XXVIII | El Toque de Iskur |

| Música de Multimedia: Figure It Out - Royal Blood |

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"El liderazgo es desbloquear el potencial de las personas para ser mejores".

Bill Bradley—.

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Después de que el androide recapitulara la información de forma rápida —omitiendo los detalles privados del Dr. TZ hacia Mixcóatl— para que Lúcifer pudiese entender el contexto de la situación y de varias quejas por parte de Princesa al ser maltratada por los Dioses, este golpeó la mesa con ímpetu, llamando la atención de todos, sus subordinados directos se quedaron en posición de firmes, mientras que, los Dioses solo lo observaron con atención.

—¿Cuáles son tus órdenes, Lúcifer? —cuestionó Sebastián mientras Ray desaparecía—. ¿Podemos ir?

—Las naves estarán listas en cuarenta minutos —cedió el Comandante de la Resistencia—. Sus órdenes son ir por Muerte, no sabemos qué tan confiable sea la información del científico ese; ¿les quedó claro?

—Sí, Comandante —respondieron los Dioses, Sebastián un tanto molesto ante su decisión. Él continuó hablando—. ¿Nos deja ir?

—Hagan sus preparativos de parejas —añadió Lucifer, se acercó a Torre—, el Deidad estará en la pista de despegue uno. Vayan y tomen todo lo necesario.

Las parejas de Retaguardia y Grueso fueron los primeros en partir hacia sus respectivas salas, mientras que Sebastián le cedía el paso a Emma, la cual no podía dejar de pensar en el rostro de su Capitán; algo planeaba y sabía que debía sacarselo de cualquier forma.

Hipólita no se sentía del todo bien al estar destruyendo el pequeño departamento del Capitán Tully; observó todo el desastre que Miguel estaba haciendo mientras ella, con mucha indecisión, vaciaba una de las tantas carpetas de archivos que contenían los antiguos casos del Capitán de Policía.

—¿Podemos parar, Comandante? —cuestionó Tamara, inmediatamente fue reprendida con solo la fría mirada del Arcángel, el cual, arrojó una enorme caja contra la pared—. Creo que no encontraremos nada, hemos volteado de cabeza este lugar...

Miguel bufó de enojo, activó sus Guantes de Roca y golpeó el medio muro que dividía la recámara principal con la pequeña sala de estar. Él necesitaba encontrar la última pista del paradero de los Dioses, su único y gran fracaso. Sabía que debía volver con ellos... Era su premio.

Antes de que pudiese decir una sola palabra, ambos Arcángeles escucharon el sonido de pasos detrás de la puerta, automáticamente Miguel sonrió al ver el rostro de su objetivo.

—Bienvenido a casa, Tully...

—¿Podemos hablar, Sebastián? —preguntó Emma, cerrando detrás de sí la puerta de su pequeño vestuario. Estaba lista para ir hasta las últimas consecuencias con él para obtener la información. Su compañero asintió mientras abría su casillero y bajaba la cremallera de su traje de entrenamiento—. ¿No vas a seguir las órdenes de Lucifer, verdad?

Sebastián le dio la espalda mientras se bajaba la parte superior del traje, dejando ver una camiseta blanca de tirantes, Emma comenzó a acercarse lentamente.

—¿Ocurrió algo más cuando terminó el mensaje, cierto? —volvió a cuestionar la Diosa colocándose a su lado, bajando su propia cremallera, dejando el espacio necesario para sus atributos frontales—. Conozco completamente tus reacciones, sé que algo más pasó por el leve movimiento de tus costillas. —Artemisa posó su fría mano sobre el dorsal de Sebastián, este exhaló ante el tacto—. Justo así, ¿qué dijo Ray?

«—Ritmo cardiáco en aumento —dijo el Espectro dentro de la cabeza de Sebastián, este parpadeó ante la imprudencia de su androide—. El de ella también se está elevando; por favor, no caigas ante los trucos de una cazadora...».

«—Desactívate, es una orden —El androide cumplió la orden sin poder rechistar, mientras él se planteaba el por qué había dado esa orden; desde hacía tiempo él era consciente de Emma como una mujer, una muy atractiva con la cual tenía química... ¿por qué no dejarse llevar?».

Emma alejó su palma y comenzó a desvestirse lentamente, intentando no perder la mirada de su Capitán; ella sabía que no habría hombre que se resistiese ante los encantos de una cazadora, menos de ella.

