. Vas a pagar la muerte de mi hermana...

Apolo se detuvo ante la apertura de una enorme caverna gigante, chasqueó y aventó la bengala junto con otras tres para iluminar un poco el espacio, automáticamente la estructura mineral de la cueva comenzó a encenderse, los minerales termolumínicos estaban absorbiendo el calor de las bengalas e iluminando la enorme estancia, ahí, se encontraba Raziel, el pelirrojo, con la espada clavada y con la faz iracunda, Gabriel alzó el rifle y comenzó a disparar.

Sin mayor esfuerzo, el Arcángel alzó su espada, llevando consigo un pedazo de biotita y usándola como escudo, esta se quebró poco a poco por las balas hasta que el cargador del Dios se vació.

—¿Terminaste? —preguntó el pelirrojo, usando su pie para quitar los restos de mica oscura del filo de su espada. Gabriel tiró el rifle con ira y desenvainó—. ¿Acaso no vas a disculparte por no seguir las leyes de guerra? ¿Quieres que nosotros le hagamos lo mismo a tus compañeros?

—Cállate y pelea, vengo a matarte —respondió Apolo con ira. Raziel negó mientras se tallaba el rostro—. ¿Qué te ocurre?

—Niño, niño, niño —musitó el pelirrojo, llevando el filo de su espada a reposar en sus hombros—¿Qué a caso todos los Dioses son así de estúpidos? —La pregunta ofendió a Gabriel, por lo que sacó su Báculo de Neutrones y lo juntó con su Espada, creando otra igual—. Ella sigue viva... Solo queríamos que ustedes reaccionaran así, ¿quién mataría a la mejor piloto sin un juicio?

—Mientes.

—No, un Arcángel no miente... Aunque algunos de mis colegas tergiversan un poco sus intenciones, pero yo no, yo no puedo mentir, no está en mi código. —Raziel pulsó su brazalete y de este brotó una holopantalla, mostrando el rostro de Miguel—. ¡Hey, Comandante! ¿La chica sigue con vida? Tengo a su molesto y deshonroso hermano frente a mí llorando por ella.

—Lo está, pelirrojo —respondió Miguel con tranquilidad, este estaba aterrizando en la plataforma primaria—. Su nave está destruida pero salió sana y salva, Jofiel la está viendo ahora mismo.

El Arcangel cortó la comunicación y le sonrió al Dios.

—Ves, sigue viva. —Hizo un movimiento rápido con su cuello y este crujió—. Tendrá un juicio justo con nuestro Comandante y los demás... Pero en cambio tú. —Alzó la espada y su mirada cambió, sus ojos se tornaron rojos—. No has seguido las leyes de guerra, yo, el guardia de Dios, te sentencio a la muerte. —Raziel dio un leve sprint y dio un corte vertical que Gabriel detuvo con dificultad, la fuerza de la carga fue suficiente para debilitar su guardia—. Tu hermanita se va a entretener peleando con tres de nosotros a la vez... —Exhaló y sonrió mostrando todos los dientes—. Reza para que tu Capitán llegue a salvarla...

N. de A.

¡Perdón, perdón, perdón!

He estado ausente por el Hogwarts Legacy (que mi niño interior está feliz por eso) y se me ha ido el tiempo recorriendo esos pasillos y los bosques de las Tierras Altas. Peeeero, aquí está lo prometido.

¡Nos acercamos al final! Espero darles lo mejor de mí y que les guste :D

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¡Farewell!

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