XXII | La Prueba de Heracles |
| Música de Multimedia: To Hell and Back - Sabaton |
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"Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama"
Alfred de Musset—.
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Tamara entró completamente sola a la última sala, era más enorme y alta que las anteriores, con tragaluces que dejaban ver el cielo gris y las gotas romperse contra los cristales. La escasez de luz fue compensada por el añadido de cascadas de magma, provenientes de un volcán artificial, provocando que la luz reflectara contra la cilíndrica estructura vítrea de obsidiana y en detalles en jaspe. La antigua Amazona camino con seguridad, mientras envainaba su espada, directa hacia el puente colgante que daría comienzo a su viaje final.
Retrocedió al sentir la extrema ola de calor, quemándose la muñeca en el intento.
—Bienvenidos sean al Inframundo. —Una enorme pantalla holográfica apareció frente a ella, interrumpiendo su camino—. Para completar la prueba necesita derrotar a Cerberus y traer sus collares. ¿Estás lista para a afrontar la última tarea? —Tamara estaba acostumbrada a las instrucciones, así que dejo a un lado la pantalla mientras suspiraba profundamente—. Por favor, diga su Identificador.
Todo el viaje que había cruzado lo había hecho sola, nadie de su escuadrón la acompañó y era el momento de terminar esto, para vengar a saus hermanas y terminar con Artemisa. Pero, desde que hablo con Tully su mente estaba confundida, su parte humana le decía que su homónimo tenia razón, era imposible que la versión de la General estuviera completa, nadie en su sano juicio traicionaría a su patria... pero ella era un soldado, uno que cumpliría sus ordenes al pie de la letra.
—Soldado de Elite, Identificador Hipo... Ariel II. —exclamo la nueva Arcángel y la puerta se abrió.
—¿Esta lista o desea agregar a alguien más? —pregunto la voz mas Tamara negó, no tenía a nadie más; la pantalla desapareció y cerró los ojos para respirar profundamente.
Tamara dio un paso enfrente, decidida mientras se internaba por el puente.
El equipo de Retaguardia se detuvo frente a la celda del Jinete, su respiración era pesada y se podía notar el increíble hoyo que tenía en su estómago.
—¿Disputa? —preguntó Gabriel, bajando su fusil. El Jinete elevó la cabeza con miedo—. Tranquilo, venimos a rescatarte.
—Atrás, Apolo —dijo Alec, cargando con su Hacha de Guerra y cortando los barrotes en dos—. ¿Ves? Era más fácil de lo que parecía.
—¿Quiénes son...? —preguntó Dorian, pegando su espalda con la fría superficie, pegando su piel y gritando del dolor—. ¡Aléjense!
El equipo de Retaguardia se miró mutuamente y asintieron, ingresaron en la celda e inyectaron un líquido directo a su hombro, provocándole la pérdida del conocimiento al traumado Jinete.
«—Objetivo asegurado. Nos dirigimos al punto de extracción».
Alec cargó con el cuerpo de Dorian y se lo colocó en la espalda; lo que nunca se imaginaron es que al cruzar las barras metálicas una enorme alarma saltó, reanudando la comunicación con la Federación.
«—¡Tienen cinco minutos para salir! —declaró Ray, apareciendo en su pantalla—. El planeta va a explotar».
El equipo de Retaguardia maldijo y comenzaron la carrera hacia la superficie mientras el equipo humano de resguardo salía a su encuentro.
—Viajera —susurró con una voz seductora la protectora de la resurrección—. Veo que no eres similar a nadie que ha pasado, al menos en nombre, pero, en cambio, en espíritu eres similar al que vino antes... Al hombre con nombre de deidad.
—No soy igual que ellos, mi Señora—declaró Ariel II con cólera y desenvainando la espada—. Vengo por la cabeza de Cerberus y acabar con este lugar.
Perséfone se incorporó sin mostrar la faz ante la Arcángel, le dio la espalda y comenzó a caminar al fondo de la caverna.
—Es lo que me temo, Ariel II —respondió la diosa de la muerte, estiró su mano y una niebla se extendió por la cueva—. No quisiera que mi vida terminara por tu hoja, preferiría que la primavera volviera a llegar.
»Pero está bien, no seas brusca con mi lindo perrito, él solo quiere jugar. —La voz de Perséfone se volvió hostil, cambiando la atmósfera a una más agresiva—. Dame un poco de diversión en este último baile, antes de que me vaya para siempre del lado de mi esposo.