—Creo que te estás confundiendo —respondió Sebastián, girando los ojos y observando cómo Emma se deshacía de su playera, quedando en prendas menores. El volteó la mirada y tragó en seco—. ¿Por qué estás haciendo...?

—¿Esto? —cuestionó Artemisa con un tono juguetón, se colocó detrás de su capitán y lentamente comenzó a subir la camiseta de este. El Capitán volvió a reaccionar al tacto—. Solo estoy siendo servicial ante ti, Sebs, además, tengo la sensación de que no te volveré a ver en un largo tiempo... Pero dime, ¿qué planeas?

Sebastián alzó las manos y dejó que su subordinada le quitara la playera, ella comenzó a juguetear con las yemas de sus dedos por toda su espalda; poco a poco, su razón estaba abandonando su cuerpo.

—El científico me dio un mensaje personal —musitó, mientras Emma recorría lentamente la curvatura de su espalda hasta detenerse a la altura de sus caderas—. Él quiere que vaya...

—¿Y si desobedecemos las órdenes juntos? —susurró la Diosa al oído del Dios, este sintió una ligera corriente eléctrica recorriendo su cuerpo, hasta terminar en su parte inferior—. Podríamos tomar dos naves y dejar a los demás el trabajo de salvar a Muerte... nosotros podemos divertirnos...

Sebastián soltó un leve jadeo, tomó las manos de Emma con rudeza giró, cambiando posiciones y colocando su faz contra la pared, la Diosa soltó un ligero jadeo.

—¿Y si no quiero arriesgarte? —cuestionó Sebastián al oído de ella, atrayendo su parte inferior contra la suya. —. ¿Y si es una trampa de la cual quiero salvarlos a todos?

—Siempre has sido un mal mentiroso, Capitán. —Artemisa comenzó a mover sus caderas con ritmo, frotando contra Sebastián. Ella había logrado su cometido, pero sentía un pequeño calor dentro de su cuerpo; en cualquier otra circunstancia, ella terminaría todo con una patada en la entrepierna, sin embargo, quería seguir—. ¿No mereces un castigo?

—El castigo lo mereces tú por provocarme...

Sebastián tiró del cabello de Emma mientras depositaba fugaces besos sobre su cuello, provocando que la Diosa soltara ligeros gemidos y la temperatura en la sala aumentó. Ambos Dioses decidieron dejarse llevar, tras varios meses de tensión, por fin podrían disfrutarse mutuamente.

El Capitán Tully fue muy lento al reaccionar ante el ataque de Miguel, antes de que pudiese tomar su pistola, Miguel lo tenía sometido contra la pared mientras gritaba órdenes a Tamara y cada que él intentaba zafarse, el Arcángel aplicaba más presión sobre su brazo.

—Oh, Tully, ¿por qué nos querías atacar? —cuestionó Jäger con una ligera decepción—. Todavía de que te dejamos conservar tu trabajo a pesar de tus nexos con los Demonios, ¿así nos pagas? ¿levantando un arma contra un Comandante de la Federación? Mereces un castigo, Tuly.

—¡He cumplido con todo lo que ha ordenado Montserrat! —exclamó Tully con dolor, su brazo era torcido al punto de los límites humanos—. A costa de mis propios valores, ¡no sé de qué hablas!

Miguel lo obligó a levantarse y lo sometió contra la pared, jalándole el poco cabello que tenía el viejo oficial mientras Tamara cerraba la puerta con seguro. El Comandante de los Arcángeles tiró de su muñeca, separándola de su unión y provocando un grito de dolor de parte del traidor.

—Tully, no quieras mentir, sabemos que tienes la ubicación de tu viejo amigo —continuó hablando Jäger, tomando uno su dedo anular y tirando hacia arriba. Tully cerró los ojos y se mordió el labio inferior—. Te lo preguntaré una vez... —El Comandante rompió su dedo en dos, el policía soltó un sonido de dolor—. ¿Dónde está el radiofaro?

El Capitán Tully abrió los ojos, en búsqueda de clemencia de Tamara, él sabía que tampoco estaba de acuerdo con las políticas de los Arcángeles; esperaba salvación de ella, en cambio, Hipólita se limitó girar hacia la puerta. Ella era la líder de las cazadoras, aunque no estaba de acuerdo en esa forma de sacar información, era tan efectiva como la seducción que ella practicaba.

