XXIX | Las Estrellas de Svarozhich |
| Música de Multimedia: PSYCHO - Self Deception |
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"Un amigo es como un trébol, es difícil de encontrar y da buena suerte".
Desconocido—.
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—¡Sueltale ya, Comandante! —exclamó Tamara, sacando su arma y rozando el gatillo—. Está a nada de matar a un servidor público, el uso de violencia extrema está altamente prohibido.
Miguel comenzó a respirar de forma pesada mientras sostenía con su mano derecha el cuerpo inconsciente y sangrante del Capitán Tully, pegó un grito de furia y con su mano izquierda, la dominante, le pegó un puñetazo directo a la nariz, terminando de quebrar su tabique nasal.
—Baja el arma, Ariel II, es una orden —musitó el Arcángel, aventando la humanidad de Tully con fuerza hacia la pared, este cayó encima de una pequeña mesa de imitación de madera—. Estar apuntando a un...
—Conozco la ley, Comandante, pero también sé que no está permitido matar si el enemigo no apunta contra nosotros... —recordó Hipólita, bajando su arma para poder ir a comprobar el pulso del viejo hombre—. Y más siendo de nuestro bando, él no ha hecho nada a ojo público.
La mujer guardó su arma y corrió hacia Tully, puso sus dedos sobre la carótida y comprobó el pulso, intentando controlar sus crecientes emociones, mientras que, Jäger resopló frustrado y pateó varias cosas del departamento hasta caer rendido, tallándose el rostro de frustración.
—Es imposible que no supiera lo que tiene —susurró para sí mismo Miguel, comenzó a respirar de forma agitada y su pensamiento empezó a nublarse—. No tiene sentido... Es como si... —Se llevó las manos a la boca y observó con atención a su subordinada; ella se encontraba tratando de detener las múltiples hemorragias mientras le acomodaba y vendaba los dedos rotos—. Ariel, revisa sus bolsillos, busca algún colgante o algo extraño; si dice la verdad y no sabe dónde encontrar eso, tuvo que recoger algo de la explosión del BEER-tud.
Tully abrió los ojos al ver a Tamara revisarle los bolsillos, comenzó a girar con la poca fuerza que le quedaba y metió sus manos en ellos, sacando una cadena y mostrándole el colgante en forma de corazón que había guardado junto con estas.
—Tully, tú... ¿acaso no sabías? —cuestionó la antigua líder de las Amazonas, el Capitán negó mientras soltaba en llanto—. ¿Puedo abrirlo?
El oficial asintió y cerró sus ojos mientras lloraba del dolor, Tamara abrió el colgante y vio dos fotografías pequeñas, cada una con dos rostros diferentes: una mujer de treinta años con una hermosa sonrisa y ojos cafés y un niño, de diez años, con pecas sobre sus mejillas y risos del mismo color que la mujer, negro azabache.
—¿Ella es...? —preguntó en voz baja Tamara, palpando el ligero cristal que separaba las fotografías del deterioro. Tully abrió los ojos de nuevo y lentamente rozó con sus dedos la cadena—. ¿Es tu esposa? —El Capitán negó, abrió la boca e intentó hablar sin éxito—. Vamos, Tully, dime quiénes son.
—Ellos... —musitó con dificultad el anciano, Hipólita acercó su oreja a la boca del hombre—. Ellos... Son Amanda y Achilles... son la familia de... Alec...
Ariel II comprendió las palabras y cerró los ojos con tristeza, comprendiendo por completo; Tully había rescatado aquella cadena de los escombros del BEER-tud con la esperanza de poder encontrar nuevamente a su antiguo amigo. Giró el corazón de oro y lo comenzó a revisar con sus dedos, buscando algún compartimiento sensible al tacto.
Al cabo de unos minutos, dio con un pequeño pliegue, el cual, apoyándose de sus uñas, logró levantar, dejando ver el pequeño fondo falso y su contenido: una luz, más pequeña que una semilla de girasol, parpadeando.
La Arcángel se incorporó y se acercó con el Comandante, el cual, dejó de lamentarse al sentir que le ponían algo frente a su rostro.
—Lo encontré —dijo Tamara de forma seca, Miguel se intentó incorporar con violencia mas fue detenido por la misma—. Él no lo hizo de forma consciente, no sabía que esto era un artilugio. —El Comandante la miró con dureza, a Tamara poco le importaba si hizo algo mal—. Castígame por desobedecer sus órdenes, Comandante. Pero permíteme llevar al Capitán Tully al hospital, morirá sin atención médica suficiente.
Jäger resopló y se incorporó, le arrebató el colgante a su subordinada y se dirigió hacia la puerta, deteniéndose en el umbral antes de abrir la puerta, giró su cabeza un poco y exhaló cansado.
—Estás suspendida hasta que volvamos —objetó el Arcángel, cerró sus ojos y parpadeó lentamente un par de veces—. Llévatelo y asegurate de que sobreviva, cuando vuelva con la cabeza de su amigo, quiero ver su sufrimiento antes de mandarlo a prisión.
El Arcángel abrió la puerta y desapareció tras ella en un movimiento, dejando solos a Tamara y Tully en el pequeño departamento. Ariel II corrió en la ayuda del viejo Capitán, tenía que salvarle la vida a su confidente durante el proceso.
La nave Deidad dos salió del hipersalto en sumo silencio en un lugar desconocido, Sebastián soltó un suspiro y apagó el motor citónico mientras apagaba el radar que lo mantenía conectado con la Resistencia, abrió el canal de comunicación privada con Emma, la cual, seguía en el agujero de gusano.