Tamara calló y cortó de un tajo el holograma, estaba harta de que en cada sala le dieran esa farsa charla, su cuerpo había sobrepasado el esfuerzo humano, sus heridas habían sido curadas con IS-Core puro, junto con todo su pecho y brazos vendados; ella quería acabar con todo.
Un gruñido rompió sus pensamientos mientras la caverna retumbaba por los enormes pasos de aquella bestia mecánica: un enorme perro de doce metros de altura, con tres cabezas gigantes y una enorme cola de serpiente. Y, a diferencia de Sebastián, Tamara no dudo en clavar su espada y tirar de su Chaqueta del Vacío.
—Gracias por esa entrada espectacular —comentó la Arcángel con superioridad mientras un aura roja la envolvía y el perro ladraba fuertemente—. Ahora es momento de terminar esto.
El perro de hierro volvió a ladrar, lastimando los tímpanos de la antigua amazona mas esto no la detuvo, comenzó a cargar contra él mientras arrastraba la espada y la velocidad comenzaba a incrementar poco a poco. A unos escasos metros, Cerberus lanzó un mordisco que fue detenido por Tamara con su espada, clavándosela en el paladar canino, provocando un grito de dolor y mucho derramamiento de aceite hirviendo.
Ariel II gritó de dolor y simplemente sacó la espada, aprovechando que la bestia retrocedió unos metros, cargó hacia la pata delantera izquierda y la clavó en una de sus garras, activó por completo su Regalo Divino y comenzó a correr con la espada clavada en la bestia, cortando a su paso la pata delantera mientras el perro intentaba dar un golpe con su pata, sin embargo, esto fue contraproducente, ya que, hacía más daño en la extremidad.
Añadiendo que con cada pisada, Tamara Murdock destrozaba el metal por el que pasaba a consecuencia de rozar la velocidad del sonido. Sí, quizás ella no era la más rápida de su antiguo escuadrón, pero lo compensaba con experiencia y acrobacia; esto lo aprovechó cuando un zarpazo estuvo a punto de llevarse su faz.
Una vez que la pierna estaba completamente partida a la mitad, la Arcángel se paró detrás de la columna de la cabeza izquierda y respiró profundamente, recordando lo que Miguel le había enseñado.
—Advance Armament —susurró y todo su cuerpo se envolvió con un aura plateada junto con su espada, la cual, adquirió las características físicas que la Chaqueta del Vacío otorgaba, dio un salto en el aire y giró, realizando un tajo cruzado—. ¡Transferencia física!
La cabeza izquierda de Cerberus cayó al piso provocando un leve terremoto, desprendiendo algunas rocas a la lava, acto seguido, Ariel II cayó encima de la cabeza y observó de reojo a la molestia bestia mecánica.
—Nos vamos a divertir como nunca... —mencionó con cierta ira, durante las once pruebas anteriores había intentado perfeccionar el control avanzado, pero todo había sido en vano; en cambio, ahora sentía el poder y ansias de sangre que mencionaron los Arcángeles al inicio; se estaba convirtiendo en un arma de Dios—. Y espero que me des más pelea.
El aura roja la volvió a envolver y cargó de nuevo contra la bestia mientras era observada con orgullo por el Comandante Jäger
Poco a poco, Dorian fue despertando, a causa de los golpes que provocaba ir en la espalda de Alec y un, casual, disparo que rozó su maltratado cabello.
—¡Hey! Cuidado con mi cabello, estúpido —exclamó molesto el Jinete mientras lo golpeaba con su mano lastimada—. Sigo lastimado, ¿saben?
Alec dejó de forma violenta el cuerpo de Dorian detrás de una cobertura para unirse al fuego discreción de su compañero. Se encontraban a tan solo diez metros del punto de extracción pero, a cambio, todo se había fortificado: tierra, aire y espacio.
Todo el equipo de Dioses se encontraba dando su mayor esfuerzo: era una trampa pero aún así, era posible escapar.
—Tendrán una venda? —cuestionó Disputa mientras se masajeaba los brazos, la Piel de Iah prestada le había regulado la temperatura—. ¿El pasivo, acaso? —El fuego de parte de Retaguardia cedió unos segundos, giraron dramáticamente la faz, preguntándose qué habían dicho. Dorian suspiró—. En una pareja siempre existe una persona pasiva y otra activa, por lo regular la pasiva siempre le gusta más recibir que dar.
—¿Qué? —cuestionaron los dos al unísono, el los miró, parpadeó lentamente y ladeó la cabeza, Alec continuó—. Estás de broma
—Hum... Tengo la extraña curiosidad de que sí eres el pasivo —se interrogó Dorian mientras llevaba su índice a la barbilla y guiñaba los ojos—. ¿El ruso, cierto?