Cerró los ojos y comenzó a meditar para ignorar el sonido de los gritos desgarradores del anciano oficial, le tenía estima por todo el apoyo mostrado durante su transición a Arcángel, pero era una militar y tenía que cumplir las órdenes de su superior.

Tanto Emma como Sebastián terminaron de vestirse con la armadura negra de combate, ambos tenían el cuerpo y cabello húmedo tras una ducha conjunta y se encontraban de espaldas. El ambiente después de su relación se volvió tenso, ella sabía que debía romper se silencio con súplicas; Sebastián no desistiría tan fácil de ir en búsqueda del científico.

Sebs, sabes que cuentas conmigo —dijo Emma, peinando su cabello en una pequeña coleta—. Somos pareja de Vanguardia, me necesitas si vas a ir a por...

—Te necesito en Ardus —explicó Sebastián, girando y quedando frente a la espalda de ella; el Dios se obligó a actuar neutral ante ella, ya arreglarían el desliz que tuvieron en otro momento. La Diosa exhaló cansada—. Los demás necesitan un Capitán en mi ausencia, eres la única a la que respetarían en la cadena de mando.

—Porque tú me elegiste...

—No, la cadena de mando la elegimos gracias a las pruebas físicas que hicimos hace dos años, fue decisión de Montserrat y, aunque no estemos bajo su mando, nos hemos acostumbrados a que seas mi mano derecha y Capitán sustituto en momentos decisivos... —Hizo una pequeña pausa y se talló el rostro—. Eres la única que puede ganarme en un combate igualitario; tú ganaste ese puesto. Será la última vez que te pida esto.

Emma se incorporó y giró hacia Sebastián, por primera vez vio su rostro: sus ojos mostraban el cansancio de dos años de preparación, ella tomó la mano de su Capitán y comenzó a juguetear con su palma.

—La primera vez que te vi, pensé que eras un idiota más —mencionó Artemisa, sonrienddo ligeramente—. Eso lo pensé de todos, hasta mi hermano, pero todo cambió cuando los observé en las Pruebas; decidí confiar en cada uno de ustedes y, sobre todo, en tí, cuando te convertiste en nuestro Capitán.

»Oh, mi Capitán, será un honor ser su sucesora en esta misión. —Emma se llevó la mano del Dios a su pecho, a la altura de su corazón—. Solo promete que volverás con nosotros lo más rápido posible.

Mixcóatl se incorporó y estiró su mano libre, haciendo aparecer a Ray, el usual color azul salió desde su centro hasta rodearlo por completo, despertándose en el acto. El Dios llevó la mano que sostenía de Artemisa y la puso sobre este.

—Recita lo siguiente —pidió Sebastián mientras el Espectro lo observaba—. Bajo el quetzal nocturno, cedo el mando con ardor. —Las luces del Espectro se hicieron de tonos cálidos. Emma comenzó a recitar—. De Mixcóatl a Artemisa, traspaso el fulgor. —La Diosa sintió una calidez dentro de su corazón—. En el crisol del tiempo, fusionan su destreza,. —Una pequeña estela dorada rodeó los brazos de ambos—. De estratega a guerrera, la cadena comienza su pieza.

Emma sintió un golpe directo a su mente, tambaleándose ligeramente y sintiendo cómo, su corazón se partía en dos. Ahora anidaba una forma temporal en él.

—Ahora, estamos conectados como Capitanes por un día —explicó Sebastián, separándose de ella y caminando hacia la puerta, mientras se colocaba su Espada Sagrada en la espalda—. Hasta el final del 21 de septiembre, Emma Dankworth, tienes control parcial sobre las habilidades de Ray.

Mixcóatl abrió la puerta y se hizo a un lado.

—Si algo malo ocurre y alguno de nuestros corazones se detienen, el otro tendrá la voluntad de hacer que sigan latiendo —Le sonrió con tranquilidad—. Ahora, junto con Ray, tú y yo somos uno. Vive y completa tu misión, cazadora. —Hizo otra pausa y miró al piso un poco inseguro—. Y hablaremos de lo que sucedió aquí con calma cuando regresemos. 

N. de A.

Y  con esto, ¡terminamos la tercera parte! Espero les haya gustado la escena +18, no vuelvo a hacer otra en un largo tiempo jajajaja. Costó mucho :v

En fin, nos quedan los Interludios y comenzamos con ¡un capítulo diario hasta terminar! Espero estén listos porque se vienen curvas 7u7


¡Nos vemos en diciembre :D!

PD. La de los guioncitos

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