XVIII | Las Estrellas de Artemisa |
| Música de Multimedia: Kill or be Killed - Muse |
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"Las simulaciones son imposibles, el salto espacial saldrá mal con los actuales parámetros. Necesitamos ayuda, de forma urgente".
Tercera nota de un técnico—.
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Versión A
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Los ojos de Tamara escanearon de pies a cabeza aquella puerta, buscando una respuesta de cómo aquel lugar había sobrevivido a la explosión que causaron los Dioses. Miguel se acercó a ella y puso su mano derecha sobre su hombro, trayendo de vuelta a la realidad.
—Muchas zonas de la Base original se conservaron —confesó el Arcángel al ver la mirada de su subordinada, intentó hacer uso de la labia de ángel—. El cierre automático hizo el trabajo, era imposible que este lugar fuera destrozado.
—¿Cómo voy a poder superar todo esto yo sola? —preguntó Hipólita, temiendo volver a entrar a la cuna de su fracaso.
La General sonrió y se acercó a su subordinada, abrió la puerta de metal y las luces se encendieron, dejando ver la sala dodecaedral con las doce pruebas de Hércules en ellas, todos los nombres se iluminaron.
—Usa tu Regalo Divino y también el Sagrado—ordenó Guaichia mientras chasqueaba los dedos y cada Arcángel entraba y se paraba enfrente de una puerta, clavando la espada en el piso y mirando hacia enfrente—. Tendrás la ayuda de alguno de mis Arcángeles si no lo logras pero recuerda, hija mía, si erras pasarán cosas malas y no quieres eso.
»Pero no te preocupes por ello. —Tamara tragó en seco y observó a Miguel ponerse a lado de Montserrat—. Él es tu consejero, tienes derecho a una pista por puerta; úsalo bien. ¿Dudas?
—¡Ninguna, mi General! —exclamó Hipólita, poniéndose en posición de firmes.
—Bien, gánate el nombre de Ariel II —Giró y encontró al Capitán Tully, el cual, durante aquellos dos años había ascendido a ser parte de la Policía personal de la General, hecho que le dio unas cuantas canas en su bigote—. Tully te estará juzgando y calificando tu progreso, dale una buena impresión.
Al terminar de decir eso, la General dió media vuelta y se internó en la oscuridad, Miguel ordenó el descanso del equipo y cada uno se sentó frente su respectiva puerta, dejando las últimas cinco libres.
—Cuando quieras comenzar, Ariel II
Tamara Murdock suspiró y tomó el pomo de su Regalo Sagrado mientras comenzaba a caminar a paso decidido. No decepcionaría a su heroína ni el nombre que decidía portar.
Emma no pudo contener la emoción al ver lo que tenía frente a ella, se acercó lentamente hasta estar a lado de Henry Garza, el cual estaba orgulloso de su nueva creación.
—¿Les gustan?
Siguiendo a la Subcapitana de los Dioses, todos los hombres asintieron con sorpresa; después de la reunión y de ponerse los nuevos trajes de pilotos, el Ingeniero Henry Garza los esperó en la plataforma de lanzamiento con, lo que él había mencionado, "una enorme sorpresa".
Frente a sus ojos se encontraba el Deidad con cinco nuevos cazas estelares, hechos a consecuencia de los planos que contenía Rey, contando con la última tecnología que podían replicar y los motores de salto espacial citónicos, siendo los más veloces al caza promedio.
Cada uno de los hombres caminó por inercia para ver el color negro con detalles plateados que contenían, era un logro para la Resistencia tenerlos.
—¿Cómo es que...? —cuestionó Emma, viendo con envidia las naves de sus compañeros, cada uno de ellos comenzó a abordar la cabina—. ¿Cuándo...?