Alec rio con ironía y levantó su fusil, dio un tiro y derrumbó a uno de los defensores con un disparo no-letal.
—Una actitud muy de un pasivo natural... En cambio, tú, el adonis griego, tiene cierto estilo dominante... de esos que te mandan al psiquiátrico —bromeó Dorian mientras se estiraba, ignorando las heridas—. ¡Vamos, hombres! Sé que tienen sentido del humor fuerte.
Gabriel resopló y le tendió la espada del Jinete, este sonrió al tomarla.
—Buen chico... Esto comprueba mi teoría, ¡muchas gracias!
Disputa salió de la cobertura mientras desenvainaba su espada y recuperaba su movilidad anormal, el Jineta cerró los ojos y su espada se convirtió en un estoque, capaz de darle más velocidad, la justa para esquivar todos los proyectiles y acabar con los enemigos de un tajo.
—¿Nos vamos? —declaró Dorian, envainando su espada y cayendo a causa del cansancio.
El equipo de Retaguardia suspiró y siguieron a la salida mientras Dazhbog volvía a cargar el cuerpo del Jinete.
Ariel II había caído por última vez justo encima de la cabeza central del perro mecánico, la pérdida de esta lo derrumbó y la prueba fue por concluida. Tamara dio un grito al aire y envainó su espada a su espalda, tomó, uno por uno, los collares y salió de la cueva que, poco a poco, se desmoronaba.
—¿Todo listo? —le cuestionó Miguel al otro lado del puente. Ella solo siguió caminando y depositó los collares en el contenedor.
Las luces se encendieron, la voz declaró concluida la prueba y Tamara se dejó caer de rodillas al piso. Todo mientras Guaichia entraba al recinto y daba la orden de aniquilar el Inframundo.
Los Dioses se habían reunido en el punto de extracción una vez que estuvo limpio el terreno de salida; la nave de Artemisa había adquirido su forma de crucero y dentro de él se encontraban todas las naves. Todos estaban a la espera, pero había alguien que estaba más preocupado que todos.
Horus seguía de pie en la colina, siendo golpeado por el extremo viento y rompiendo continuamente su Piel de Iah, tenía la vieja tela que le había regalado Dorian, cuando eran jóvenes, en el lugar de su corazón.
—Vendrá, no te preocupes —dijo Sebastián a su lado. La comunicación psíquica se había interrumpido y la ventana de libertad estaba a punto de culminar, pronto llegarían refuerzos enemigos—. Dazhbog y Apolo lo acompañan.
—No me fiaría mucho del ruso —declaró Emma, metiendo sus manos a sus bolsillos—. Pero está mi mellizo, puede con ello.
—Todo es broma, Horus —añadió Héctor, listo para suministras su asistencia médica—. Solo date el lujo de esperar, hay tiempo.
Seth iba a decir algo mas fue interrumpido por una explosión proveniente de la puerta principal y una vez que el humo se discipó, lo vio.
Se encontraba encima de los hombros de su compañero ruso, tenía el rostro y cuerpo lleno de moretones y heridas, pero era tal y como lo recordaba. Aquel chico rubio y gentil, caballeroso y sarcástico que lo protegió en el instituto y que fue su rival y antiguo amor; se encontraba sonriente al chocar miradas.
El Dios egipcio emprendió la carrera y no fue detenido por nadie, corrió al encuentro de Disputa; por su lado, el Jinete se bajó y consiguió utilizar su espada para detenerse y recibir el salvaje abrazo de su viejo amor. Ambos se fundieron en un apasionado beso mientras lloraban, ya que, después de mucho tiempo podían ser aliados y pareja en este mundo.
La General estuvo a punto de felicitar a Tamara mas fue interrumpida por malas noticias. Los Demonios de la Resistencia habían liberado a Disputa, no había funcionado su plan A.
—Me temo que las felicitaciones tendrán que esperar, Capitán —le dijo Montserrat a su subordinada, la hizo ponerse de pie y giró a ver a Miguel—. Convoca a todos los Arcángeles y lleva a Ariel II con Raphael, cúrenla lo más pronto posible, quiero a mis Arcángeles lo más pronto posible...
—¿Habla de...?
—Sí, es momento del Efímero Cosmos.
N. de A
Ha llegado el momento que todos esperaban, el mes en el que mi estabilidad emocional depende de lo que seis Dioses quieran hacer: Bienvenidos a ¡un capítulo diario hasta terminar!
Nos vemos mañana
Pd. ¿Les gustó el momento de Horus y Disputa? :3? Espero de corazón que sí.
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