—Aquí Deidad Dos, adelante, Deidad Uno —dijo Sebastián por el comunicador, pulsando un botón en su tablero, cambiando la composición del cristal de su cabina, dejando ver las tonalidades moradas de la extraña nebulosa, denominada "Luminara"—. He salido del hiperespacio, ¿cómo van ustedes?
—Te recibimos, Deidad Dos —respondió Emma, apareciendo sobre la pantalla holográfica, se podía notar incómoda ante la idea de separarse de su pareja—. Intentamos mantener la concentración, Deidad Dos, pero es difícil sabiendo que nuestro Capitán se encuentra a miles de años luz de distancia sin apoyo, ¿no podríamos simplemente...?
—La decisión está tomada, Teniente —recordó Mixcóatl con seguridad, apagó los motores secundarios y tomó control de los principales, volando a una velocidad lenta y constante—. Tienen que salvar a Muerte cueste lo que cueste, en cuanto ella esté a salvo, tienen permiso para volar hacia mis coordenadas. No antes, es una orden.
—El centro de mando no está feliz con tu desvío —interrumpió Artemisa, quitándose el visor protector—. Ellos creen que menosprecias la cadena de mando, no creen que seas un buen lider.
—Somos sus invitados, Emma, recuerdalo. —Sebastián viró en un angulo agudo y comenzó a penetrar la Luminara, al entrar en contacto, el polvo estelar se volvía verde y dejaba una estela anaranjada—. Estamos de su lado hasta poder demostrar nuestra inocencia.
—Lo entiendo perfectamente, Sebs, pero no puedes negar que Lucifer está arriesgando demasiado por nosotros. Les debemos la paz, ellos nos salvaron de la muerte.
—Te recuerdo, Artemisa, que yo debería de estar muerto... no una, dos veces. —Ray apareció sobre el tablero, giró hasta quedar enfrente del cristal y observar la majestuosidad del espacio—. Yo, más que nadie, quiere la paz y si este Dr. TZ puede ayudarnos, arriesgaré mi rango y posición para poder encontrarlo y llevarlo a salvo.
Emma se quedó en silencio, se recargó en su silla y parpadeó cansada, provocando que pequeñas lágrimas salieran de sus ojos. Inhaló y exhaló profundamente mientras Sebastián la observaba morderse el labio de forma nerviosa.
—Capitán, algo está mal, que hayan presentado a sus Arcángeles así...
—Es una trampa —declaró el Dios, virando unos cincuenta grados y aumentando su velocidad a Mach 2. El polvo de la nebulosa comenzó a cambiar a tonos azules, se estaba acercando a la Estrella del Éxodo por la información proporcionada por su Espectro—. Lo sé, algo va mal... Pero tenemos que arriesgarnos, por las personas que nos importan.
—Yo protejo lo que me importa aquí, en el espacio, donde soy veloz. Ahora estás lejos de mí y no puedo protegerte.
Sebastián iba a responder pero una alerta en su visión lo interrumpió, su equipo estaba arribando a las coordenadas de Muerte.
—Capitán del Espacio —interrumpió el Dios con seguridad—. Se aproximan al objetivo, tienen su misión y sus puestos, ¿dudas?
Emma posó su mirada directo a su Capitán, ella sabía que tenían más que conversar pero el tiempo apremiaba, suspiró y pulsó el botón de su casco, activando el visor protector. Aseguró el control de su nave y cerró los ojos.
Imaginando que estaba afuera del puente arcoíris, recorriendo a gran velocidad un trayecto hacia la paz, tocando la luz y desafiando las leyes de la física. Siendo la mejor, volviendo a su terreno.
—Ninguna, Capitán de Tierra —respondió la Diosa con una sonrisa de nerviosismo en su faz—. Cuidate mucho, Sebs, yo cuidaré de los demás mientras tú y Ray logran rescatar al científico ese.
—Que las estrellas te protejan.
—Que las estrellas te bendigan y protejan, Capitán.
La transmisión se cortó y el silencio se instauró dentro de la cabina de la pequeña nave de Sebastián; él se decantó por un diseño pequeño y ágil para volar de forma solitaria gracias al avance estructural que tenía el metal.
El Dios azteca desaceleró hasta quedar flotando en el espacio a unos cuantos kilómetros de su destino, se detuvo a apreciar la inmensidad del espacio, aquel lugar en el que cualquier cosa sería posible, donde, a miles de kilómetros y años luz, su equipo se encontraba dispuesto a recuperar a una peligrosa mujer a manos de la Federación.
—Vamos, Ray, hay que rescatar a un científico —dijo Sebastián con una sonrisa, accionando sus motores a Mach 3, dirigiéndose a la Estrella del Éxodo.
N. de A.
Esto lo estoy escribiendo la madrugada del 28 de noviembre. Espero que disfruten mucho estos capítulos, pondré todo mi corazón y empeño en realizar esta parte, todo, absolutamente todo lo que he aprendido este año será plasmado.
Y, como siempre antes de comenzar, tengo que agradecer a todas las personas que siguen esta historia, sin ustedes, los Dioses jamás hubieran llegado a lo que son; además de, darle un especial agradecimiento a cierta persona que me hizo crecer este año, que aunque nuestra relación ya no sea la mejor, me motivaste siempre a hacer lo mejor.
Y esto, señores, apenas comienza.
¡Disfruten del rescate de Muerte, la cruzada de Sebastián por la Estrella de Éxodo, la travesía de Tamara y el dilema de Miguel! Porque en cinco capítulos más, todo estallará.
¡Nos vemos mañana!
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