—He estado trabajando en ellos mientras tienen sus misiones y entrenamientos —dijo orgulloso el Ingeniero Divino—. Están basados en tu caza, obviamente no son iguales que el tuyo pero no hay nada mejor que esto, ni la Federación podría replicarlos. Lo que me recuerda. —Hizo una pausa y pulsó algo en su brazalete. El Deidad comenzó a transformarse y la estructura central se hizo más pequeña y estilizada, imitando la figura de los demás—. Puedes hacer tu nave el carguero de siempre o volver a tu antiguo caza, una pequeña facilidad que te doy.
Emma no lo pudo evitar y abrazó a su viejo maestro con alegría, corrió hacia el nuevo caza y lo recorrió con la punta de sus dedos; aunque amaba ser la Capitana del espacio, tener el Deidad le había restado velocidad y eficacia al combatir, lo había sentido hacía dos años y aunque tenía su experiencia, sabía que un piloto con menos peso podía ganarle.
Despedirse de aquel puesto era una pérdida mínima al recuperar su velocidad.
Imitó a sus compañeros y entró, la cabina era pequeña y aún así tenía en la parte trasera el piloto secundario, Gamboa seguía cargado en su nave.
—Bien, creo que es momento de que partan —dijo Henry Garza por los canales de comunicación comunes—. Artemisa podrá cambiar al caza de tipo carguero si lo necesitan en cualquier momento. Y les pido, por favor, ¡no destrocen los cazas en su primera misión! Son demasiado costosos.
—¡Entendido! —dijeron todos por el comunicador.
—Zarparán en cinco minutos, por favor, hagan sus comprobaciones finales.
Seth no podía sacarse de la cabeza la idea de ver en mal estado a su antiguo amor, su corazón latía con una rapidez anormal, había dudas en él y eso podía comprometer la misión. Asustado, comenzó a respirar, un ataque de pánico era inminente y pronto tendría un ataque asmático.
Buscó desesperadamente el inhalador oculto en su cinturón y lo sacó, lo agitó por inercia mientras lo destapaba, lo acercó a sus labios y accionó el mecanismo al sentir que su garganta se comprimía.
—Seth, ¿me escuchas? —habló Sebastián por el intercomunicador de la nave, uno de los canales privados. El Dios egipcio cerró los ojos al sentir cómo el oxígeno comprimido le abría con fuerza la garganta—. Quiero que te concentres en mi voz, soldado.
Horus sabía muy bien lo que estaba intentando hacer su Capitán, por lo que decidió seguirle la plática después de unos segundos de silencio.
—Fuerte y claro, Sebastián.
—¿Necesitas algo? —preguntó Mixcóatl con suavidad, el subordinado negó—. Bien, dime, ¿cómo te sientes al respecto? Lamento no haberte consultado sobre esta decisión tan precipitada, tenemos que actuar rápido ahora, antes de que sea tarde.
—Tengo miedo, Capitán —se sinceró el Dios, se acercó al tablero y se recargó. La comprobación final estaba lista y lo indicó a Torre—. ¿Y si está mal?
—Haremos nuestro mayor esfuerzo para que se recupere si es el caso —aseguró Sebastián después de unos segundos de duda—. Sé que Disputa es cercano a ti y entiendo perfectamente si decides quedarte en la base, todos lo entenderemos.
—No quiero defraudar a mi equipo.
—Nunca lo has hecho pero, Seth, te confieso que Emma también tuvo sus dudas al rescatar a Hambre —confesó Mixcóatl—. Y le di la misma oportunidad que a ti, así que no te preocupes, siempre te cubriremos si tienes una duda.
Seth sonrió para sí mismo, desde que los Dioses se volvieron más unidos todos se cubrían las espaldas como una familia de armas, nadie dejaría atrás a otro. Y aún así, siempre recordaba a su antiguo equipo, ellos murieron por él, para sobrevivir y acabar con la guerra.
—Descuida, Sebastián, estaré bien —dijo finalmente el Dios egipcio—. Solo no puedo quitarme de la cabeza que fue mi culpa.
—No fue culpa de nadie —declaró el Capitán con pesar—. Ninguno sabía que la Federación nos quería asesinar para seguir la guerra.
»Terminaremos con la guerra, lo prometo, Horus.
Después de decir eso, la conexión con Sebastián se perdió, dejando al Dios egipcio con sus pensamientos y en la voz de su antigua Capitana. Él sería una pieza importante de las estrellas.
El que entendía mejor que nadie aquel sentimiento de miedo era Sebastián Márquez, la última vez que había volado un casa estelar había estado al borde de la muerte. Pero está vez era diferente, tenía a su cargo un equipo increíble de soldados de Élite.
Los últimos según los informes de la Resistencia.
«—¿Quieres que les haga el anuncio yo o tú? —preguntó Ray por medio de la comunicación psíquica y apareciendo en su interfaz, sus luces se tornaron verdes—. Se necesita mucho valor para volver allá arriba solo... pero aunque no estás del todo solo, me tienes a mí».
«—Sin ti no hubiera sobrevivido, mi pequeña bolita de choque —reconoció el Huésped, se acercó al botón de comunicación del escuadrón y se detuvo—. Prométeme que si algo me pasa...».
«—Lo sé, Sebastián, lo sé —dijo Ray con tristeza, giró ciento ochenta grados y vio, de forma metafórica, a los mecánicos correr—. Correré el nuevo programa, solo recuerda las palabras».
El androide desapareció al mismo tiempo de que Mixcóatl pulsara el botón, abriendo un canal de comunicación con todo el escuadrón.
—Bien, Dioses, no soy bueno con las palabras y ustedes lo saben. —Sebastián comenzó con su discurso y cada una de las respiraciones se contuvo—. Pero está vez es para darles un aviso.
»Como podrán notar, a partir de ahora todos tendremos que ser conocidos como "Deidad N", es decir, cada uno será un número del uno al seis. —Hizo una pausa y la pantalla holográfica se encendió, mostrando las faces de sus compañeros—. Seth será Deidad 6, Héctor será Deidad 5, Alec será Deidad 4 y Gabriel será Deidad 3.
»Y cómo ustedes lo saben, fui nombrado su Capitán después de demostrar mi valía en cada una de las pruebas... —Sonrió con pena mientras las puertas se abrían—. Menos en un caza estelar, por lo que, mis estimados, yo, Sebastián seré Deidad 2; por lo que, esto convierte a Emma en Deidad 1.
La Diosa no pudo contener más el aire y parpadeó múltiples veces en lo que sus compañeros asentían. Era justo.
—Emma Dankworth, te declaro la Capitana del Espacio —reconoció finalmente el Dios azteca—. Mientras estemos en el aire serás nuestra responsable como siempre lo has hecho desde hace dos años. Espero que tu entrenamiento nos haya preparado lo mejor posible.
—Será un honor, Sebastián —dijo Artemisa mientras contenía unas lágrimas rebeldes de emoción—. Prometo estar a la altura.
Las luces de la plataforma se tornaron en rojo y todos los asistentes de pista comenzaron a correr. Era el momento.
—Bien, Deidad 1, te cedo el mando —añadió Mixcóatl con seguridad—. Que las estrellas te reclamen, mi Capitana.
La comunicación se cortó pero Sebastián seguía viendo la imagen de Emma, alzandole el pulgar y sonriéndole con confianza y respeto. Ella estaba lista para tomar las estrellas y llevar a su equipo a la victoria, ahora más que nunca porque tenía a su pareja de equipo a su lado.
Los motores citónicos se encendieron y las naves estelares salieron disparadas a la nada, haciendo el salto espacial en un instante, listas para salvar a Disputar.
N. de A.
Wuenas, pipooool.
Hoy seguimos con esta historia y, créanme, esto será muuuu difícil.
Pero ya tengo la escalera y todo marcará bien, lo prometo.
Y para compensar mi falta de publicación les traigo un capítulo larguito como les gusta, 3000 palabras.
¡Nos vemos la siguiente semana (o antes) con la batalla en el espacio!
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¡Farewell!
Les recuerdo a todos, está Versión A contendrá muchos errores que serán arreglados en un futuro.
PD. La de los guioncitos.
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